He aquí mi experiencia en el pasaje de PAM Expediente Warren... Eternamente agradecida a dos integrantes de la hermandad del Santísimo Impacto...¡Se os quiere! :)
Nos pusimos contra la pared de aquella
antesala en la que a pesar de ser ancha se nos obligó a
apelotonarnos unos contra otros, o quizá simplemente fue el miedo el
que inconscientemente nos hizo no separarnos antes de entrar
siquiera.
La puerta de la sala principal se abrió
con violencia y apareció alguien alto, de apariencia desgarbada:
camisa por fuera, pelo largo y desordenado y barba que nos dijo que
en la casa a la que habíamos entrado se precisaba de nuestra ayuda
porque se estaban viviendo fenómenos extraños, que nos deseaba
suerte, que no sabía lo que nos podríamos encontrar...
Y mientras, desde una vitrina alguien
nos observaba con una sonrisa burlona en su rostro...
...Annabelle...La muñeca poseída (o
eso decía la leyenda): sus ojos vidriosos nos miraban petrificados;
su sonrisa helada parecía ensancharse a ratos bajo el efecto de la
luz titilante del expositor en el que estaba guardada.
Después de aquello, todo lo recuerdo a
fragmentos, como si no quisiera recordar del todo...
¡Qué sabio el cerebro!: a veces es
como si tuviera la capacidad de eliminar de sí aquellas situaciones
de riesgo límite, porque os aseguro que lo que me pasó ahí dentro
fue escalofriante...
Pasillos interminables, una siniestra
habitación cuya pared estaba llena de cruces de madera, una sucia y
mugrienta cocina...Poco más recuerdo salvo las voces...
Una voz aguda como de niño gritando.
-¡Criiiissss, ayúdame!-Me suplicaba.
Luchaba por no echar a correr, porque
conocía la norma en lugares como ese: no se podía correr, ni parar,
ni retroceder, pero era casi imposible porque mis compañeros de
grupo parecían querer arrastrarme a la salida como fuera...
Luchaba por no correr mientras
escuchaba rezos y gritos peligrosamente cerca de mi oído:
-¡In nomine patris, et
fili....!¡Habéis cometido el peor pecado!¡SUICIDIO!¡Janet es
nuestra!-
Una sombra me cogió del cuello e
intentó arrastrarme con ella alejándome por unos segundos de mi
acompañante; pude ver cómo lo que parecía ser una monja en el
suelo me tendía su mano, otra me señalaba...
Mis gritos ahora eran risas nerviosas.
Sentí un peso en la espalda: alguien se había subido encima de mí:
intenté zafarme y oí una voz canturrear:
-El hombre encorvado irá a por ti,
irá a por ti...-
Miré al frente, vi la puerta y seguí
al grupo, que, como yo, ya se creía a salvo por estar casi en la
puerta de salida, pero entonces, la silueta de una monja corriendo
por un lateral del pasillo volvió a hacer mella en nuestras
esperanzas mientras avanzábamos a la puerta como si no hubiera
mañana...
Con la salida ante nuestros ojos
echamos a correr evitando a la religiosa que por suerte corría en
dirección contraria a nosotros gritando...Y por fin abrimos la
puerta de salida y salimos al exterior.
No sé si resolveríamos el misterio de
la casa o no, lo que sí sé es que ninguno de nosotros olvidaríamos
la experiencia en la casa del poltergeist de Enfield....