CAPITULO 12: REVELACIONES
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Si, soy un mago. -Respondió Tar.- Y uno muy poderoso, además- añadió sin dejar de mirarme – Con estas últimas palabras no quiero que
pienses que me estoy poniendo chulo; solo quiero que sepas como son
las cosas. Sólo un mago de gran poder habría podido emplear la
magia necesaria para salvarte, por lo que… que yo sea muy poderoso
ha sido muy beneficioso para ti.
No entendía el sentido de
todo eso, asi que le pregunté:
¿ Por qué el Emperador te
enseñó las artes mágicas ?-
Le vi extender los brazos y
señalar las máquinas de tortura que había en la sala.
-Instrumentos de tortura
-Respondió orgulloso–Tú los conoces bien ¿Verdad? – Preguntó
sarcástico.
Asentí y él siguió
hablando:
-Sabes el terrible dolor y
tormento que pueden producir. Son letales… aunque no siempre
funcionan.-
Calló un momento y luego
prosiguió:
-A lo largo de los muchos
siglos que llevo siendo Inquisidor de este lugar, he conocido a
personas que poseían una voluntad y resistencia de hierro. No
siempre lograba someterlas a mi voluntad, y no tienes ni idea de lo
exhasperante… que eso puede llegar a ser – Vi relampaguear sus
ojos de rabia y un escalofrío me recorrió de arriba abajo – Les
atormentaba con estos instrumentos… y no lograba nada: Unos
preferían callar y morían antes de someterse, y otros callaban y
aguantaban todos los tormentos a los que les sometía, hasta que
quedaban tan destrozados que no me quedaba más remedio que
rematarles.
Asentí atenta sin saber aún
adonde quería llegar
-Aquello hacía que
estallara de cólera – dijo – No lo soportaba. Sin embargo…mi
señor no tardó en encontrar la solución a mi problema: La magia.
Me dijo que con la magia de mi lado, no habría ser que se me
resistiera. Él me entrenó en las artes mágicas, y efectivamente:
Desde que las dominé… nadie se me resistió.
Ya con las cosas más claras
no pude evitar preguntar:
-Entonces… ¿ Por qué
nunca te he visto usar la magia cuándo nos torturas? –
-Porque no ha sido necesario
– dijo él encogiéndose de hombros – De todos los moradores que
vivís aquí, ninguno ha logrado resistir mis torturas, por lo que no
me hacía falta valerme de la magia. Además – Hizo una pequeña
pausa y prosiguió:
-Usar la magia para torturar
implica riesgos, pues el dolor que se puede llegar a infligir con
ella es brutal; un dolor tan terrible y atroz que comparado con ella,
estos instrumentos de tortura sólo hacen cosquillas. Si no se usa
adecuadamente, lo más seguro es que destroces el juicio del
torturado… o lo mates en apenas unos segundos.
Ví a Tar extender su mano
derecha, de la que empezaron a brotar relámpagos azules que al
golpear la pared arrancaban trozos de piedra con un gran estruendo y
una nube de polvo.
-En la magia hay técnicas
para torturar contra las que no hay defensa posible – Siguió
diciendo el inquisidor mientras bajaba la mano – Créeme, mejor
para vosotros que no me forcéis a usar la magia para castigaros.
Me quedé callada largo
rato. Asimilándolo todo. Las preguntas se agolpaban en mi cabeza, y
cada vez eran más, como las dudas.
-No lo entiendo- Susurré
para mí misma.- ¿Por qué me has curado?- Pregunté a Tar alzando
el tono- Si todos los moradores estabais tan enfadados conmigo por
lo del robo, por la muerte de Nosfharatu, y si el Emperador estaba
tan furioso… ¿ Por qué salvarme y no dejarme simplemente a mi
suerte ?
Porque fuiste
particularmente difícil de someter, y el Emperador no desea
desprender de una sierva que tanto le ha costado ganar – respondió
sin inmutarse- Además, el objetivo de todo esto era que
escarmentaras y aprendieras la lección, no que te destrozaras el
cuerpo.
-¿Cómo? – Grité
sorprendida - ¿Todo esto era… era un.. un castigo?
-Lo has entendido a la
primera Cris – dijo Tar esbozando una sonrisa malévola –Exacto:
El odio de los moradores, el desprecio que has sufrido y el vacío
que te han hecho, las torturas psicológicas a las que te ha sometido
tu amiguito gaseoso, el mes de enterramiento, las últimas torturas a
las que te sometí… todo era un castigo.
-¿ Debido a qué ? –
pregunté.
-A que tú y el monje
Nosfharatu, hicisteis algo que a nuestro señor le sentó muy mal :
Usasteis el pasado de un morador como un arma, y eso es algo que a él
le pone muy furioso.-
Ahora sí que me descuadraba
todo y no entendía nada. ¿Qué tenía que ver el pasado de los
moradores ahora?
Como si Tar me hubiera leído
la mente, respondió a mi pregunta.
-El pasado de cada morador
representa un tiempo anterior a todo esto – dijo alzando las manos
como si quisiera abarcar en ellas la sala de la Bóveda y el Caserón
entero.
Hizo una breve pausa y siguió:
- La añoranza por el pasado no puede aflorar aquí, por lo que si quieres sobrevivir, debes hacer todo lo posible por erradicar esos pensamientos. Hablar del pasado o intentar usarlo está prohibido, y es castigado severamente.
- La añoranza por el pasado no puede aflorar aquí, por lo que si quieres sobrevivir, debes hacer todo lo posible por erradicar esos pensamientos. Hablar del pasado o intentar usarlo está prohibido, y es castigado severamente.
-Fue por eso por lo que mataste a Nosfharatu – dije atando cabos – porque intentó usar tu pasado contra ti ¿ No ?
-Así es – respondió mi interlocutor –El Emperador habría preferido que fuera torturado como castigo y que siguiera con vida… pero aquella afrenta me hizo estallar de cólera. Nosfharatu intentó herirme usando mi pasado; un tema que sólo me interesa a mi y a nuestro Señor. Los moradores saben lo despiadado que puedo llegar a ser cuando se intenta hurgar en mi pasado, y por eso prefieren no tocar el tema… pero el monje decidió jugársela, y fracasó. Por eso le maté con sumo placer, y contigo habría hecho lo mismo… pero el Emperador apareció y me lo impidió. Tuviste suerte de que apareciera, pues de no haber sido así ahora estarías muerta y habría alimentado con tus despojos a los zombis.
-Y si el Emperador habría preferido que el monje viviera… ¿Por qué no te castigó? – preguntas.
-El “Por qué” acude mucho a tu boca hoy Cris – dijo Tar con voz hastiada – Porque mi desobediencia ha sido muy útil al Emperador, y por eso no me ha castigado y está complacido conmigo. El ver como un morador ha sido ejecutado por hurgar en el pasado ha infundido a todos temor y les ha recordado que les puede pasar si quebrantan esa regla. Además, como Inquisidor Oscuro que soy tengo más privilegios que vosotros.
-Y si el Emperador habría preferido que el monje viviera… ¿Por qué no te castigó? – preguntas.
-El “Por qué” acude mucho a tu boca hoy Cris – dijo Tar con voz hastiada – Porque mi desobediencia ha sido muy útil al Emperador, y por eso no me ha castigado y está complacido conmigo. El ver como un morador ha sido ejecutado por hurgar en el pasado ha infundido a todos temor y les ha recordado que les puede pasar si quebrantan esa regla. Además, como Inquisidor Oscuro que soy tengo más privilegios que vosotros.
De repente me vinieron a la cabeza los objetos que aún conservaban los moradores y que alguna vez fueron parte de su pasado: el anillo de Espiral, el peluche de Blood, incluso el cubo del mismísimo Tar. Y no pude evitar hacer la pregunta:
-¿ Y todos esos objetos que tenéis ? Esos objetos que guardáis cada uno de vosotros. Están relacionados con vuestro pasado. ¿Por qué se os permite conservarlos si el Emperador detesta el pasado?
-Porque de esa forma se asegura de que no olvidemos la regla – respondió Tar con frialdad – Al obligarnos a conservar esos objetos nos hace ver que nuestro pasado siempre estará con nosotros, y que por lo tanto siempre estará presente el riesgo de ser castigados si nos atrevemos a usarlo o a añorarlo siquiera.
-¿ Y todos esos objetos que tenéis ? Esos objetos que guardáis cada uno de vosotros. Están relacionados con vuestro pasado. ¿Por qué se os permite conservarlos si el Emperador detesta el pasado?
-Porque de esa forma se asegura de que no olvidemos la regla – respondió Tar con frialdad – Al obligarnos a conservar esos objetos nos hace ver que nuestro pasado siempre estará con nosotros, y que por lo tanto siempre estará presente el riesgo de ser castigados si nos atrevemos a usarlo o a añorarlo siquiera.
Asientí en silencio. Era
raro, porque en mi mente oía mi propia voz exponiendo y ordenando
dudas, nada más. Ni rastro de la voz burlona de Selman, lo que me
hizo recordar lo que hacía no mucho había dicho Tar:
-”Las torturas a las
que te ha sometido tu amiguito gaseoso...”-
¿Y Selman?¿Qué habría
sido de él? En mi mente desde luego no estaba, y fuera...
Alcé el cuello y recorrí
con mi mirada la sala. Ni rastro del espectro. Y poco a poco fui
siendo consciente de las palabras de Tar...Lo que me llevó a deducir
que...
-¿Tú sabías que el
espíritu de Selman estaba dentro de mi cabeza atormentándome?-
Pregunté atando el último cabo....
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