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domingo, 6 de julio de 2014

Verano Mortal. Parte I: La Leyenda

Diez días quedan para irme a la playa y aquí os dejo las consecuencias. Primera de las dos partes de un relato de miedito con ambientación veraniega.

Espero que os guste! :)

Era la última noche antes de regresar a la ciudad. La última noche de verano antes de regresar a la rutina, y los cuatro adolescentes se juraron vivirla como si fuera la última de sus vidas, y como tenía que ser: en la playa, alrededor de una hoguera contando historias de miedo regadas con alcohol. Mucho alcohol.

Tal vez por eso los que sobrevivieron aún no acaban de creerse del todo que lo que pasó no fue una simple consecuencia de la borrachera que llevaban encima.

Sin embargo uno de ellos jura que lo vio todo. Y que ni mucho menos influyeron la cerveza, el ron o la ginebra.

Todo comenzó como una noche playera cualquiera: el grupo de dos chicos y dos chicas alrededor de una hoguera, bebiendo y contando historias de miedo.

-Jo, vaya historia, si apenas da cague, tío.-Dijo uno de los chicos cuando Manu acabó su relato.

Mar, una de las integrantes de la pandilla y quien les había invitado a ir a su piso en la costa, se puso seria, miró al grupo y dijo:

-Nunca os he contado la leyenda que hay en éste lugar, ¿verdad?-

-Nunca, cariño. Ni siquiera a mí.- Dijo Dan, el novio de Mar, casi extrañado y sorprendido, besándola la cabeza y dando un trago a la litrona de cerveza.

La chica suspiró y miró a su alrededor, algo temerosa, como si tuviera miedo de contar aquella historia o como si alguien que se lo hubiera prohibido pudiera estar escuchándolo en aquel momento.

La realidad era que a Mar la asustaba tanto esa leyenda que se la creía a pies juntillas. Eso y más pruebas palpables que no se atrevía a narrar no fuera que la tomaran por loca.

La muchacha cogió la botella de birra de manos de su novio y dio un largo trago antes de comenzar la historia:

-Veréis...Bueno, vosotros sabéis que yo vengo aquí todos los veranos desde que era pequeña, ¿No?-

Alicia, la otra chica del grupo, saltó:

-Sí, lo sabemos, ¿Pero tiene eso algún tipo de relevancia con lo que vas a contar?- Dijo medio borracha y casi al borde de la risa tonta.

Mar clavó sus ojos en ella con expresión seria en su rostro, y con voz igual de severa dijo:

-Conozco ésta leyenda casi desde la primera vez que llegué aquí.-

-¿O sea...?-Interrumpió Dan queriendo llegar a algún tipo de conclusión.

-O sea, que llevo sabiendo ésto como unos....diez años más o menos. Desde los doce que vine por primera vez, lo cual significa que llevo diez años cagándome por las patas cuando bajo a la playa, ya sea de día o de noche por culpa de quien se le ocurrió contármela.- Dijo angustiada.

-¡Pero cuéntala ya!-Dijo Manu en cierto modo nervioso.

-Déjala, que está creando ambiente para que nos muramos de miedo antes. Seguro que esa leyenda no vale un duro.-

Mar miró a su novio y sin cambiar la expresión de su rostro, dijo:

-Te aseguro que cuando acabe la historia no dirás eso.-

La chica suspiró y comenzó a contar la historia.

-Veréis, por lo que me contaron, hace como cincuenta años en esta playa se celebraban competiciones de pesca. Del puerto partían barcos que llegaban hasta las aguas más profundas de ésta playa cuyos ocupantes se batían por pescar el pez más grande.- Comenzó.

Todos miraron a lo lejos las luces del puerto de Campoamor, unos kilómetros más allá, y siguieron con la mirada el rumbo del agua que llevaba hasta la playa frente a ellos.

-Las normas para la competición eran claras: cada pescador debía capturar los peces desde la barca. Pesca simple de toda la vida, vamos.-Continuó mientras veía como sus tres amigos continuaban bebiendo siguiendo su relato con atención.-...Sin embargo, un jugador decidió jugar sucio y lo acabó pagando bastante caro.-

-¿Cuanto le costaron las trampas al pollo espabilado?- Preguntó Dan con la voz trabada por la bebida y entre risas.

-La vida.-Dijo Mar sin perder la seriedad en su rostro. Todos callaron e instintivamente miraron a la negrura del agua marina. A lo lejos se veían luces y de vez en cuando titilaban los focos de algún faro, pero salvo eso y la hoguera, a su frente todo era oscuro como la noche que se cernía sobre ellos.

La quietud y oscuridad del agua del mar en la negrura de la noche consiguió arrancar algún escalofrío a la mayor parte del grupo mientras Mar temblaba y continuaba con la historia:

-A pesar de que las normas prohibían terminantemente que salieran barcos inscritos en la competición a pescar a deshora para evitar que jugaran con ventaja, uno de ellos rompió la regla y salió una madrugada y aunque puso las medidas pertinentes para evitar que cualquiera se diese cuenta, navegando casi a ciegas, alguien lo pescó, nunca mejor dicho.-

-¿Como?- Preguntó Ali.- ¿Qué pasa?¿Que había otro que hacía trampas y se encontraron una noche?- Se carcajeó.

-No.- Contestó Mar.- El tramposo no se dio cuenta de que resultaría demasiado obvio que había pescado la noche anterior y él solo se acabó delatando en cuanto sus compañeros preguntaron por el culpable. Uno de ellos, en un arranque de rabia, una noche, acudió a su casa y sin más ni más, lo mató.-Continuó la chica mientras el silencio que vino después se hacía casi palpable.

Al cabo de unos segundos, Mar continuó su historia:

-No conforme con matarle, y aun hoy por lo visto no se sabe a ciencia cierta si por venganza o por puro instinto asesino, el criminal le amputó brazos, piernas, le decapitó y lanzó sus restos al mar para luego coger su barco, navegar hasta lo más profundo y arrojarse al agua.-

Cuando sonó la última palabra, solo había silencio y miradas a la inmensidad del océano, hasta que Mar concluyó por fin, con el terrible final de la leyenda.

-Se dice que ésta playa está maldita y que cierto día, a finales de verano hay una muerte...Alguien muere aquí en terribles circunstancias. Y se dice que es el fantasma de aquel hombre que hizo trampa y acabó brutalmente asesinado...Eso es lo que dicen....- Acabó Mar dando un trago a la botella de ron que ahora sustituía a la de cerveza.

-Pues vaya historieta, Mar...-Dijo Manu.- Mucho mejor que la mía cien veces, sin duda, ¿Eh?-Se rió.

-La verdad es que creo que nos has acojonado a todos un poquito...-Dijo Dan pasando su brazo por los hombros de la chica y cogiendo la botella de sus manos.

-¡Bah, pero seguro que eso no es más que un cuento! ¿Verdad, Mar?-Dijo Ali.

Lejos de contestar, Mar contempló el océano oscuro y tranquilo que se abría unos pocos pasos frente a ellos, preguntándose si debía contar a sus amigos todo lo que sabía y había visto.

No me creerían” Pensó arrebujándose en el regazo de Dan.

Y como si con ese suspiro pudiera apartar todo pensamiento relacionado con esa siniestra leyenda, suspiró y lo dejó estar.

Y sí, puede que Mar quisiera dejar el tema, pero había alguien no muy lejos de ellos que no quería hacerlo...

Llevaba tanto tiempo sin jugar con alguien...Un año, para ser exactos. Y ahora no sólo tenía a uno sino que tenía a cuatro juguetitos para divertirse. Claro que para atraer su atención debía hacer ruido, mucho ruido.

Algo se removió en el océano y los remolinos que surgieron de su interior se reflejaron en forma de olas en la superficie que no tardaron en atraer la atención del grupito de la hoguera.

-¡Hey, chicos! ¡Parece que el mar se cabrea! ¿Nos damos el último baño del verano?-Sugirió Manu.


Poco imaginaban todos que para algunos de ellos sí sería su último baño....

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