El resultado lo tenéis aquí.
Espero que os guste! :)
De un tiempo a esta parte, he sido su
única compañera en las oscuras y frías noches de invierno en las
que él se quedaba hasta tarde.
Le he visto escribir notas de tinta
sobre papel, he sido testigo mudo de su frustración cuando algo no
salía como esperaba, y de su dicha al comprender que el trabajo
estaba casi acabado.
Hoy le vuelvo a ver entrar en ésta
habitación. Me mira y sonríe mientras enciende la lamparita que nos
proporcionará la intimidad que necesitamos.
No tarda en cogerme entre sus brazos y
sentarse en el borde de la cama mientras me sostiene y me acomoda en
su regazo, abrazándome, empezando a rozar mi cuerpo suavemente con
las yemas de sus dedos.
No demoro en emitir leves gemidos que
salen de mi interior mientras los dedos de él vagan por mi cuerpo,
al principio lentamente, luego más deprisa, haciéndome temblar,
haciéndose uno conmigo, fundiéndonos ambos en uno solo.
Siento la humedad de sus lágrimas
caer sobre mí mientras continúa acariciando mi cuerpo con los dedos
salpicados de su llanto, escuchando como respondo yo: al principio
suavemente; ahora no me reprimo, y los gemidos salen de mi como si me
fuera la vida en ello, siguiendo la cadencia que él marca con sus
dedos sobre mi, haciéndome temblar, hasta que, haciéndome vibrar
por última vez, me obliga a callar posándome con dulzura sobre la
cama.
Todo ha sido perfecto. Sé de sobra que
él ha disfrutado tanto o más que yo, por eso no temo el concierto
de mañana.
Mañana, cuando la sala esté a rebosar
de gente y el silencio se haga en ella, de nuevo volveré a gritar
con energía al compás que él me marque...
De nuevo, tal como lo hemos sido ésta
noche, hombre y guitarra seremos uno.
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