CAPITULO
13: PUNTO DE INFLEXIÓN
-Exacto,
yo sabía de la existencia de tu coleguita gaseoso.-Contestó Tar con
una risita.-Desde el principio.- Añadió-
-¿
Y el resto de moradores ? – pregunté.
-Sólo lo sabemos el
Emperador y yo – contestó – el resto no lo sabe
-¿Cómo es posible? –
volví a inquirir boquiabierta. - ¿Cómo es posible que podáis
verlo?
Tar se carcajeó y dijo:
-Tu ignorancia me mata de
risa .Vamos, Cris. Tú sabes quien es nuestro señor. Por lo tanto
¿De verdad creías que un simple fantasma iba a ser invisible para
él?. El Emperador puede verlo todo, y nada se le escapa. Respecto a
mi, como mago que soy, mi visión puede abarcar muchas cosas: cosas
visible e invisibles, del mundo de los vivos y de los muertos, lo que
es conocido y lo que permanece oculto… y muchas más. Por lo tanto,
si, nosotros dos sabemos de la existencia de tu amigo
fantasmagórico.-
Me quedé mirando a Tar
sorprendida, sin decir nada, boquiabierta:
-Que te sorprenda que yo
sepa lo del fantasma es comprensible, pues no sabías nada de mis
habilidades mágicas – dijo Tar – Pero que te sorprenda que
nuestro señor lo sepa no tiene perdón, y demuestra que tienes muy
poco seso. Esperaba que fueras más espabilada, Cris.
-Pero… pero no entiendo
com… - De repente ví a Tar alzar la mano y mi lengua se pegó al
paladar, impidiéndome hablar.
-Tus continuas preguntas
empiezan a entumecerme las orejas – Replicó Tar con voz cansada –
Te contaré de que va este asunto, a ver si así se sacia tu
curiosidad.
Asentí, y Tar empezó a
hablar, sin deshacer el hechizo que me impedía articular palabra:
-Cuando un morador muere, la
energía de su interior toma la forma de un espíritu oscuro.-
Comienza.- Entonces, el espíritu del morador se presente ante
nuestro señor y puede optar por dos caminos: Partir al mundo de las
sombras y abandonar el mundo de los vivos… o quedarse en el reino
de los vivos y vagar como un espectro. Muy pocos eligen el segundo
camino, pues vivir invisible por siempre no es agradable y termina
por desquiciar al espectro… pero algunos, como Sel, lo hacen.
Hizo una pequeña pausa y
prosiguió
-Después de que le matarás,
Sel podía haber escogido la primera opción… pero eligió la
segunda – explicó – Consumido por el deseo de venganza contra
ti, se presentó ante nuestro Señor y eligió quedarse en el mundo
de los vivos como espectro… al mismo tiempo que le imploraba a
nuestro señor que le permitiera quedarse aquí para poder vengarse
de ti. Nuestro señor sintió curiosidad por ver como lo hacía, y le
hizo visible sólo para ti. Después de aquella elección, el
Emperador se reunió conmigo y me lo contó. Me dijo que gracias a mi
gran poder mágico, yo podría ver a Sel, pero me ordenó que
fingiera que no le veía, pues deseaba ver como reaccionabas.
Volvió a callar y luego
reanudó el relato:
-Nuestro señor quería
comprobar como se vengaba de ti el vampiro, y como reaccionabas tú
ante sus ataques – Dijo Tar con frialdad – No tardamos en ver que
las torturas mentales iban a ser su arma.. Al principio le resultaba
divertido ver vuestras disputas… pero el Emperador comprendió que
no iba a salir bien. Al final temió que perdieras el juicio o que
intentaras matarte para liberarte de las torturas mentales de Sel,
por lo que tomó la decisión de liberarte de él… pero el mismo
día que iba a hacerlo tuvo lugar el incidente con Nosfharatu. Como
consecuencia, nuestro Señor decidió dejarle más tiempo para
torturarte y le ordenó que fuera especialmente cruel en sus torturas
mentales.
Tar alzó su mano y mi
lengua se despegó del paladar, permitiéndome volver a hablar en el
mismo momento en que en mi mente reinaban todo tipo de improperios y
insultos hacia Selman, pero que por respeto, me callé, limitándome
a decir:
-Pues ya lo creo que fue
cruel – respondí cabreada.– especialmente cuando me obligó a
robar vuestros objetos o me hizo arrojarme desde lo alto de Star
Flyer. El Emperador le dio buenas instrucciones.-
-Me temo que tus
conclusiones son erróneas – respondió el inquisidor – Nuestro
Señor no le ordenó que te obligara a robar nuestros objetos; ya te
he contado como detesta que se despierte el pasado. Ni tampoco que te
llevará a intentar matarte. Si se producía ese caso, él debía
detenerte… pero por lo visto no lo hizo. Se dejó llevar por su
deseo de venganza y desoyó las órdenes del Emperador en esas dos
circunstancias. No te quepa de que lo pagará.
Respiré aliviada ante esas
últimas palabras y pensé: “ Bien, jódete cabrón “ “Vas a
pagar por las putadas que me has hecho“.
Esperé a que volvieran las
jaquecas producidas por Sel en mi mente, pero no llegaban. Extrañada,
me volví a preguntar dónde estaría el fantasmita puñetero.
-El motivo de que Selman no
responda a tus insultos se debe sencillamente a que no está dentro
de tu mente. -Me dijo el inquisidor.- Después de sanar tu cuerpo le
saqué de tu mente mediante mi magia y le ordené que se presentara
ante nuestro Señor, pues tiene que responder ante él por sus actos.
Y no te molestes en preguntarme por qué sé lo que estabas pensando
hace unos segundos. Como mago que soy, también puedo leerte la
mente.-
-¿Y qué le espera a ese
espectro cabrón? – pregunté con odio – Espero que el Emperador
sea despiadado con él.
-Eso nadie lo sabe – dijo
Tar encogiéndose de hombros – Nuestro señor decidirá.
Le vi entonces acercarse a
mi y comenzar a moverme el cuello de un lado a otro; me cogió el
brazo derecho y me lo flexionó; después, hizo lo mismo con mi
pierna derecha.
-¿Qué estás haciendo? –
Le pregunté desconcertada-
-Compruebo que tu cuerpo
haya quedado bien sanado – respondió flexionándome los dedos de
una mano – No quiero que el Emperador te vea lisiada.
Dicho ésto, comenzó a
girarme el cuello de un lado a otro y acabó posando su mano derecha
sobre mi cabeza. Alcé mi vista para mirarle: parecía que
reflexionaba, y sus ojos amarillos ahora parecían ser solo brasas,
apagándose poco a poco, volviendo a su color castaño original.
-Es curioso – dijo –
Tantos siglos torturando y destruyendo… y tú, precisamente tú,
eres lo único que he sanado. El único bien que he hecho.-
Nada más decir ésto bajó
suavemente su mano por mi cara hasta llegar a mi mejilla, donde se
recreó con una caricia larga y cuidadosa. Y yo, que no había dejado
de mirarle, advertí que el hombre al que ahora tenía ante mi era
totalmente distinto al Tar al que yo conocía. Por un momento pareció
no haber restos del inquisidor mientras me acariciaba, mirándome con
sus ojos castaños con una expresión extremadamente triste.
Y de repente, como si se
hubiera despertado de un sueño de golpe, sus ojos volvieron a arder
en fuego amarillo.
Se apartó de la mesa y se
dió la vuelta.
Sin fiarme demasiado dije en
un susurro.
-Gracias.-
Tras unos segundos, y cuando
estaba a punto de cruzar la puerta, Tar se giró a mirarme y contestó
con voz fría:
-De
nada. Ahora descansa.- Y cerró la puerta dejándome sola en la
Bóveda de Helios....
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