Os dejo éste relato inspirado en la canción "Xana" del grupo Avalanch. Una historia de amor que se torna en tragedia y que al final no acaba siendo tal...
Espero que os guste.
Os dejo el video de la canción con la letra para que os hagáis una idea del "argumento"
-PRÓLOGO-
Se
querían. No, más que eso: se amaban.
Juntos
reían de felicidad en aquel claro del bosque que era su lugar
secreto: donde se evadían de todo, donde compartían abrazos,
caricias, lágrimas y confidencias si en sus casas había problemas,
donde jugaban con el agua de la fuente de aquel lugar, donde reían...
Y en
ese momento únicamente había uno de ellos, solo, con un botecito en
sus manos que poco a poco llevó a sus labios...
Lo
único que ella quería era que él fuera feliz...
Lo
único que él quería era ser feliz junto a ella...
FANAR
Una noche más llegó hasta la
fuente y se sentó junto a ella. Y una vez más, recordó el
juramento que hizo días atrás, en ese mismo lugar: “Juro que
jamás querré tanto a una mujer como te quise a ti, Xana”. Y lloró
una vez más. Lloró gritando implorando a Dios que se la
devolviera...O que se le llevará dondequiera que estuviera ella.
El mirlo que estaba posado en la
fuente y que tantas veces la pareja había alimentado huyó volando
asustado por los gritos de Fanar.
-¿Tú también te vas?-Preguntó el
joven al pajarillo al verle volar.
Fanar suspiró y agachó la cabeza,
poniéndosela entre las manos mientras dejaba que las lágrimas
empaparan su rostro.
-¿Por qué te has ido?-Preguntó
una vez más a la nada.
Y una vez más, no obtuvo respuesta.
De repente sintió soplar un viento
templado a su alrededor, e imaginó que era ella.
El viento sopló tenuemente a su
oido, una y otra vez, susurrándole sin palabras, a su manera. Y no
pudo evitar pensar que, como cada noche, aquel viento que soplaba
junto a él era el espíritu de su Xana.
-No sé si me verás o no, lo único
que sé con claridad es que jamás te olvidaré, mi amor.- Dijo.
...Y durmió esperando el amanecer.
Y cuando el amanecer dio paso a un
nuevo día, volvió por las ovejas, las sacó a pastar y regresó al
anochecer al mismo lugar: a la fuente del bosque, pero algo había
cambiado: en sus manos llevaba un diminuto bote, y con él llevaba a
Tizón, la única oveja negra del rebaño, el favorito de Xana.
-No quiero hacerlo solo, Tizón.
Tengo miedo.-Dijo mirando a la ovejita mientras se sentaba junto a la
fuente.
El animal baló, como si hubiera
sido capaz de entenderle.
El pastor se echó a llorar mientras
quitaba el tapón de corcho que tapaba el botecito, respiraba hondo y
lo llevaba a sus labios...
XANA
Llegó junto a él, como cada noche,
haciendo soplar un leve viento a su alrededor mientras se sentaba
junto a él.
-Te quiero, Fanar.-Le dijo al oido
haciendo que él sintiera el aliento que salía de sus labios al
hablarle.-
Le vio recostarse sobre la fuente y
abandonarse a un sueño profundo y fue en ese sueño, en el que ella
decidió hablarle.
-Te quiero y yo también querría
estar contigo.-Le dijo.- Y sé que mi muerte te ha destrozado. ¡Pero
tienes que vivir! Porque al verte así, sufro por ti, cielo.-
Acarició a Fanar suavemente
mientras recordaba lo que le impedía estar junto a él: una
enfermedad a la que ningún curandero supo poner nombre; Una
enfermedad que la arrebató todo cuanto amaba: primero a su familia,
que apenas visitaba el cuarto donde yacía, por miedo a un posible
contagio, y después a su amado, quien a pesar de las advertencias de
la familia de ella seguía acudiendo a verla e incluso a veces la
llevaba con él a la fuente donde ahora ambos se hallaban: Él,
sumido en la pena; Ella, o al menos su espíritu, no poco menos
triste que él, sufriendo la agonía de verle así.
Al amanecer, Fanar despertó, y ella
le susurró que volviera otra vez, como cada noche. Después, su
espíritu se perdió en el bosque, hasta que la luna volvió a asomar
y ella regresó a la fuente, a donde no tardó en ver acudir a Fanar
junto a Tizón, la ovejita negra que era su favorita.
Le escuchó decir que tenía miedo,
que no podía hacerlo solo, pero ella no supo a qué se refería
hasta que él no sacó un botecito con un líquido transparente en
ella.
Xana tembló y le suplicó que no lo
hiciera, pero él no la oyó. Sólo sintió el tenue viento que le
soplaba suave al oido.
-Sólo al final de mi vida podré
encontrarte, mi amor- Dijo él antes de llevarse el botecito a los
labios y beber de él.
El cielo se nubló y comenzó a
chispear.
El espíritu de Xana estaba
llorando, pero ni ella ni Fanar supieron decir si era de alegría o
de pena.
Así, él traspasó la barrera de la
vida para estar junto a ella por siempre.
-EPÍLOGO-
Al despertar, Fanar encontró junto
a él a su amada Xana, tan bella como antaño: con su hermoso vestido
y luciendo el anillo que él le había regalado al comprometerse con
ella, tal como estaba el día que murió. Pero algo había cambiado
en su amada: La miró. Era una especie de ser etéreo, casi
transparente.
Le miraba sonriendo mientras él
también sonreía y poco a poco se acercaba a ella.
-Xana...-Dijo con lágrimas en los
ojos.- ¡Mi Xana!- Se abalanzó sobre ella y sorprendentemente pudo
palparla y sentir su piel a pesar de ser un ser etéreo.
Fanar se embriagó del dulce aroma
de ella, besándola, abrazándola, sintiéndola, y cuando finalmente
concluyó su abrazo y volvió a mirarla, dijo sorprendido:
-Amor, ¿Eres tú? ¿Estoy en el
cielo?¿Eres un ángel?-
No podía evitar preguntarse el por
qué de ver los árboles a través del cuerpo de ella.
Ella sonrió, y él tembló mientras
la tomaba de la mano y se la apretaba, feliz de volver a escuchar su
risa, esa que tanto había echado en falta.
-No, mi Fanar. Ni estás en el cielo
ni yo soy un ángel. Aquí no hay Dios, pero tampoco hay Diablo. Y
sí, soy yo, Xana.-Dijo con lágrimas en los ojos abrazándolo.- Te
quiero.-
Sus lágrimas se mezclaron. Lágrimas
de alegría por estar juntos a pesar de todo.
Cuando se deshicieron del abrazo, se
cogieron de la mano y caminaron por el bosque hasta que dieron las
claras del día y regresaron a la fuente donde alguna vez
compartieron besos y caricias.
Ahora estaban juntos. Y nadie los
podría separar.