Pasad una estupenda Nochebuena y una mejor navidad! FELICES FIESTAS!
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martes, 24 de diciembre de 2013
Felices fiestas!
Si tenéis una meta, id a por ella. No dejéis de luchar por vuestros sueños.
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viernes, 20 de diciembre de 2013
Un paseo como nunca
Dedicado a Cristina, de PAM :) Gracias por todo, guapísima! FELICES FIESTAS!
La joven dejó el edificio de oficinas del Parque y cuando llegó fuera miró a su alrededor.
La joven dejó el edificio de oficinas del Parque y cuando llegó fuera miró a su alrededor.
No nevaba, pero el manto de nieve aún
continuaba ahí, decorándolo todo de blanco.
Decidió dar una vuelta por las
instalaciones, disfrutando de aquel último día del año.
Sus pasos se abrieron lentos a través
del recinto mientras observaba la hierba cubierta por una capa blanca
de nieve que extrañamente había cuajado.
No pudo reprimir una tierna sonrisa.
Rara vez se veía nevar en Madrid y ella estaba teniendo la suerte de
contemplar las consecuencias de la gran nevada de la noche anterior.
El Parque se veía precioso bañado en
blanco. Cristina rió y alzó los brazos mientras pasaba junto a “La
Pérgola”, una de las atracciones más antiguas y entrañables del
recinto y casi instintivamente se subió sobre un caballo,
agarrándose al mástil que lo atravesaba.
El tiovivo se puso en marcha, la música
comenzó a sonar haciendo que la muchacha riera sorprendida.
Cerró los ojos dejándose llevar por
aquel dulce e inesperado viaje, que la transportó a los tiempos en
que sólo era una niña y acudía al Parque con sus padres, y ella
subía al caballo, o a la carroza....Y se sentía toda una
princesa...
Sonrió mientras continuaba dejándose
guiar por el vaivén de la atracción y contemplaba como los copos de
nieve ahora sí caían, estrellándose contra el manto blanco que ya
había en el suelo.
Cuando bajó del tiovivo dejó escapar
una risita mientras alzaba los brazos, dejando que éstos se
encontraran con la nieve que caía. Dio varias vueltas sobre sí
misma, feliz, y continuó caminando en dirección a Maquinismo.
Se detuvo al ver cuan majestuosa se
alzaba la silueta de “Abismo”, y qué precioso se veía con
carámbanos de hielo colgando de sus railes.
No lo pudo evitar y subió.
El mecanismo de sujeción se cerró
fuertemente en torno a ella, que no sabía muy bien por qué de
repente la atracción había empezado a moverse y se agarró con
decisión a la barra mientras el tren ascendía la empinada cuesta de
la montaña rusa.
Sus gritos no tardaron en brotar. Pero
no gritos aterrados, sino gritos fruto de la diversión. Rió y gritó
cuanto pudo viviendo al máximo lo poco que duró el viaje, y cuando
bajó, expulsó el aire que le quedaba mientras seguía riendo.
Correteó hasta llegar a la Plaza Star
Flyer y no pudo evitar una exclamación sorprendida ante la imponente
belleza de ésta: completamente nevada. Ni siquiera el Viejo Caserón
se libraba de resutar entrañable en cierto modo, teñido del manto
blanco de la nieve.
Se acercó a la casa y contempló el
cementerio helado: la nieve caía sobre las tumbas aportándolas un
aspecto mucho más tétrico y sin embargo, a la vez las
dulcificaba...
Se dio cuenta de que la verja estaba
abierta, y dudó si entrar o no, pero esa niña traviesa que llevaba
dentro la dijo que debía hacerlo, y así fue.
Ascendió uno a uno los escalones hasta
llegar a la puerta, cuya aldaba golpeó tres veces mientras reía
creyéndose una tonta. Nadie la abriría, por supuesto.
Pero entonces, ocurrió lo increible:
la puerta se abrió y ella tuvo que mirar al suelo para ver al
diminuto ser cuya vocecilla la dijo:
-¡Hola!¡Bienvenida al Caserón de
Diabólico Noel!- Se lo quedó mirando: parecía ser un duendecillo:
orejas puntiagudas, gorrito verde, muy bajo de estatura y una sonrisa
malévola en sus labios, de donde goteaban lo que parecían ser
chorretones de sangre.
-¿Qué estás mirando?-La increpó
malhumorado.-¡Venga, pasa!¡Amo!-Llamó mientras la muchacha entraba
a la casa.
De lo alto de la escalera bajó un
hombre de porte alto, delgado, vestido enteramente de rojo y con una
perilla cana presidiendo su rostro.
-Me alegra verla, señorita. Hace
muchísimo que no nos visita...Por aquí, por favor....-Dijo
conduciéndola a la siguiente estancia.- ...Espero que no haya
olvidado...Su miedo...-La susurró mientras ella entraba en la sala.
En su camino por el Viejo Caserón (que
ni mucho menos ella recordaba así), se encontró con extraños
duendes de rostros ensangrentados que pretendían asustarla y que a
veces lo conseguían, cuando no la provocaban risas con sus números
que más que aterrarla la hacían reir: vio a Segismundo y Espiral
peleándose por caramelos, a Regan vomitando lo que parecían ser
restos de dulces, y tuvo la ocasión de llevarse a la boca el
delicioso bombón que Jason la ofreció a la salida de la casa.
Una vez fuera se dirigió a Star Flyer
y se sentó en una de sus sillas, abrochándose instintivamente el
cinturón y dejando que la atracción subiera y comenzara a dar
vueltas y a elevarse, dejándola contemplar la maravillosa estampa
del Parque de Atracciones de Madrid completamente nevado...
“Tengan cuidado esta nochevieja, se
esperan nevadas cuya cota estimada será de hasta 50 centímetros de
nieve”
La joven abrió los ojos, sobresaltada.
Se dio cuenta de que todo había sido
un sueño cuando miró a su alrededor: el salón de su casa y la tele
puesta. Información meteorológica. Y una voz:
-¡Cristina!¡Échame una mano con la
cena de ésta noche, anda!-
martes, 10 de diciembre de 2013
Un descansito... :)
Foto 1: José López Iustración: Antonio Ocaña Adrio |
Publico ésto para anunciar mi retirada temporal de publicación de capítulos en el blog porque ultimamente me cuesta pereza desarrollar las ideas que Tar y yo plasmamos, además de porque en nada vienen los exámenes y tengo que estudiar , asi que he decidido darme una tregua momentánea.
Aprovecho ésta publicación también para agradeceros a tod@s mis seguidor@s tanto en Facebook, como en Twitter, como en el blog todo vuestro apoyo y cariño. Gracias de verdad, sin vosotros tal vez éste relato aún seguiría en mi ordenador o no sería más que un blog perdido por el ciberespacio. Afortunadamente tengo gente que me sigue y me demuestra que lo que hago no es en balde. Gracias Tar, Selu, Antonio, Álex, Dani, Just4Rides, Duende... (Mención aparte a los tres primeros y mi gran y más sincero "GRACIAS" por haber colaborado con ideas, diseño de carteles e ilustraciones respectivamente)
Y gracias, como no a todos los moradores del Viejo Caserón, las últimas personas que jamás me imaginé que llegarían a leerme e incluso a seguirme. Gracias por todo el cariño y el aprecio. Sergio, Helena, Nico, JuanLu, Juan Luis, Rocky, Sara, Pablo y los demás habitantes de esa morada maldita en la que cierto día decidió entrar Cris...Y donde muy pronto continuará la historia.
¡¡NOS VEMOS MUY PRONTO!! 3:
viernes, 6 de diciembre de 2013
"Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 9
CAPITULO 9: SALTO AL VACÍO
Cuando el inquisidor decidiera poner
fin a mi castigo, me enteraría de que éste había durado un mes.
Un mes que para mí, bien se podía
haber comparado a un año.
Porque hasta que Tar decidió sacarme
de mi confinamiento, aún tendría que pasar las de Caín bajo
tierra.
La boca me ardía de sed mientras
escarbaba con las uñas, casi sin fuerza, para coger los restos de
sangre reseca que había en el ataúd.
Maldito Selman...
Que esa era otra. No había dejado de
incordiarme metido en mi cabeza: Unas veces diciéndome que me
vengara; otras, proclamando que en no mucho tiempo, la venganza que
él tanto deseaba llegaría y yo acabaría exhalando mi último
suspiro. Siempre ahí, siempre en mi mente, recordándome mi culpa
por haberle matado a él y haber asesinado al monje...Siempre
diciendo que iba a pagar, que nunca desaparecería de mi mente,
siempre provocándome terribles dolores de cabeza, o diciéndome que
era la vergüenza de la raza vampírica, que no entendía cómo
después de todo había podido elegir ser vampiresa....
Había veces que incluso me hablaba
como un “amigo comprensivo”, diciendo que me entendía, y que lo
que yo necesitaba era acabar con todos los moradores del Caserón por
haberme hecho tanto daño...
Daba igual, le odiaba con todas las
fuerzas de mi putrefacta alma. Y él también pagaría. Aún no sabía
cómo, tampoco me convenía saberlo de momento, pues el vampirito
oiría mi pensamiento y no demoraría en castigarme, así que decidí
que si alguna vez salía de ahí, dejaría mi venganza contra Selman
a merced de la “improvisación”.
Me retorcí hambrienta en el ataúd: la
sangre seca que había en él no me ofrecía nada, además de que no
me podía mover debido al intenso dolor que sentía.
Entonces, un olor putrefacto procedente
de la superficie me hizo cerrar los ojos y arrugar la nariz,
asqueada.
-¡¡Criiiis!! Mira lo que te
traemos...-Canturreó Tar malicioso mientras yo oía retirar la
tierra que cubría mi ataúd. Una palada, otra, otra...Hasta que
volví a oirlo y olerlo todo con perfecta nitidez y un tremendo golpe
me hizo ver que me habían depositado de nuevo en la superficie del
suelo del cementerio.
La tapa se abrió dejándome ver la
casi total oscuridad de la noche, a excepción de unas cuantas velas
esparcidas por el cementerio.
Sentí a Tar cogerme en volandas y
estrellarme violentamente contra el suelo. Intenté gritar, pero no
me salió más que un leve gemido debido a las heridas del ácido en
mi boca.
-Eso duele, Cris...-Rió Sel en mi
cabeza.
-Púdrete.- Le dije en un pensamiento.
-Me parece que lo podrido es lo que te
ha traído el inquisidor para la cena...-Siguió riendo mientras yo
echaba a un lado la cabeza.
Tar me pegó una patada y soltando una
risita me gritó:
-¡¡LA CENA!!-
Le oí seguir riendo histérico
mientras yo alzaba la cabeza y veía lo que me habían traido: un
cadáver, supuse que de un visitante.
-El pobre se arrepintió y le dimos su
merecido en la sala de la bóveda...-Continuó mientras miraba mi
cara de asco.-..Y decidimos traértelo para cenar...¿Qué te pasa?
¿Por qué le miras asi? Ohhh ya entiendo...A tí te gustaban vivos.
Es eso, ¿no? La sangre fresca, el corazón latiendo débilmente...
¡¡Pues hoy no será así!!-Me espetó con dureza.- Y da gracias que
te lo hemos traido...¡Ahora come!-Me gritó mientras yo me
arrastraba como podía al cuerpo del visitante.
Le miré mientras su pútrido olor
golpeaba mis napias: estaba completamente churruscado, y su sangre
desprendía un olor nauseabundo.
Me resigné y busqué su yugular, que
estaba completamente abrasada para, entre quejidos de dolor hincarle
los colmillos y succionar la pútrida sangre que manaba de ella.
Hecho ésto, me desplomé sobre él, dolorida. La mala sangre que
había bebido no me servía para reponer fuerzas, y mi cuerpo ya
estaba bastante machacado.
Tar me cogió de nuevo para arrojarme
al suelo y llevarme a patadas al pie de la escalera. Luego me cogió
de la pechera de mi mono y así me llevó arriba, hasta entrar al
Caserón y empujarme dentro de la cripta y salir cerrándola de un
portazo.
-¡Espero que hayas aprendido la
lección, cretina!¡Ya sabes lo que te espera si te pasas de la raya
la próxima vez!-
Gimoteé
arrastrándome como pude por el suelo, y al alzar la cabeza vi la
repisa sobre la que estaban las velas que iluminaban la cripta.
Sentí
que Selman abandonaba mi mente y vi su espectro materializarse frente
a mi, sonriendo divertido.
Apoyé
mis manos en el mueble para ayudar a ponerme en pie, y cuando
conseguí levantarme vi algo que encendió la llama de mi venganza
contra el chupasangre, algo en lo que yo no había reparado hasta ese
momento desde aquella vez tan lejana en que usé los objetos que
ahora veía. Y apenas tenía recuerdos claros de la vez que hice uso
de ellos: Sobre la repisa vi la fotografía de Linda, la amada de
Selman en su vida humana. Pero no solo eso. En el mueble también
estaba el diario del vampiro.
No me
hizo falta pensar nada. Miré a Sel y le sonreí mientras un gemido
de dolor se escapaba de mi boca Sentí el dolor mientras mis labios
se estiraban esbozando la sonrisa, pero me daba igual. Había
llegado el momento de la venganza.
Acabé
de ponerme en pie renqueando mientras llevaba mi mano al mueble para
coger el retrato de Linda, pero antes de que pudiera siquiera
tocarlo, Selman me lo impidió introduciéndose de nuevo en mi cuerpo
con tal violencia que me hizo caer al suelo estrepitosamente.
-NI SE
TE OCURRA VOLVER A INTENTAR ESO, NIÑATA!-Me rugió con un grito que
tal vez involuntariamente estaba preñado de llanto, un llanto que
fue música para mis oídos.
La
sonrisa se borró de mi cara cuando volví a chocar contra el suelo,
pero había merecido la pena.
Ahora
Sel lloraba gritando el nombre de su amada en mi mente, lo que
aproveché para levantarme como pude y salir de la cripta, aunque
carcomida por el dolor.
Recorri
el Caserón: todos los moradores me ignoraron, mirándome cargados de
odio cuando pensaban que no les veía, pero sí lo hacía, agazapada
en cada esquina.
Vi a
Blood e Ymir: ella jugando con mis sais, él, procurando que ella no
se dañara con ellas.
-¡Mira,
soy Cristinita, la vampirita!-Decía la loca riéndose mientras
intentaba hacer girar las sais sin mucha destreza.
-Cuidado,
cariño.-Le dijo Ymir.- Si te haces daño tendremos que llamar a
Espiral...-
Ella
paró de mover las armas y le sonrió, justo cuando yo seguí
caminando de puntillas por el Caserón, donde no encontré amabilidad
ninguna: todos me lanzaban miradas cargadas de odio, Incluso los zombies hicieron ademán de querer lanzarse sobre mi cuando pasé ante ellos. No tuve más remedio que resignarme y seguir caminando
Detecté
algo extraño en los monaguillos al pasar por la habitación de Regan
mientras Antonio, el cura, intentaba que la poseída no se
descontrolara, pues ya estaba convulsionándose en su cama y al borde
del vómito a juzgar por los espasmos que la daban.
Me di
cuenta de que los monaguillos, en lugar de permanecer junto al cura
como debería ser su deber estaban tirados en el suelo, con las manos
en la cabeza, vociferando.
-¿QUÉ
NOS ESTÁ PASANDO? ¿QUÉ NARICES NOS ESTÁ PASANDO?-
No pude
evitar reírme en mi mente y pensar que les estaba costando adaptarse
a la vida en la casa, que aún mantenían recuerdos de quiénes
fueron antes de entrar.
-¡CALLAOS
YA!. ASÍ ES IMPOSIBLE CONCENTRARSE EN VIGILAR QUE ÉSTE DEMONIO NO
SE DESMADRE!-Gritó Antonio blandiendo el crucifijo sin dejar de
mirar a Regan.
Atravesé
de puntillas la habitación y a pesar de que fue un susurro, oí
perfectamente lo que el cura me dijo:
-Ándate
con cuidado, pequeña pecadora.... Igual Regan no es la única que
necesita que la bendigan...¿Un poquito de ácido?- Me dijo burlón.
Le
ignoré y, como pude, hice el recorrido que me quedaba hasta salir de
la casa. Me costaba hasta respirar, pero conseguí dar aire a mis
pulmones. Aire fresco de aquella noche tan oscura, fría y acogedora
que en otras circunstancias hubiera disfrutado. Pero no aquella vez.
Sel se encargó de romper la magia.
-Niñata
entrometida...¿Ves de lo que te ha servido todo?¡De nada! ¡Todos
te ignoran, te odian! Y yo me voy a vengar, te lo juro.-
-¡Serás....Cabrón!-Le
chillé en un pensamiento.- ¡Voy a acabar contigo aunque sea lo
último que haga, te lo aseguro! Vampiro de pacotilla...-Pensé
mientas como podía escalaba hasta lo alto del Star Flyer. Cada paso
agazapada al mástil de la atracción era un suplicio cargado de
dolor y acompañado de la risita del chupasangre en mi mente.
-¡Todos
te odian, Cristinita...!¡TO-DOS, TE O-DI-AN!-Dijo arrastrando las
palabras.- Estás completamente sola...Nadie absolutamente nadie en
el Viejo Caserón quiere saber de tí, y te lo has buscado tú y solo
tú...-Dijo riendo mientras yo me acuclillaba sobre la cúspide del
Star.
El
viento me azotaba fuerte arrancándome un gemido de dolor
Y justo
en ese momento, cambió radicalmente de tema, y con voz suave me
dijo:
-Salta,
Cris. Quizá así encuentres el consuelo que tanto necesitas...Tal
vez el dolor extremo te ayude a aclarar tus ideas hasta que lleves
a cabo tu venganza contra todos y cada uno de ellos, ¿No crees?.
Libérate a través del dolor, vamos, Cris. Sabes que no tienes nada
que perder. ¡Salta!-
-¡Juro
por Lucifer que si salto es sólo para librarme de tí y hacer que
desaparezcas. Y nada me complacerá más que escuchar tu grito cuando
mueras mientras me estrello, lo juro!- Pensé.
Y sin
más, me dejé caer desde la cornisa del Star Flyer. Abri la boca y
dejé que el dolor de mis labios destrozados al abrirse me consumiera
e intenté articular un grito que me destrozó literalmente la boca y
la garganta, mientras que la risa de Selman callaba mi grito.
-¡¡Será
toda una gozada verte destrozada en el suelo, Cristi!!-
Noté el
tremendo choque contra el suelo, sentí uno de mis brazos separarse
del resto del cuerpo, así como una de mis piernas y noté el
tremendo dolor que me consumía mientras intentaba articular un grito
que no salía. Mi cráneo debía de estar roto también. Lo sentía
sangrar. Sentía la sangre empapar todo mi alrededor. Me agité
temblorosa en el suelo y a lo lejos oí las voces de los moradores
que se acercaban a ver qué había pasado.
Vi una
sombra cernirse sobre mi y la voz del Emperador:
-No te
he dado permiso para morir, Cristina. No todavía....
domingo, 1 de diciembre de 2013
"Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 8
CAPITULO
8: ENTERRADA VIVA
Cuando
llegamos fuera del Caserón, me desplomé y Tar se encargó de
llevarme a patadas al lugar donde me quería conducir, haciéndome
rodar escaleras abajo y pateándome hasta llegar a cementerio.
Levanté la cabeza como pude y vi justo delante de mi al Enterrador
cavando una tumba.
-¿Para...para
qué caváis una nueva tumba?-Pregunté yo con un hilo de voz.
Tar
rió y sin mirarme siquiera dijo:
-Dí
mejor para quién. Y por la forma en la que tiemblas, creo que
ya lo sabes.- Dijo con una risita y sin mirarme.
Un
escalofrío me recorrió de arriba abajo y comencé a intentar
zafarme del brazo del inquisidor, que me pegó un tremendo puñetazo
en el estómago que me hizo caer al suelo mientras en mis oidos
resonaban las risas de Antonio, Moi y Álex, que habían venido al
cementerio con nosotros mientras el resto de moradores permanecían
en la casa.
Me
llevé las manos al estómago mientras expulsaba una bocanada de
sangre y tosía.
-¡Calla!-Me
interrumpió la voz del inquisidor- Deja que el Enterrador se
concentre en su trabajo. Le gusta tararear mientras cava y tú le has
roto el ritmo.
Intenté
recobrar el aire mientras veía al Enterrador cavar en el agujero de
mi futura tumba, echando más y más tierra fuera. Cada vez le veía
más abajo. Hasta que finalmente desapareció y sólo se oyó su
grito.
-¡Listo!¡Ayudadme
a salir de éste agujero!-
-Ayudadle-Ordenó
Tar a los monaguillos, que corrieron a sacar al Enterrador del
agujero de mi futura tumba.
-Bien
profunda, como ordenaste.-Dijo el Enterrador sacudiéndose el polvo
se su túnica.
-¿Y
el féretro?-Preguntó Tar.
El
Enterrador desapareció un momento, deduje que fue a su taller.
Al
rato le vi volver con un ataúd o suficientemente grande como para
que cupiera una persona en él, le vi depositarlo junto a nosotros e
irse él al lado del agujero que acababa de cavar.
-¡Oh!
Espera! ¡Falta la lápida!-Le oi decir mientras le veía arrancar la
lápida de la que una vez fuera mi tumba y ponerla a la cabecera del
exterior del agujero que había cavado.
-Ahora
si.-Le escuché decir mientras se situaba junto a la lápida.
Apenas
veía las letras, pero recordaba la inscripción: “Cristina.
1991-2013. Moradora rebelde. R.I.P.”
Edición de foto: José López (@Ghjoseamarall) |
-Bueno,
Cris...-Me dijo Tar.- Ya está todo listo. No hagamos que el trabajo
de nuestro hermano haya sido en vano.-
Comencé
a chillar y a intentar debatirme todo cuanto pude, pero el dolor me
impedía hacer gran cosa, además Tar consiguió inmovilizarme con su
mano izquierda, mientras que con la derecha le vi sacar algo del
bolsillo de su túnica.
No
tuve problema en adivinar qué era. La llamita que afloró delató
que era su Zippo, y lo acercó tanto a mi cara que abandoné toda
posibilidad de intentar escapar.
-Sí,
Cris.-Me dijo Tar.- Ésta noche vas a ser enterrada, y te guste o no,
ya está dicho todo.-Dijo mientra acercaba más el mechero a mi cara.
-¿Sabes?-Me
preguntó.- Pensaba enterrarte...con ésto...-Dijo sacando del
interior de su túnica una bolsa llena de algo que nada más aparecer
ante mis ojos hizo aflorar mi hambre: sangre.
Me
relamí y gemí suplicando que me diera la bolsa mientras el
inquisidor me sonreía.
-...Pero
como sigas comportándote como una cretina, te voy a socarrar los
ojos con mi Zippo.-Rió histérico.- Si...Te los quemaré hasta que
te exploten dentro de las órbitas y te quedes ciega...Y enterrada
viva.-
Cerré
los ojos en un acto reflejo, y cuando los abrí vi a Tar alzar el
Zippo y la bolsa de sangre.
-Tú
decides, hermana.-
Sin
atreverme siquiera a hablar, señalé con un pobre movimiento de
cabeza la bolsa de sangre.
-Sabia
decisión.-Dijo el inquisidor guardando el Zippo para después
alzarme y empujarme violentamente dentro del féretropara después
arrojarme a la cara la bolsa que contenía la sangre. Giré la cabeza
y la bolsa se deslizó hacia un lado del ataúd.
Vi
hacer un gesto a Tar, tras el cual Antonio y sus monaguillos se
acercaron con botecitos en sus manos y mientras me arrojaban el ácido
que contenían escuchaba sus burlas:
-¡Eres
una traidora y una asesina!-Me espetaba Álex con rabia mientras me
echaba ácido a la cara mientras yo cerraba los ojos.
-¡No
mereces estar entre nosotros! ¿Y tú te haces llamar hermana?¡Eres
la vergüenza de éste Caserón! -Me dijo Moi haciendo lo propio con
el ácido del bote, que fue a parar a mi estómago.
-¡Despojo!-Me
escupió Antonio.-
Me
limité a balbucear como pude, pues el ácido me había destrozado
parte de la boca y ya me impedía hablar con claridad y cuando los
tres se retiraron y al instante regresaron con la tapadera del
féretro, quise huir de alí, pero no pude hacer nada más que
quedarme quieta y mirar suplicante a esperar a que alguno cambiara de
opinión. Por la expresión de Tar, cuyos ojos amarillos centelleaban
en la oscuridad, deduje que no tendría su compasión. Y cuando la
tapa cerró el ataúd, sólo vi oscuridad, algo a lo que ya estaba
acostumbrada.
Escuché
el martillear de los clavos que sujetaban la tapa del ataúd para
cerrarla bien y luego
sentí
dolor y un tremendo golpe en todo el cuerpo y deduje que habían
echado el ataúd en la fosa cavada.
Cerré
los ojos. No pude evitar pensar que tal vez no fuera tan diferente de
mis días en el ataúd de la cripta al fin y al cabo.
Pero
cuando escuché el sonido de un montón de tierra caer sobre el
ataúd, supe que aquello no sería como mi vida en la cripta, y
comencé a obsesionarme con que ahora estaba a un montón de metros
bajo tierra, que nadie podía oirme...
Intenté
gritar, pero me pudo el dolor y sólo me salió un pequeño quejido.
Tampoco podía moverme, y me resigné a sufrir en siencio. Entonces,
oi la voz de Antonio:
-En
el nombre de Satán, de Lucifer y del Emperador de las Tinieblas.
Amén. Requiescant in pace (“Descansa en paz”)-
Y
oí los pasos de todos alejarse, dejándome ahí, enterrada a mi
suerte...
Eché
la cabeza a un lado y como pude tanteé hasta localizar la bolsita de
sangre. Me eché a unladoentre gemidos lastimosos y conseguí
cogerla con los dientes. Logré alzar mi mano hasta cogerla y abrlirla
con la boca, y entonces, un dolor agudo en la cabeza me hizo saber
que Sel había vuelto a meterse en mi mente.
-Yo
que tú, me la dosificaba. No tiene pinta de que el inquisidor vaya a
darte más...-Me aconsejó
-Vete.-
Le dije en un pensamiento, pues estaba demasiado dolorida para
articular palabra.
Selman
se rió.
-¿En
serio te crees que me voy a ir?-Me preguntó.- Tú no sabes lo que
dices. Después de haberme matado ¿Me insinúas que no me vengue?
¡Ja!-Rió.
Y
cada carcajada se me hizo una pequeña punzada en mi cabeza y tan
intensa fue que brotaron las lágrimas a mis ojos, haciéndome escocer
las heridas provocadas por el ácido; del mismo dolor hice volcar la
bolsa de sangre, que se desparramó por todo el ataúd impregnándolo
de un delicioso olor.
El
dolor me impedía realizar cualquier tipo de movimiento y frustrada
me di cuenta que estaba perdiendo el poco alimento que se me había
dado.
¡Y
todo por culpa del vampiro!
El
olor a sangre impregnaba mis fosas nasales, mientras que Sel seguía
riendo en mi cabeza. No podía moverme, no podía hablar...
-Descansa en paz, Cristi...-Me susurró Sel mientras el dolor me hacía cerrar los ojos y el agotamiento hacía que sucumbiera al sueño.
Estaba claro que mi castigo se presentaba muy duro: bajo tierra, sin sangre de qué alimentarme, con un dolor atroz y Colmillitos dandome la matraca en mi cabeza...
Sólo el tiempo diría si aguantaba...
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