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lunes, 24 de febrero de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3": Capitulo 14

CAPITULO 14: ÚLTIMO CASTIGO

Me desperté en la mesa de la Bóveda de Helios, donde me dormí después de que Tar me ordenara descansar, y no podía quejarme, pues desde que cerré los ojos no hubo sueños inquietos, sino todo lo contrario: calma, quietud y una extraña paz que hace mucho que no sentía; Lo único que rompía el encanto era el frío de la habitación que calaba hondo en mis huesos, provocando escalofríos en mi cuerpo desnudo. Me levanté de la mesa y eché un vistazo a la sala, y junto a la puerta encontré una vieja y raída manta con la que me tapé para intentar entrar en calor, aovillandome en la esquina de la habitación. Pero justo en ese momento, una potente voz invadió mi mente:

-¡Cris!-Reconocí la voz de mi señor, el Emperador de las Tinieblas.- Ven ahora mismo a la biblioteca, tengo cosas que decirte.-

No pude evitar pensar qué querría. Y por Lucifer esperaba que no fuesen más castigos.

No, más castigos no, por favor...” Supliqué en silencio mientras suspiraba y salía de la sala recorriendo en silencio los pasillos del Caserón extrañamente desiertos y carentes de ruidos, risas y gritos. No pude evitar preguntarme si sería una trampa. Todo era tan extraño... Ni un alma...

Cuando llegué al pasillo que llevaba a la biblioteca tragué saliva y suspiré, comenzando a atravesarlo no muy decidida, y justo en ese momento, un dolor atroz invadió mis pies. Grité y miré al suelo para descubrir el pasillo que se abría ante mi sembrado de cristales rotos.

Me di la vuelta dispuesta a volver atrás, pero una pared de fuego que apareció de repente me lo impidió.

-No, no, no, pequeña Cris.-Me riñó la voz del Emperador en mi mente.- Yo que tú no lo haría. No querrás freirte, ¿No?-Rió.

Grité y me di la vuelta, atravesando el pasillo en dirección a la biblioteca como pude, haciendo frente al dolor que suponía cada trozo de cristal en mis pies, sintiendo al mismo tiempo el calor que desprendía el fuego de la pared tras de mi. Miré atrás: el muro de llamas parecía perseguirme, cada vez estaba más cerca de mi. No podía huir, así que continué corriendo hasta que divisé la puerta de la biblioteca y entré en ella lo más rápido que pude, cayendo de bruces frente al Emperador.

-Hola, Cris.- Me saludó.-

Fui incapaz de devolver el saludo y el Emperador continuó hablando como si nada.

-¿Qué te ha parecido el jueguecito que he usado como colofón a tu castigo? Cristales y fuego. Delicioso, ¿No crees?-Ríó mientras yo intentaba quitarme los cristales de los pies ahogando gritos de dolor.

Alcé la vista y le vi sentado en un sofá: en ese momento levantaba una de sus manos mientras hacía que me alzara en el aire, dejando caer la manta que me envolvía; con un movimiento de su mano me hizo girar, aún suspendida en el aire; volví a girar y le vi pasar sus fríos ojos por mi anatomía mientras aún en volandas me acercaba a él.

-Si.-Dijo.- El inquisidor ha hecho bien su trabajo.-

Y luego suspiró cansado.

-Me pregunto si te merecerás ésto, o me la volverás a jugar...-Dijo con voz hastiada mientras hacía que me posara en el suelo y fijaba su vista en mis pies, haciendo desaparecer los cristales y cicatrizar las heridas.

-Gracias, mi señor. No os arrepentiréis, os lo aseguro.- Dije yo arrodillándome ante él, que soltó una risotada y me dijo:

-De promesas incumplidas están llenos mis cementerios, pequeña. Así que más te vale no volver a fallarme o te aseguro que ésto habrá sido solo un juego comparado con lo que te esperará.- Hizo una pausa y volvió a suspirar.

-De momento puedes volver a formar parte del Caserón; Puedes volver con tus hermanos de nuevo, pero ya sabes: cuidado con jugármela. No voy a ser tan compasivo como hasta ahora. Mi paciencia tiene un límite, y tú estás a punto de rebasarlo.

Asentí sumisa a todo con lágrimas de arrepentimiento y agradecimiento en los ojos.

-No os fallaré, mi señor.- Os lo juro.- Dije alzando mis ojos para mirarle.

-Palabras, palabras...-Dijo con cierto enfado.- Más vale que lo demuestres. ¡Ah!-Dijo como si hubiera recordado algo de repente.- No te preocupes por Selman. Tiene orden de no molestarte.-

...Y se evaporó en una niebla gris, dejándome sola en la biblioteca.

En ese momento noté como alguien se subía a mi espalda:

-¡Hola, Cris!-Sonrió Blood subida sobre mi.- ¿Jugamos?-

Vi aparecer a todos los moradores del Caserón: Jason, Ymir, Espiral, Segismundo, Dani, Iri, Adri, Sara, y Regan junto con Antonio, Moi y Álex.

Todos me saludaron y mostraron su alegría por volver a estar como siempre conmigo.

-¡Toma, Cris!-Me dijo Blood bajándose de mi espalda y mostrándome mi mono de cuero sorprendentemente intacto.- Ésto es tuyo.- Lo cogí, me giré y me lo puse.

-¡Y ésto también es tuyo!-Me dijo Regan entregándome mis sais, que colgué de mi conturon con un suspiro de pura alegría.

-Nos alegramos de que de nuevo estés bien.-Dijo Espiral.- ¿Verdad, Segis?-

-¡Siiiiiii!-Chilló el loco.

Sonreí y tuve una idea.

-¿Y si nos vamos todos de caza como antaño?-Pregunté.


Todos vitorearon mi idea y emprendimos la marcha al exterior del Caserón....

viernes, 21 de febrero de 2014

Pesadilla a bordo (Inspirado en Space Nightmare, pasaje de terror de halloween de Parque de Atracciones)

Os dejo con algo que escribí hace tiempo: un relato inspirado en el pasaje de terror Space Nightmare, del Halloween del Parque de Atracciones de Madrid.
Espero que os guste :)

Álvaro perdió el control del coche, y cuando quiso darse cuenta, estaba dando vueltas de campana hasta acabar a un lado de la carretera. El golpe fue tan fuerte que quedó inconsciente varias horas. Cuando despertó lo hizo en el hospital.

Abrió los ojos y se llevó una mano a la cabeza, aún mareado, mientras contemplaba la habitación del hospital donde se encontraba: la cama de al lado aún había sido ocupada por nadie y en el cuarto reinaba el silencio de no ser por los pitidos del electro que le habían puesto los médicos para controlar sus constantes vitales. “Pi-pi pi-pi” pitaba regularmente.

Se levantó despacio y se sentó en la cama, fijó su vista en la pared de enfrente, completamente blanca y justo en ese momento le pareció ver que aparecía una especie de mancha negra en ella, que cada vez se hacía más grande, poco a poco, hasta acabar por convertirse en un círculo oscuro en el centro de la pared.

Álvaro bajó de la cama y anduvo hasta la pared, arrastrando el electro provisto de ruedas para su transporte, que seguía pitando de forma continua y regular, hasta que llegó al circulo negro. Entonces, sus latidos se aceleraron, y así lo reflejó la máquina, que pitaba cada vez más rápido, mientras el chico caminaba hacia el extraño agujero negro que parecía haberse abierto en la pared.

Levantó el brazo y sintió que el agujero lo atraía hacia él, arrastrándolo como si de un imán se tratara. Intrigado, se deshizo del electro, que dejó de pitar, y siguió aproximándose al agujero. Puso la mano frente a él y éste la absorbió, aspirando a Álvaro consigo, quien no pudo hacer otra cosa más que gritar al verse sumido en una extraña espiral multicolor, hasta acabar en un inhóspito lugar.

Era como una cabina de pilotaje de avión pero más grande. Y al fondo, a los mandos, había una chica. Desde donde estaba, Álvaro pudo ver su pelo de color morado recogido en una coleta.

-Aquí PAM 666, ¿Me reciben?-Oyó que decía la joven, intentando hacerse oir por encima de los crujidos que provocaban las interferencias de un walkie talkie que Álvaro no alcanzaba a ver desde donde estaba.

-Aquí PAM 666. ¿Me reciben?-Volvió a repetir ella.-¡Necesitamos ayuda, repito: necesitamos ayuda!-

Álvaro se acercó a ella mientras comprobaba anonadado lo que se veía a través del cristal del extraño habitáculo de aquel avión: un cielo completamente oscuro salpicado de estrellas, y a su derecha...No podía ser. ¡Tenia el planeta de los anillos!¡Ese avión había llegado hasta Saturno!¿Cómo era posible? ¿Y cómo diantres había acabado él allí?

Tocó el hombro de la muchacha y la hizo girarse, asustada. Se levantó y le miró de arriba abajo, como si le extrañara verle, como sorprendida. Él también se sorprendió, pues la apariencia de la joven no era corriente: vestía una especie de mono plateado, con un cinturón que llevaba lo que parecían ser balas. A ambos lados de las caderas llevaba dos cartucheras que guardaban lo que parecían dos pistolas, aunque algo diferentes a lo que él conocía como pistolas...

Él miró atrás y se dio cuenta de que el agujero negro había desaparecido. Ahora había una gran compuerta cerrada en su lugar.

-¡No te muevas!-Dijo ella desenfundando la pistola de la cartuchera izquierda.-

Él la miró asustado y se quedó donde estaba.

-No te muevas o te frío.-Dijo ella.

Él se asustó y levantó las manos.

-Yo...yo no sé donde estoy...-Explicó.- Había un agujero negro en la pared y...- Dijo confuso.

La chica bajó el arma despacio, estudiando con interés a Álvaro.

-Has atravesado un portal...-Dijo ella asintiendo.- ¿De qué año vienes?-Preguntó con total normalidad, como quién pregunta la hora.

-Del 2013.-Dijo él, aún confundido.- Pero ¿Cómo he llegado aquí?-Preguntó.

Ella le cogió de la mano y le condujo por pasillos de extrañas paredes plateadas:

-Escucha. Ésto es el año 2.511. Te has colado por un agujero de gusano y has acabado aquí. No me preguntes ni como ni por qué. Algún tipo de inestabilidad temporal, supongo. Si no, no me lo explico...-Dijo mientras le conducía atropelladamente por los pasillos de la nave. Sí. Ahora estaba seguro de que había acabado en una nave espacial.

-Pero...pero...-Empezó a decir Álvaro intentando saber por qué había acabado allí.

La muchacha lo miró.
-No sé cómo serán las cosas en tu era, pero creo que aquí todo es muy distinto. Hemos conquistado Venus y Marte, y ahora hemos encontrado vida en un planeta llamado Bu. Nuestra nave se dirigía allí en misión de exploración, pero nos alcanzó una tormenta solar y los sistemas de la nave fallaron. Ordené a la tripulación que investigara la causa de la avería, pero no he vuelto a saber nada de ellos...Ahora los sensores han detectado formas de vida no humanas en la zona de carga, no recibo respuesta a mis llamadas...Y temo que hayan podido matar a la tripulación.-Dijo arrastrando a Álvaro por los pasillos de la nave.

-Es aquí.- Dijo parándose en seco y quitándose un arma de las cartucheras.-Por cierto, mi nombre es Kirah.- Dijo muy seria dándole el arma al chico, que intentó sonreir mientras cogía la pistola con manos temblorosas y dijo con voz nerviosa mientras iba tras ella blandiendo el arma:


-Álvaro.- De repente Kirah le frenó y siseó.

-¡Shh. Mira!-Susurró señalando desde una esquina lo que tenían enfrente mientras arrastraba a Álvaro para que se escondiera con ella tras un baúl.

Kirah rompió a llorar tapándose la boca.

-Dios...Los han matado a todos...-Dijo mirando a los seres que ahora se estaban alimentando de los restos de la tripulación.

Eran dos clases de bichos completamente diferentes:

Cuatro de ellos parecían lagartos, con largas lenguas que mantenían amarrados a la pared a varios tripulantes que aún seguían vivos.
Los otros cuatro aliens desgarraban la piel de los pobres chicos con sus afiladas uñas a la vez que les escupían algo parecido al ácido que hacía que su piel se deshiciera.

Desde donde estaban, Alvaro y Kirah pudieron escuchar los leves quejidos de los tripulantes de la nave, a los que casi no les quedaba vida.

-Vamos.-Dijo ella saliendo de detrás del baúl.- Hay que pillarles ahora que están desprevenidos.

La vio caminar de puntillas unos pasos y apuntar con su arma a uno de los lagartos que con su lengua mantenía atado a un tripulante casi muerto. Vio su disparo: una especie de rayo láser rojo salió del arma y fue a parar al lagarto, al que desintegró por completo. Kirah no se detuvo ahí y la emprendió a disparos contra el bicho que arañaba al tripulante, sin tener tanta suerte ésta vez: el alien ya la había visto, y lanzó ácido por la boca contra Kirah.

El líquido fue a parar al brazo de la joven, haciendo que tirase el arma con un grito de dolor.

Álvaro no se lo pensó dos veces y disparó al alien, que en un segundo se desintegró tras recibir el disparo láser.

Como era de esperar, el resto de bichos se soliviantaron y la emprendieron contra Álvaro y Kirah.

Ella chillaba presa del dolor del ácido que carcomía su brazo, y ayudada por Álvaro se arrinconó tras el baúl de nuevo, mientras el chico se encaraba contra los aliens cogiendo la otra pistola de manos de Kirah.

Pistolas en ristre, desintegró lenguas que pretendían amarrarle, acabó con los aliens de las babas de ácido, y tanto él como Kirah creyeron que se hallaban a salvo. Se equivocaron.

Tras registrar la zona de carga vieron que en ella había varios huevos que tenían toda la pinta de ser de criaturas como las que habían matado.

Barajaron la posibilidad de sacarlos de la nave.

-Podría ser peligroso.-Dijo Kirah.- Podrían ir a parar a algún planeta habitado, incluso a la misma Tierra, y eso sería mortal.

-¿Qué podemos hacer?-Preguntó Álvaro.

-De momento salir de aquí. Cuando los huevos eclosionen ambos sabremos lo que pasará, y no tendremos escapatoria.- Dijo ella llevándose la mano al brazo y caminando aún dolorida fuera de la zona de carga. -Suspiró.- Por lo demás no podemos hacer mucho. Ya ves, estamos incomunicados....-

Álvaro y Kirah ocuparon los asientos de copiloto y piloto respectivamente, y ella intentó poner en marcha de nuevo la nave. Nada.

Oyeron un extraño ruido y se giraron: un agujero negro se había abierto en la pared y un grupo de personas había entrado en la nave, y por la ropa que llevaban, debían ser de la época de Álvaro, el año 2013.

Por la mente del chico pasó la idea de atravesar el portal y marcharse a su era...Pero no. No podía dejar sola a Kirah.
Ambos les explicaron a quienes acababan de entrar lo que sucedía en la nave. Muchos dieron media vuelta e intentaron huir, pero no pudieron: el portal se cerró antes de que pudieran atravesarlo.


Ahora están atravesando la nave, en dirección a la zona de carga donde muy posiblemente los huevos que Kirah y Álvaro encontraron hayan eclosionado ya y el horror se haya desatado...


miércoles, 19 de febrero de 2014

Terror en la linea 6

Últimamente no recuerdo lo que sueño. Pero cuando lo hago suele ser porque mi sueño ha sido muy bizarro, como el que he tenido hoy. Aquí os lo narro. No esperéis un final en condiciones porque ya se sabe, que en la mejor parte se produce el despertar.. :)

P.D.T: El evento que tiene lugar al principio del relato, es un evento real que tendrá lugar el 24 de abril de 2014: el Día del Rock en la Radio, en la Complutense de Madrid, así que si os gusta el rock y queréis ver a Mago de Oz, Sherpa y La Fuga entre otros, no os lo podéis perder! :) Más info en
https://www.facebook.com/diadelrockenlaradio?fref=ts


Tras mucho insistirle, al final decidió acompañarme al evento. No quería ir porque decía que ya tenía bastante con ir a su universidad para dar clase como para encima ir otra vez por diversión.
Pero fue decir que iban de invitados “Mago de Oz” y aceptó sin pensar.

Y a la Complutense que fuimos.
Entramos en el salón de Actos de la Facultad de Ciencias de la Información y tras saludar a Alberto, el presentador del evento y del programa de radio con el que yo había colaborado ocasionalmente, nos sentamos en dos de las butacas de la sala, listos para disfrutar de la buena música de los grupos que actuarían y de las entrevistas que éstos concederían.

Y después de largo rato viendo el programa de radio, yo miré inquieta el reloj.

Por la hora, estaba empezando a anochecer, y no quería volver a casa excesivamente tarde, así que decidimos marcharnos.

Cuando salimos a la calle, efectivamente, casi había anochecido, y bajamos al metro.

Al llegar al andén vimos a una mujer aovillada contra la pared que nos miraba fíjamente.

La miré y sentí un escalofrío; Tar se dio cuenta y me dijo:

-¿No conoces la leyenda?-

-¿Qué leyenda?-Pregunté yo con cierto miedo echando una rápida mirada a la mujer que no dejaba de mirarnos con una sonrisa retorcida.

-La llaman “La Enfermera de la Muerte”-Me susurró Tar señalando a la mujer con la cabeza.- Ni idea de por qué ese mote, pero la llaman así. La leyenda dice que pulula por las estaciones de la linea 6 de metro. De vez en cuando se la ve sentada, tal como está ahora mismo, observando a los viandantes, cuentan que para elegir víctima; y se dice que cuando la ha elegido la persigue por todo el metro, parada tras parada, donde la víctima se baje, hasta que consigue matarla...-

-¡Ay no me asustes, jo!-Me quejé yo justo cuando el tren llegaba a la estación y Tar y yo nos subíamos.

El metro estaba a rebosar de gente y no nos pudimos sentar, así que nos quedamos apretujados en la barra junto a la puerta, y cuando ésta se cerró no pude evitar echar una última mirada a la mujer del andén, que seguía mirándonos fijamente con esa sonrisa tan macabra.

El metro se puso en marcha y la perdí de vista. Miré a mi alrededor y vi algo espeluznante.

La misma siniestra mujer que hacía nada y menos había desaparecido de mi vista al alejarnos de la estación ahora estaba sentada en el suelo del tren donde estabamos subidos.

¿Cómo podía ser?

-T...Tar...-Dije mirándola y señalándola despacio.

-Shhh. Calla, Cris, que no nos vea.-

-¡¿Pero como quieres que no nos vea si ya nos está mirando?!-Le susurré sin gritar por poco.
-Venga.-Me apretó la mano.- Nos bajamos en ésta parada.-Me dijo bajito mientras el tren se detenía y nos bajábamos en la siguiente estación a esperar al siguiente metro.

Cuando la estación se quedó vacía volví a ver a la “Enfermera de la Muerte”, ahí, en el mismo andén que nosotros.

No sabía cuándo había podido bajarse del andén, pero lo había hecho, y ahí seguía, impasible, sentada en el andén sin quitar su mirada de nosotros.

Cuando por fin llegó el tren y subimos volví a perderla de vista al ponerse en marcha el metro, pero me volví a sorprender al descubrirla a pocos metros de nosotros, de nuevo observándonos.

-Tar...-Dije yo entre dientes señalándola.

Sin quitarla los ojos de encima, me pegué lo más que pude a mi chico y atravesamos el vagón dispuestos a cambiarnos de sitio, pero entonces, la mujer tiró una pequeña daga a Tar, que cayó al suelo, malherido y gritando de dolor.

-¡Tar!¡Tar!-Dije yo, tirándome a su lado.

Miré a mi alrededor: el vagón vacío y la siniestra mujer sonriendo mientras empuñaba otra daga que a todas luces me iba a arrojar.

Cogí a mi chico de las axilas y le arrastré como pude hasta la puerta del tren cuando éste se detuvo. Tras muchos esfuerzos logré sacarle.

Vi que la mujer se quedaba en el tren mientras abandonaba la estación, suspiré aliviada mientras me volvía a tirar al suelo para socorrer a Tar, pero entonces...Una daga voló muy cerca de mi. Miré atrás y vi de nuevo a esa mujer, sonriendo, y de repente...

...De repente me despierto.


Joder. Si por cada sueño raro que tengo me dieran cinco euros, sería millonaria” pienso mientras enciendo la luz y me pongo las zapatillas para ir a desayunar...

martes, 18 de febrero de 2014

Crónica charla "Mujeres y conflictos armados" en la Universidad Carlos III de Madrid

La situación de la mujer en tierra de hombres: el papel de la mujer en guerras y conflictos – Cristina Bermejo

En el caso de los conflictos en Líbano el país que las recibe, también abusa de ellas” - Lola Fernandez (Periodista)

Prefiero ser dueño de mi silencio antes que esclavo de mis palabras” - Shakespeare.

En temas como el del coloquio de hoy nadie debería ser dueño de sus silencios, sino todo lo contrario.

Precisamente el silencio ha sido el tema central del evento de hoy, en la Universidad Carlos III de Madrid, la mesa redonda “Mujeres en conflictos armados”, presidida por Lola Fernández y Roberto Montoya, ambos periodistas.

Roberto Montoya y Lola Fernández,
ponentes de la conferencia
El silencio, como digo, ha sido el tópico rey de la charla; El silencio que rodea a la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada el 31 de octubre de 2000 Buscada desde la Segunda Guerra Mundial donde empezó a haber víctimas de éste tipo de violencia de género) y que a pesar de tener como misión lograr mayor inclusión de las mujeres en procesos de paz y preocuparse por las víctimas de conflictos armados, parece no ser así, y en vez de enfrentarse al problema y encararlo, lo tratan como tabú , al haber ese silencio por parte de las víctimas de estos conflictos (por vergüenza); por otro lado también las ONG´s hacen caso omiso porque es un tema complicado, sumándose además el craso error de los medio de comunicación, que tampoco le dan la importancia debida e incluso muchas veces se recrean en el morbo del testimonio de las mujeres abusadas.

Todo ésto genera el caldo de cultivo idóneo para que el problema de la violencia de género en conflictos bélicos siga y no pare, cayéndose así, en una espiral de silencio nada beneficiosa al no ponerse solución al problema.

¿Cómo es posible que no se hable de un tema que afecta al 70% de las mujeres en el mundo? ¿Cómo puede ser que en la sociedad en la que vivimos no nos demos cuenta de que en países subdesarrollados ciento cuarenta millones de mujeres sufren ablación genital? ¿Cómo puede ser que no nos paremos a pensar que más de diez millones de mujeres son obligadas a casarse antes de los doce años?

La respuesta es bien sencilla: el ser humano es egoísta por naturaleza y sólo mira su propio ombligo, lo de fuera le importa bien poco.

No es de extrañar que cada octubre se celebre el aniversario de la aprobación de la resolución que nos ocupa, y en dicho evento predomine el discurso autocomplaciente :”Qué bien lo hemos hecho para las pobres mujeres que sufren...” que no ayuda a resolver el problema que la resolución aún no ha resuelto, por cierto.

Choca y es bastante vergonzoso que la comunidad internacional tardara 55 años en proclamar ésta resolución, habiendo otros temas para los que sí había resoluciones, (minas anti-personas, asuntos balísticos)....restando importancia al tema que nos ocupa.

Es interesante siempre el testimonio de una persona que haya vivido una situación del tema que estamos tratando para acercarnos un poco a la realidad desde la perspectiva de alguien que haya vivido algo así: es el caso de Hanna, quién expone su testimonio desde el documental “Iraq 2003: Memorias de una estudiante”.

Hanna era una estudiante de 17 años cuando empezó la guerra en Iraq. Ella había vivido guerras, pero no las recordaba así.

Fue testigo del asesinato de un hombre mientras paseaba con su padre, y pudo ver también cómo los soldados americanos secuestraban a su hermana y a una amiga suya.

Desde aquel 2003 en el que los soldados entraron en Iraq, Hanna vio coartadas sus libertades y las de los suyos: no podía ir sola a la universidad, donde una vez allí, no podía ir con libertad ni siquiera de un campus a otro; debía vestirse con la vestimenta islámica que se impuso en el país; ve palizas sin ton ni son por la calle...

Todo ésto te da crisis en la cabeza”. Dice.

A pesar de todo ello, Hanna tiene sueños. Ahora tiene 22 años y vive en Barcelona y desde ahí cuenta sus anhelos:

Quiero ser escritora de literatura, pero por ahora quiero relajarme y no hacer nada. Quiero acabar mis estudios de momento.”

Desde Barcelona Hanna hace un llamamiento a la comunidad Internacional, reclamándoles que despierten, que “la injusticia nunca se acaba si la gente la acepta”

En palabras de Roberto Montoya , ponente del evento de hoy,“Son los hombres los que hacen las guerras, instigan, protagonizan y firman tratados de paz, decidiendo condiciones, dejándose a la mujer de lado”...

El colmo de todo es la hipocresía de quienes van de salvadores y luego no lo son, caso de algunos de los cascos azules de la ONU, supuestamente enviados para ayudar, que se dedican a abusar de mujeres.

Lola Fernández, periodísta y ponente del evento de hoy: “Las violan a cambio de comida. Las víctimas suelen ser niñas de entre 5 y 12 años, a las que su s familias, en vez de mandarlas a la calle a prostituirse, la llevan a las puertas de los cuarteles de los soldados”

Resulta irónico que precisamente éstos soldados tengan un manual sobre cómo actuar en el territorio al que van de misión humanitaria pero en dicho código de conducta no ponga nada acerca de cómo actuar en caso de que un casco azul abuse de una mujer allá donde esté destinado. La única sanción existente (y porque así lo exigió la ONU) es que el casco azul que incurra en abuso sea inmediatamente retirado por su del territorio en el que misione, pudiendo ser enviado luego a otro país para seguir de “misión”, lo cual, no sé a usted que me está leyendo, pero a mí me parece vergonzoso.

Lola Fernández ha destacado la importancia que tiene el hecho de que las mujeres hablen y digan lo que las está pasando, de los abusos de los que son víctimas, pero también el hecho de involucrar al género femenino en las misiones humanitarias para que las mujeres de los paises en conflicto se sientan más protegidas.


En mi opinión, todos deberíamos ponernos en la piel de aquellas mujeres que padecen todo ésto, dejar a un lado la visión egocentrista de los países más desarrollados y empezar a pensar en lo que nos rodea. Sólo empezando así conseguiremos que todo ésto mejore y tal vez algún día acabe.

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 13

CAPITULO 13: PUNTO DE INFLEXIÓN

-Exacto, yo sabía de la existencia de tu coleguita gaseoso.-Contestó Tar con una risita.-Desde el principio.- Añadió-

-¿ Y el resto de moradores ? – pregunté.

-Sólo lo sabemos el Emperador y yo – contestó – el resto no lo sabe

-¿Cómo es posible? – volví a inquirir boquiabierta. - ¿Cómo es posible que podáis verlo?

Tar se carcajeó y dijo:

-Tu ignorancia me mata de risa .Vamos, Cris. Tú sabes quien es nuestro señor. Por lo tanto ¿De verdad creías que un simple fantasma iba a ser invisible para él?. El Emperador puede verlo todo, y nada se le escapa. Respecto a mi, como mago que soy, mi visión puede abarcar muchas cosas: cosas visible e invisibles, del mundo de los vivos y de los muertos, lo que es conocido y lo que permanece oculto… y muchas más. Por lo tanto, si, nosotros dos sabemos de la existencia de tu amigo fantasmagórico.-

Me quedé mirando a Tar sorprendida, sin decir nada, boquiabierta:

-Que te sorprenda que yo sepa lo del fantasma es comprensible, pues no sabías nada de mis habilidades mágicas – dijo Tar – Pero que te sorprenda que nuestro señor lo sepa no tiene perdón, y demuestra que tienes muy poco seso. Esperaba que fueras más espabilada, Cris.

-Pero… pero no entiendo com… - De repente ví a Tar alzar la mano y mi lengua se pegó al paladar, impidiéndome hablar.

-Tus continuas preguntas empiezan a entumecerme las orejas – Replicó Tar con voz cansada – Te contaré de que va este asunto, a ver si así se sacia tu curiosidad.

Asentí, y Tar empezó a hablar, sin deshacer el hechizo que me impedía articular palabra:

-Cuando un morador muere, la energía de su interior toma la forma de un espíritu oscuro.- Comienza.- Entonces, el espíritu del morador se presente ante nuestro señor y puede optar por dos caminos: Partir al mundo de las sombras y abandonar el mundo de los vivos… o quedarse en el reino de los vivos y vagar como un espectro. Muy pocos eligen el segundo camino, pues vivir invisible por siempre no es agradable y termina por desquiciar al espectro… pero algunos, como Sel, lo hacen.

Hizo una pequeña pausa y prosiguió

-Después de que le matarás, Sel podía haber escogido la primera opción… pero eligió la segunda – explicó – Consumido por el deseo de venganza contra ti, se presentó ante nuestro Señor y eligió quedarse en el mundo de los vivos como espectro… al mismo tiempo que le imploraba a nuestro señor que le permitiera quedarse aquí para poder vengarse de ti. Nuestro señor sintió curiosidad por ver como lo hacía, y le hizo visible sólo para ti. Después de aquella elección, el Emperador se reunió conmigo y me lo contó. Me dijo que gracias a mi gran poder mágico, yo podría ver a Sel, pero me ordenó que fingiera que no le veía, pues deseaba ver como reaccionabas.

Volvió a callar y luego reanudó el relato:

-Nuestro señor quería comprobar como se vengaba de ti el vampiro, y como reaccionabas tú ante sus ataques – Dijo Tar con frialdad – No tardamos en ver que las torturas mentales iban a ser su arma.. Al principio le resultaba divertido ver vuestras disputas… pero el Emperador comprendió que no iba a salir bien. Al final temió que perdieras el juicio o que intentaras matarte para liberarte de las torturas mentales de Sel, por lo que tomó la decisión de liberarte de él… pero el mismo día que iba a hacerlo tuvo lugar el incidente con Nosfharatu. Como consecuencia, nuestro Señor decidió dejarle más tiempo para torturarte y le ordenó que fuera especialmente cruel en sus torturas mentales.

Tar alzó su mano y mi lengua se despegó del paladar, permitiéndome volver a hablar en el mismo momento en que en mi mente reinaban todo tipo de improperios y insultos hacia Selman, pero que por respeto, me callé, limitándome a decir:

-Pues ya lo creo que fue cruel – respondí cabreada.– especialmente cuando me obligó a robar vuestros objetos o me hizo arrojarme desde lo alto de Star Flyer. El Emperador le dio buenas instrucciones.-

-Me temo que tus conclusiones son erróneas – respondió el inquisidor – Nuestro Señor no le ordenó que te obligara a robar nuestros objetos; ya te he contado como detesta que se despierte el pasado. Ni tampoco que te llevará a intentar matarte. Si se producía ese caso, él debía detenerte… pero por lo visto no lo hizo. Se dejó llevar por su deseo de venganza y desoyó las órdenes del Emperador en esas dos circunstancias. No te quepa de que lo pagará.

Respiré aliviada ante esas últimas palabras y pensé: “ Bien, jódete cabrón “ “Vas a pagar por las putadas que me has hecho“.
Esperé a que volvieran las jaquecas producidas por Sel en mi mente, pero no llegaban. Extrañada, me volví a preguntar dónde estaría el fantasmita puñetero.

-El motivo de que Selman no responda a tus insultos se debe sencillamente a que no está dentro de tu mente. -Me dijo el inquisidor.- Después de sanar tu cuerpo le saqué de tu mente mediante mi magia y le ordené que se presentara ante nuestro Señor, pues tiene que responder ante él por sus actos. Y no te molestes en preguntarme por qué sé lo que estabas pensando hace unos segundos. Como mago que soy, también puedo leerte la mente.-

-¿Y qué le espera a ese espectro cabrón? – pregunté con odio – Espero que el Emperador sea despiadado con él.

-Eso nadie lo sabe – dijo Tar encogiéndose de hombros – Nuestro señor decidirá.


Le vi entonces acercarse a mi y comenzar a moverme el cuello de un lado a otro; me cogió el brazo derecho y me lo flexionó; después, hizo lo mismo con mi pierna derecha.

-¿Qué estás haciendo? – Le pregunté desconcertada-

-Compruebo que tu cuerpo haya quedado bien sanado – respondió flexionándome los dedos de una mano – No quiero que el Emperador te vea lisiada.

Dicho ésto, comenzó a girarme el cuello de un lado a otro y acabó posando su mano derecha sobre mi cabeza. Alcé mi vista para mirarle: parecía que reflexionaba, y sus ojos amarillos ahora parecían ser solo brasas, apagándose poco a poco, volviendo a su color castaño original.

-Es curioso – dijo – Tantos siglos torturando y destruyendo… y tú, precisamente tú, eres lo único que he sanado. El único bien que he hecho.-

Nada más decir ésto bajó suavemente su mano por mi cara hasta llegar a mi mejilla, donde se recreó con una caricia larga y cuidadosa. Y yo, que no había dejado de mirarle, advertí que el hombre al que ahora tenía ante mi era totalmente distinto al Tar al que yo conocía. Por un momento pareció no haber restos del inquisidor mientras me acariciaba, mirándome con sus ojos castaños con una expresión extremadamente triste.

Y de repente, como si se hubiera despertado de un sueño de golpe, sus ojos volvieron a arder en fuego amarillo.
Se apartó de la mesa y se dió la vuelta.

Sin fiarme demasiado dije en un susurro.

-Gracias.-

Tras unos segundos, y cuando estaba a punto de cruzar la puerta, Tar se giró a mirarme y contestó con voz fría:


-De nada. Ahora descansa.- Y cerró la puerta dejándome sola en la Bóveda de Helios....

lunes, 17 de febrero de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 12

CAPITULO 12: REVELACIONES

- Si, soy un mago. -Respondió Tar.- Y uno muy poderoso, además- añadió sin dejar de mirarme – Con estas últimas palabras no quiero que pienses que me estoy poniendo chulo; solo quiero que sepas como son las cosas. Sólo un mago de gran poder habría podido emplear la magia necesaria para salvarte, por lo que… que yo sea muy poderoso ha sido muy beneficioso para ti.

No entendía el sentido de todo eso, asi que le pregunté:

¿ Por qué el Emperador te enseñó las artes mágicas ?-

Le vi extender los brazos y señalar las máquinas de tortura que había en la sala.

-Instrumentos de tortura -Respondió orgulloso–Tú los conoces bien ¿Verdad? – Preguntó sarcástico.

Asentí y él siguió hablando:

-Sabes el terrible dolor y tormento que pueden producir. Son letales… aunque no siempre funcionan.-

Calló un momento y luego prosiguió:

-A lo largo de los muchos siglos que llevo siendo Inquisidor de este lugar, he conocido a personas que poseían una voluntad y resistencia de hierro. No siempre lograba someterlas a mi voluntad, y no tienes ni idea de lo exhasperante… que eso puede llegar a ser – Vi relampaguear sus ojos de rabia y un escalofrío me recorrió de arriba abajo – Les atormentaba con estos instrumentos… y no lograba nada: Unos preferían callar y morían antes de someterse, y otros callaban y aguantaban todos los tormentos a los que les sometía, hasta que quedaban tan destrozados que no me quedaba más remedio que rematarles.

Asentí atenta sin saber aún adonde quería llegar

-Aquello hacía que estallara de cólera – dijo – No lo soportaba. Sin embargo…mi señor no tardó en encontrar la solución a mi problema: La magia. Me dijo que con la magia de mi lado, no habría ser que se me resistiera. Él me entrenó en las artes mágicas, y efectivamente: Desde que las dominé… nadie se me resistió.

Ya con las cosas más claras no pude evitar preguntar:

-Entonces… ¿ Por qué nunca te he visto usar la magia cuándo nos torturas? –

-Porque no ha sido necesario – dijo él encogiéndose de hombros – De todos los moradores que vivís aquí, ninguno ha logrado resistir mis torturas, por lo que no me hacía falta valerme de la magia. Además – Hizo una pequeña pausa y prosiguió:


-Usar la magia para torturar implica riesgos, pues el dolor que se puede llegar a infligir con ella es brutal; un dolor tan terrible y atroz que comparado con ella, estos instrumentos de tortura sólo hacen cosquillas. Si no se usa adecuadamente, lo más seguro es que destroces el juicio del torturado… o lo mates en apenas unos segundos.

Ví a Tar extender su mano derecha, de la que empezaron a brotar relámpagos azules que al golpear la pared arrancaban trozos de piedra con un gran estruendo y una nube de polvo.

-En la magia hay técnicas para torturar contra las que no hay defensa posible – Siguió diciendo el inquisidor mientras bajaba la mano – Créeme, mejor para vosotros que no me forcéis a usar la magia para castigaros.

Me quedé callada largo rato. Asimilándolo todo. Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, y cada vez eran más, como las dudas.

-No lo entiendo- Susurré para mí misma.- ¿Por qué me has curado?- Pregunté a Tar alzando el tono- Si todos los moradores estabais tan enfadados conmigo por lo del robo, por la muerte de Nosfharatu, y si el Emperador estaba tan furioso… ¿ Por qué salvarme y no dejarme simplemente a mi suerte ?

Porque fuiste particularmente difícil de someter, y el Emperador no desea desprender de una sierva que tanto le ha costado ganar – respondió sin inmutarse- Además, el objetivo de todo esto era que escarmentaras y aprendieras la lección, no que te destrozaras el cuerpo.
-¿Cómo? – Grité sorprendida - ¿Todo esto era… era un.. un castigo?

-Lo has entendido a la primera Cris – dijo Tar esbozando una sonrisa malévola –Exacto: El odio de los moradores, el desprecio que has sufrido y el vacío que te han hecho, las torturas psicológicas a las que te ha sometido tu amiguito gaseoso, el mes de enterramiento, las últimas torturas a las que te sometí… todo era un castigo.

-¿ Debido a qué ? – pregunté.

-A que tú y el monje Nosfharatu, hicisteis algo que a nuestro señor le sentó muy mal : Usasteis el pasado de un morador como un arma, y eso es algo que a él le pone muy furioso.-

Ahora sí que me descuadraba todo y no entendía nada. ¿Qué tenía que ver el pasado de los moradores ahora?

Como si Tar me hubiera leído la mente, respondió a mi pregunta.

-El pasado de cada morador representa un tiempo anterior a todo esto – dijo alzando las manos como si quisiera abarcar en ellas la sala de la Bóveda y el Caserón entero.

-Antes de esta vida, antes del Viejo Caserón… antes del Emperador. A él no le interesa nada esa parte de nuestras vidas, ni tampoco la soporta. Sólo le interesa el aquí y el ahora, y el aquí y el ahora es que somos sus criaturas y le servimos ciegamente. Todo lo que sea anterior a su control sobre nosotros lo detesta –

Hizo una breve pausa y siguió:

- La añoranza por el pasado no puede aflorar aquí, por lo que si quieres sobrevivir, debes hacer todo lo posible por erradicar esos pensamientos. Hablar del pasado o intentar usarlo está prohibido, y es castigado severamente.
-Fue por eso por lo que mataste a Nosfharatu – dije atando cabos – porque intentó usar tu pasado contra ti ¿ No ?
-Así es – respondió mi interlocutor –El Emperador habría preferido que fuera torturado como castigo y que siguiera con vida… pero aquella afrenta me hizo estallar de cólera. Nosfharatu intentó herirme usando mi pasado; un tema que sólo me interesa a mi y a nuestro Señor. Los moradores saben lo despiadado que puedo llegar a ser cuando se intenta hurgar en mi pasado, y por eso prefieren no tocar el tema… pero el monje decidió jugársela, y fracasó. Por eso le maté con sumo placer, y contigo habría hecho lo mismo… pero el Emperador apareció y me lo impidió. Tuviste suerte de que apareciera, pues de no haber sido así ahora estarías muerta y habría alimentado con tus despojos a los zombis.

-Y si el Emperador habría preferido que el monje viviera… ¿Por qué no te castigó? – preguntas.

-El “Por qué” acude mucho a tu boca hoy Cris – dijo Tar con voz hastiada – Porque mi desobediencia ha sido muy útil al Emperador, y por eso no me ha castigado y está complacido conmigo. El ver como un morador ha sido ejecutado por hurgar en el pasado ha infundido a todos temor y les ha recordado que les puede pasar si quebrantan esa regla. Además, como Inquisidor Oscuro que soy tengo más privilegios que vosotros.
De repente me vinieron a la cabeza los objetos que aún conservaban los moradores y que alguna vez fueron parte de su pasado: el anillo de Espiral, el peluche de Blood, incluso el cubo del mismísimo Tar. Y no pude evitar hacer la pregunta:

-¿ Y todos esos objetos que tenéis ? Esos objetos que guardáis cada uno de vosotros. Están relacionados con vuestro pasado. ¿Por qué se os permite conservarlos si el Emperador detesta el pasado?

-Porque de esa forma se asegura de que no olvidemos la regla – respondió Tar con frialdad – Al obligarnos a conservar esos objetos nos hace ver que nuestro pasado siempre estará con nosotros, y que por lo tanto siempre estará presente el riesgo de ser castigados si nos atrevemos a usarlo o a añorarlo siquiera.

Asientí en silencio. Era raro, porque en mi mente oía mi propia voz exponiendo y ordenando dudas, nada más. Ni rastro de la voz burlona de Selman, lo que me hizo recordar lo que hacía no mucho había dicho Tar:

-”Las torturas a las que te ha sometido tu amiguito gaseoso...”-

¿Y Selman?¿Qué habría sido de él? En mi mente desde luego no estaba, y fuera...

Alcé el cuello y recorrí con mi mirada la sala. Ni rastro del espectro. Y poco a poco fui siendo consciente de las palabras de Tar...Lo que me llevó a deducir que...

-¿Tú sabías que el espíritu de Selman estaba dentro de mi cabeza atormentándome?- Pregunté atando el último cabo....

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 11





CAPITULO 11: CURACIÓN

Una oleada de dolor me devolvió a la realidad y me hizo volver a abrir los ojos.
Me estaba abrasando, pero a mi alrededor no había fuego, sino una extraña aura rojiza escarlata que me envolvía. A mi...Y a Tar, que estaba a de pie a mi derecha, con las manos extendidas como si quisiera abrazarme, haciendo brotar rayos rojizos que iban de él a mi, mientras una terrible quemazón me envolvía.

Intenté moverme, pero fue inútil. Algo invisible me impedía hacerlo. Miré al techo, el cual vi demasiado cerca; dirigí mi mirada al suelo, y vi la mesa de torturas de la sala debajo de mi pero a cierta distancia. Me hallaba levitando en el aire envuelta en esa especie de aura roja.

-¡ Ar sindanóriello caita mornië !! – Oí pronunciar a Tar- ¡¡ Ar ilyë tier undulávë lumbulë, Cris !!-

Sus palabras provocaron una nueva sacudida de dolor en mi, quería que aquello acabara, y si la muerte venía a mi encuentro la recibiría de buen grado con tal de dejar de abrasarme en el fuego invisible que ahora sentía.

Miré a Tar y vi su gesto de esfuerzo, su frente perlada de sudor y me di cuenta de que estaba haciendo todo lo posible por cumplir la orden del Emperador de dejarme vivir por el momento.


Su voz fue subiendo de intensidad, haciéndose cada vez más autoritaria, intentando imponerse a lo que fuera que quisiera hacerme morir. Sus ojos amarillos relampagueaban mientras se perdían en mi cuerpo al compás de sus manos, que no me tocaban, pero sí dañaban con el rayo bermellón que brotaba de ellas, provocándome un inmenso dolor del que yo quería escapar aunque fuera a costa de mi vida.

    -¡¡Jiv'elgg lueth jiv'undus phuul jivvin!! – Oi gritar al inquisidor - ¡¡ Lil alurl velve zhah lil velkyn uss!!

No me quedaban fuerzas ni para gritar siquiera. No podía gritar, no podía moverme...Sólo podía esperar a que la muerte viniera por mi, y justo cuando pensé que el dolor no podía ser más intenso de lo que ya era; justo cuando pensaba que por fin la dama de la guadaña me acunaría en su regazo, casi con los ojos ya entrecerrados, casi abandonándome al viaje al más allá...Fue justo entonces cuando el dolor cesó.

Todo paró de repente. Volví a abrir los ojos incrédula y miré a Tar con miedo, que en ese momento se acercaba a mi hasta casi rozar mi cara con la suya.

-Cris, Nindyn vel'uss kyorl nind ratha thalra elghinn dal ilil alust- Susurró.

Su boca quedó muy cerca de la mía, y entonces con un suave movimiento me hizo abrir la boca para dejar entrar el aliento oscuro que brotó de la suya.

Cuando su hálito penetró en mí sentí un escalofrío helado que me hizo estremecer y aterrizar sobre la superficie dura y fria de la mesa de torturas suavemente.

Ví que Tar se apartaba un poco de donde yo estaba. Seguía observándome, con sus ojos amarillos clavados en mi, sin quitarse la capucha impidiéndome ver el gesto de su cara. Así me resultaba imposible saber qué había sido de mi. Si realmente había vuelto a vivir como creía o todo era fruto de un sueño y yo ya estaba en el otro lado como también me planteaba en aquel momento.
Carraspeé levemente y los ojos de Tar fueron a los míos.

Con un hilo de voz me atreví a preguntar:

-¿Qué...Que ha...?-Volví a carraspear, porque mi voz temblaba y no quería parecer asustada, aunque no lo conseguí.- ¿Qué ha pasado?-

-Has sido rescatada de los mismísimos brazos de la muerte. Si llegamos a tardar un poco más tal vez ahora tú y yo no estaríamos hablando. Has tenido mucha pero que mucha suerte.-Dice con un deje burlón.

-¿Que fue...?-Noté cómo se me empezaba a formar un nudo en la garganta que me impedía hablar debido al temor que me infundía la mirada de Tar. Me era imposible mirarle a los ojos.

-¿Qué fue lo que pasó?-El inquisidor acabó la frase por mí.

Yo asentí.

-¿Qué recuerdas?.- Me preguntó.- Y más te vale no mentir. Si lo haces, lo sabré.- Snetenció con voz fría.

-Recuerdo...-Comencé nerviosa.- Que me...arrojé desde lo alto del Star Flyer y...me llevaron en volandas...Una luz...Espiral y tú discutiendo...Y lo último que recuerdo es que acabé aquí....Una extraña aura roja me envolvía y tú pronunciabas unas palabras muy extrañas....Es todo lo que recuerdo. -Concluí.

No ocultas nada; bien – respondió satisfecho – Esto es lo que ocurrió: Te arrojaste desde lo alto el Star Flyer y tu cuerpo yació destrozado… hasta que el Emperador y yo te encontramos, ordenando rápidamente a Espiral y a Segismundo que te trasladaran al Laboratorio. Una vez allí intentamos reanimarte, pero tus heridas eran demasiado graves. Espiral no tenía ninguna esperanza… pero el Emperador me ordenó que te mantuviera con vida, y eso hice. Sólo me quedaba una posibilidad. Hice que te trajeran a la Bóveda y aquí te sané el cuerpo mediante otras… formas.

Hizo una pequeña pausa y concluyó:

-Has tenido mucha suerte de que el Emperador me enseñara en las artes de la magia – dijo – De no ser así… no habría podido hacer nada.-

-¿Magia?-Pregunté casi al borde del grito.- ¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Eres un mago?- Pregunté parpadeando incrédula....

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 10

CAPITULO 10: DOLOROSA DUERMEVELA

El suelo cada vez está más cerca, y sonrío extendiendo los brazos mientras caigo. Quiero besar y abrazar el suelo, ser una con él, recibir como se merece a lo que me liberará de mi sufrimiento, de todas las torturas a las que me ha sometido la voz de Sel en mi cabeza. Extrañamente ya no hay dolor en mi boca al sonreir y gritar: “¡VETE!” mientras me estrello contra el suelo. Al acabar de caer me levanto como si nada y dirijo mis pies al Caserón acompañada solo del ruido de mis pasos y del hermoso silencio que acompaña a la noche. Me detengo ante la puerta de mi morada con una sonrisa en los labios, pero antes de que mi mano toque la aldaba me desplomo en el suelo, presa de un indescriptible dolor que me hace abrir los ojos.

Todo aquello fue un sueño... y cuando abrí los ojos el dolor que sentía me hizo saber que mi salto había tenido consecuencias que en aquel momento estaba pagando: mi cuerpo deshecho literalmente, mientras yo me sumaba a él deshaciéndome en dolores, incapaz de gritar, incapaz de nada, dejándome llevar por Espiral y Segismundo, seguidos de Tar y el Emperador, éste último portando el brazo y la pierna que había perdido en la caída.

No pude ver más, porque perdí el conocimiento sumiéndome en sueños inquietos en los que oía la voz de Espiral casi desesperada:

-¡Date prisa, Segis!¡Venga!-

Quise gritarles que no corrieran tanto, que cada paso que daban conmigo en brazos era un suplicio indescriptible, pero no me salió ni un gimoteo y todo lo que dije se quedó en mi mente , y tal vez si lo dije fue en sueños, porque ya no tenía consciencia.

Volví a recobrar el conocimiento y al ver el techo del Caserón supe que volvía a estar en casa. Sin embargo mi visión del techo de la morada avanzaba a toda velocidad mientras a ambos lados oia las respiraciones y pasos acelerados de Espiral y Segis llevándome vaya usted a saber dónde

-La quiero viva, inquisidor.-Oí la voz de Emperador muy cerca de mi.- Viva. No morirá hasta que yo lo decida.

Resoplé y gemí mientras el enorme dolor que sentía me hacía caer de nuevo en el sueño de la inconsciencia.

Para cuando desperté el panorama ante mis ojos había cambiado y la luz del quirófano del doctor Espiral me cegaba. Cuando mis ojos se acostumbraron a aquel destello pude distinguir al doctor del Caserón mirándome entre temeroso y preocupado, junto con Segismundo mordiéndose las uñas histérico a mi izquierda y Tar solo a mi derecha mirándome con expresión seria.

-¿Se pondrá bien? Podré volver a jugar con la pequeña Cris, ¿Verdad?.-Preguntó Segismundo preocupado.- Ante el silencio, volvió a intentarlo, ésta vez casi al borde de la histeria:

-¿Verdad que podré volver a reírme de Cris? ¿Eh? ¿Eh? No puede morir porque si muere no podré reirme de ella y entonc...

-¡Segismundo!-Oí gritar a Espiral.-Sal de aquí. No es el mejor momento.-

-Segismundo..Vete de aquí.- Oí decir a Tar sin levantar demasiado la voz, aunque se notaba que ésta estaba llena de ira.

Al instante escuché los pasos atropellados del loco salir de la sala. Poco más vi y escuché, pues la oleada de dolor que sentí en ese instante me volvió a sumir en el sueño, del cual desperté no sé cuanto tiempo después con un dolor mucho más agudo que el que me hizo dormir.

Un grito desgarrador salió de mi boca. Nadie me dijo que no gritara. Los dos hombres que estaban hurgando en mi interior estaban demasiado ocupados como para decirme nada.

Alcé ligeramente la cabeza y vi a Tar con la cabeza baja mientras sus manos se perdían en mi interior, hurgando en mis entrañas, lo que sin duda explicaba el terrible dolor que sentía y los movimientos tan bruscos que realizaba tratando de liberarme, lo cual fue en vano.

Gotas de sudor perlaban mi frente mientras miraba a Espiral, que en ese momento alzaba un bisturí.

Cuando la cuchilla desapareció de mi vista sentí un dolor agudo recorrerme parte del estómago; sentí manar la sangre donde el doctor había practicado la incisión, y gemí de dolor al notar la mano de Espiral meterse en mis entrañas para volver a salir portando algo viscoso que no pude saber lo que era, y que vi cómo tiraba al suelo para de un tarro sacar algo similar a un hígado y de un golpe, sin ninguna delicadeza, puso en el lugar que ocupó el mío; Vi que Tar tenía cogido un hueso que dió al doctor que intentó coserlo vaya usted a saber dónde, sin ningún éxito. Cada puntada era un dolor gigante.

Apreté los labios para acallar el grito, pero no sirvió de nada. El dolor me consumía y aullé, volviendo a desmayarme otra vez....

...Y de nuevo, al rato, un dolor mucho más intenso volvió a despertarme, y otra vez me dormí acunada por el dolor, que en no mucho tiempo volvió a devolverme la consciencia, no por mucho tiepo. Despertares cada vez más breves.

Las caras de quienes se hallaban conmigo mostraban cansancio y desesperanza que no tardó en materializarse en la voz angustiada del doctor Espiral:

-Poco se puede hacer ya, inquisidor. Lo hemos intentado todo y no hay manera. Sus heridas son demasiado graves.-

-No.-Oí que negaba el inquisidor decidido, a pesar de que su cara mostraba preocupación.- El Emperador ha dicho que la quiere viva y vivirá.-

Espìral chasqueó la lengua.

-La cosa no pinta bien. Lo hemos intentado todo y...-

La voz enfadada de Tar cortó la del doctor:

-¿Tan pronto te rindes, Espiral? No es lo que quiero oir ahora. Dime, ¿Crees que debo someterte a tortura para cambiarte el humor?

-¡No!-Le oí gritar.-¡No, por favor!¡ He hecho todo lo que he podido, tú lo has visto!-Se defendió.

No os pongáis a discutir ahora, por favor. Gritos ahora no...” Supliqué en mi mente. Además del dolor, la cabeza me zumbaba, y lo último que necesitaba era que aquellos dos se pusieran a discutir.

Lejos de hacerme caso, siguieron la riña.
-¿De qué me servís tú y tu laboratorio entonces?-Oigo que pregunta con maldad Tar.-A lo mejor deberíamos prescindir de tí. Ya sabes que nuestro señor me ordenó deshacerme de todo lo inútil en el Caserón...-

-¡No!-Oí que seguía suplicando Espiral.- ¡Por Lucifer!-Bramaba con miedo-¡Mírala!¡Mira cómo está! ¡Apenas se puede hacer nada! Y yo... yo jamás me había enfrentado a algo así...Yo....- Se echó a llorar.- Por favor...Haré lo necesario para ayudarte, pero por favor, ten misericordia de mí...-Siguió clamando.

Ví la mirada amarilla de Tar posarse sobre mi y temblé mientras sus ojos me recorrían de arriba abajo. Mi visión se fue desenfocando poco a poco hasta que sólo dominó la oscuridad y el dolor. Ahora sólo oía las voces de los allí presentes:

-El tiempo se agota. Se nos va.- Oí decir a Espiral.- ¿Qué podemos hacer?

    -Llama a Segismundo, al menos haréis algo útil.-Oi  sentenciar a a Tar.

-¿Hay forma de curarla?-Escuché la voz del doctor teñida de cierta esperanza.

-La hay, pero no es asunto tuyo.-Fue la respuesta de Tar-¡Llama a Segismundo!-Tronó.

Escuché los pasos acelerados del doctor saliendo de la sala y gimoteé, traté de girarme, pero el dolor me impedia hacer cualquier movimiento. Tenía mucho sueño. Sólo quería que aquello acabara de una vez.

Pero entonces...Más pasos atropellados acercándose. Y mis párpados parecían pesarme tanto que no podía ni quería abrirlos. Estaba demasiado agotada.

De nuevo la voz de Tar.

-Llevadla lo más rápido que podáis a la sala de la Bóveda de Helios. Y ni se os ocurra inmiscuiros o preguntar qué pasará u os aseguro que cuando haya acabado con ella seréis sometidos a castigo. Desde éste momento Cris es asunto exclusivamente mío.-

Noté que me levantaban y corrían conmigo mientras yo hacía un esfuerzo sobrehumano por abrir los ojos. Lo conseguí y vi dónde estaba: atravesaba el pasillo del Caserón: vi a Regan revolverse en su cama y sacarme la lengua cuando pasamos ante ella a toda prisa, mientras yo suplicaba en silencio que me dejaran en paz, que mis portadores me soltaran, porque los movimientos de éstos al llevarme sólo acrecentaban mi dolor; Vi a Blood, a Antonio junto con Alex y Moi, los monaguillos, vi a Jason...Hasta que vi el techo de la bóveda y sentí cómo me estrellaban contra una superficie dura. Me estremecí más de miedo que de dolor cuando escuché la voz de Tar:

-¡Fuera! Cris es ahora mi asunto...-

Oí pasos correr despavoridos mientras cerré los ojos, deseando que todo acabara de una vez...Y pensando ésto, me volví a sumir en la inconsciencia presa de un terrible dolor y el peor aún presentimiento de que aún me quedaba mucho que sufrir...