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martes, 18 de febrero de 2014

Crónica charla "Mujeres y conflictos armados" en la Universidad Carlos III de Madrid

La situación de la mujer en tierra de hombres: el papel de la mujer en guerras y conflictos – Cristina Bermejo

En el caso de los conflictos en Líbano el país que las recibe, también abusa de ellas” - Lola Fernandez (Periodista)

Prefiero ser dueño de mi silencio antes que esclavo de mis palabras” - Shakespeare.

En temas como el del coloquio de hoy nadie debería ser dueño de sus silencios, sino todo lo contrario.

Precisamente el silencio ha sido el tema central del evento de hoy, en la Universidad Carlos III de Madrid, la mesa redonda “Mujeres en conflictos armados”, presidida por Lola Fernández y Roberto Montoya, ambos periodistas.

Roberto Montoya y Lola Fernández,
ponentes de la conferencia
El silencio, como digo, ha sido el tópico rey de la charla; El silencio que rodea a la resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobada el 31 de octubre de 2000 Buscada desde la Segunda Guerra Mundial donde empezó a haber víctimas de éste tipo de violencia de género) y que a pesar de tener como misión lograr mayor inclusión de las mujeres en procesos de paz y preocuparse por las víctimas de conflictos armados, parece no ser así, y en vez de enfrentarse al problema y encararlo, lo tratan como tabú , al haber ese silencio por parte de las víctimas de estos conflictos (por vergüenza); por otro lado también las ONG´s hacen caso omiso porque es un tema complicado, sumándose además el craso error de los medio de comunicación, que tampoco le dan la importancia debida e incluso muchas veces se recrean en el morbo del testimonio de las mujeres abusadas.

Todo ésto genera el caldo de cultivo idóneo para que el problema de la violencia de género en conflictos bélicos siga y no pare, cayéndose así, en una espiral de silencio nada beneficiosa al no ponerse solución al problema.

¿Cómo es posible que no se hable de un tema que afecta al 70% de las mujeres en el mundo? ¿Cómo puede ser que en la sociedad en la que vivimos no nos demos cuenta de que en países subdesarrollados ciento cuarenta millones de mujeres sufren ablación genital? ¿Cómo puede ser que no nos paremos a pensar que más de diez millones de mujeres son obligadas a casarse antes de los doce años?

La respuesta es bien sencilla: el ser humano es egoísta por naturaleza y sólo mira su propio ombligo, lo de fuera le importa bien poco.

No es de extrañar que cada octubre se celebre el aniversario de la aprobación de la resolución que nos ocupa, y en dicho evento predomine el discurso autocomplaciente :”Qué bien lo hemos hecho para las pobres mujeres que sufren...” que no ayuda a resolver el problema que la resolución aún no ha resuelto, por cierto.

Choca y es bastante vergonzoso que la comunidad internacional tardara 55 años en proclamar ésta resolución, habiendo otros temas para los que sí había resoluciones, (minas anti-personas, asuntos balísticos)....restando importancia al tema que nos ocupa.

Es interesante siempre el testimonio de una persona que haya vivido una situación del tema que estamos tratando para acercarnos un poco a la realidad desde la perspectiva de alguien que haya vivido algo así: es el caso de Hanna, quién expone su testimonio desde el documental “Iraq 2003: Memorias de una estudiante”.

Hanna era una estudiante de 17 años cuando empezó la guerra en Iraq. Ella había vivido guerras, pero no las recordaba así.

Fue testigo del asesinato de un hombre mientras paseaba con su padre, y pudo ver también cómo los soldados americanos secuestraban a su hermana y a una amiga suya.

Desde aquel 2003 en el que los soldados entraron en Iraq, Hanna vio coartadas sus libertades y las de los suyos: no podía ir sola a la universidad, donde una vez allí, no podía ir con libertad ni siquiera de un campus a otro; debía vestirse con la vestimenta islámica que se impuso en el país; ve palizas sin ton ni son por la calle...

Todo ésto te da crisis en la cabeza”. Dice.

A pesar de todo ello, Hanna tiene sueños. Ahora tiene 22 años y vive en Barcelona y desde ahí cuenta sus anhelos:

Quiero ser escritora de literatura, pero por ahora quiero relajarme y no hacer nada. Quiero acabar mis estudios de momento.”

Desde Barcelona Hanna hace un llamamiento a la comunidad Internacional, reclamándoles que despierten, que “la injusticia nunca se acaba si la gente la acepta”

En palabras de Roberto Montoya , ponente del evento de hoy,“Son los hombres los que hacen las guerras, instigan, protagonizan y firman tratados de paz, decidiendo condiciones, dejándose a la mujer de lado”...

El colmo de todo es la hipocresía de quienes van de salvadores y luego no lo son, caso de algunos de los cascos azules de la ONU, supuestamente enviados para ayudar, que se dedican a abusar de mujeres.

Lola Fernández, periodísta y ponente del evento de hoy: “Las violan a cambio de comida. Las víctimas suelen ser niñas de entre 5 y 12 años, a las que su s familias, en vez de mandarlas a la calle a prostituirse, la llevan a las puertas de los cuarteles de los soldados”

Resulta irónico que precisamente éstos soldados tengan un manual sobre cómo actuar en el territorio al que van de misión humanitaria pero en dicho código de conducta no ponga nada acerca de cómo actuar en caso de que un casco azul abuse de una mujer allá donde esté destinado. La única sanción existente (y porque así lo exigió la ONU) es que el casco azul que incurra en abuso sea inmediatamente retirado por su del territorio en el que misione, pudiendo ser enviado luego a otro país para seguir de “misión”, lo cual, no sé a usted que me está leyendo, pero a mí me parece vergonzoso.

Lola Fernández ha destacado la importancia que tiene el hecho de que las mujeres hablen y digan lo que las está pasando, de los abusos de los que son víctimas, pero también el hecho de involucrar al género femenino en las misiones humanitarias para que las mujeres de los paises en conflicto se sientan más protegidas.


En mi opinión, todos deberíamos ponernos en la piel de aquellas mujeres que padecen todo ésto, dejar a un lado la visión egocentrista de los países más desarrollados y empezar a pensar en lo que nos rodea. Sólo empezando así conseguiremos que todo ésto mejore y tal vez algún día acabe.

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