Mi lista de blogs

martes, 29 de octubre de 2013

Micro-relato para concurso de micro-relatos de Halloween de "Escritura creativa"

Pues eso, que me presento a un  concurso de micro-relatos (máximo 800 caracteres), con algo que se me acaba de ocurrir, ambientado, cómo no, en mi queridísimo Viejo Caserón del PAM, a ver que os parece.

El Parque de Atracciones había cerrado. Nadie pareció percatarse de que aún había un visitante en el recinto, cuya oscuridad tenía un siniestro morbo que me inquietaba y atraía a la vez.

Y el Viejo Caserón...

Tenía miedo. Nunca lo había visto de noche, y menos tan vacío: No había colas, y el actor que interpretaba al Enterrador no estaba para recibirme en la puerta. Sin embargo, la iluminación exterior aún estaba encendida. Temblé de frío.

Miraba la ventana de la parte trasera de la casa sintiendo que me acechaban. La tenue luz que la iluminaba me hacía presentir que así era.

Una risita aguda y demente me hizo retornar a la parte delantera del Caserón. La necesidad de ver de dónde provenían las carcajadas me hizo subir las escaleras y golpear tres veces la aldaba de la puerta de la casa...

viernes, 11 de octubre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 32

CAPITULO 32: OSCURA NUEVA VIDA

Vago con total libertad por el Caserón. Ya no me siento prisionera, ni blanco de torturas, ni de castigos. Camino segura de mi misma pisando fuerte comenzando mi nueva vida. Recorro el Caserón desde el principio hasta el final, en completo silencio. Mis hermanos me saludan cuando paso ante ellos. Yo me limito a sonreirles. Es estúpido guardarles rencor por lo que me hicieron, al fin y al cabo sólo cumplían órdenes. Y ahora su señor también es el mío. No puedo reprocharles nada.

Recorro la biblioteca, el circo, el manicomio, el quirófano de Espiral, la habitación de Regan, la abadía, y el matadero de Jason con ese dulce olor a sangre...Suspiro y me doy la vuelta para ir a la cripta, mi nuevo hogar en el Caserón, pero entonces, una voz me detiene.

-Criiiissss....Criiiisss....-Ríe la voz canturreando burlona.

Reconozco esa voz. ¿Pero de dónde ha venido? Miro a mi alrededor, pero no veo a nadie.

-¿Selman?-Pregunto, pues sé que es la voz del vampiro la que me habla.

-Ese era mi nombre en vida, si.-Dice la voz amargamente.

Sigo sin ver a nadie conmigo, nada que denote la presencia del vampiro.

-No puede ser...¡Yo te maté!-Digo con rabia

Y en ese momento, de la nada surge una niebla grisácea que se materializa en el espectro de Selman.

-Ya lo creo que lo hiciste.-Dice sonriendo y con voz fría.-Gracias a ti sólo soy una sombra, algo insignificante- Dice acercándose a mi, que retrocedo con cierto miedo hasta que me doy cuenta de que sólo es un fantasma. Le miro con rencor y le espeto:

-¡Púdrete! Yo sólo cumplía órdenes de mi señor. Además, te lo tenías bien merecido por todo el tormento y las torturas a las que me sometiste...Hice lo que tenía que hacer y no me arrepiento. Y ahora esfúmate y déjame en paz.- Digo girándome y echando a andar, pero él se pone ante mi cortándome el paso y yo me paro instintivamente.

-Veo que el haberte convertido no ha mejorado tu mal genio y humor...-Dice con sorna.- Vamos, Cris, sé amable. No he venido a perturbarte.-

-¿Qué quieres entonces?-Digo despótica.- ¿Una disculpa? No la tendrás, asi que si vienes a buscarla ya puedes irte por donde has venido.-

-Puede estar usted tranquila, señorita, que no vengo a por una disculpa.- Dice con retintín.- He venido a ayudarte. A mejorar un poco tu imagen.- Dice ahora serio.

Le miro con los ojos como platos y me echo a reir.

-¿A mejorar mi imagen? ¡Estoy perfecta! Ya no tengo heridas ni nada que deforme mi cuerpo.-

-Pues cualquiera lo diría con esas ropas...-Me dice mirándome de arriba abajo.- De todos los moradores eres la que más pena da. Más que vampiresa, pareces una mendiga.- Ríe.
Miro mi camisón agujereado y deshilachado y le doy la razón, pero no se lo digo.

-Sígueme, anda.-Me dice mientras comienza a flotar en dirección a la cripta, donde me hace pasar.

Miro lo que hay encima de mi ataúd: un cofre de mediano tamaño, y sobre él, algo que parece ser de cuero. Miro a Selman, indecisa, sin saber qué hace eso ahí y por qué se supone que me incumbe.

-Tú nuevo traje, Cris.-Dice flotando hacia las prendas de cuero y alzándolas. Las miro.

Un mono de cuero negro y una gabardina, también de cuero oscuro.

Cuando el vampiro suelta las prendas sobre el ataúd me mira y me dice:

-Eran de una visitante. Cuando entró aquí se puso a decir que le encantaba el lugar, y cuando me vio no pudo evitar soltar que la encantaría ser mordida por un vampiro...Y yo la di ese placer, como buen caballero. ¡Pobre! No se esperaba que fuera real, como es lógico¡La dejé con menos sangre que un cascote!-Ríe.

-¿Y por qué guardabas su vestido?-Pregunto con curiosidad.- ¿Acaso te lo ponías cuando nadie te veía?-Añado con cierta sorna.

-Muy graciosa.-Responde él, cortante.- No lo sé. Supongo que fue un capricho del momento. lo guardaría por tener un recuerdo de aquella víctima.

Se queda callado y luego me señala el cofre que hay junto al traje.

-En éste cofre encontrarás dos sais. Se las compré a un comerciante hace mucho tiempo, pero nunca aprendí a usarlas correctamente. Espero que tú si. Como verás, todo morador de éste Caserón tiene sus propias armas. He ahí las tuyas. Dice volviendo a señalar el cofre.-

-Ahí hay también una pequeña cajita con una gargantilla y una pulsera de cuero con pinchos. Pertenecían a la visitante que era dueña de la ropa.-

-¡Cuánta amabilidad!-Digo yo irónica.- ¿Te comportas así siempre con quién te mata?-Me río.

-Ríe mientras puedas.- Me corta él, seco.- Ésta será la última vez que te ayude. Tú me mataste y te las haré pagar todas juntas, Cris. Visible a tus ojos como fantasma, o como voz dentro de tu mente. Puede que no pueda matarte yo, pero por Lucifer te juro que haré todo lo posible para que tu nueva existencia aquí sea un suplicio... Sólo tú puedes verme, pues nuestro antiguo vínculo así lo establece....¡Verás cómo nos divertimos! -Se carcajea con maldad.

La risa de Selman se mezcla con otra masculina, pero histérica. Al instante, la risa del vampiro se disuelve, como su espectro, que se evapora con una niebla gris, justo cuando Espiral aparece por la puerta de la cripta, nervioso.

-¡Cris!¡Cris!-Me dice.- ¡Prepárate! ¡El Enterrador va a dejar pasar al primer grupo!¡Comienza la diversión!-Ríe y acto seguido abandona la cripta.

Nada más salir Espiral, me desprendo de mi raído camisón y me enfundo en mi traje nuevo. Siento escalofríos ante el frío tejido que se posa sobre mi piel. Enfundada en mi mono de cuero negro, me pongo la gabardina, y no puedo evitar sentirme poderosa y capaz de todo con mi nuevo atuendo.

Abro el cofre y observo las dos sais. Parecen pequeños tridentes, con la punta de en medio sobresaliendo sobre las demás. Veo su brillo a la tenue luz de las velas. Las cojo y me las cuelgo del cinturón, a ambos lados de las caderas. Miro la cajita que hay en el cofre y cojo la gargantilla, de la que cuelgan dos calaveras a ambos lados de una cruz. Lo cuelgo de mi cuello y me pongo la pulsera de pinchos. Hecho ésto, con un salto, me agazapo en el techo de la cripta, esperando que comience la diversión.
"Ahí hay también una cajita con una gargantilla
y una pulsera de cuero con pinchos..."

Sais
Los visitantes van pasando, un grupo tras otro, gritos, aullidos, arrepentimientos...Y ese aroma...Mmmm...Ese aroma a sangre que impregna la cripta cada vez que los visitantes entran, pero que desaparece cuando se van.

Tengo que hacer esfuerzos sobrehumanos para no abalanzarme sobre cualquiera de ellos y dejarle vacío de sangre. Muy a mi pesar, no puedo hacerlo. Temo el castigo.

-Último grupo.- Me dice la voz de mi señor en mi mente mientras espero agazapada en el techo, y cuando los veo aparecer por la puerta, salto y los asusto por sorpresa.

-¡Fuera de aquí!¡Quiero sangre!¡Dadme vuestra sangre!-Grito.

Veo que el último del grupo se da la vuelta y me mira sonriendo. El típico chulito de turno.

-¿Quieres mi sangre, nena?-Me dice riendo.- Tengo algo mucho mejor para darte, vampirita...-Se burla.-¡Venga, asustame si tienes ovarios!¡Uhhh!¡Que miedo me das!-Dice fingiendo temblar.

-¡¡LARGO!!- Bramo mientras siento descender mis colmillos.

El visitante retrocede asustado y se dirige a la puerta, donde le aguarda Tar.

-Caminen siempre juntos, sin correr, sin parar y sin retroceder. Esa es la norma. ¿Tan poco seso tienes que no la recuerdas?- Ríe el inquisidor divertido.- ¿O es que vienes con ganas de vacilar? Sea lo que sea...Acabas de suicidarte.- Dice.

El visitante pone las manos en el pecho de Tar, intentando apartarle, pero el inquisidor le coge de las manos y las aprieta hasta que oigo crujir sus huesos. El chulo gime y Tar corta su grito agarrándole del cuello y tirándole brutalmente a mis pies.

-Vamos, Cris.- Me reta el inquisidor. Acaba con él. Sé que deseas su sangre. Lo leo en tus ojos. Date el gustazo y bebe.

Me relamo, me muerdo el labio y avanzo dubitativa hacia el chico.

-¡Hazlo!-Retumba en el Caserón la voz del Emperador..

Sin pensármelo dos veces, hundo mis colmillos en el cuello del chico y succiono su sangre hasta quedar totalmente saciada. Alzo la cabeza y me limpio los restos, relamiéndome.

Sonrío satisfecha, pero mi sonrisa desaparece cuando compruebo que Tar no ha abandonado la cripta aún. Me quedo mirándole. Sus ojos se encuentran con los míos, y su voz me desafía:

-Atácame, Cris. Véngate de mi por todo el daño que te he causado. No te reprimas.- Dice acercándose a mi.

No comprendo por qué me azuza así, pero me da igual. Sus palabras hacen que mi mente evoque cada castigo, cada tortura, el dolor...

Grito de rabia y saco mis sais del cinturón, abalanzándome sobre Tar, dispuesta a darle muerte.

Él se aparta y consigue agarrar mi mano derecha, la cual retuerce hasta ponerla tras mi espalda.

Gimo de dolor y dejo caer las sais al suelo. De mis ojos brotan lágrimas. Y entonces, siento como la piel de mi muñeca se abrasara, y no puedo evitar gritar de dolor.

-¡Por favor!¡Paraaaa!-Chillo desesperada mientras a mi nariz llega un extraño olor a carne quemada.

Tar me suelta y caigo al suelo. Me miro la mano. En la muñeca ha aparecido una horrenda quemadura negra. Miro a Tar y le veo con su Zippo en la mano.

-¿Por qué? ¿A qué ha venido ésto?-Grito horrorizada.

-Para que no olvides cómo son las cosas.- Dice mirándome frío.- Ahora perteneces al Emperador por completo. Y más te vale no olvidarlo. Si te mantienes en el buen camino te garantizo que tendrás una larga vida a su servicio, pero si vuelves a desviarte...-Enciende su Zippo y de él brota tal llamarada que ilumina toda la cripta por un momento. Me aparto con miedo y él concluye su frase:


-...Ya sabes lo que te espera. Y eso es una promesa.-Me advierte.dándome la espalda y dirigiendose a la puerta.

En mi mente, oigo el susurro de la voz de Selman:

-Cris, ahora. ¡Mátale!. Véngate de él.-

Quiero atacarle y demostrar a ese inquisidor de pacotilla lo mucho que deseo vengarme. Quiero sentir cómo mis sais penetran su piel, quiero oir su voz suplicarme clemencia y quiero deleitarme viéndole sufrir...

-Vamos, Cris.- Me insiste la voz del vampiro en mi cabeza.- Ahora tienes la oportunidad. ¡Véngate!-

Niego con la cabeza y la voz de Sel se disipa. No quiero ceder a sus provocaciones buscando mi suplicio.

Me levanto despacio, me cuelgo las sais del cinturón como puedo y voy a buscar a Espiral por si tuviera algo para calmar mi dolor.

Me miro la mano. La cicatriz es horrible. Del color del carbón. Algo me dice que tardará en desaparecer, si es que lo hace.


Miro la herida y comprendo los riesgos que entraña salirme del oscuro redil. Más me vale permanecer en la vereda...Más me vale...

jueves, 10 de octubre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" capitulo 31

CAPITULO 31: RENDICIÓN

La bóveda se abre y mi grito resuena en toda la sala. No así el de Selman, que es incapaz de articular palabra, limitándose a gemir quejumbrosamente.

Mis ojos se fijan en él. Es evidente que está sufriendo. El color oscuro de su piel, ya de por si quemada se vuelve más negro, y comienzan a aflorarle ampollas que explotan y supuran. Su cuerpo humea. Veo cómo intenta retorcerse y moverse, pero los grilletes que le aprisionan a la mesa se lo impiden.

No puedo dejarle morir. No puedo. Y sólo si me entrego al lado oscuro lograré salvarle, o eso al menos me ha dicho el Emperador. Pero...¿Hasta qué punto puedo fiarme de él, si él mismo me ha dicho que no lo haga?

Rompo a llorar y me desmorono.

-¡Basta!¡Por favor!¡Me rindo!-Grito desesperada.

El Emperador, que desde una esquina de la sala ha estado contemplando la tortura a Sel, sale de su escondite y pregunta.

-¿Cómo has dicho, Cris?-Ríe.

-Que me...-Me cuesta hasta decirlo, pero ya no sólo porque el dolor me lo impida, sino por orgullo, porque no quiero ceder.-...Me rindo. No puedo soportar ésto más. Habéis ganado.-

-¿Es que acaso lo dudabas?-Me pregunta riendo con malicia.-Te dije que te rendirías, y lo has hecho. Ahora, ¿Estás dispuesta a someterte a mi control y convertirte en mi sierva y nueva moradora de éste Caserón?-Me pregunta intimidándome con su mirada.

Miro de reojo a Selman y luego vuelvo mis ojos a los del Emperador, para decirle no del todo convencida:

-S...sí.-Digo mientras intento arrodillarme ante él- ¿Qué debo hacer?-

-Asumir los negros pensamientos y sentimientos que han aflorado en ti desde tu entrada en éste oscuro lugar. Una vez los asumas, yo haré que te adentres en la oscuridad que debió penetrar en ti desde el mismo momento en que entraste aquí y sin embargo no lo hizo.-

Intento que mi respuesta sea segura.

-Asumo...asumo que en mi ha aflorado la oscuridad y...-

-¡No lo asumes!-Me grita dándome una bofetada que me hace caer al suelo.- ¡Dudas!¡Lo dices por decir!¡Te engañas a ti misma e intentas engañarme a mi!-Sigue espetándome con dureza.

-Y ¿Cómo lo hago?-Pregunto con miedo volviéndome a arrodillar como puedo.

El Emperador se sitúa detrás de mi y empieza a hablarme con voz suave, susurrante, muy cerca de mi oido.

Cierro los ojos y escucho.

-Hay un lugar en tu interior, Cristina. Un lugar que ha permanecido escondido en un rincón de tu mente mucho tiempo; Un lugar frío como la nieve y oscuro como la cueva más profunda.
Ahí se hallan los sentimientos de los que te hablo: maldad, frialdad, falta de compasión...Siéntate por un momento en ese rincón y respira el aroma del aire helado que corre...Cuando encuentres esos sentimientos, hazlos tuyos y siente como la oscuridad se apodera de ti. Siéntelo.-

Con los ojos cerrados, aspiro aire. Espero oler el putrefacto aroma que invade la sala, pero no es así.

Un aire helado me arropa mientras veo el rincón que el Emperador me describe en mi mente.

Me estremezco y noto la oscuridad adentrarse en mi. Abro los ojos.

-Has encontrado ese lugar, pequeña.- Dice el Emperador, que ahora está frente a mi, sonriendo satisfecho.

Frente a frente con el Emperador de las Tinieblas ahora siento que sólo me debo a él. Me siento fría, despiadada. Mi cuerpo se estremece de excitación oscura cuando hago una reverencia ante mi señor y bajo mi cabeza y mis manos al suelo, en señal de veneración.

-Bienvenida de nuevo, Cris.- Me dice él.

Me levanto hasta quedar de rodillas y hago una reverencia de cabeza. Acto seguido el Emperador se dirige a mis hermanos:

-Mis criaturas.- Comienza mientras los mira.- Hoy y tras mucho resistir, la pequeña Cris se rinde ante lo evidente, lo que debió ver hace mucho tiempo: que nunca ganaría. Hoy, se somete a la oscuridad. Hoy vuelve a pertenecerme.-

El Emperador se vuelve a mi y me dice:

-Ahora que vuelves al hogar debes convertirte en una criatura de la sombra. Voy a darte lo que no tuviste cuando viniste por primera vez. Voy a darte la oportunidad de elegir. ¿En qué criatura deseas convertirte?¿Qué deseas ser?-Me pregunta.

-Vampiresa, mi señor.-Respondo.-Deseo ser una vampiresa. Deseo que desaparezca mi vieja identidad. No más Cristina Krueger ni zombi. Quiero una nueva vida. -

-Sea pues.-Dice mi señor, frío. Y luego señala al vampiro.

-Bebe su sangre, Cristina. Sólo así se abrirá la puerta que deseas cruzar. La puerta a la nueva Cris. Bebe su sangre y serás como él. Te convertirás en vampiresa.-

Asiento y me dirijo hasta la mesa, tambaleante por el dolor. Contemplo con fría indiferencia el cuerpo destrozado del chupasangre, y alzo la vista. El inquisidor viene hacia mi portando a Maleval, su espada. Le veo acercarse y soltar el grillete que ata la mano derecha de Selman a la mesa para luego hacerle un corte al vampiro en la muñeca. La sangre brota y él gime de dolor.

El inquisidor me mira con sus ojos amarillos.

-Bebe.- Me ordena.- Bebe y conviértete, Cris.

Tomo la muñeca del vampiro y la dirijo a mi boca. No tardo en hundir mis dientes en su piel. La sangre tampoco demora en brotar. Succiono, y cada succión es un paso a mi nueva vida. Noto cómo mi cuerpo se estremece, cómo los escalofríos me hacen temblar hasta el punto de casi hacer que suelte la muñeca de Selman, pero aguanto. Siento que su sangre es la clave de mi nueva vida. De pronto grito con la muñeca del vampiro en mi boca. Me invade un dolor inhumano, y me retuerzo sin soltar mi presa. Sigo bebiendo a pesar de todo. El dolor me mata, pero sólo cuando sé que al vampiro no le queda sangre en las venas, paro de beber.

Ahora no hay dolor. Retrocedo, fría, alejándome un poco de la mesa. Miro mis brazos, bajo mi mirada a mi estómago, palpo mi rostro. Ya no tengo heridas. Llevo la mano a mi cabeza y noto una mata de pelo nueva, sin mechones arrancados, sin dolor al acariciarme. Cojo un mechón y lo miro. Negro como el carbón. Sonrío.

-Ahora, mi sierva, demuestra que me eres leal.- Dice el Emperador poniendo en mis manos el hacha del vampiro.- Mátale. Demuestra que la pequeña Cris ya no existe. Mata a Selman.-Me ordena.

Asiento y me dirijo a la mesa con el hacha en mis manos. Sel me mira, pero yo ya no siento nada. Alzo el hacha sobre mi cabeza y me arqueo para dar el golpe que corta la cabeza del vampiro. Su sangre me salpica, la cabeza cae y rueda un poco hasta quedar parada. Sonrio y me vuelvo al Emperador, ante el que me inclino.

-Bien hecho, Cris.- Me dice.- Has demostrado tu lealtad, y por ello te libero de tu castigo y de tu confinamiento. Puedes vagar por el Caserón. Tu nuevo hogar será la cripta del vampiro.

Después, llama a Tar.

-Inquisidor. Toma el mando. Ya sabes lo que tienes que hacer.- Oigo que dice mientras le veo desaparecer dejando un humo negruzco en su lugar.

-Sí, mi señor.-Responde él volviéndose hacia mi.- Cris. Sal de aquí, y procura no tener que volver.-

Asiento y me voy hacia la puerta.

-Moradores. Largaos de aquí todos excepto los zombies. Ya.- Oigo que dice el inquisidor.

Salgo de la sala y veo salir a mis hermanos mientras yo me escondo tras el marco de la puerta, observando lo que pasa dentro.

Veo a Tar dirigirse a Sara y decirla con voz fría:

-Quiero que tú y los demás zombies deis buena cuenta de éste despojo.-Dice acariciando con un dedo la barbilla de Sara, para luego agarrarla con la fuerza suficiente para que la zombie se eche a temblar.- Quiero que sólo queden los huesos. Ya me encargaré de ellos más tarde. ¿He sido lo bastante claro?-Dice clavando sus ojos en los de Sara.

Ella asiente temblando, y él la suelta, dirigiéndose hacia la puerta mientras dice:

-¡La cena está servida!¡Empezad!-

Antes de que Tar salga de la sala, veo cómo los zombies se disputan el cuerpo del vampiro, gruñéndose por hacerse con los pocos trozos de la carne no quemada que le queda.


Me encojo de hombros, me doy la vuelta y me voy dispuesta a comenzar una nueva vida en el Viejo Caserón...

miércoles, 9 de octubre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 30

CAPITULO 30: TORMENTO

Ha sido terrible. No sé ni cómo el dolor me ha permitido aovillarme en el suelo, huyendo de lo que tengo ante mis ojos, intentando no ver que la sangre de los dos visitantes que quedaban vivos me ha salpicado, que sus trozos de carne están desperdigados por la sala, algunos casi rozándome. Huele a quemado. He visto con mis propios ojos cómo Tar se ha encargado de pasar por su Zippo a los dos visitantes, y cómo los demás moradores se han encargado de hacer el resto, descuartizándolos.

La voz de Ymir me saca del trance:

-Parece que hoy se han portado bien nuestros pastelitos arrepentidos...-Dice con una risita refiriéndose a los visitantes.-Han sido buenos y nos han dejado jugar con ellos...-

Levanto despacio mi mirada del único trozo de suelo que no lo cubre la sangre y mis ojos van a los de Tar, de un amarillo brillante.

El inquisidor me mira fijamente, frío, sin inmutarse, mientras se dirige a mi y me arrastra del cuello del camisón.

-¡NO!-Chillo yo mientras él me arrastra por encima de los trozos de carne de los visitantes muertos y mi ropa se empapa de su sangre.

Tar me tira brutalmente a los pies de Selman, haciéndome caer sobre ellos y arrancándole un grito al vampiro.

Levanto mi cabeza como puedo para no hacerle daño, y me acurruco a sus pies, preguntándome por qué y qué será lo siguiente.

-¿Qué se siente al estar en primera linea de batalla, Cris?-Me dice Tar con una risita mientras hace un gesto con la mano tras el cual Espiral y Segismundo vienen hacia nosotros.

-Quiero que lo veas todo.- Me dice el inquisidor.- Y si después de ésto no te rindes es que eres más fría de lo que creía...-Dice con una risita.

Cierro los ojos ante el rostro de Sel lleno de quemaduras, casi carbonizado. Casi no se distinguen sus ojos oscuros de su cara. Le oigo gemir algo. No entiendo el qué. Tiene la garganta abrasada. Una lágrima resbala por mi mejilla mientras el doctor le dirige su jeringuilla al cuello y se la clava en uno de los pocos lugares donde no hay quemaduras.

Al instante veo cómo Sel se retuerce y empiezan a brotarle ampollas oscuras, mientras que Segismundo, con una risita y armado con unos alicates, me dice:

-¿Me dejas hueco, Cris?- Dice agachándose a mi lado.- Tengo que cortarle las uñas, que ya las tiene muy largas...-Ríe mientras me aparta un poco de Sel. Lo suficiente como para ver claramente cómo corta la uña del dedo gordo del pie del vampiro de un solo alicatazo, haciendo brotar la sangre.

Segismundo ríe mientras la uña rebota en mi rostro y cae al suelo.

El loco repite la operación con todas las uñas de los pies, y siento salpicar la sangre desde arriba: Espiral ha abierto en canal a Sel y ha comenzado a hurgar en su estómago.

No puedo contener las arcadas y termino por vomitar.
Jason se acerca con un saquito en sus manos y echa el contenido en el boquete del estómago de Sel, mientras que Segismundo le arranca las uñas de las manos.

Sel aumenta sus gritos al sentir la sal en sus heridas mientras que Jason le derrama un poquito en cada hueco de las uñas, haciendo que grite más todavía.

Su grito se confunde con el mío, de rabia. Doy con los puños en el suelo mientras alzo mi voz y me dejo la garganta en el aullido.

Ymir y Blood se acercan y con un cuchillo cada uno, hacen más cortes a Sel. Cortes profundos, que hacen brotar su sangre oscura. El payaso y la loca se agachan a lamer la sangre del vampiro. Saben que sabe asquerosa y que les disgustará, pero se recrean en que estoy viendo cómo le torturan, y me hacen rabiar mientras veo cómo succionan la sangre de Selman y luego me la escupen a la cara.
Regan viene también y empieza a golpear a Selman con su crucifijo. Después, le quita la tapadera, y deja ver el filo del cuchillo que esconde, comenzando a hacerle cortes con él. La sangre me sigue salpicando, y vuelvo a vomitar. El olor en la sala es intensísimo. Sangre mezclada con vómito. No puedo reprimir una nueva arcada.

Los zombis se acercan y empiezan a mordisquearle en las zonas en las que aún no hay carne quemada, aunque son pocas: las piernas, los brazos, el estómago...Todo está quemado salvo algunas zonas donde aún hay carne. Dañada, sí, pero hay.

El inquisidor chasquea sus dedos y todos los moradores se apartan de Selman.

Miro a Sel. No puede más. Por no poder, no puede ni retorcerse de dolor. Sus heridas están supurando, y sólo el blanco del pus se distingue de la anatomia casi completamente oscura por las quemaduras del vampiro. Me echo a llorar.

-Bien, Cris, bien.-Me dice irónico.- Has aguantado como una campeona.- Ríe.- Primera fase superada...Veremos a ver si pasas la segunda...-Ríe mientras me empuja de una patada, haciendo que me arrastre lejos de Sel y un grillete me aprisione el pie de repente. Intento liberarme, pero no puedo. El grillete me oprime el pie, y si intento moverlo, me hago daño.

Veo cómo se llevan a Sel entre Espiral y Jason, y cómo lo atan a la mesa de torturas.

Tar dice riendo mientras se sitúa a un lado de la sala:


-Te veo apagadillo, chupasangre. ¿Quieres que te ilumine?-

Ríe y un ruido atronador invade la sala mientras se abre la bóveda de Helios....

jueves, 3 de octubre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón" capitulo 29

CAPITULO 29:RÉCORD DE ARREPENTIDOS


Grito de rabia cerrando los ojos, oprimiendo los puños y retorciéndome para intentar soltarme, pero es en vano.

Vuelvo a gritar y en ese momento noto cómo los grilletes que me sujetan se sueltan, haciéndome caer de la mesa con estrépito.

-¿No querías que te soltáramos?-Dice divertido Tar.- Pues ya eres libre. Oh, ¿Qué te pasa?¿Te duele?- Hace un puchero y ríe mientras observa cómo me arrastro como puedo por el suelo, intentando llegar hasta Selman, que no ha dejado de recibir cuchilladas y golpes de Jason, Ymir y Regan.

Oigo sus gritos desesperados, y cada intento de llegar hasta él arrastrándome es un suplicio, frenada por el dolor de mis heridas y los comentarios de Tar:

-Cris, ha sido todo culpa tuya. Si te hubieras rendido antes, ahora Sel no estaría así y todos seríamos felices haciendo sufrir a los visitantes...-Suelta una risita.- Pero elegiste el camino equivocado, y he aquí las consecuencias...-Suspira mientras contempla cómo arrastrarme hasta Sel me cuesta la vida, y sigue riéndose.

-Y él...-Dice señalando a Selman.- Si tú no te hubieras salido del redil, ovejita negra, el Emperador no le habría manipulado para volverse contra ti, yo no le habría tenido que torturar y ahora él no estaría así...Y ambos podríais estar viviendo vuestro vínculo vampírico y sembrando el terror por aquí- Dice. Y suspira.

-Pero los arrepentimientos se los dejamos a los visitantes, ¿Eh? Ya no vale echarse atrás...Lo hecho, hecho está.-Dice riendo mientras yo sigo reptando como puedo.

-Nadie ha dicho que me vaya a arrepentir.-Digo entre dientes.

-Pero lo piensas.- Contraataca.

Y no miente, pues mi mente lleva un rato barajando la posibilidad de echarme atrás al ver el terrible estado en el que se encuentra Selman.

Vuelvo a mirarle: apenas distingo su sangre oscura de su cuerpo carbonizado. Todo él es una masa del color del tizón. Vuelvo a mirar al suelo e intento concentrarme en seguir arrastrándome, poco a poco, para llegar junto a Sel.

Miro a mi alrededor y me percato de que todos los moradores se han ido. Sólo permanecen en la sala los torturadores del vampiro: Jason, Ymir y Regan, además del inquisidor, que se divierte observando mis esfuerzos por avanzar.

-Admiro tu tenacidad, Cris.-Me dice.-Estás hecha polvo y aún así sigues adelante.-

Alzo el rostro y le miro.

- Déjame ayudarte, anda. Sólo un pequeño empujón.- Dice sonriendo y pegándome una patada en el costado con la que consigue impulsarme un poco más hacia delante. Grito de dolor y me aferro al suelo.


Oigo el estruendo al abrirse la puerta, por la que entran los moradores que faltan en la sala y tres personas a las que no conozco. Supongo que son visitantes. Todos se quedan mirando la sala embobados.

-¡Vaya! ¿Qué tenemos aquí?...tres cobardes...-Dice Tar apartándose de mi y yendo hacia los visitantes.- Parece que hoy hemos batido el record de arrepentidos.-Ríe.-Sin contar con Cris, claro. Entonces ya serían cuatro.-Vuelve a reir.

-Llegáis justo a tiempo.-Le escucho decir a los visitantes. Y luego me señala- Gracias a ésta, el vampiro del Caserón se halla sufriendo lo insufrible.-Dice como si sintiera algún tipo de pena por Selman.

-No le...escuchéis.-Intento replicar yo.-Fue culpa suya...-

-La pobre desvaría...-Dice Tar.- ¡Ella es la culpable de todo!- Brama.

-¡No!-Lloro yo.-¡Eso es mentira!- Digo mirando a los visitantes.- ¡Ayudadme, por favor!

Pero nadie hace caso. Observan cómo los seis “actores” desempeñamos magnificamente el papel que nos corresponde, mientras que los moradores que quedan se sitúan tras los visitantes y les intimidan rozándoles con sus armas, si hacerles daño aún.

Tar ríe y vuelve a dirigirse a los visitantes.

-Pobres de vosotros que os habéis arrepentido....No sabéis lo que habéis hecho...¡Ya no saldréis vivos de aquí!-Ríe histérico mientras corre hacia ellos, que intentan escapar, pero no lo consiguen, porque los moradores les frenan y consiguen rodearles.

-¡Pero no os vayáis, hombre!-Dice Blood.- Queremos jugar con vosotros...-Ríe mostrando su cuchillo.

Veo que un visitante se acerca a ella para que interactúe con él. Sin pronunciar palabra, Blood le clava el cuchillo y el chico cae al suelo. Muy cerca de mí. Un reguero de sangre llega hasta donde estoy y hago una mueca de asco, luego miro al visitante y veo que el cuchillo de Blood está clavado en su corazón.

El Enterrador se acerca a el y estira el metro alrededor del cuerpo del visitante.

-1,90.- Dice serio.- Sí. Tengo una tumba de roble perfecta para tí.-Dice cogiéndole en brazos y dirigiéndose a la puerta de la sala.

-¡Le ha matado!-Oigo que grita histérica una visitante.

El inquisidor asiente tranquilo.

-Así es...Y algo me dice que como Cris no tome una decisión pronto, va a haber mucha más sangre...Alguna más oscura que otra...-Dice con una risita mirando a Selman y viniendo hacia mi para agacharse a mi lado.

-¿Te parece, Cris, que dejemos descansar al vampirito y nos ocupemos de nuestros queridos visitantes primero?-Dice riendo.
Niego con la cabeza tanto como el dolor me permite.

-A partir de ahora, tú y sólo tú serás responsable de las vidas que aquí se pierdan...-Dice.-A menos que tomes una decisión adecuada, claro.-Dice.


La rabia me impulsa a gritar, pero poco más puedo hacer....

martes, 1 de octubre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" capitulo 28

CAPITULO 28: ANGUSTIA


Alzo la cabeza cuanto puedo y veo que Selman sigue tirado en el suelo, casi carbonizado.

-¡Vamos, Sel!-¡Levántate!-Lloro.

Una fría voz corta mi llanto.

-¿Has terminado, inquisidor?-Pregunta el Emperador, que ha entrado en la sala y mira a Sel y a Tar.

-He terminado, mi señor.-Responde el inquisidor.

-Que ese despojo se presente ante mí.-Ordena el Emperador con desprecio.

Dicho ésto, Tar se reverencia ante él y coge a Selman del cuello, arrojándolo a los pies de su señor y retirándose un poco, esperando instrucciones.

Con un gesto de su mano, el Emperador hace que Sel flote en el aire hasta quedar a la altura de su cara.

-Selman, te aseguro que has cometido el error más grave que podías cometer en toda tu vida.- Le dice al vampiro, que emite un gemido, incapaz de hablar.

No puedo evitar sorprenderme, pues aún sigue con vida. Una sonrisa asoma a mis labios. Aún hay esperanza.

Selman intenta hablar, pero su boca y garganta, completamente abrasadas no se lo permiten.
El Emperador alza un dedo y toca con él la garganta del vampiro, que empieza a hablar con voz ronca y cascada.

-Mi...mi señor...-Comienza a decir. Percibo el dolor en su voz.- Me dijis...me dijisteis que pod...que podía matarle...acab..acabar ...con él.-

El Emperador asiente.

-Así es. Te dije que podías matarle, y que serias debidamente recompensado si lo lograbas, como también te advertí que sufrirías las consecuencias si eras derrotado...Y has sido derrotado. Has fracasado y ahora debes pagar por ello.-Sentencia.- Consuélate pensando que el castigo que te tengo preparado no sólo te escarmentará a ti, sino que le hará aprender la lección a cierta personita también.-

Me estremezco porque sé que se refiere a mi.

Sel cae al suelo, libre de la magia del Emperador, que ahora alza su voz, que sin que él despegue los labios, retumba potente en todo el Caserón:

-Moradores. Acudid a la bóveda de Helios. Vuestro señor os reclama.-

Casi al instante los veo aparecer a todos y desperdigarse en grupitos a un lado de la sala.

Blood, junto a Segismundo y el doctor Espiral, que trata de contener la excitación de sus dos pacientes ante el dantesco panorama; Ymir junto a Jason y Regan; Dani, Irina, Adri y Sara, juntos observándolo todo; Los Movie Maniacs han vuelto de su pasaje y también permanecen los tres juntos. Y por último, el Enterrador, solo, con la pala en una mano y el metro en otra, algo más alejado que estudia a los dos posibles cadáveres, supongo que pensando si serán una o dos tumbas las que habrá de preparar dado el terrible estado de Selman y el mío.

Espiral consigue calmar a sus dos pacientes y el Emperador mira uno por uno a todos los moradores, casi como si les estuviera leyendo la mente. En los ojos de los moradores veo respeto y terror. Después, el Emperador hace un gesto a Tar para que se ponga en el centro de la sala y comience a hablar.

-Moradores.- Empieza a decir.- Oid mi voz, pues de ella se vale nuestro señor para expresarnos su voluntad. Selman, a quién veis a los pies de nuestro señor, ha sido fracasado en su intento de intentar matarme, y por ello...¡Ha fallado al Emperador!-

Los moradores gritan furiosos, pero Tar alza sus manos y todos callan.

-Por ello el Emperador ha decidido que Selman sea castigado. Y nosotros, sus siervos, llevaremos a cabo su voluntad cuando él nos la revele.-

Veo cómo todos los moradores miran al Emperador esperando instrucciones. Miro a Sel. No se mueve, ni siquiera intenta articular palabra. Y temo que ya haya acabado de morir...

-Mi voluntad es que éste despojo sea sometido a tortura. También es mi voluntad que Cris....- Me da un vuelco el estómago cuando dice mi nombre.-...presencie el terrible tormento al que será sometido.-Fija su vista en mi, pero sigue hablando a los moradores.

-Mucho tiempo ha resistido la llamada de la oscuridad durante su castigo, pero finalmente se está desmoronando. Veremos cuánto aguanta al contemplar cómo aquel con el que antaño ompartió un fuerte vínculo es torturado. Quizá así se muestre más razonable.- Sonríe sin dejar de mirarme.

-¡No!-Chillo desesperada negando con la cabeza. Pero no por mi. Por Selman.

A mi chillido se le suman los vítores de los moradores ante la decisión del Emperador, que levanta su mano y todo queda en silencio.

-Inquisidor. Lo has hecho muy bien. Ahora encárgate de que el condenado sufra.- Ordena.

-Como deseéis, mi señor.- Dice Tar, inclinándose ante el Emperador. Y luego hace un gesto a Ymir y a Jason para que se acerquen a levantar a Sel.

-Atadle a la pared.-Dice el Emperador.

Mientras que los dos moradores obedecen y suspenden a Sel de la pared, el Emperador se acerca a mi y me dice con una risita:

-Menuda la que has armado, Cristinita...Y todo por ser tan terca...-

-Y tú eres un monstruo.-Replico yo.-No te importa sacrificar a los que te sirven para salirte con la tuya.

-El vampiro estaba advertido. Sabía que habría consecuencias si fallaba.-Dice el Emperador encogiéndose de hombros.- Si hubiera sido más fuerte él sería mi nueva mano derecha y Tar ahora estaría muerto. Culpa suya.-

Caigo en la cuenta.

-Todo estaba planeado, ¿Verdad?-Pregunto.

-Por supuesto.-Me contesta el Emperador.- Todo me ha salido a pedir de boca.- Ríe. Y me comienza a explicar.

-Verás, desde hace algún tiempo sabía del deseo de venganza de Selman hacia Tar, así como sabía que tú aún sentías cierta afinidad con el vampirito debido al vínculo que os unió en el pasado. Yo me preguntaba: “¿Cómo puedo aprovecharme de ésto para martirizar a Cris?” Y llegué a la conclusión.- Para y luego retoma su relato.

-Bastaba con alentar el deseo de venganza del vampiro y prometerle que ocuparía el puesto de Tar si lograba matarle. Por supuesto, le advertí de las consecuencias de no conseguirlo. Y justo como pensé, Selman no dudó en aceptar mi oferta. Su deseo de venganza le cegaba completamente.-

Aparto mi mirada de la del Emperador, que no deja de mirarme mientras me sigue contando.
Mis ojos se topan con Selman atado a la pared y vuelvo mi vista al Emperador, incapaz de soportar la visión.

-Así está mejor.-Me dice.- Como te iba diciendo, una vez puesto en marcha el plan sólo tenia que informar al inquisidor de mis intenciones y ordenarle que no matara a Selman durante el combate. De no habérselo ordenado el vampirito ahora estaría muerto. A Tar no le gusta dejar las cosas a medias, como ya sabrás-Ríe.

-¿Y la parafernalia de la pelea? ¿Por qué?¿Por qué sencillamente no ordenaste que torturaran a Selman sin más?.-Pregunto enrabietada, escupiendo sangre a la cara del Emperador.

-Muy sencillo.- Dice él limpiándose y llevándose los dedos a la boca, lamiendolos.- Esa pelea era para que sufrieras la angustia de ver cómo la vida de Selman pendía de un hilo. Quería que sufrieras, y por eso ordené a Tar que provocara al vampiro delante de tí. Por eso Tar te trajo a la bóveda y ordenó al vampiro que te alimentara. Y tengo que darte las gracias porque tú también provocaras al vampirito como lo hiciste.-Dice con guasa sonriendo.

-Por supuesto.-Continúa.- Le di permiso a Tar para que fuera todo lo cruel que quisiera a condición de que no le matara.

Un grito desgarrador detiene mi réplica.

Ahora Ymir y Jason están “acariciando” con el cuchillo a Selman, y Regan se ha unido al dúo dándole de golpes con su crucifijo.

Empiezo a retorcerme intentando liberarme, pero es inútil.

-A diferencia de ti el vampiro no ha sido condenado a no morir. Su resistencia vampírica le hará aguantar más tiempo, pero acabará muriendo cuando le demos el golpe de gracia con ese hacha que tanto ama...¿Recuerdas el hacha, Cris?-Sonríe.- ¿Recuerdas como casi te corta la cabeza con él tu querido vampirito?-

-Porque tú le corrompiste, cab...-
-Shhh.-Pone un dedo en mis labios.- Calla y disfruta del espectáculo. Pero ten presente que todo depende de ti, pequeña. Entrégate al lado oscuro...Y su dolor terminará.-

-¿Cómo sé que puedo fiarme de tí?- Pregunto angustiada.


-Querida, soy el Emperador de las Tinieblas, el Diablo. ¿Quién en su sano juicio iba a fiarse de mi?-Dice con una carcajada maléfica mientras yo me dejo devorar por los nervios y la angustia...