Dedicado a Cristina, de PAM :) Gracias por todo, guapísima! FELICES FIESTAS!
La joven dejó el edificio de oficinas del Parque y cuando llegó fuera miró a su alrededor.
La joven dejó el edificio de oficinas del Parque y cuando llegó fuera miró a su alrededor.
No nevaba, pero el manto de nieve aún
continuaba ahí, decorándolo todo de blanco.
Decidió dar una vuelta por las
instalaciones, disfrutando de aquel último día del año.
Sus pasos se abrieron lentos a través
del recinto mientras observaba la hierba cubierta por una capa blanca
de nieve que extrañamente había cuajado.
No pudo reprimir una tierna sonrisa.
Rara vez se veía nevar en Madrid y ella estaba teniendo la suerte de
contemplar las consecuencias de la gran nevada de la noche anterior.
El Parque se veía precioso bañado en
blanco. Cristina rió y alzó los brazos mientras pasaba junto a “La
Pérgola”, una de las atracciones más antiguas y entrañables del
recinto y casi instintivamente se subió sobre un caballo,
agarrándose al mástil que lo atravesaba.
El tiovivo se puso en marcha, la música
comenzó a sonar haciendo que la muchacha riera sorprendida.
Cerró los ojos dejándose llevar por
aquel dulce e inesperado viaje, que la transportó a los tiempos en
que sólo era una niña y acudía al Parque con sus padres, y ella
subía al caballo, o a la carroza....Y se sentía toda una
princesa...
Sonrió mientras continuaba dejándose
guiar por el vaivén de la atracción y contemplaba como los copos de
nieve ahora sí caían, estrellándose contra el manto blanco que ya
había en el suelo.
Cuando bajó del tiovivo dejó escapar
una risita mientras alzaba los brazos, dejando que éstos se
encontraran con la nieve que caía. Dio varias vueltas sobre sí
misma, feliz, y continuó caminando en dirección a Maquinismo.
Se detuvo al ver cuan majestuosa se
alzaba la silueta de “Abismo”, y qué precioso se veía con
carámbanos de hielo colgando de sus railes.
No lo pudo evitar y subió.
El mecanismo de sujeción se cerró
fuertemente en torno a ella, que no sabía muy bien por qué de
repente la atracción había empezado a moverse y se agarró con
decisión a la barra mientras el tren ascendía la empinada cuesta de
la montaña rusa.
Sus gritos no tardaron en brotar. Pero
no gritos aterrados, sino gritos fruto de la diversión. Rió y gritó
cuanto pudo viviendo al máximo lo poco que duró el viaje, y cuando
bajó, expulsó el aire que le quedaba mientras seguía riendo.
Correteó hasta llegar a la Plaza Star
Flyer y no pudo evitar una exclamación sorprendida ante la imponente
belleza de ésta: completamente nevada. Ni siquiera el Viejo Caserón
se libraba de resutar entrañable en cierto modo, teñido del manto
blanco de la nieve.
Se acercó a la casa y contempló el
cementerio helado: la nieve caía sobre las tumbas aportándolas un
aspecto mucho más tétrico y sin embargo, a la vez las
dulcificaba...
Se dio cuenta de que la verja estaba
abierta, y dudó si entrar o no, pero esa niña traviesa que llevaba
dentro la dijo que debía hacerlo, y así fue.
Ascendió uno a uno los escalones hasta
llegar a la puerta, cuya aldaba golpeó tres veces mientras reía
creyéndose una tonta. Nadie la abriría, por supuesto.
Pero entonces, ocurrió lo increible:
la puerta se abrió y ella tuvo que mirar al suelo para ver al
diminuto ser cuya vocecilla la dijo:
-¡Hola!¡Bienvenida al Caserón de
Diabólico Noel!- Se lo quedó mirando: parecía ser un duendecillo:
orejas puntiagudas, gorrito verde, muy bajo de estatura y una sonrisa
malévola en sus labios, de donde goteaban lo que parecían ser
chorretones de sangre.
-¿Qué estás mirando?-La increpó
malhumorado.-¡Venga, pasa!¡Amo!-Llamó mientras la muchacha entraba
a la casa.
De lo alto de la escalera bajó un
hombre de porte alto, delgado, vestido enteramente de rojo y con una
perilla cana presidiendo su rostro.
-Me alegra verla, señorita. Hace
muchísimo que no nos visita...Por aquí, por favor....-Dijo
conduciéndola a la siguiente estancia.- ...Espero que no haya
olvidado...Su miedo...-La susurró mientras ella entraba en la sala.
En su camino por el Viejo Caserón (que
ni mucho menos ella recordaba así), se encontró con extraños
duendes de rostros ensangrentados que pretendían asustarla y que a
veces lo conseguían, cuando no la provocaban risas con sus números
que más que aterrarla la hacían reir: vio a Segismundo y Espiral
peleándose por caramelos, a Regan vomitando lo que parecían ser
restos de dulces, y tuvo la ocasión de llevarse a la boca el
delicioso bombón que Jason la ofreció a la salida de la casa.
Una vez fuera se dirigió a Star Flyer
y se sentó en una de sus sillas, abrochándose instintivamente el
cinturón y dejando que la atracción subiera y comenzara a dar
vueltas y a elevarse, dejándola contemplar la maravillosa estampa
del Parque de Atracciones de Madrid completamente nevado...
“Tengan cuidado esta nochevieja, se
esperan nevadas cuya cota estimada será de hasta 50 centímetros de
nieve”
La joven abrió los ojos, sobresaltada.
Se dio cuenta de que todo había sido
un sueño cuando miró a su alrededor: el salón de su casa y la tele
puesta. Información meteorológica. Y una voz:
-¡Cristina!¡Échame una mano con la
cena de ésta noche, anda!-
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