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martes, 18 de febrero de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 13

CAPITULO 13: PUNTO DE INFLEXIÓN

-Exacto, yo sabía de la existencia de tu coleguita gaseoso.-Contestó Tar con una risita.-Desde el principio.- Añadió-

-¿ Y el resto de moradores ? – pregunté.

-Sólo lo sabemos el Emperador y yo – contestó – el resto no lo sabe

-¿Cómo es posible? – volví a inquirir boquiabierta. - ¿Cómo es posible que podáis verlo?

Tar se carcajeó y dijo:

-Tu ignorancia me mata de risa .Vamos, Cris. Tú sabes quien es nuestro señor. Por lo tanto ¿De verdad creías que un simple fantasma iba a ser invisible para él?. El Emperador puede verlo todo, y nada se le escapa. Respecto a mi, como mago que soy, mi visión puede abarcar muchas cosas: cosas visible e invisibles, del mundo de los vivos y de los muertos, lo que es conocido y lo que permanece oculto… y muchas más. Por lo tanto, si, nosotros dos sabemos de la existencia de tu amigo fantasmagórico.-

Me quedé mirando a Tar sorprendida, sin decir nada, boquiabierta:

-Que te sorprenda que yo sepa lo del fantasma es comprensible, pues no sabías nada de mis habilidades mágicas – dijo Tar – Pero que te sorprenda que nuestro señor lo sepa no tiene perdón, y demuestra que tienes muy poco seso. Esperaba que fueras más espabilada, Cris.

-Pero… pero no entiendo com… - De repente ví a Tar alzar la mano y mi lengua se pegó al paladar, impidiéndome hablar.

-Tus continuas preguntas empiezan a entumecerme las orejas – Replicó Tar con voz cansada – Te contaré de que va este asunto, a ver si así se sacia tu curiosidad.

Asentí, y Tar empezó a hablar, sin deshacer el hechizo que me impedía articular palabra:

-Cuando un morador muere, la energía de su interior toma la forma de un espíritu oscuro.- Comienza.- Entonces, el espíritu del morador se presente ante nuestro señor y puede optar por dos caminos: Partir al mundo de las sombras y abandonar el mundo de los vivos… o quedarse en el reino de los vivos y vagar como un espectro. Muy pocos eligen el segundo camino, pues vivir invisible por siempre no es agradable y termina por desquiciar al espectro… pero algunos, como Sel, lo hacen.

Hizo una pequeña pausa y prosiguió

-Después de que le matarás, Sel podía haber escogido la primera opción… pero eligió la segunda – explicó – Consumido por el deseo de venganza contra ti, se presentó ante nuestro Señor y eligió quedarse en el mundo de los vivos como espectro… al mismo tiempo que le imploraba a nuestro señor que le permitiera quedarse aquí para poder vengarse de ti. Nuestro señor sintió curiosidad por ver como lo hacía, y le hizo visible sólo para ti. Después de aquella elección, el Emperador se reunió conmigo y me lo contó. Me dijo que gracias a mi gran poder mágico, yo podría ver a Sel, pero me ordenó que fingiera que no le veía, pues deseaba ver como reaccionabas.

Volvió a callar y luego reanudó el relato:

-Nuestro señor quería comprobar como se vengaba de ti el vampiro, y como reaccionabas tú ante sus ataques – Dijo Tar con frialdad – No tardamos en ver que las torturas mentales iban a ser su arma.. Al principio le resultaba divertido ver vuestras disputas… pero el Emperador comprendió que no iba a salir bien. Al final temió que perdieras el juicio o que intentaras matarte para liberarte de las torturas mentales de Sel, por lo que tomó la decisión de liberarte de él… pero el mismo día que iba a hacerlo tuvo lugar el incidente con Nosfharatu. Como consecuencia, nuestro Señor decidió dejarle más tiempo para torturarte y le ordenó que fuera especialmente cruel en sus torturas mentales.

Tar alzó su mano y mi lengua se despegó del paladar, permitiéndome volver a hablar en el mismo momento en que en mi mente reinaban todo tipo de improperios y insultos hacia Selman, pero que por respeto, me callé, limitándome a decir:

-Pues ya lo creo que fue cruel – respondí cabreada.– especialmente cuando me obligó a robar vuestros objetos o me hizo arrojarme desde lo alto de Star Flyer. El Emperador le dio buenas instrucciones.-

-Me temo que tus conclusiones son erróneas – respondió el inquisidor – Nuestro Señor no le ordenó que te obligara a robar nuestros objetos; ya te he contado como detesta que se despierte el pasado. Ni tampoco que te llevará a intentar matarte. Si se producía ese caso, él debía detenerte… pero por lo visto no lo hizo. Se dejó llevar por su deseo de venganza y desoyó las órdenes del Emperador en esas dos circunstancias. No te quepa de que lo pagará.

Respiré aliviada ante esas últimas palabras y pensé: “ Bien, jódete cabrón “ “Vas a pagar por las putadas que me has hecho“.
Esperé a que volvieran las jaquecas producidas por Sel en mi mente, pero no llegaban. Extrañada, me volví a preguntar dónde estaría el fantasmita puñetero.

-El motivo de que Selman no responda a tus insultos se debe sencillamente a que no está dentro de tu mente. -Me dijo el inquisidor.- Después de sanar tu cuerpo le saqué de tu mente mediante mi magia y le ordené que se presentara ante nuestro Señor, pues tiene que responder ante él por sus actos. Y no te molestes en preguntarme por qué sé lo que estabas pensando hace unos segundos. Como mago que soy, también puedo leerte la mente.-

-¿Y qué le espera a ese espectro cabrón? – pregunté con odio – Espero que el Emperador sea despiadado con él.

-Eso nadie lo sabe – dijo Tar encogiéndose de hombros – Nuestro señor decidirá.


Le vi entonces acercarse a mi y comenzar a moverme el cuello de un lado a otro; me cogió el brazo derecho y me lo flexionó; después, hizo lo mismo con mi pierna derecha.

-¿Qué estás haciendo? – Le pregunté desconcertada-

-Compruebo que tu cuerpo haya quedado bien sanado – respondió flexionándome los dedos de una mano – No quiero que el Emperador te vea lisiada.

Dicho ésto, comenzó a girarme el cuello de un lado a otro y acabó posando su mano derecha sobre mi cabeza. Alcé mi vista para mirarle: parecía que reflexionaba, y sus ojos amarillos ahora parecían ser solo brasas, apagándose poco a poco, volviendo a su color castaño original.

-Es curioso – dijo – Tantos siglos torturando y destruyendo… y tú, precisamente tú, eres lo único que he sanado. El único bien que he hecho.-

Nada más decir ésto bajó suavemente su mano por mi cara hasta llegar a mi mejilla, donde se recreó con una caricia larga y cuidadosa. Y yo, que no había dejado de mirarle, advertí que el hombre al que ahora tenía ante mi era totalmente distinto al Tar al que yo conocía. Por un momento pareció no haber restos del inquisidor mientras me acariciaba, mirándome con sus ojos castaños con una expresión extremadamente triste.

Y de repente, como si se hubiera despertado de un sueño de golpe, sus ojos volvieron a arder en fuego amarillo.
Se apartó de la mesa y se dió la vuelta.

Sin fiarme demasiado dije en un susurro.

-Gracias.-

Tras unos segundos, y cuando estaba a punto de cruzar la puerta, Tar se giró a mirarme y contestó con voz fría:


-De nada. Ahora descansa.- Y cerró la puerta dejándome sola en la Bóveda de Helios....

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