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viernes, 4 de abril de 2014

Relato: "Brujería" Capitulo 1

Primer capítulo de los tres que formarán el relato corto "Brujería". Espero que os guste :)

CAPITULO 1: CAPTURA

La habían sacado de casa a empujones y antes de llegar a su destino, Lithianel ya había probado varias veces el suelo, sus rodillas habían sentido el roce del barro seco al haber sido arrastrada de muy malos modos desde la calle hasta un carruaje que, una vez ella estuvo dentro, se puso en marcha a un ligero trote.

Cerró los ojos mientras apretaba los puños intentando desasirse de las cuerdas que oprimían sus muñecas tras la espalda, pero desistió al ver que era inútil.

Vio a los dos hombres que estaban sentados frente a ella: Hombres de dios.

-Venimos a por vos, en nombre de la Santa Iglesia y del Santo Oficio. ¡Abrid la puerta!-Había gritado uno de ellos minutos antes, interrumpiéndola de sus quehaceres.

Creyó que se trataba de un malentendido: ella no había tenido ningún problema con la institución religiosa y ni mucho menos con la Inquisición, porque se mantenía al margen: era creyente, sí, a su manera, pero desde luego no víctima de esa “fiebre” que les había dado a algunos de ir cada domingo a misa, de anteponer sus creencias a todo y a todos e ir siempre rosario en mano.

No soportaba a los curas. Le parecían hipócritas, falsos, gente que vendía sonrisas con tal de llenar las arcas de una iglesia en la que ni siquiera ellos mismos creían.

Y ahora tenía frente a ella dos sonrisas impolutas que la decían que pasaría las de Caín porque alguien la había condenado por bruja y que ni mucho menos eran curas, sino algo peor: inquisidores que no dudaban en hacer lo que fuera con tal de sacar verdades...Aunque para eso la víctima sufriera de lo lindo.

Notó descender las lágrimas mientras alzaba despacio la vista y miraba a los dos clérigos que tenía enfrente y que la observaban con expresión asqueada.

-No sé de qué me habláis, os lo juro. Yo no sé nada de magia...-Rompió el silencio ella.

Aunque no sabría explicar por qué, pero ni ella misma creía sus propias palabras, pues de un tiempo a ésta parte oía la voz de su difunta madre en sueños susurrarla extrañas palabras que la muchacha había repetido mientras dormía haciendo que al despertar nada estuviera como antes: objetos caídos, quemados, hechos trizas o tirados por el suelo.

Quizá quienquiera que la hubiera acusado de brujería tuviera razón, como quizá la tuvieran quienes acusaban a su madre de lo mismo antes de que muriera, aunque la joven no tenía constancia de eso, porque jamás había visto hacer magia a su progenitora.

Sea como fuere nunca revelaría lo que creía que podían significar sus sueños, por lo que pudiera pasarla.

Oyó las risitas de los clérigos frente a ella y su frase mientras el carruaje se detenía:

-Dentro de un rato se os soltará la lengua y empezaréis a cantar, creedme.-Sonrió uno de ellos mientras la empujaba para que saliera fuera de la carroza. Cuando el otro hombre de Dios salió la cogió del brazo y casi a rastras la llevó a un cuartucho donde comenzó un interrogatorio eterno y duro.

No la quedaba voz para gritar que ella no había cometido el delito de la que acusaban.

Su cuerpo estaba destrozado por las múltiples torturas a las que había sido sometida mientras los dos clérigos que la habían apresado intentaban sacarla la verdad a la fuerza. Una verdad que ella no consideraba tal y que jamás diría la hicieran lo que la hicieran. La suya era una condena injusta.

¿O no?

Estaba exhausta, dolorida, y por un fugaz momento pensó en decirles que sí a todo: Que era una bruja y que era plenamente consciente de ello, y que ya podían hacerla lo que quisieran, que ellos y toda la Iglesia acabarían ardiendo en el infierno...

El fuerte tirón que sintió en su cuello la sacó de sus pensamientos y gimió de dolor mientras veía a los dos inquisidores observando el colgante que la acababan de quitar.

-¡No!-Chilló ella.

Uno de los clérigos se rió.

-¿Es aquí donde guardas tu magia, bruja?- Preguntó burlándose y observando el colgante, que abrió, dejando ver las dos fotografías que guardaba el medallón en su interior.

-Son mis padres...-Musitó llorosa Lithianel.-¡Devuélvemelo!-Gritó estirando el brazo hacia el inquisidor que sostenía el colgante abierto en sus manos.

-¡Chs!-Chistó él tirando de la cadena del colgante para alejarlo de Lith y apartarse a mirar más detenidamente el camafeo.

-Así que tus padres...¿Eh?-Dijo alejándose de ella y mostrándole el colgante a su compañero, que preguntó:

-¿Por qué te empeñas en mentirnos, Lithianel? Tú sabías que tus padres eran brujos.-

Aquellas palabras le cayeron como un jarro de agua fría.

Los sueños que tenía con su madre quizá fueran la conclusión de que su progenitora practicaba magia, pero, ¿Su padre?. Se quedó boquiabierta.

-El colgante del escorpión que ambos llevan al cuello es el símbolo de una poderosa orden mágica. No te hagas la tonta con nosotros, Lith. Ahora tus padres están muertos. Habrán tenido que legarte sus enseñanzas para que el linaje mágico siga vivo, como hace cualquier alimaña con magia diabólica en sus venas.

-Tal vez lo hayan hecho para protegerme...-Se aventuró a decir ella entre dientes.


-Protegerte...Veremos si mañana te protege alguien cuando respondas ante el pueblo y el Todopoderoso en la hoguera...-Rió el compañero mientras ambos se dirigían a la puerta de la celda, la abrían y dejaban paso a un hombre al que, tras susurrarle algo que Lith no alcanzó a oír, dejaron con ella en el cuartucho, donde supuso que no la esperaba nada bueno....

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