CAPITULO
11: CURACIÓN
Una
oleada de dolor me devolvió a la realidad y me hizo volver a abrir
los ojos.
Me
estaba abrasando, pero a mi alrededor no había fuego, sino una
extraña aura rojiza escarlata que me envolvía. A mi...Y a Tar, que
estaba a de pie a mi derecha, con las manos extendidas como si
quisiera abrazarme, haciendo brotar rayos rojizos que iban de él a
mi, mientras una terrible quemazón me envolvía.
Intenté
moverme, pero fue inútil. Algo invisible me impedía hacerlo. Miré
al techo, el cual vi demasiado cerca; dirigí mi mirada al suelo, y
vi la mesa de torturas de la sala debajo de mi pero a cierta
distancia. Me hallaba levitando en el aire envuelta en esa especie de
aura roja.
-¡
Ar sindanóriello caita mornië !! – Oí pronunciar a Tar- ¡¡ Ar
ilyë tier undulávë lumbulë, Cris !!-
Sus
palabras provocaron una nueva sacudida de dolor en mi, quería que
aquello acabara, y si la muerte venía a mi encuentro la recibiría
de buen grado con tal de dejar de abrasarme en el fuego invisible que
ahora sentía.
Miré
a Tar y vi su gesto de esfuerzo, su frente perlada de sudor y me di
cuenta de que estaba haciendo todo lo posible por cumplir la orden
del Emperador de dejarme vivir por el momento.
Su
voz fue subiendo de intensidad, haciéndose cada vez más
autoritaria, intentando imponerse a lo que fuera que quisiera hacerme
morir. Sus ojos amarillos relampagueaban mientras se perdían en mi
cuerpo al compás de sus manos, que no me tocaban, pero sí dañaban
con el rayo bermellón que brotaba de ellas, provocándome un inmenso
dolor del que yo quería escapar aunque fuera a costa de mi vida.
-¡¡Jiv'elgg
lueth jiv'undus phuul jivvin!! – Oi gritar al inquisidor - ¡¡
Lil alurl velve zhah lil velkyn uss!!
No
me quedaban fuerzas ni para gritar siquiera. No podía gritar, no
podía moverme...Sólo podía esperar a que la muerte viniera por mi,
y justo cuando pensé que el dolor no podía ser más intenso de lo
que ya era; justo cuando pensaba que por fin la dama de la guadaña
me acunaría en su regazo, casi con los ojos ya entrecerrados, casi
abandonándome al viaje al más allá...Fue justo entonces cuando el
dolor cesó.
Todo
paró de repente. Volví a abrir los ojos incrédula y miré a Tar
con miedo, que en ese momento se acercaba a mi hasta casi rozar mi
cara con la suya.
-Cris,
Nindyn vel'uss kyorl nind ratha thalra elghinn dal ilil alust-
Susurró.
Su
boca quedó muy cerca de la mía, y entonces con un suave movimiento
me hizo abrir la boca para dejar entrar el aliento oscuro que brotó
de la suya.
Cuando
su hálito penetró en mí sentí un escalofrío helado que me hizo
estremecer y aterrizar sobre la superficie dura y fria de la mesa de
torturas suavemente.
Ví
que Tar se apartaba un poco de donde yo estaba. Seguía observándome,
con sus ojos amarillos clavados en mi, sin quitarse la capucha
impidiéndome ver el gesto de su cara. Así me resultaba imposible
saber qué había sido de mi. Si realmente había vuelto a vivir como
creía o todo era fruto de un sueño y yo ya estaba en el otro lado
como también me planteaba en aquel momento.
Carraspeé
levemente y los ojos de Tar fueron a los míos.
Con
un hilo de voz me atreví a preguntar:
-¿Qué...Que
ha...?-Volví a carraspear, porque mi voz temblaba y no quería
parecer asustada, aunque no lo conseguí.- ¿Qué ha pasado?-
-Has
sido rescatada de los mismísimos brazos de la muerte. Si llegamos a
tardar un poco más tal vez ahora tú y yo no estaríamos hablando.
Has tenido mucha pero que mucha suerte.-Dice con un deje burlón.
-¿Que
fue...?-Noté cómo se me empezaba a formar un nudo en la garganta
que me impedía hablar debido al temor que me infundía la mirada de
Tar. Me era imposible mirarle a los ojos.
-¿Qué
fue lo que pasó?-El inquisidor acabó la frase por mí.
Yo
asentí.
-¿Qué
recuerdas?.- Me preguntó.- Y más te vale no mentir. Si lo haces, lo
sabré.- Snetenció con voz fría.
-Recuerdo...-Comencé
nerviosa.- Que me...arrojé desde lo alto del Star Flyer y...me
llevaron en volandas...Una luz...Espiral y tú discutiendo...Y lo
último que recuerdo es que acabé aquí....Una extraña aura roja me
envolvía y tú pronunciabas unas palabras muy extrañas....Es todo
lo que recuerdo. -Concluí.
No
ocultas nada; bien – respondió satisfecho – Esto es lo que
ocurrió: Te arrojaste desde lo alto el Star Flyer y tu cuerpo yació
destrozado… hasta que el Emperador y yo te encontramos, ordenando
rápidamente a Espiral y a Segismundo que te trasladaran al
Laboratorio. Una vez allí intentamos reanimarte, pero tus heridas
eran demasiado graves. Espiral no tenía ninguna esperanza… pero el
Emperador me ordenó que te mantuviera con vida, y eso hice. Sólo me
quedaba una posibilidad. Hice que te trajeran a la Bóveda y aquí te
sané el cuerpo mediante otras… formas.
Hizo
una pequeña pausa y concluyó:
-Has
tenido mucha suerte de que el Emperador me enseñara en las artes de
la magia – dijo – De no ser así… no habría podido hacer
nada.-
-¿Magia?-Pregunté
casi al borde del grito.- ¿Qué...? ¿Cómo...? ¿Eres un mago?-
Pregunté parpadeando incrédula....
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