Espero que os guste! :)
Era la última noche antes de regresar
a la ciudad. La última noche de verano antes de regresar a la
rutina, y los cuatro adolescentes se juraron vivirla como si fuera la
última de sus vidas, y como tenía que ser: en la playa, alrededor
de una hoguera contando historias de miedo regadas con alcohol. Mucho
alcohol.
Tal vez por eso los que sobrevivieron
aún no acaban de creerse del todo que lo que pasó no fue una simple
consecuencia de la borrachera que llevaban encima.
Sin embargo uno de ellos jura que lo
vio todo. Y que ni mucho menos influyeron la cerveza, el ron o la
ginebra.
Todo comenzó como una noche playera
cualquiera: el grupo de dos chicos y dos chicas alrededor de una
hoguera, bebiendo y contando historias de miedo.
-Jo, vaya historia, si apenas da cague,
tío.-Dijo uno de los chicos cuando Manu acabó su relato.
Mar, una de las integrantes de la
pandilla y quien les había invitado a ir a su piso en la costa, se
puso seria, miró al grupo y dijo:
-Nunca os he contado la leyenda que hay
en éste lugar, ¿verdad?-
-Nunca, cariño. Ni siquiera a mí.-
Dijo Dan, el novio de Mar, casi extrañado y sorprendido, besándola
la cabeza y dando un trago a la litrona de cerveza.
La chica suspiró y miró a su
alrededor, algo temerosa, como si tuviera miedo de contar aquella
historia o como si alguien que se lo hubiera prohibido pudiera estar
escuchándolo en aquel momento.
La realidad era que a Mar la asustaba
tanto esa leyenda que se la creía a pies juntillas. Eso y más
pruebas palpables que no se atrevía a narrar no fuera que la tomaran
por loca.
La muchacha cogió la botella de birra
de manos de su novio y dio un largo trago antes de comenzar la
historia:
-Veréis...Bueno, vosotros sabéis que
yo vengo aquí todos los veranos desde que era pequeña, ¿No?-
Alicia, la otra chica del grupo, saltó:
-Sí, lo sabemos, ¿Pero tiene eso
algún tipo de relevancia con lo que vas a contar?- Dijo medio
borracha y casi al borde de la risa tonta.
Mar clavó sus ojos en ella con
expresión seria en su rostro, y con voz igual de severa dijo:
-Conozco ésta leyenda casi desde la
primera vez que llegué aquí.-
-¿O sea...?-Interrumpió Dan queriendo
llegar a algún tipo de conclusión.
-O sea, que llevo sabiendo ésto como
unos....diez años más o menos. Desde los doce que vine por primera
vez, lo cual significa que llevo diez años cagándome por las patas
cuando bajo a la playa, ya sea de día o de noche por culpa de quien
se le ocurrió contármela.- Dijo angustiada.
-¡Pero cuéntala ya!-Dijo Manu en
cierto modo nervioso.
-Déjala, que está creando ambiente
para que nos muramos de miedo antes. Seguro que esa leyenda no vale
un duro.-
Mar miró a su novio y sin cambiar la
expresión de su rostro, dijo:
-Te aseguro que cuando acabe la
historia no dirás eso.-
La chica suspiró y comenzó a contar
la historia.
-Veréis, por lo que me contaron, hace
como cincuenta años en esta playa se celebraban competiciones de
pesca. Del puerto partían barcos que llegaban hasta las aguas más
profundas de ésta playa cuyos ocupantes se batían por pescar el pez
más grande.- Comenzó.
Todos miraron a lo lejos las luces del
puerto de Campoamor, unos kilómetros más allá, y siguieron con la
mirada el rumbo del agua que llevaba hasta la playa frente a ellos.
-Las normas para la competición eran
claras: cada pescador debía capturar los peces desde la barca. Pesca
simple de toda la vida, vamos.-Continuó mientras veía como sus tres
amigos continuaban bebiendo siguiendo su relato con atención.-...Sin
embargo, un jugador decidió jugar sucio y lo acabó pagando bastante
caro.-
-¿Cuanto le costaron las trampas al
pollo espabilado?- Preguntó Dan con la voz trabada por la bebida y
entre risas.
-La vida.-Dijo Mar sin perder la
seriedad en su rostro. Todos callaron e instintivamente miraron a la
negrura del agua marina. A lo lejos se veían luces y de vez en
cuando titilaban los focos de algún faro, pero salvo eso y la
hoguera, a su frente todo era oscuro como la noche que se cernía
sobre ellos.
La quietud y oscuridad del agua del mar
en la negrura de la noche consiguió arrancar algún escalofrío a la
mayor parte del grupo mientras Mar temblaba y continuaba con la
historia:
-A pesar de que las normas prohibían
terminantemente que salieran barcos inscritos en la competición a
pescar a deshora para evitar que jugaran con ventaja, uno de ellos
rompió la regla y salió una madrugada y aunque puso las medidas
pertinentes para evitar que cualquiera se diese cuenta, navegando
casi a ciegas, alguien lo pescó, nunca mejor dicho.-
-¿Como?- Preguntó Ali.- ¿Qué
pasa?¿Que había otro que hacía trampas y se encontraron una
noche?- Se carcajeó.
-No.- Contestó Mar.- El tramposo no se
dio cuenta de que resultaría demasiado obvio que había pescado la
noche anterior y él solo se acabó delatando en cuanto sus
compañeros preguntaron por el culpable. Uno de ellos, en un arranque
de rabia, una noche, acudió a su casa y sin más ni más, lo
mató.-Continuó la chica mientras el silencio que vino después se
hacía casi palpable.
Al cabo de unos segundos, Mar continuó
su historia:
-No conforme con matarle, y aun hoy por
lo visto no se sabe a ciencia cierta si por venganza o por puro
instinto asesino, el criminal le amputó brazos, piernas, le
decapitó y lanzó sus restos al mar para luego coger su barco,
navegar hasta lo más profundo y arrojarse al agua.-
Cuando sonó la última palabra, solo
había silencio y miradas a la inmensidad del océano, hasta que Mar
concluyó por fin, con el terrible final de la leyenda.
-Se dice que ésta playa está maldita
y que cierto día, a finales de verano hay una muerte...Alguien muere
aquí en terribles circunstancias. Y se dice que es el fantasma de
aquel hombre que hizo trampa y acabó brutalmente asesinado...Eso es
lo que dicen....- Acabó Mar dando un trago a la botella de ron que
ahora sustituía a la de cerveza.
-Pues vaya historieta, Mar...-Dijo
Manu.- Mucho mejor que la mía cien veces, sin duda, ¿Eh?-Se rió.
-La verdad es que creo que nos has
acojonado a todos un poquito...-Dijo Dan pasando su brazo por los
hombros de la chica y cogiendo la botella de sus manos.
-¡Bah, pero seguro que eso no es más
que un cuento! ¿Verdad, Mar?-Dijo Ali.
Lejos de contestar, Mar contempló el
océano oscuro y tranquilo que se abría unos pocos pasos frente a
ellos, preguntándose si debía contar a sus amigos todo lo que sabía
y había visto.
“No me creerían” Pensó
arrebujándose en el regazo de Dan.
Y como si con ese suspiro pudiera
apartar todo pensamiento relacionado con esa siniestra leyenda,
suspiró y lo dejó estar.
Y sí, puede que Mar quisiera dejar el
tema, pero había alguien no muy lejos de ellos que no quería
hacerlo...
Llevaba tanto tiempo sin jugar con
alguien...Un año, para ser exactos. Y ahora no sólo tenía a uno
sino que tenía a cuatro juguetitos para divertirse. Claro que para
atraer su atención debía hacer ruido, mucho ruido.
Algo se removió en el océano y los
remolinos que surgieron de su interior se reflejaron en forma de olas
en la superficie que no tardaron en atraer la atención del grupito
de la hoguera.
-¡Hey, chicos! ¡Parece que el mar se
cabrea! ¿Nos damos el último baño del verano?-Sugirió Manu.
Poco imaginaban todos que para algunos
de ellos sí sería su último baño....
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