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lunes, 17 de agosto de 2015

Relato: "visita al Viejo caserón 3" capitulo 20

CAPITULO 20: FUNERAL Y OTRA MUERTE MÁS

Enterramos a Blood, Ymir y Moi en tres tumbas contiguas en el cementerio.

A Blood no le faltó el osito de peluche con el que tantas veces suplicaba jugar a los visitantes, ni su amado cuchillo, que tanto daño les hizo: enterramos los objetos junto con ella.

A Ymir tampoco le faltó el arma con el que se servía para dañar a sus “pastelitos”: el cuchillo reposó sobre su pecho antes de enterrarle.

Y por último, Moi, a quien dimos sepultura junto con la cruz que llevaba (como mero objeto decorativo) y que lo delataba como uno de los monaguillos de Antonio que debía vigitar que Regan no se descontrolara demasiado.

A pesar de ser seres malignos, a nadie le agrada perder a quien quiere, y hubo lágrimas. Muchas, por parte de todos y cada uno de nosotros mientras el Enterrador metía bajo tierra los ataúdes que acogían los tres cuerpos e incluso el doctor espiral y Segismundo se abalanzados llorando desesperados sobre el  ataúd de Blood en un último gesto de despedida.

Al acabar el entierro todo excepto el Enterrador, que se quedó fuera,  acudimos a la llamada del Emperador de las Tinieblas.

Todos íbamos temblando, cogidos de la mano unos con otros, pues temíamos lo que nos dijera e hiciera nuestro señor.

-Cris, vete tú primera, anda.- Me dijo Jason empujándome al principio de la fila.- al fin y al cabo, tú has provocado todo esto…- dijo haciendo que todos paráramos a mitad de la escalera

-Que yo sepa, no solo yo tenía ganas de diversión…-Le recordé mientras sacaba una de mis sais del cinturón y le apuntaba con ella.- y como te chives, te crujo.- le amenacé con el arma.

Jason contraatacó alzando su motosierra y poniéndola en marcha, pero en ese mismo instante, nuestras armas se evaporaron como por arte de magia y desaparecieron de nuestras manos.

-¡SUBID A LA BIBLIOTECA YA!- Tronó la voz del Emperador.

Al final, fue Jason quien encabezaba el grupo, que otra vez íbamos cogidos de la mano muertos de miedo, y muertos de miedo subimos y cruzamos la puerta abierta del Caserón en cuya biblioteca nos esperaban el  Emperador y Tar, cuya cara no denotaba enfado, sino temor.

Estaba de rodillas ante él,  un escalón más debajo de donde estaba nuestro señor, con gesto asustado

-Por favor…-suplicó.- por favor, mi señor, os lo ruego…- Y a punto estuvo de romper  a llorar.
El Emperador chascó la lengua.

-Se suponía que tú ibas a vigilarlos, Tar… -

-Pero…pero…-Se quejó.

Nuestro señor chistó.

-¡No hay “pero” que valga!. ¡tenías que vigilarlos, pero ni de eso has sido capaz!- tronó.

Y sin más, alzó la mano y la dirigió a Tar, que ardió en llamas y desapareció a los pies del Emperador convertido en cenizas.

-Ahora ya sabéis de lo que soy capaz, criaturas, así que más os vale decirme quién es ha sido el responsable de vuestra noche de diversión o acabaréis igual o peor…-

Se oyó un tragar de saliva general mientras unos a otros nos apretábamos las manos.


-Ahora, decidme por las buenas quién ha sido el culpable de vuestra salida o lo averiguaré por las malas….-

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