Mi lista de blogs

lunes, 17 de febrero de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 10

CAPITULO 10: DOLOROSA DUERMEVELA

El suelo cada vez está más cerca, y sonrío extendiendo los brazos mientras caigo. Quiero besar y abrazar el suelo, ser una con él, recibir como se merece a lo que me liberará de mi sufrimiento, de todas las torturas a las que me ha sometido la voz de Sel en mi cabeza. Extrañamente ya no hay dolor en mi boca al sonreir y gritar: “¡VETE!” mientras me estrello contra el suelo. Al acabar de caer me levanto como si nada y dirijo mis pies al Caserón acompañada solo del ruido de mis pasos y del hermoso silencio que acompaña a la noche. Me detengo ante la puerta de mi morada con una sonrisa en los labios, pero antes de que mi mano toque la aldaba me desplomo en el suelo, presa de un indescriptible dolor que me hace abrir los ojos.

Todo aquello fue un sueño... y cuando abrí los ojos el dolor que sentía me hizo saber que mi salto había tenido consecuencias que en aquel momento estaba pagando: mi cuerpo deshecho literalmente, mientras yo me sumaba a él deshaciéndome en dolores, incapaz de gritar, incapaz de nada, dejándome llevar por Espiral y Segismundo, seguidos de Tar y el Emperador, éste último portando el brazo y la pierna que había perdido en la caída.

No pude ver más, porque perdí el conocimiento sumiéndome en sueños inquietos en los que oía la voz de Espiral casi desesperada:

-¡Date prisa, Segis!¡Venga!-

Quise gritarles que no corrieran tanto, que cada paso que daban conmigo en brazos era un suplicio indescriptible, pero no me salió ni un gimoteo y todo lo que dije se quedó en mi mente , y tal vez si lo dije fue en sueños, porque ya no tenía consciencia.

Volví a recobrar el conocimiento y al ver el techo del Caserón supe que volvía a estar en casa. Sin embargo mi visión del techo de la morada avanzaba a toda velocidad mientras a ambos lados oia las respiraciones y pasos acelerados de Espiral y Segis llevándome vaya usted a saber dónde

-La quiero viva, inquisidor.-Oí la voz de Emperador muy cerca de mi.- Viva. No morirá hasta que yo lo decida.

Resoplé y gemí mientras el enorme dolor que sentía me hacía caer de nuevo en el sueño de la inconsciencia.

Para cuando desperté el panorama ante mis ojos había cambiado y la luz del quirófano del doctor Espiral me cegaba. Cuando mis ojos se acostumbraron a aquel destello pude distinguir al doctor del Caserón mirándome entre temeroso y preocupado, junto con Segismundo mordiéndose las uñas histérico a mi izquierda y Tar solo a mi derecha mirándome con expresión seria.

-¿Se pondrá bien? Podré volver a jugar con la pequeña Cris, ¿Verdad?.-Preguntó Segismundo preocupado.- Ante el silencio, volvió a intentarlo, ésta vez casi al borde de la histeria:

-¿Verdad que podré volver a reírme de Cris? ¿Eh? ¿Eh? No puede morir porque si muere no podré reirme de ella y entonc...

-¡Segismundo!-Oí gritar a Espiral.-Sal de aquí. No es el mejor momento.-

-Segismundo..Vete de aquí.- Oí decir a Tar sin levantar demasiado la voz, aunque se notaba que ésta estaba llena de ira.

Al instante escuché los pasos atropellados del loco salir de la sala. Poco más vi y escuché, pues la oleada de dolor que sentí en ese instante me volvió a sumir en el sueño, del cual desperté no sé cuanto tiempo después con un dolor mucho más agudo que el que me hizo dormir.

Un grito desgarrador salió de mi boca. Nadie me dijo que no gritara. Los dos hombres que estaban hurgando en mi interior estaban demasiado ocupados como para decirme nada.

Alcé ligeramente la cabeza y vi a Tar con la cabeza baja mientras sus manos se perdían en mi interior, hurgando en mis entrañas, lo que sin duda explicaba el terrible dolor que sentía y los movimientos tan bruscos que realizaba tratando de liberarme, lo cual fue en vano.

Gotas de sudor perlaban mi frente mientras miraba a Espiral, que en ese momento alzaba un bisturí.

Cuando la cuchilla desapareció de mi vista sentí un dolor agudo recorrerme parte del estómago; sentí manar la sangre donde el doctor había practicado la incisión, y gemí de dolor al notar la mano de Espiral meterse en mis entrañas para volver a salir portando algo viscoso que no pude saber lo que era, y que vi cómo tiraba al suelo para de un tarro sacar algo similar a un hígado y de un golpe, sin ninguna delicadeza, puso en el lugar que ocupó el mío; Vi que Tar tenía cogido un hueso que dió al doctor que intentó coserlo vaya usted a saber dónde, sin ningún éxito. Cada puntada era un dolor gigante.

Apreté los labios para acallar el grito, pero no sirvió de nada. El dolor me consumía y aullé, volviendo a desmayarme otra vez....

...Y de nuevo, al rato, un dolor mucho más intenso volvió a despertarme, y otra vez me dormí acunada por el dolor, que en no mucho tiempo volvió a devolverme la consciencia, no por mucho tiepo. Despertares cada vez más breves.

Las caras de quienes se hallaban conmigo mostraban cansancio y desesperanza que no tardó en materializarse en la voz angustiada del doctor Espiral:

-Poco se puede hacer ya, inquisidor. Lo hemos intentado todo y no hay manera. Sus heridas son demasiado graves.-

-No.-Oí que negaba el inquisidor decidido, a pesar de que su cara mostraba preocupación.- El Emperador ha dicho que la quiere viva y vivirá.-

Espìral chasqueó la lengua.

-La cosa no pinta bien. Lo hemos intentado todo y...-

La voz enfadada de Tar cortó la del doctor:

-¿Tan pronto te rindes, Espiral? No es lo que quiero oir ahora. Dime, ¿Crees que debo someterte a tortura para cambiarte el humor?

-¡No!-Le oí gritar.-¡No, por favor!¡ He hecho todo lo que he podido, tú lo has visto!-Se defendió.

No os pongáis a discutir ahora, por favor. Gritos ahora no...” Supliqué en mi mente. Además del dolor, la cabeza me zumbaba, y lo último que necesitaba era que aquellos dos se pusieran a discutir.

Lejos de hacerme caso, siguieron la riña.
-¿De qué me servís tú y tu laboratorio entonces?-Oigo que pregunta con maldad Tar.-A lo mejor deberíamos prescindir de tí. Ya sabes que nuestro señor me ordenó deshacerme de todo lo inútil en el Caserón...-

-¡No!-Oí que seguía suplicando Espiral.- ¡Por Lucifer!-Bramaba con miedo-¡Mírala!¡Mira cómo está! ¡Apenas se puede hacer nada! Y yo... yo jamás me había enfrentado a algo así...Yo....- Se echó a llorar.- Por favor...Haré lo necesario para ayudarte, pero por favor, ten misericordia de mí...-Siguió clamando.

Ví la mirada amarilla de Tar posarse sobre mi y temblé mientras sus ojos me recorrían de arriba abajo. Mi visión se fue desenfocando poco a poco hasta que sólo dominó la oscuridad y el dolor. Ahora sólo oía las voces de los allí presentes:

-El tiempo se agota. Se nos va.- Oí decir a Espiral.- ¿Qué podemos hacer?

    -Llama a Segismundo, al menos haréis algo útil.-Oi  sentenciar a a Tar.

-¿Hay forma de curarla?-Escuché la voz del doctor teñida de cierta esperanza.

-La hay, pero no es asunto tuyo.-Fue la respuesta de Tar-¡Llama a Segismundo!-Tronó.

Escuché los pasos acelerados del doctor saliendo de la sala y gimoteé, traté de girarme, pero el dolor me impedia hacer cualquier movimiento. Tenía mucho sueño. Sólo quería que aquello acabara de una vez.

Pero entonces...Más pasos atropellados acercándose. Y mis párpados parecían pesarme tanto que no podía ni quería abrirlos. Estaba demasiado agotada.

De nuevo la voz de Tar.

-Llevadla lo más rápido que podáis a la sala de la Bóveda de Helios. Y ni se os ocurra inmiscuiros o preguntar qué pasará u os aseguro que cuando haya acabado con ella seréis sometidos a castigo. Desde éste momento Cris es asunto exclusivamente mío.-

Noté que me levantaban y corrían conmigo mientras yo hacía un esfuerzo sobrehumano por abrir los ojos. Lo conseguí y vi dónde estaba: atravesaba el pasillo del Caserón: vi a Regan revolverse en su cama y sacarme la lengua cuando pasamos ante ella a toda prisa, mientras yo suplicaba en silencio que me dejaran en paz, que mis portadores me soltaran, porque los movimientos de éstos al llevarme sólo acrecentaban mi dolor; Vi a Blood, a Antonio junto con Alex y Moi, los monaguillos, vi a Jason...Hasta que vi el techo de la bóveda y sentí cómo me estrellaban contra una superficie dura. Me estremecí más de miedo que de dolor cuando escuché la voz de Tar:

-¡Fuera! Cris es ahora mi asunto...-

Oí pasos correr despavoridos mientras cerré los ojos, deseando que todo acabara de una vez...Y pensando ésto, me volví a sumir en la inconsciencia presa de un terrible dolor y el peor aún presentimiento de que aún me quedaba mucho que sufrir...







No hay comentarios:

Publicar un comentario