CAPITULO
10: DOLOROSA DUERMEVELA
El
suelo cada vez está más cerca, y sonrío extendiendo los brazos
mientras caigo. Quiero besar y abrazar el suelo, ser una con él,
recibir como se merece a lo que me liberará de mi sufrimiento, de
todas las torturas a las que me ha sometido la voz de Sel en mi
cabeza. Extrañamente ya no hay dolor en mi boca al sonreir y gritar:
“¡VETE!” mientras me estrello contra el suelo. Al acabar de caer
me levanto como si nada y dirijo mis pies al Caserón acompañada
solo del ruido de mis pasos y del hermoso silencio que acompaña a la
noche. Me detengo ante la puerta de mi morada con una sonrisa en los
labios, pero antes de que mi mano toque la aldaba me desplomo en el
suelo, presa de un indescriptible dolor que me hace abrir los ojos.
Todo
aquello fue un sueño... y cuando abrí los ojos el dolor que sentía
me hizo saber que mi salto había tenido consecuencias que en aquel
momento estaba pagando: mi cuerpo deshecho literalmente, mientras yo
me sumaba a él deshaciéndome en dolores, incapaz de gritar, incapaz
de nada, dejándome llevar por Espiral y Segismundo, seguidos de Tar
y el Emperador, éste último portando el brazo y la pierna que había
perdido en la caída.
No
pude ver más, porque perdí el conocimiento sumiéndome en sueños
inquietos en los que oía la voz de Espiral casi desesperada:
-¡Date
prisa, Segis!¡Venga!-
Quise
gritarles que no corrieran tanto, que cada paso que daban conmigo en
brazos era un suplicio indescriptible, pero no me salió ni un
gimoteo y todo lo que dije se quedó en mi mente , y tal vez si lo
dije fue en sueños, porque ya no tenía consciencia.
Volví
a recobrar el conocimiento y al ver el techo del Caserón supe que
volvía a estar en casa. Sin embargo mi visión del techo de la
morada avanzaba a toda velocidad mientras a ambos lados oia las
respiraciones y pasos acelerados de Espiral y Segis llevándome vaya
usted a saber dónde
-La
quiero viva, inquisidor.-Oí la voz de Emperador muy cerca de mi.-
Viva. No morirá hasta que yo lo decida.
Resoplé
y gemí mientras el enorme dolor que sentía me hacía caer de nuevo
en el sueño de la inconsciencia.
Para
cuando desperté el panorama ante mis ojos había cambiado y la luz
del quirófano del doctor Espiral me cegaba. Cuando mis ojos se
acostumbraron a aquel destello pude distinguir al doctor del Caserón
mirándome entre temeroso y preocupado, junto con Segismundo
mordiéndose las uñas histérico a mi izquierda y Tar solo a mi
derecha mirándome con expresión seria.
-¿Se
pondrá bien? Podré volver a jugar con la pequeña Cris,
¿Verdad?.-Preguntó Segismundo preocupado.- Ante el silencio, volvió
a intentarlo, ésta vez casi al borde de la histeria:
-¿Verdad
que podré volver a reírme de Cris? ¿Eh? ¿Eh? No puede morir
porque si muere no podré reirme de ella y entonc...
-¡Segismundo!-Oí
gritar a Espiral.-Sal de aquí. No es el mejor momento.-
-Segismundo..Vete
de aquí.- Oí decir a Tar sin levantar demasiado la voz, aunque se
notaba que ésta estaba llena de ira.
Al
instante escuché los pasos atropellados del loco salir de la sala.
Poco más vi y escuché, pues la oleada de dolor que sentí en ese
instante me volvió a sumir en el sueño, del cual desperté no sé
cuanto tiempo después con un dolor mucho más agudo que el que me
hizo dormir.
Un
grito desgarrador salió de mi boca. Nadie me dijo que no gritara.
Los dos hombres que estaban hurgando en mi interior estaban demasiado
ocupados como para decirme nada.
Alcé
ligeramente la cabeza y vi a Tar con la cabeza baja mientras sus
manos se perdían en mi interior, hurgando en mis entrañas, lo que
sin duda explicaba el terrible dolor que sentía y los movimientos
tan bruscos que realizaba tratando de liberarme, lo cual fue en vano.
Gotas
de sudor perlaban mi frente mientras miraba a Espiral, que en ese
momento alzaba un bisturí.
Cuando
la cuchilla desapareció de mi vista sentí un dolor agudo recorrerme
parte del estómago; sentí manar la sangre donde el doctor había
practicado la incisión, y gemí de dolor al notar la mano de Espiral
meterse en mis entrañas para volver a salir portando algo viscoso
que no pude saber lo que era, y que vi cómo tiraba al suelo para de
un tarro sacar algo similar a un hígado y de un golpe, sin ninguna
delicadeza, puso en el lugar que ocupó el mío; Vi que Tar tenía
cogido un hueso que dió al doctor que intentó coserlo vaya usted a
saber dónde, sin ningún éxito. Cada puntada era un dolor gigante.
Apreté
los labios para acallar el grito, pero no sirvió de nada. El dolor
me consumía y aullé, volviendo a desmayarme otra vez....
...Y
de nuevo, al rato, un dolor mucho más intenso volvió a despertarme,
y otra vez me dormí acunada por el dolor, que en no mucho tiempo
volvió a devolverme la consciencia, no por mucho tiepo. Despertares
cada vez más breves.
Las
caras de quienes se hallaban conmigo mostraban cansancio y
desesperanza que no tardó en materializarse en la voz angustiada del
doctor Espiral:
-Poco
se puede hacer ya, inquisidor. Lo hemos intentado todo y no hay
manera. Sus heridas son demasiado graves.-
-No.-Oí
que negaba el inquisidor decidido, a pesar de que su cara mostraba
preocupación.- El Emperador ha dicho que la quiere viva y vivirá.-
Espìral
chasqueó la lengua.
-La
cosa no pinta bien. Lo hemos intentado todo y...-
La
voz enfadada de Tar cortó la del doctor:
-¿Tan
pronto te rindes, Espiral? No es lo que quiero oir ahora. Dime,
¿Crees que debo someterte a tortura para cambiarte el humor?
-¡No!-Le
oí gritar.-¡No, por favor!¡ He hecho todo lo que he podido, tú lo
has visto!-Se defendió.
“No
os pongáis a discutir ahora, por favor. Gritos ahora no...”
Supliqué en mi mente. Además del dolor, la cabeza me zumbaba, y lo
último que necesitaba era que aquellos dos se pusieran a discutir.
Lejos
de hacerme caso, siguieron la riña.
-¿De
qué me servís tú y tu laboratorio entonces?-Oigo que pregunta con
maldad Tar.-A lo mejor deberíamos prescindir de tí. Ya sabes que
nuestro señor me ordenó deshacerme de todo lo inútil en el
Caserón...-
-¡No!-Oí que seguía suplicando Espiral.- ¡Por Lucifer!-Bramaba con
miedo-¡Mírala!¡Mira cómo está! ¡Apenas se puede hacer nada! Y
yo... yo jamás me había enfrentado a algo así...Yo....- Se echó a
llorar.- Por favor...Haré lo necesario para ayudarte, pero por
favor, ten misericordia de mí...-Siguió clamando.
Ví
la mirada amarilla de Tar posarse sobre mi y temblé mientras sus
ojos me recorrían de arriba abajo. Mi visión se fue desenfocando
poco a poco hasta que sólo dominó la oscuridad y el dolor. Ahora
sólo oía las voces de los allí presentes:
-El
tiempo se agota. Se nos va.- Oí decir a Espiral.- ¿Qué podemos
hacer?
-Llama
a Segismundo, al menos haréis algo útil.-Oi sentenciar a a Tar.
-¿Hay
forma de curarla?-Escuché la voz del doctor teñida de cierta
esperanza.
-La
hay, pero no es asunto tuyo.-Fue la respuesta de Tar-¡Llama a
Segismundo!-Tronó.
Escuché
los pasos acelerados del doctor saliendo de la sala y gimoteé, traté
de girarme, pero el dolor me impedia hacer cualquier movimiento.
Tenía mucho sueño. Sólo quería que aquello acabara de una vez.
Pero
entonces...Más pasos atropellados acercándose. Y mis párpados
parecían pesarme tanto que no podía ni quería abrirlos. Estaba
demasiado agotada.
De
nuevo la voz de Tar.
-Llevadla
lo más rápido que podáis a la sala de la Bóveda de Helios. Y ni
se os ocurra inmiscuiros o preguntar qué pasará u os aseguro que
cuando haya acabado con ella seréis sometidos a castigo. Desde éste
momento Cris es asunto exclusivamente mío.-
Noté
que me levantaban y corrían conmigo mientras yo hacía un esfuerzo
sobrehumano por abrir los ojos. Lo conseguí y vi dónde estaba:
atravesaba el pasillo del Caserón: vi a Regan revolverse en su cama
y sacarme la lengua cuando pasamos ante ella a toda prisa, mientras
yo suplicaba en silencio que me dejaran en paz, que mis portadores me
soltaran, porque los movimientos de éstos al llevarme sólo
acrecentaban mi dolor; Vi a Blood, a Antonio junto con Alex y Moi,
los monaguillos, vi a Jason...Hasta que vi el techo de la bóveda y
sentí cómo me estrellaban contra una superficie dura. Me estremecí
más de miedo que de dolor cuando escuché la voz de Tar:
-¡Fuera!
Cris es ahora mi asunto...-
Oí
pasos correr despavoridos mientras cerré los ojos, deseando que todo
acabara de una vez...Y pensando ésto, me volví a sumir en la
inconsciencia presa de un terrible dolor y el peor aún
presentimiento de que aún me quedaba mucho que sufrir...
No hay comentarios:
Publicar un comentario