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viernes, 24 de enero de 2014

Fanar & Xana (Relato inspirado en la canción "Xana" de Avalanch)

Os dejo éste relato inspirado en la canción "Xana" del grupo Avalanch. Una historia de amor que se torna en tragedia y que al final no acaba siendo tal...
Espero que os guste.
Os dejo el video de la canción con la letra para que os hagáis una idea del "argumento"



-PRÓLOGO-

Se querían. No, más que eso: se amaban.

Juntos reían de felicidad en aquel claro del bosque que era su lugar secreto: donde se evadían de todo, donde compartían abrazos, caricias, lágrimas y confidencias si en sus casas había problemas, donde jugaban con el agua de la fuente de aquel lugar, donde reían...

Y en ese momento únicamente había uno de ellos, solo, con un botecito en sus manos que poco a poco llevó a sus labios...

Lo único que ella quería era que él fuera feliz...

Lo único que él quería era ser feliz junto a ella...

FANAR

Una noche más llegó hasta la fuente y se sentó junto a ella. Y una vez más, recordó el juramento que hizo días atrás, en ese mismo lugar: “Juro que jamás querré tanto a una mujer como te quise a ti, Xana”. Y lloró una vez más. Lloró gritando implorando a Dios que se la devolviera...O que se le llevará dondequiera que estuviera ella.

El mirlo que estaba posado en la fuente y que tantas veces la pareja había alimentado huyó volando asustado por los gritos de Fanar.

-¿Tú también te vas?-Preguntó el joven al pajarillo al verle volar.

Fanar suspiró y agachó la cabeza, poniéndosela entre las manos mientras dejaba que las lágrimas empaparan su rostro.

-¿Por qué te has ido?-Preguntó una vez más a la nada.

Y una vez más, no obtuvo respuesta.

De repente sintió soplar un viento templado a su alrededor, e imaginó que era ella.

El viento sopló tenuemente a su oido, una y otra vez, susurrándole sin palabras, a su manera. Y no pudo evitar pensar que, como cada noche, aquel viento que soplaba junto a él era el espíritu de su Xana.

-No sé si me verás o no, lo único que sé con claridad es que jamás te olvidaré, mi amor.- Dijo.

...Y durmió esperando el amanecer.

Y cuando el amanecer dio paso a un nuevo día, volvió por las ovejas, las sacó a pastar y regresó al anochecer al mismo lugar: a la fuente del bosque, pero algo había cambiado: en sus manos llevaba un diminuto bote, y con él llevaba a Tizón, la única oveja negra del rebaño, el favorito de Xana.
-No quiero hacerlo solo, Tizón. Tengo miedo.-Dijo mirando a la ovejita mientras se sentaba junto a la fuente.

El animal baló, como si hubiera sido capaz de entenderle.

El pastor se echó a llorar mientras quitaba el tapón de corcho que tapaba el botecito, respiraba hondo y lo llevaba a sus labios...

XANA

Llegó junto a él, como cada noche, haciendo soplar un leve viento a su alrededor mientras se sentaba junto a él.

-Te quiero, Fanar.-Le dijo al oido haciendo que él sintiera el aliento que salía de sus labios al hablarle.-

Le vio recostarse sobre la fuente y abandonarse a un sueño profundo y fue en ese sueño, en el que ella decidió hablarle.

-Te quiero y yo también querría estar contigo.-Le dijo.- Y sé que mi muerte te ha destrozado. ¡Pero tienes que vivir! Porque al verte así, sufro por ti, cielo.-

Acarició a Fanar suavemente mientras recordaba lo que le impedía estar junto a él: una enfermedad a la que ningún curandero supo poner nombre; Una enfermedad que la arrebató todo cuanto amaba: primero a su familia, que apenas visitaba el cuarto donde yacía, por miedo a un posible contagio, y después a su amado, quien a pesar de las advertencias de la familia de ella seguía acudiendo a verla e incluso a veces la llevaba con él a la fuente donde ahora ambos se hallaban: Él, sumido en la pena; Ella, o al menos su espíritu, no poco menos triste que él, sufriendo la agonía de verle así.

Al amanecer, Fanar despertó, y ella le susurró que volviera otra vez, como cada noche. Después, su espíritu se perdió en el bosque, hasta que la luna volvió a asomar y ella regresó a la fuente, a donde no tardó en ver acudir a Fanar junto a Tizón, la ovejita negra que era su favorita.

Le escuchó decir que tenía miedo, que no podía hacerlo solo, pero ella no supo a qué se refería hasta que él no sacó un botecito con un líquido transparente en ella.

Xana tembló y le suplicó que no lo hiciera, pero él no la oyó. Sólo sintió el tenue viento que le soplaba suave al oido.

-Sólo al final de mi vida podré encontrarte, mi amor- Dijo él antes de llevarse el botecito a los labios y beber de él.

El cielo se nubló y comenzó a chispear.

El espíritu de Xana estaba llorando, pero ni ella ni Fanar supieron decir si era de alegría o de pena.

Así, él traspasó la barrera de la vida para estar junto a ella por siempre.


-EPÍLOGO-

Al despertar, Fanar encontró junto a él a su amada Xana, tan bella como antaño: con su hermoso vestido y luciendo el anillo que él le había regalado al comprometerse con ella, tal como estaba el día que murió. Pero algo había cambiado en su amada: La miró. Era una especie de ser etéreo, casi transparente.

Le miraba sonriendo mientras él también sonreía y poco a poco se acercaba a ella.

-Xana...-Dijo con lágrimas en los ojos.- ¡Mi Xana!- Se abalanzó sobre ella y sorprendentemente pudo palparla y sentir su piel a pesar de ser un ser etéreo.

Fanar se embriagó del dulce aroma de ella, besándola, abrazándola, sintiéndola, y cuando finalmente concluyó su abrazo y volvió a mirarla, dijo sorprendido:

-Amor, ¿Eres tú? ¿Estoy en el cielo?¿Eres un ángel?-

No podía evitar preguntarse el por qué de ver los árboles a través del cuerpo de ella.

Ella sonrió, y él tembló mientras la tomaba de la mano y se la apretaba, feliz de volver a escuchar su risa, esa que tanto había echado en falta.

-No, mi Fanar. Ni estás en el cielo ni yo soy un ángel. Aquí no hay Dios, pero tampoco hay Diablo. Y sí, soy yo, Xana.-Dijo con lágrimas en los ojos abrazándolo.- Te quiero.-

Sus lágrimas se mezclaron. Lágrimas de alegría por estar juntos a pesar de todo.

Cuando se deshicieron del abrazo, se cogieron de la mano y caminaron por el bosque hasta que dieron las claras del día y regresaron a la fuente donde alguna vez compartieron besos y caricias.


Ahora estaban juntos. Y nadie los podría separar.

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