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sábado, 29 de marzo de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 17

CAPITULO 17: PLANES

La espera se me hizo eterna después de alimentarme y de que mis hermanos me dijeran que el Emperador les había permitido salir a hacer de las suyas por el Parque.

-Tu culpa, por haber querido ser vampiresa....-Me dijo el Emperador con malévola diversión.- Si no lo fueras, ahora mismo podrías salir un rato a divertirte...-Añadió con una risita.

Agaché la cabeza resignada y me senté sobre la tapa de mi ataúd mientras Segimundo me daba una palmadita en la espalda:

-Tranquila, Cris. Te lo contaremos todo cuando volvamos, ¿Verdad chicos?-Preguntó al resto.

-¡Siiii!-Contestaron todos.

-Seguro que allí fuera se mueren por vernos...-Dijo Adri.

-Si...Seguro que se mueren de ganas de ver a los “moradores” del Viejo Caserón...-Añadió Dani.

-¡Venga, chicos, vamos!-Apremió Espiral instando a los demás a salir de la cripta.

-¡Luego nos vemos, Cris!-Se despidió Jason.

Y me pareció una eternidad el tiempo transcurrido desde que los vi salir hasta que volvieron, pues desde que mis hermanos se fueron sólo oía gritos de dolor provenientes de la Bóveda de Helios: los gritos de la desdichada visitante que yo había entregado a Tar para que se divirtiera. Y por los aullidos que llegaban a mis oídos, el inquisidor debía de estar gozando de lo lindo mientras ella suplicaba piedad.

Mis sais, con las que en ese momento estaba practicando, cayeron al suelo por culpa del estremecimiento de placer que sentí al escuchar un nuevo aullido de la visitante a la que Tar torturaba.

Las piernas me flaquearon y sintiendo escalofríos me mordí el labio con tanta fuerza que hice brotar sangre oscura de él mientras intentaba incorporarme y andar hacia el foco proveniente de los gritos: la Bóveda de Helios.

Y ahí me quedé: en la puerta de la gran sala, sin atreverme a abrirla o a llamar siquiera, estremeciéndome de gozo con cada grito de la pobre visitante a la que el inquisidor torturaba.

En uno de esos espasmos me di contra la puerta, y acabé en el suelo, luchando por respirar, hasta que unos gritos histéricos me hicieron salir de mi particular estado:

-¡Cris!¡Cris!-Me dijeron Adri, Iri, Sara y Dani, los zombies.- Todos están esperándote en la cripta para contarte cómo ha ido todo!-

No me dio tiempo a reaccionar porque directamente me arrastraron del brazo hasta la cripta.

Me senté sobre mi ataúd cerrado dejando que Blood y Regan se sentaran junto a mi mientras el resto de mis hermanos se sentaban en el suelo, alrededor del ataúd.

-A ver, contadme.-Les pedí.
Segismundo estalló en risas:

-¡El doctor casi le clava una jeringuilla a una chica!-

-¡Si!-Interrumpió Ymir.- Y no sé por qué, pero cada vez que la gente me ve, se ríe mucho...Y ya sabes que no me gustan las risas...-Sonrió alzando su cuchillo.

-¡Ay, y qué risa!-Dijo Blood emocionada tirándome del mechón de pelo que me estaba trenzando en ese momento provocando que me quejara.

-Huy, Cris, lo siento...-Se disculpó ella.- ¡Pero es que ha sido buenisimo!-Añadió riendo y soltándome el pelo.- ¡Me he subido a la espalda de un visitante que no dejaba de temblar. ¡Estaba temblando de miedo, Cris!-Gritó emocionada.-Pobrecito...-Ironizó.

Yo me reí y pregunté al cura y los monaguillos:

-Y vosotros, ¿Qué habéis hecho?-

Antonio, el cura, suspiró y negó con la cabeza.

-Ay, Cris...No sabes la cantidad de ateos que hay ahí fuera.-Dijo con una risita.- Les he echado un buen avío de agua bendita. Lástima que sólo fuera agua...-Se lamentó suspirando.

-Si os hubierais llevado ácido habría sido mucho más divertido...-Comenté yo riendo.

-¡No podemos, Cris!-Interrumpió Moi de repente.-Ya sabes lo que opina nuestro señor al respecto...-

-Podemos dañar solo a los visitantes que entren al Caserón, pero no a los del exterior. Sólo podemos dañarlos al salir a cazar, con el Parque cerrado.- Recordó Álex.- Hay que mantener el secretismo y las apariencias del Viejo Caserón....-Añadió con voz tenebrosa intentando imitar la voz del Emperador.

Yo asentí recordando al instante la norma que se nos imponía al respecto.

-Es verdad.-Susurré.

Jason soltó un bufido.

-Pues yo ya estoy más que harto de no ver más allá del Parque, que queréis que os diga. Mi motosierra pide sangre nueva...-Dijo esbozando una sonrisa.- ¿Y si vamos fuera aunque sea un ratito?-

Todos pusimos cara de pocos amigos por lo que eso suponía.

-Vamos, nadie tiene por qué enterarse. Lo haremos al final del día, cuando el Emperador y el inquisidor se vayan. ¡Seguro que será divertido!- Añadió.- Veeengaaaa.- Suplicó.

Yo suspiré.

-Supongo que es buena idea. Yo también estoy harta de no salir del Parque...-Miré a mis hermanos buscando sus reacciones.- ¿Qué opináis?-Les pregunté.
-¡Sangre nueva!¡Sangre nueva!-Gritó Blood levantándose de golpe del ataúd.

-¡Sangre, sangre!-Jaleó Segismundo.

-Creo que aquí todos pensamos lo mismo...-Apuntó Dani.

-Si.- Corroboraron a coro los zombis Adri, Iri y Sara.-Vámos fuera, chicos, que por un día no va a pasar nada. Nos esperamos a que el Emperador y el inquisidor no estén y listo.-

-Por mi, vale.- Dije yo.- Pero para eso aún tenemos que acabar la jornada de hoy, y por lo que veo...- Agucé el oído y escuché grititos ante la puerta del Caserón, justo antes de oír los tres golpes en la aldaba.-...Ya están aquiii...-Canturreé agazapándome de un salto en el techo de la cripta y haciendo que todos mis hermanos se levantaran y se dirigieran a la puerta.


-Luego os veo.-Les dije guiñándoles un ojo y preparándome para asustar a todo visitante que osara entrar en la cripta...

martes, 25 de marzo de 2014

Práctica Info Conflicto: El Efecto Espectador

Práctica de hoy sobre el llamado "efecto o síndrome espectador" 

¿La gente puede volverse de piedra ante el dolor ajeno? ¿Puede haber dolor ante nuestros ojos y que no hagamos nada al respecto?

Esto tiene un nombre: Síndrome del Espectador, consistente precisamente en eso: en que los espectadores del suceso lo ignoran completamente: podemos ir conduciendo tranquilamente por una carretera y ver un accidente de tráfico atroz, manteniéndonos impasibles ante el mismo atendiendo a la máxima “Bah, no pasa nada. Ya vendrá la policía, alguien verá el accidente y ayudará, yo llevo demasiada prisa como para entretenerme en eso” o, la del “Paso de bajarme ahora, que ayude otro”, o simplemente la excusa del “A mí es que la sangre me da asquito”
Un ejemplo más que claro está en la noticia de la niña china que fue atropellada en 2011 en su país.
Yue Yue, de dos  años de edad fue doblemente arrollada al tiempo que ignorada por dieciocho personas que presenciaron el suceso. Sólo una mujer se dignó a ayudarla y tuvo que pagar el repudio de la sociedad china, que la acusó de querer llamar la atención en los medios, e incluso el primer conductor que la atropelló declaró que “cualquier persona en su lugar habría huído para no tener que pagar una compensación económica.”.
Y es que por lo visto, en la sociedad china está bastante arraigado eso de no ayudar ante las desgracias ajenas:
Un hombre se desplomó en una calle de Fuzhou sin que nadie hiciera nada por ayudarlo (¿Es casualidad que no haya encontrado noticias al respecto y que la única mención al caso se haga en la noticia de la muerte de Yue Yue?) y las únicas declaraciones verdaderamente repugnantes de la gente fueran: “No lo toques, después te será difícil aclarar lo que pasó”.
Es increíble que a día de hoy tengamos tan poco sentido de la ayuda y alguien pueda estar muriéndose ante nuestros ojos, o simplemente pasándolo mal mientras nosotros pasamos de largo, miramos hacia otro lado, o directamente observamos el suceso pero no hacemos nada.
Como dice el dicho,  “Lo que se siembra se recoge”.
¿Y si fuéramos nosotros los que estuviéramos en el suelo? Otro gallo cantaría, ¿Verdad?

Así es como funciona el efecto espectador. En nuestras manos está dejar de ser espectadores y empezar a ser actores.

sábado, 15 de marzo de 2014

Trabajo sobre la visita a la Biblioteca Nacional

Mi profe nos da libertad de formato y pasa lo que pasa: que yo, harta ya de relatos y crónicas, me atrevo con el verso. 
¿El resultado? Éste. Rimas simples pero que espero que al menos compongan un trabajo original... :)


-VISITA A LA BIBLIOTECA NACIONAL- Cristina Bermejo

I- ENCUENTRO

Eran ya las tres y media,
Y había quedado a las cuatro,
Con mi compañera Pamela,
Para hacer cierto trabajo.

Presta salí de mi casa,
Y cogí el metro al vuelo.
Metro que me llevaría
De mi compañera al paradero.

Y así fue como las dos
Fuímonos al encuentro
De Irene, otra compañera,
Con la que haríamos el proyecto.

Bajo tierra deambulamos,
El Metro nos recorrimos,
Hasta que en Colón bajamos,
En busca de nuestro destino.

Y en el trayecto que fue,
De Colón hacia la calle,
No me avergüenza reconocer,
Que acabé por enamorarme.

Me enamoré de una puerta:
Una puerta misteriosa,
De metálica brillantez,
E iluminadas letras rojas.
“Tren del terror” decía el cartel
Y casi se me desencaja el brazo
Cuando Irene tiró de mí
Instándome a dejar de mirarlo.

Obediente la seguí,
Y aunque no dije ni media
Me moría por entrar al tren,
Atracción del Museo de Cera.

“Otro día será”, me dije
Mientras caminábamos sin parar
Dirigiendo nuestros pasos,
A la Biblioteca Nacional





II-MUSEO Y BIBLIOTECA NACIONAL

Y cuando a nuestro destino llegamos
Contemplamos el edificio
De piedra y de gran belleza
Y sin dilación a la puerta acudimos.

Entramos en el vestíbulo,
Donde nos dieron tarjetas
Que nos identificaban como visitantes
Que habían hecho reserva.

Al ratito vino un señor,
Bastante simpático él,
Que nos dijo que nos guaría,
Todo el museo a través.

Bajamos las escaleras
Hasta un sótano bajo:
La entrada del museo:
La primera sala nos estaba esperando

En esa primera sala
Nos hablaron de la Biblioteca,
De toda, toda su historia
Y de sus sedes antiguas y nuevas.

Y es que la Biblioteca
Tuvo una historia movida,
Sus sedes cambiaron varias veces,
Durante toda su vida.

Nos hablaron también,
De los miles de libros
Que alberga la Biblioteca.
Y de todo el procedimiento a seguir
Cuando un libro llega a ella.

Pendrives, cedés y vinilos
Expuestos en las vitrinas
Ilustraban con gran gracia
El cambio que los formatos de escritura sufrían.





Y después de todo ésto
Nos contaron con detalle
La historia de la escritura
De todo un tiempo a ésta parte.

Y mientras el guía narraba,
Veíamos la exposición
De libros, papel, y filigranas
Que había en el expositor.

Y después así llegamos
A la Sala de las Musas
Que albergaba una exposición temporal
Que me resultó curiosa como nunca

Era una exposición de mapas
Geográficos de otros tiempos
Todos toditos antiguos,
Casi ninguno moderno.

Y después de ésta salita
Seguimos con mesura
El itinerario que nos mostraba
La historia de la escritura.

Y después ésta sala
Pasamos a otra nueva
Códices, beatos y facsimiles
Hicieron que evocara otra era.

Y otra era evocamos
Cuando entramos allí
A otra sala donde se exponía
El Cantar del Mío Cid.

Pero también vimos libros de horas
Y herramientas de escritura.
Y nos dijeron que la Vulgata de S. Jeronimo
Fue el primer libro impreso que en el museo perdura.

Nos hablaron de los incunables
Y fuimos a la sala del libro del mes
Dedicada a Andrés Bonifacio
Para después ir a la sala café.

Una sala como los cafés literarios
Donde admirar su belleza
Y también sentarse un rato.



Vimos la sala de música
Y el Aula del Quijote
Y seguimos adelante
Hasta que de nuevo subimos
Al hall donde estuvimos antes.

Y del hall por fin
A la calle de nuevo fuimos
Respiramos aire puro
Mientras a la biblioteca nos movimos.
Y entramos por fin
A contemplar la biblioteca
Una habitación maravillosa
Toda de gran belleza.

Sus moradores, todos concentrados
Con la vista en sus pantallas
Y para nada alarmados.

Yo, super alucinada,
Viendo la gran biblioteca
Sus mesas, estantes y libros
Maravillosa apariencia.

Y después, cuando salimos
Retornamos a la entrada,
Donde entregamos las tarjetas
Dando la visita por terminada.

III- OPINIÓN PERSONAL

Como opinión personal,
Y para acabar diré
Que a pesar de lo cansada que fue
La visita estuvo bastante bien.

Aunque al principio pareciera
Una clase repetida
Debo decir que al final
Estuvo muy entretenida.

No obstante sí remarco
Que fue cansada y algo densa
Demasiado tiempo de pie
Y ni mucho menos fue sólo hora y media.




Asi que al que vaya a ir
Le recomiendo calzado cómodo
Y también algo de paciencia
Porque como ya digo,
La visita no será sólo hora y media.

Pero no obstante ahí va
Toda mi recomendación
De realizar ésta visita

A éste lugar sin parangón.





martes, 11 de marzo de 2014

Trabajo Historia de la Escritura: Sistema Braille

¿Cómo "leen" los ciegos el mundo? Irene, Pamela y yo hemos hecho un trabajo para Historia de la Escritura donde hablamos del sistema braille, portal de las personas invidentes a la cultura escrita.

Pero no sólo eso. Desde aquí os animamos a que, aunque no forméis parte de nuestra clase,  twitteéis con los hastags #CulturaACiegas y #CulturaEscrita fotos de cualquier elemento que os encontréis (carteles, botones de "STOP" de los buses...) y que aparezca en braille.
¿Os animáis? :)

Práctica de clase: Opinión sobre documental "La guerra que usted no ve" de John Pilger

Muertes, heridas, balas, bombas, armas químicas, abusos sexuales, sangre…

Esto tiene un nombre: Guerra.
Y nosotros, los periodistas tenemos el derecho, como profesionales de la información que somos, de transmitirla objetivamente, de decir lo que pasa en cada momento; de contar quien muere, quien vive y quién ejerce su hegemonía sobre el territorio en conflicto, hasta ahí todo bien.

En la visión que nos ofrece John Pilger en el documental “La guerra que usted no ve” se percibe otro tipo de periodismo: el periodismo supuestamente -y siempre bajo el prisma del director de la película-, velado y presumiblemente manipulado por los Estados Unidos.

Todo esto es narrado por Pilger ejemplificándolo con varios conflictos: el de Irak en 2003, la guerra de Vietnam y el de Israel y Palestina.

En la cinta se nos habla de la figura de los periodistas empotrados no como quienes cuentan lo que ven mimetizándose con el entorno y siendo parte de él (recordemos que los llamados empotrados son los que acompañan a los militares en sus misiones), sino como meros espectadores del conflicto del lado de los militares y por tanto a través de sus ojos: A través de los ojos de gente que (no todos y no siempre, claro está, y mucho ojo con esto), abusa de su situación de poder sobre la población civil para cometer las más impensables atrocidades.

Y según Pilger, los periodistas que van empotrados, se lo callan y no lo sacan a la luz.

Y sorprendentemente, detrás de todo esto estaría el mismísimo gobierno de los Estados Unidos, que defienden la guerra (caso de Irak 2003) a pesar de haber miles y miles de muertos y de otros tantos miles de personas forzadas a abandonar sus casas.

Según los propios periodistas estadounidenses, el gobierno estaría llevando a cabo el circo mediático: El Pentágono haciendo propaganda masiva de la guerra, derribo de la estatua de Hussein por parte de un oficial estadounidense…

Pero…¿Por qué todo éste circo? Simple: porque sus payasos necesitan dinero.
En palabras de Julian Assange el dinero es el único promotor de las guerras.

No olvidemos que tratamos con un tema delicado: ¡Que las guerras han segado millones de vidas, oiga!

Pero lamentablemente, sea por dinero o por lo que fuere, las sigue habiendo, y aún hoy en el caso de Estados Unidos, hay gente del periodismo que dice: “Esperamos que cada estadounidense apoye a nuestros militares, y si no, que mantenga la boca cerrada”.

Bravísimo por aquellos defensores de la doctrina del miedo (Se nota la ironía, ¿no?) que no solo se limitan a decir esto sino que además permitieron en su día que la sede de la televisión Al Jazzeera fuera bombardeada en opinión de algunos para acallar a los periodistas irakíes.

Por si esto fuera poco, en el documental también se exponen supuestas mentiras de la OTAN, que reconocían muchísimos menos muertos de los que había, haciendo creer que la guerra era una mera caricia y no la brutal violación que estaba siendo.

Pilger habla también del conflicto de Vietnam y lo presenta como el conflicto que aprovechó el cine americano para ensalzar su heroísmo poniendo de ejemplo la cinta “Hurt Locker”, en la que se justifica el conflicto para poder controlar recursos de otros pueblos.

Y se ven las imágenes que deja la guerra: niños de mirada perdida que te observan desde la distancia, sin sonrisa en sus rostros, que han visto su infancia truncada con el sonido de los bombardeos.

Ya en la actualidad, tras el ascenso al poder de Obama, Cynthia Mc Kinney, ex congresista estadounidense se avergüenza de que su presidente, una persona de color mantenga las tropas de Estados Unidos en Irak y que además procese a los contadores de verdades.


Bajo mi punto de vista se debería dejar que el periodismo fluyera con total libertad, porque la misión principal del periodista es ser completamente objetivo, contar lo que ve, con sus pros y sus contras sin dejarse manipular y ni mucho menos amedrentar, porque esa es su misión: contar todo cual lo ve para que la gente pueda formarse su propia opinión.


jueves, 6 de marzo de 2014

Luz Mortal

Aviso: Nada que ver con lo que sucederá en el futuro en "Visita al Viejo Caserón 3". Es algo que se me ha ocurrido, pero nada más. No está ligado a la historia ni nada parecido. ¡Que lo disfrutéis! :)

Había hecho que el fuego crepitara sobre ella, la había visto morir varias veces con una sonrisa en sus labios, la había llegado a considerar un autentico lastre para el Caserón.

A ella, a quién ahora tenía entre sus brazos, y ahí, en esa mesa en la que ambos yacían tumbados, uno junto al otro, mirándose, en esa mesa precisamente la sometió a la más cruel de las torturas más de una vez y más de dos...Y ahora la miraba -su pecho subiendo y bajando suavemente mientras respiraba tranquila, los ojos cerrados, durmiendo sosegada- y se odiaba a si mismo por infrigirla tanto tormento en el pasado...

La acarició el pelo y deslizó el revés de su mano por la mejilla de ella, y ella sonrió sin abrir los ojos mientras le abrazaba.

Él encendió su mechero, del que brotó una llamita, iluminando el rostro de la muchacha que yacía a su lado, y ella pareció removerse, como si hubiera notado la luz. Él apagó el mechero para no alertarla y la besó los labios fugazmente, y de repente ella se removió en sueños, y comenzó a gritar sin abrir los ojos:

-¡No!¡No!- Se incorporó de un salto en la mesa y abrió los ojos de golpe, mirando a ambos lados, y cuando descubrió a Tar a su lado, le abrazó.

-¡Cris! ¿Qué te pasa?-La preguntó él alertado sin dejar de acunarla mientras sentía la humedad que brotaba de los ojos de ella contra sus mejillas.

-He soñado...Había sol. Me daba la luz del sol, y...-Calló mientras se abrazaba más fuerte a él.

-Solo ha sido un sueño Cris. Vuelve a dormir tranquila, pequeña. Te aseguro que nadie nos hará daño. Nadie de aquí ni de fuera.-Y por un momento sus ojos se volvieron amarillos.

-Pero el Emperador dice q....-Comenzó a replicar ella.

-El Emperador no sabe lo mucho que te quiero.- Sentenció Tar.- Nadie nos separará. Y eso es una promesa.- Dijo mientras se volvía a echar junto a Cris, que cerró los ojos aferrada a él, que alzó su vista al techo, a la bóveda que de pronto comenzó a chirriar y por la que antes de que Tar se diera cuenta se colaron unos rayos de sol que dieron directamente al cuerpo de Cris, haciendo que ésta gritara y se soltara de su abrazo.

-¡No!-Dijo él lleno de rabia levantándose e intentando socorrerla.

Pero no pudo hacer nada más que escuchar sus quejidos mientras ardía ante sus ojos para convertirse en ceniza.

Por primera vez en su vida, el olor a carne quemada le resultó desagradable, y gritó de asco, pero sobre todo de rabia, mientras la voz del Emperador invadía su mente:

-Os lo dije: Os dije que no os saldríais con la vuestra. El amor no cabe aquí. Y ve con cuidado, Tar, porque...Tú serás el siguiente...

miércoles, 5 de marzo de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" capitulo 16

CAPITULO 16: VISITANTES

Los tres aldabonazos en la puerta me despertaron de mi sueño.

Tras la caza de la noche anterior me sentía de nuevo con fuerzas renovadas, y de un saltó salí de mi ataúd y me agazapé en el techo aguardando al grupo de visitantes que irremediablemente bajaría a la cripta.

Y efectivamente, al rato bajaron todos, visiblemente destrozados por las armas de mis hermanos, haciendo que un delicioso olor a sangre invadiera la sala.

Agazapada en el techo, observé a mis hermanos que estaban tras los visitantes tratando de contenerse para no rematarlos aún.

Escuché los rezos falsamente sufrientes en voz baja de Antonio a modo de mofa de la situación, mientras que los dos monaguillos a ambos lados del cura sujetaban a Regan para que no se abalanzara sobre los visitantes.

Sonreí y de un salto bajé al suelo, pasándome la lengua por los labios mientras miraba a los visitantes que apenas podían tenerse en el suelo: un grupo de tres chicos y dos chicas; Los miré de arriba abajo y me estremecí de puro placer. Más que alimento necesitaba diversión, así que cogí una de las sais que colgaban de mi cinturón y amenacé con ellas a los visitantes mientras los miraba uno por uno, dejando que mis ojos se recrearan en cada una de sus heridas.

Sin embargo...Había una chica que todavía se revolvía intentando zafarse de los brazos de Ymir: Una chica de pelo rojizo y ojos oscuros que no presentaba ninguna herida e intentaba desasirse del payaso que estaba tras ella.

-¡Pero bueno!.-Dije sonriendo mientras la amenazaba con mi sai, que sin tocarla la recorrió de arriba abajo mientras ella seguía aterrada el vaivén de mi arma con la mirada.- ¿Qué tenemos aquí? ¿Cómo es que a ti no te han tocado, preciosa?-La pregunté sonriendo.

-Es para el inquisidor.- Oí la voz del Emperador en mi mente. -Así que no te cebes.-Me ordenó.

Asentí y le contesté mentalmente que no me pasaría con ella, pero eso no impediría que me divirtiera un rato.

-Bueno....¿Cómo te llamas, cielo?- La pregunté con voz melosa haciéndola creer que sería amable con ella.

-Lu...Lucía.-Contestó ella temblorosa y al borde del llanto mirando cómo uno de sus compañeros de grupo acababa desplomándose y era apuñalado por Blood sin piedad ninguna haciendo que la visitante rompiera a llorar.

-¡Le habéis matado! Pero, ¿Qué coño hacéis aquí?-Preguntó entre lágrimas.

Yo me reí, la liberé de Ymir y la abracé.

-Venga, Lu, que no es para tanto...Tranquila, ¿Vale? Si te portas, quizá tú no corras esa suerte.-La susurré deshaciendo el abrazo para mirarla.

-Dime, Lucía...¿Qué haces con tu vida?- La pregunté muy suavemente.
Mis hermanos, que ya sabían que bajo mi aparente amabilidad se escondía algo más, rieron.

-Pues...yo...soy...-Empezó a contestar temblorosa Lucía a mi pregunta.

El gesto de mi cara empezó a cambiar y mis ojos se volvieron fríos mientras se clavaban en el rostro de la joven; Mi voz subió algo más de tono y se volvió mucho más dura:

-Y hoy has decidido venir a pasar un buen rato al Viejo Caserón, ¿No?- Inquirí burlona antes de soltar una carcajada.- Pues no sabes lo que has hecho...No. Definitivamente no lo sabes...-Reí mientras levantaba mi sai derecha como si fuera a atacar a la joven, amenazando.

-Por favor...No me hagas daño...No...-

-¡Mátala, Cris!-Me dijo Blood.- ¡Quiero sangre!-

Segismundo rió histérico y cuando le miré clavó el cuchillo al visitante al que sujetaba dejando que cayera al suelo sin vida.

Los llantos y gritos de Lucía llenaron la cripta y entonces la cogí de la mandíbula obligándola a callarse y mirarme.

-Ya van dos muertos, Lu. Dos de un grupo de cinco...-Dije yo con una risita mientras alzaba mi sai.

-¡No por favor! ¡No me hagas daño!- Dijo.

Yo me mantuve ahí, con la sai levantada, mirando fijamente las pálidas mejillas de la chica por la que corrían lágrimas de rímel oscuro.

Acerqué mi rostro al de ella, situando mi boca muy cerca de su pómulo, saqué la lengua y lamí la mejilla suavemente, notando como Lucía temblaba y se tensaba ante mi particular “caricia”.

-La va a matar, la va a matar, ya veréis...-Oi que reía en un susurro Jason.

-Lo que daría yo ahora por estar en su lugar...-Oí que decía Irina.- Me encantaría probarla...-

Continué acariciando con la lengua la mejilla de Lucía y decidí pasar suavemente mis dientes por ella, sin hacer mucho daño, haciendo que ella se enervara más.

-No, por favor...-Suplicaba entre llantos justo antes que que yo le clavara mis colmillos en la mejilla, tirando de ella y arrancándola el pómulo que escupí al suelo sin delicadeza.

-Soy vampiresa, las mejillas no me gustan demasiado...-Me burlé.

Pero nadie me oyó porque Lucía cayó al suelo retorciéndose de dolor.

Mis hermanos se soliviantaron e hirieron a los visitantes que quedaban vivos mientras yo ogía a Lucía del cuello y la sacaba de allí en dirección a la Bóveda de Helios.

-¡Guardad algún bocado para mi!-Les grité antes de abandonar la cripta.

Cuando llegué a la Bóveda, a punto estuve de ser víctima de mi subidón de adrenalina y abrir la puerta de la sala violentamente, sin pensar, pero luego reflexioné sobre mi suerte si lo hacía y pegué un par de patadas a la puerta mientras mantenía sujeta a Lucía, que gritaba llorando.

-Cuando entres ahí desearás que te hubiera matado yo, créeme.- La dije.

Cuando la puerta se abrió entré y arroje a Lucía a los pies del inquisidor y sin decir palabra, abandoné la sala y cerré la puerta.

En menos de cinco segundos los gritos de la visitante que acababa de entregar a Tar invadieron mis oídos haciéndome estremecer de gozo.

Bajé de nuevo a la cripta donde mis hermanos jugaban con los cadáveres de los tres visitantes del grupo.

-¡Te hemos dejado uno medio vivo, Cris!-Me dijeron Moi y Álex.

-He tenido que hacer maravillas para reservártelo.-Dijo Antonio mirando al resto de moradores que devoraban con avidez los cuerpos.


Hice un asentimiento de cabeza y sonreí en señal de agradecimiento y me fui a mi “plato de comida”, le clavé mis sais, me deleité con cada uno de sus gritos y me lancé a su cuello....

lunes, 3 de marzo de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" capitulo 15

CAPITULO 15: DE CAZA

Volví a sentirme en casa mientras mis hermanos y yo recorríamos el Parque en busca de algún empleado rezagado al que hincarle el diente.

Y de camino pude volver a entablar conversación con mis hermanos, retomando la relación que siempre había mantenido con ellos, además de conocer a los tres nuevos moradores que se incorporaron y que yo no había tenido tiempo de conocer demasiado bien (básicamente porque se encargaron de ayudar a Tar durante mi entierro): el cura y los monaguillos.

De Antonio, el cura, descubrí que era un chico tímido, pero muy simpático cuando cogía confianza, como Álex, su hermano, que era el más cortado de los tres pero también se soltaba cuando cogía confianza.

Moi, el otro monaguillo era el más “echado para adelante” de los tres, más descarado pero no por ello menos majo.

Mientras charlaba con ellos tratando de conocerlos, Jason nos alertó:

-Shhh.-Nos siseó haciendo que los cuatro nos calláramos de repente. Estaba tan absorta en la conversación con los clérigos zombis que ni me dí cuenta del dulce aroma que inavía nuestro alrededor.

-¡Mira qué chica más guapa va por ahí!-Dijo el chico de la motosierra señalando a una chica que caminaba hacia nosotros, que corrimos a escondernos tras un muro del castillo de Los Fiordos a esperar a que pasara ante nosotros.

Moi se rió y dijo picarón:

-¿Quieres echarle el guante, Jas?-

-La motosierra, más bien.- Apuntó Espiral haciendo que todo estalláramos en carcajadas.

Sonreí y abracé instintivamente al doctor y a Segismundo, abrazo al que se unieron todos los demás: Jason, Ymir, Regan, Blood, Sara, Iri, Adri, y hasta Antonio, Moi y Álex

Volvía a sentirme feliz de estar de nuevo con mis hermanos, y así se lo hice saber mientras nos abrazábamos:

-Hermanos, no sabéis lo feliz que me siento de estar de nuevo con vosotros...-Dije sinceramente.

-Pues todo se lo debes a Tar...-Dijo Espiral en un susurro.- No sabemos cómo, pero gracias a él y sólo a él has vivido para contarlo...-

Guardé silencio. No me fiaba demasiado del inquisidor.

-¡Chicos!¡Chicos!-Dijo Jason histérico.-¡La quiero!¡Y ya viene!-Rió haciendo rugir la motosierra.

-Shhh.-Dije yo.- ¡Apaga eso, que te va a oir!-

-¡No me oye, mira!-Contestó él señalando a la chica que sostenía un mp3 enganchado a unos auriculares que lucía puestos en los oídos.
Jason sonrió y corrió al encuentro de la chica, apareciendo frente a ella, que asustada se dio la vuelta, haciendo que Jason corriera y se situara tras ella, que echó a correr a través de la Gran Avenida perseguida por el de la motosierra mientras todos nosotros salíamos de nuestro escondite y los seguíamos de cerca, adelantándonos a su carrera y aguardándolos en la puerta principal del Parque escondidos en una taquilla.

Cuando la pobre chica creyó que al fin alcanzaba la libertad y salía del recinto, salimos de nuestro escondite y nos abalanzamos sobre ella.

Me lancé sobre su cuello mientras los zombis se disputaban su cerebro mientras ella gritaba

-¡El cerebro para nosotros!-Gritó Sara.-¡Eh, Adri, no lo quieras todo para ti!-Gritó.-Dejadme algo, chicos!- Gruñó a Dani, Iri, Adri, Antonio y los dos monaguillos que rodeaban la cabeza de la chica que yacía en el suelo junto a un charco de sangre con la cabeza desgarrada por los manotazos de los zombis que se disputaban su masa cefálica.

-¡Las tripas!¡Para mi las tripas!-Dijo el Doctor Espiral abriendo el estómago de la joven con su bisturí.

-¡Yo también quiero tripas, doctor!-Se quejó Segismundo.

Y mientras yo mordía con avidez el cuello de la víctima succionando su sangre, Blood, que también codiciaba el líquido carmesí, se afanaba en lamer el charco de sangre que rodeaba a la chica ya casi sin vida.

Por su parte, Regan mordisqueaba las mejillas de la muchacha que era ya poco más que un cadáver que no tardaría en empezar a pudrirse.

Ymir se entretenía dibujándola con su cuchillo la sonrisa del payaso en las comisuras de sus labios, y por último Jason cortaba las extremidades de la joven con su motosierra.

Me encantaba el dulce sabor de la sangre de aquella joven...Era tan dulce...O eso o después de estar sin comer tanto tiempo ese primer bocado me estaba sentando de maravilla.

Un grito interrumpió el festín: algún otro empleado rezagado habría llegado hasta la entrada principal del Parque y se habría asustado al vernos.

Todos dejamos de comer instantáneamente y nos lanzamos a la persecución de la segunda víctima de la noche.

-¡Blood!¡Adelántate!-Ordené.

Dicho ésto, Blood salió corriendo atajando al empleado hasta ituarse sin que él le viera unos metros más adelante de él.

Todos salimos tras el hombre que corria Gran Avenida arriba, y nos agazapamos tras un árbol

-Ayuda...Necesito...Ayuda....-Dijo ella tirada en el suelo cuando él se paró ante ella al ver su cara llena de cicatrices, sus muñecas cortadas...Y su mano sosteniendo el cuchillo.

-Tranquila, ¿Vale? Llamaré a una ambulancia.-Dijo sacando el móvil con manos temblorosas mientras todos nosotros, que habíamos llegado a su lado nos cerníamos sobre él para dar buena cuenta de la carne que nos ofrecía.

-Tú no vas a llamar a nadie...-Susurré yo a su espalda haciendo que se volviera.

Me lancé sobre su cuello y me afané en succionarle la sangre mientras el resto de mis hermanos se alimentaba del resto de su cuerpo, huesos incluidos.


Cuando acabamos la “cena” nos acercamos a por los restos del cuerpo de la primera víctima y los zombis dieron buena cuenta de sus huesos sin dejar ni rastro del cadáver tras lo cual volvimos a casa...