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martes, 24 de diciembre de 2013

Felices fiestas!

Si tenéis una meta, id a por ella. No dejéis de luchar por vuestros sueños.
Pasad una estupenda Nochebuena y una mejor navidad! FELICES FIESTAS!

viernes, 20 de diciembre de 2013

Un paseo como nunca

Dedicado a Cristina, de PAM :) Gracias por todo, guapísima! FELICES FIESTAS!

La joven dejó el edificio de oficinas del Parque y cuando llegó fuera miró a su alrededor.
No nevaba, pero el manto de nieve aún continuaba ahí, decorándolo todo de blanco.

Decidió dar una vuelta por las instalaciones, disfrutando de aquel último día del año.

Sus pasos se abrieron lentos a través del recinto mientras observaba la hierba cubierta por una capa blanca de nieve que extrañamente había cuajado.

No pudo reprimir una tierna sonrisa. Rara vez se veía nevar en Madrid y ella estaba teniendo la suerte de contemplar las consecuencias de la gran nevada de la noche anterior.

El Parque se veía precioso bañado en blanco. Cristina rió y alzó los brazos mientras pasaba junto a “La Pérgola”, una de las atracciones más antiguas y entrañables del recinto y casi instintivamente se subió sobre un caballo, agarrándose al mástil que lo atravesaba.

El tiovivo se puso en marcha, la música comenzó a sonar haciendo que la muchacha riera sorprendida.

Cerró los ojos dejándose llevar por aquel dulce e inesperado viaje, que la transportó a los tiempos en que sólo era una niña y acudía al Parque con sus padres, y ella subía al caballo, o a la carroza....Y se sentía toda una princesa...

Sonrió mientras continuaba dejándose guiar por el vaivén de la atracción y contemplaba como los copos de nieve ahora sí caían, estrellándose contra el manto blanco que ya había en el suelo.

Cuando bajó del tiovivo dejó escapar una risita mientras alzaba los brazos, dejando que éstos se encontraran con la nieve que caía. Dio varias vueltas sobre sí misma, feliz, y continuó caminando en dirección a Maquinismo.

Se detuvo al ver cuan majestuosa se alzaba la silueta de “Abismo”, y qué precioso se veía con carámbanos de hielo colgando de sus railes.

No lo pudo evitar y subió.

El mecanismo de sujeción se cerró fuertemente en torno a ella, que no sabía muy bien por qué de repente la atracción había empezado a moverse y se agarró con decisión a la barra mientras el tren ascendía la empinada cuesta de la montaña rusa.

Sus gritos no tardaron en brotar. Pero no gritos aterrados, sino gritos fruto de la diversión. Rió y gritó cuanto pudo viviendo al máximo lo poco que duró el viaje, y cuando bajó, expulsó el aire que le quedaba mientras seguía riendo.

Correteó hasta llegar a la Plaza Star Flyer y no pudo evitar una exclamación sorprendida ante la imponente belleza de ésta: completamente nevada. Ni siquiera el Viejo Caserón se libraba de resutar entrañable en cierto modo, teñido del manto blanco de la nieve.

Se acercó a la casa y contempló el cementerio helado: la nieve caía sobre las tumbas aportándolas un aspecto mucho más tétrico y sin embargo, a la vez las dulcificaba...

Se dio cuenta de que la verja estaba abierta, y dudó si entrar o no, pero esa niña traviesa que llevaba dentro la dijo que debía hacerlo, y así fue.

Ascendió uno a uno los escalones hasta llegar a la puerta, cuya aldaba golpeó tres veces mientras reía creyéndose una tonta. Nadie la abriría, por supuesto.

Pero entonces, ocurrió lo increible: la puerta se abrió y ella tuvo que mirar al suelo para ver al diminuto ser cuya vocecilla la dijo:

-¡Hola!¡Bienvenida al Caserón de Diabólico Noel!- Se lo quedó mirando: parecía ser un duendecillo: orejas puntiagudas, gorrito verde, muy bajo de estatura y una sonrisa malévola en sus labios, de donde goteaban lo que parecían ser chorretones de sangre.

-¿Qué estás mirando?-La increpó malhumorado.-¡Venga, pasa!¡Amo!-Llamó mientras la muchacha entraba a la casa.

De lo alto de la escalera bajó un hombre de porte alto, delgado, vestido enteramente de rojo y con una perilla cana presidiendo su rostro.

-Me alegra verla, señorita. Hace muchísimo que no nos visita...Por aquí, por favor....-Dijo conduciéndola a la siguiente estancia.- ...Espero que no haya olvidado...Su miedo...-La susurró mientras ella entraba en la sala.

En su camino por el Viejo Caserón (que ni mucho menos ella recordaba así), se encontró con extraños duendes de rostros ensangrentados que pretendían asustarla y que a veces lo conseguían, cuando no la provocaban risas con sus números que más que aterrarla la hacían reir: vio a Segismundo y Espiral peleándose por caramelos, a Regan vomitando lo que parecían ser restos de dulces, y tuvo la ocasión de llevarse a la boca el delicioso bombón que Jason la ofreció a la salida de la casa.

Una vez fuera se dirigió a Star Flyer y se sentó en una de sus sillas, abrochándose instintivamente el cinturón y dejando que la atracción subiera y comenzara a dar vueltas y a elevarse, dejándola contemplar la maravillosa estampa del Parque de Atracciones de Madrid completamente nevado...

“Tengan cuidado esta nochevieja, se esperan nevadas cuya cota estimada será de hasta 50 centímetros de nieve”

La joven abrió los ojos, sobresaltada.

Se dio cuenta de que todo había sido un sueño cuando miró a su alrededor: el salón de su casa y la tele puesta. Información meteorológica. Y una voz:


-¡Cristina!¡Échame una mano con la cena de ésta noche, anda!-

martes, 10 de diciembre de 2013

Un descansito... :)

Foto 1: José López 
Iustración: Antonio Ocaña Adrio
Queridísim@s seguidor@s de "Visita al Viejo Caserón". 

Publico ésto para anunciar mi retirada temporal de publicación de capítulos en el blog porque ultimamente me cuesta pereza desarrollar las ideas que Tar y yo plasmamos, además de porque en nada vienen los exámenes y tengo que estudiar , asi que he decidido darme una tregua momentánea.

Aprovecho ésta publicación también para agradeceros a tod@s mis seguidor@s tanto en Facebook, como en Twitter, como en el blog todo vuestro apoyo y cariño. Gracias de verdad, sin vosotros tal vez éste relato aún seguiría en mi ordenador o no sería más que un blog perdido por el ciberespacio. Afortunadamente tengo gente que me sigue y me demuestra que lo que hago no es en balde. Gracias Tar, Selu, Antonio, Álex, Dani, Just4Rides, Duende... (Mención aparte a los tres primeros y mi gran y más sincero "GRACIAS" por haber colaborado con ideas, diseño de carteles e ilustraciones respectivamente)

Y gracias, como no a todos los moradores del Viejo Caserón, las últimas personas que jamás me imaginé que llegarían a leerme e incluso a seguirme. Gracias por todo el cariño y el aprecio. Sergio, Helena, Nico, JuanLu, Juan Luis, Rocky, Sara, Pablo y los demás habitantes de esa morada maldita en la que cierto día decidió entrar Cris...Y donde muy pronto continuará la historia.

¡¡NOS VEMOS MUY PRONTO!! 3:

viernes, 6 de diciembre de 2013

"Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 9

CAPITULO 9: SALTO AL VACÍO

Cuando el inquisidor decidiera poner fin a mi castigo, me enteraría de que éste había durado un mes.

Un mes que para mí, bien se podía haber comparado a un año.

Porque hasta que Tar decidió sacarme de mi confinamiento, aún tendría que pasar las de Caín bajo tierra.

La boca me ardía de sed mientras escarbaba con las uñas, casi sin fuerza, para coger los restos de sangre reseca que había en el ataúd.

Maldito Selman...

Que esa era otra. No había dejado de incordiarme metido en mi cabeza: Unas veces diciéndome que me vengara; otras, proclamando que en no mucho tiempo, la venganza que él tanto deseaba llegaría y yo acabaría exhalando mi último suspiro. Siempre ahí, siempre en mi mente, recordándome mi culpa por haberle matado a él y haber asesinado al monje...Siempre diciendo que iba a pagar, que nunca desaparecería de mi mente, siempre provocándome terribles dolores de cabeza, o diciéndome que era la vergüenza de la raza vampírica, que no entendía cómo después de todo había podido elegir ser vampiresa....
Había veces que incluso me hablaba como un “amigo comprensivo”, diciendo que me entendía, y que lo que yo necesitaba era acabar con todos los moradores del Caserón por haberme hecho tanto daño...

Daba igual, le odiaba con todas las fuerzas de mi putrefacta alma. Y él también pagaría. Aún no sabía cómo, tampoco me convenía saberlo de momento, pues el vampirito oiría mi pensamiento y no demoraría en castigarme, así que decidí que si alguna vez salía de ahí, dejaría mi venganza contra Selman a merced de la “improvisación”.

Me retorcí hambrienta en el ataúd: la sangre seca que había en él no me ofrecía nada, además de que no me podía mover debido al intenso dolor que sentía.

Entonces, un olor putrefacto procedente de la superficie me hizo cerrar los ojos y arrugar la nariz, asqueada.

-¡¡Criiiis!! Mira lo que te traemos...-Canturreó Tar malicioso mientras yo oía retirar la tierra que cubría mi ataúd. Una palada, otra, otra...Hasta que volví a oirlo y olerlo todo con perfecta nitidez y un tremendo golpe me hizo ver que me habían depositado de nuevo en la superficie del suelo del cementerio.

La tapa se abrió dejándome ver la casi total oscuridad de la noche, a excepción de unas cuantas velas esparcidas por el cementerio.

Sentí a Tar cogerme en volandas y estrellarme violentamente contra el suelo. Intenté gritar, pero no me salió más que un leve gemido debido a las heridas del ácido en mi boca.

-Eso duele, Cris...-Rió Sel en mi cabeza.

-Púdrete.- Le dije en un pensamiento.

-Me parece que lo podrido es lo que te ha traído el inquisidor para la cena...-Siguió riendo mientras yo echaba a un lado la cabeza.

Tar me pegó una patada y soltando una risita me gritó:

-¡¡LA CENA!!-

Le oí seguir riendo histérico mientras yo alzaba la cabeza y veía lo que me habían traido: un cadáver, supuse que de un visitante.

-El pobre se arrepintió y le dimos su merecido en la sala de la bóveda...-Continuó mientras miraba mi cara de asco.-..Y decidimos traértelo para cenar...¿Qué te pasa? ¿Por qué le miras asi? Ohhh ya entiendo...A tí te gustaban vivos. Es eso, ¿no? La sangre fresca, el corazón latiendo débilmente... ¡¡Pues hoy no será así!!-Me espetó con dureza.- Y da gracias que te lo hemos traido...¡Ahora come!-Me gritó mientras yo me arrastraba como podía al cuerpo del visitante.

Le miré mientras su pútrido olor golpeaba mis napias: estaba completamente churruscado, y su sangre desprendía un olor nauseabundo.

Me resigné y busqué su yugular, que estaba completamente abrasada para, entre quejidos de dolor hincarle los colmillos y succionar la pútrida sangre que manaba de ella. Hecho ésto, me desplomé sobre él, dolorida. La mala sangre que había bebido no me servía para reponer fuerzas, y mi cuerpo ya estaba bastante machacado.

Tar me cogió de nuevo para arrojarme al suelo y llevarme a patadas al pie de la escalera. Luego me cogió de la pechera de mi mono y así me llevó arriba, hasta entrar al Caserón y empujarme dentro de la cripta y salir cerrándola de un portazo.

-¡Espero que hayas aprendido la lección, cretina!¡Ya sabes lo que te espera si te pasas de la raya la próxima vez!-

Gimoteé arrastrándome como pude por el suelo, y al alzar la cabeza vi la repisa sobre la que estaban las velas que iluminaban la cripta.

Sentí que Selman abandonaba mi mente y vi su espectro materializarse frente a mi, sonriendo divertido.

Apoyé mis manos en el mueble para ayudar a ponerme en pie, y cuando conseguí levantarme vi algo que encendió la llama de mi venganza contra el chupasangre, algo en lo que yo no había reparado hasta ese momento desde aquella vez tan lejana en que usé los objetos que ahora veía. Y apenas tenía recuerdos claros de la vez que hice uso de ellos: Sobre la repisa vi la fotografía de Linda, la amada de Selman en su vida humana. Pero no solo eso. En el mueble también estaba el diario del vampiro.

No me hizo falta pensar nada. Miré a Sel y le sonreí mientras un gemido de dolor se escapaba de mi boca Sentí el dolor mientras mis labios se estiraban esbozando la sonrisa, pero me daba igual. Había llegado el momento de la venganza.

Acabé de ponerme en pie renqueando mientras llevaba mi mano al mueble para coger el retrato de Linda, pero antes de que pudiera siquiera tocarlo, Selman me lo impidió introduciéndose de nuevo en mi cuerpo con tal violencia que me hizo caer al suelo estrepitosamente.

-NI SE TE OCURRA VOLVER A INTENTAR ESO, NIÑATA!-Me rugió con un grito que tal vez involuntariamente estaba preñado de llanto, un llanto que fue música para mis oídos.

La sonrisa se borró de mi cara cuando volví a chocar contra el suelo, pero había merecido la pena.

Ahora Sel lloraba gritando el nombre de su amada en mi mente, lo que aproveché para levantarme como pude y salir de la cripta, aunque carcomida por el dolor.

Recorri el Caserón: todos los moradores me ignoraron, mirándome cargados de odio cuando pensaban que no les veía, pero sí lo hacía, agazapada en cada esquina.

Vi a Blood e Ymir: ella jugando con mis sais, él, procurando que ella no se dañara con ellas.

-¡Mira, soy Cristinita, la vampirita!-Decía la loca riéndose mientras intentaba hacer girar las sais sin mucha destreza.

-Cuidado, cariño.-Le dijo Ymir.- Si te haces daño tendremos que llamar a Espiral...-

Ella paró de mover las armas y le sonrió, justo cuando yo seguí caminando de puntillas por el Caserón, donde no encontré amabilidad ninguna: todos me lanzaban miradas cargadas de odio, Incluso los zombies hicieron ademán de querer lanzarse sobre mi cuando pasé ante ellos. No tuve más remedio que resignarme y seguir caminando

Detecté algo extraño en los monaguillos al pasar por la habitación de Regan mientras Antonio, el cura, intentaba que la poseída no se descontrolara, pues ya estaba convulsionándose en su cama y al borde del vómito a juzgar por los espasmos que la daban.

Me di cuenta de que los monaguillos, en lugar de permanecer junto al cura como debería ser su deber estaban tirados en el suelo, con las manos en la cabeza, vociferando.

-¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO? ¿QUÉ NARICES NOS ESTÁ PASANDO?-

No pude evitar reírme en mi mente y pensar que les estaba costando adaptarse a la vida en la casa, que aún mantenían recuerdos de quiénes fueron antes de entrar.

-¡CALLAOS YA!. ASÍ ES IMPOSIBLE CONCENTRARSE EN VIGILAR QUE ÉSTE DEMONIO NO SE DESMADRE!-Gritó Antonio blandiendo el crucifijo sin dejar de mirar a Regan.

Atravesé de puntillas la habitación y a pesar de que fue un susurro, oí perfectamente lo que el cura me dijo:

-Ándate con cuidado, pequeña pecadora.... Igual Regan no es la única que necesita que la bendigan...¿Un poquito de ácido?- Me dijo burlón.

Le ignoré y, como pude, hice el recorrido que me quedaba hasta salir de la casa. Me costaba hasta respirar, pero conseguí dar aire a mis pulmones. Aire fresco de aquella noche tan oscura, fría y acogedora que en otras circunstancias hubiera disfrutado. Pero no aquella vez. Sel se encargó de romper la magia.

-Niñata entrometida...¿Ves de lo que te ha servido todo?¡De nada! ¡Todos te ignoran, te odian! Y yo me voy a vengar, te lo juro.-

-¡Serás....Cabrón!-Le chillé en un pensamiento.- ¡Voy a acabar contigo aunque sea lo último que haga, te lo aseguro! Vampiro de pacotilla...-Pensé mientas como podía escalaba hasta lo alto del Star Flyer. Cada paso agazapada al mástil de la atracción era un suplicio cargado de dolor y acompañado de la risita del chupasangre en mi mente.

-¡Todos te odian, Cristinita...!¡TO-DOS, TE O-DI-AN!-Dijo arrastrando las palabras.- Estás completamente sola...Nadie absolutamente nadie en el Viejo Caserón quiere saber de tí, y te lo has buscado tú y solo tú...-Dijo riendo mientras yo me acuclillaba sobre la cúspide del Star.

El viento me azotaba fuerte arrancándome un gemido de dolor

Y justo en ese momento, cambió radicalmente de tema, y con voz suave me dijo:

-Salta, Cris. Quizá así encuentres el consuelo que tanto necesitas...Tal vez el dolor extremo te ayude a aclarar tus ideas hasta que lleves a cabo tu venganza contra todos y cada uno de ellos, ¿No crees?. Libérate a través del dolor, vamos, Cris. Sabes que no tienes nada que perder. ¡Salta!-

-¡Juro por Lucifer que si salto es sólo para librarme de tí y hacer que desaparezcas. Y nada me complacerá más que escuchar tu grito cuando mueras mientras me estrello, lo juro!- Pensé.

Y sin más, me dejé caer desde la cornisa del Star Flyer. Abri la boca y dejé que el dolor de mis labios destrozados al abrirse me consumiera e intenté articular un grito que me destrozó literalmente la boca y la garganta, mientras que la risa de Selman callaba mi grito.

-¡¡Será toda una gozada verte destrozada en el suelo, Cristi!!-

Noté el tremendo choque contra el suelo, sentí uno de mis brazos separarse del resto del cuerpo, así como una de mis piernas y noté el tremendo dolor que me consumía mientras intentaba articular un grito que no salía. Mi cráneo debía de estar roto también. Lo sentía sangrar. Sentía la sangre empapar todo mi alrededor. Me agité temblorosa en el suelo y a lo lejos oí las voces de los moradores que se acercaban a ver qué había pasado.

Vi una sombra cernirse sobre mi y la voz del Emperador:


-No te he dado permiso para morir, Cristina. No todavía....

domingo, 1 de diciembre de 2013

"Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 8

CAPITULO 8: ENTERRADA VIVA

Cuando llegamos fuera del Caserón, me desplomé y Tar se encargó de llevarme a patadas al lugar donde me quería conducir, haciéndome rodar escaleras abajo y pateándome hasta llegar a cementerio. Levanté la cabeza como pude y vi justo delante de mi al Enterrador cavando una tumba.

-¿Para...para qué caváis una nueva tumba?-Pregunté yo con un hilo de voz.

Tar rió y sin mirarme siquiera dijo:

-Dí mejor para quién. Y por la forma en la que tiemblas, creo que ya lo sabes.- Dijo con una risita y sin mirarme.

Un escalofrío me recorrió de arriba abajo y comencé a intentar zafarme del brazo del inquisidor, que me pegó un tremendo puñetazo en el estómago que me hizo caer al suelo mientras en mis oidos resonaban las risas de Antonio, Moi y Álex, que habían venido al cementerio con nosotros mientras el resto de moradores permanecían en la casa.

Me llevé las manos al estómago mientras expulsaba una bocanada de sangre y tosía.

-¡Calla!-Me interrumpió la voz del inquisidor- Deja que el Enterrador se concentre en su trabajo. Le gusta tararear mientras cava y tú le has roto el ritmo.

Intenté recobrar el aire mientras veía al Enterrador cavar en el agujero de mi futura tumba, echando más y más tierra fuera. Cada vez le veía más abajo. Hasta que finalmente desapareció y sólo se oyó su grito.

-¡Listo!¡Ayudadme a salir de éste agujero!-

-Ayudadle-Ordenó Tar a los monaguillos, que corrieron a sacar al Enterrador del agujero de mi futura tumba.

-Bien profunda, como ordenaste.-Dijo el Enterrador sacudiéndose el polvo se su túnica.

-¿Y el féretro?-Preguntó Tar.

El Enterrador desapareció un momento, deduje que fue a su taller.

Al rato le vi volver con un ataúd o suficientemente grande como para que cupiera una persona en él, le vi depositarlo junto a nosotros e irse él al lado del agujero que acababa de cavar.

-¡Oh! Espera! ¡Falta la lápida!-Le oi decir mientras le veía arrancar la lápida de la que una vez fuera mi tumba y ponerla a la cabecera del exterior del agujero que había cavado.

-Ahora si.-Le escuché decir mientras se situaba junto a la lápida.

Apenas veía las letras, pero recordaba la inscripción: “Cristina. 1991-2013. Moradora rebelde. R.I.P.”


Edición de foto: José López
(@Ghjoseamarall)


-Bueno, Cris...-Me dijo Tar.- Ya está todo listo. No hagamos que el trabajo de nuestro hermano haya sido en vano.-

Comencé a chillar y a intentar debatirme todo cuanto pude, pero el dolor me impedía hacer gran cosa, además Tar consiguió inmovilizarme con su mano izquierda, mientras que con la derecha le vi sacar algo del bolsillo de su túnica.

No tuve problema en adivinar qué era. La llamita que afloró delató que era su Zippo, y lo acercó tanto a mi cara que abandoné toda posibilidad de intentar escapar.

-Sí, Cris.-Me dijo Tar.- Ésta noche vas a ser enterrada, y te guste o no, ya está dicho todo.-Dijo mientra acercaba más el mechero a mi cara.

-¿Sabes?-Me preguntó.- Pensaba enterrarte...con ésto...-Dijo sacando del interior de su túnica una bolsa llena de algo que nada más aparecer ante mis ojos hizo aflorar mi hambre: sangre.

Me relamí y gemí suplicando que me diera la bolsa mientras el inquisidor me sonreía.

-...Pero como sigas comportándote como una cretina, te voy a socarrar los ojos con mi Zippo.-Rió histérico.- Si...Te los quemaré hasta que te exploten dentro de las órbitas y te quedes ciega...Y enterrada viva.-

Cerré los ojos en un acto reflejo, y cuando los abrí vi a Tar alzar el Zippo y la bolsa de sangre.

-Tú decides, hermana.-

Sin atreverme siquiera a hablar, señalé con un pobre movimiento de cabeza la bolsa de sangre.

-Sabia decisión.-Dijo el inquisidor guardando el Zippo para después alzarme y empujarme violentamente dentro del féretropara después arrojarme a la cara la bolsa que contenía la sangre. Giré la cabeza y la bolsa se deslizó hacia un lado del ataúd.

Vi hacer un gesto a Tar, tras el cual Antonio y sus monaguillos se acercaron con botecitos en sus manos y mientras me arrojaban el ácido que contenían escuchaba sus burlas:

-¡Eres una traidora y una asesina!-Me espetaba Álex con rabia mientras me echaba ácido a la cara mientras yo cerraba los ojos.

-¡No mereces estar entre nosotros! ¿Y tú te haces llamar hermana?¡Eres la vergüenza de éste Caserón! -Me dijo Moi haciendo lo propio con el ácido del bote, que fue a parar a mi estómago.

-¡Despojo!-Me escupió Antonio.-

Me limité a balbucear como pude, pues el ácido me había destrozado parte de la boca y ya me impedía hablar con claridad y cuando los tres se retiraron y al instante regresaron con la tapadera del féretro, quise huir de alí, pero no pude hacer nada más que quedarme quieta y mirar suplicante a esperar a que alguno cambiara de opinión. Por la expresión de Tar, cuyos ojos amarillos centelleaban en la oscuridad, deduje que no tendría su compasión. Y cuando la tapa cerró el ataúd, sólo vi oscuridad, algo a lo que ya estaba acostumbrada.

Escuché el martillear de los clavos que sujetaban la tapa del ataúd para cerrarla bien y luego
sentí dolor y un tremendo golpe en todo el cuerpo y deduje que habían echado el ataúd en la fosa cavada.

Cerré los ojos. No pude evitar pensar que tal vez no fuera tan diferente de mis días en el ataúd de la cripta al fin y al cabo.

Pero cuando escuché el sonido de un montón de tierra caer sobre el ataúd, supe que aquello no sería como mi vida en la cripta, y comencé a obsesionarme con que ahora estaba a un montón de metros bajo tierra, que nadie podía oirme...

Intenté gritar, pero me pudo el dolor y sólo me salió un pequeño quejido. Tampoco podía moverme, y me resigné a sufrir en siencio. Entonces, oi la voz de Antonio:

-En el nombre de Satán, de Lucifer y del Emperador de las Tinieblas. Amén. Requiescant in pace (“Descansa en paz”)-

Y oí los pasos de todos alejarse, dejándome ahí, enterrada a mi suerte...

Eché la cabeza a un lado y como pude tanteé hasta localizar la bolsita de sangre. Me eché a unladoentre gemidos lastimosos y conseguí cogerla con los dientes. Logré alzar mi mano hasta cogerla y abrlirla con la boca, y entonces, un dolor agudo en la cabeza me hizo saber que Sel había vuelto a meterse en mi mente.

-Yo que tú, me la dosificaba. No tiene pinta de que el inquisidor vaya a darte más...-Me aconsejó

-Vete.- Le dije en un pensamiento, pues estaba demasiado dolorida para articular palabra.

Selman se rió.

-¿En serio te crees que me voy a ir?-Me preguntó.- Tú no sabes lo que dices. Después de haberme matado ¿Me insinúas que no me vengue? ¡Ja!-Rió.

Y cada carcajada se me hizo una pequeña punzada en mi cabeza y tan intensa fue que brotaron las lágrimas a mis ojos, haciéndome escocer las heridas provocadas por el ácido; del mismo dolor hice volcar la bolsa de sangre, que se desparramó por todo el ataúd impregnándolo de un delicioso olor.

El dolor me impedía realizar cualquier tipo de movimiento y frustrada me di cuenta que estaba perdiendo el poco alimento que se me había dado.

¡Y todo por culpa del vampiro!

El olor a sangre impregnaba mis fosas nasales, mientras que Sel seguía riendo en mi cabeza. No podía moverme, no podía hablar...

-Descansa en paz, Cristi...-Me susurró Sel mientras el dolor me hacía cerrar los ojos y el agotamiento hacía que sucumbiera al sueño.

Estaba claro que mi castigo se presentaba muy duro: bajo tierra, sin sangre de qué alimentarme, con un dolor atroz y Colmillitos dandome la matraca en mi cabeza...


Sólo el tiempo diría si aguantaba...