Aviso: Nada que ver con lo que sucederá en el futuro en "Visita al Viejo Caserón 3". Es algo que se me ha ocurrido, pero nada más. No está ligado a la historia ni nada parecido. ¡Que lo disfrutéis! :)
Había hecho que el fuego crepitara sobre ella, la había visto morir varias veces con una sonrisa en sus labios, la había llegado a considerar un autentico lastre para el Caserón.
A ella, a quién ahora tenía entre sus brazos, y ahí, en esa mesa en la que ambos yacían tumbados, uno junto al otro, mirándose, en esa mesa precisamente la sometió a la más cruel de las torturas más de una vez y más de dos...Y ahora la miraba -su pecho subiendo y bajando suavemente mientras respiraba tranquila, los ojos cerrados, durmiendo sosegada- y se odiaba a si mismo por infrigirla tanto tormento en el pasado...
La acarició el pelo y deslizó el revés de su mano por la mejilla de ella, y ella sonrió sin abrir los ojos mientras le abrazaba.
Él encendió su mechero, del que brotó una llamita, iluminando el rostro de la muchacha que yacía a su lado, y ella pareció removerse, como si hubiera notado la luz. Él apagó el mechero para no alertarla y la besó los labios fugazmente, y de repente ella se removió en sueños, y comenzó a gritar sin abrir los ojos:
-¡No!¡No!- Se incorporó de un salto en la mesa y abrió los ojos de golpe, mirando a ambos lados, y cuando descubrió a Tar a su lado, le abrazó.
-¡Cris! ¿Qué te pasa?-La preguntó él alertado sin dejar de acunarla mientras sentía la humedad que brotaba de los ojos de ella contra sus mejillas.
-He soñado...Había sol. Me daba la luz del sol, y...-Calló mientras se abrazaba más fuerte a él.
-Solo ha sido un sueño Cris. Vuelve a dormir tranquila, pequeña. Te aseguro que nadie nos hará daño. Nadie de aquí ni de fuera.-Y por un momento sus ojos se volvieron amarillos.
-Pero el Emperador dice q....-Comenzó a replicar ella.
-El Emperador no sabe lo mucho que te quiero.- Sentenció Tar.- Nadie nos separará. Y eso es una promesa.- Dijo mientras se volvía a echar junto a Cris, que cerró los ojos aferrada a él, que alzó su vista al techo, a la bóveda que de pronto comenzó a chirriar y por la que antes de que Tar se diera cuenta se colaron unos rayos de sol que dieron directamente al cuerpo de Cris, haciendo que ésta gritara y se soltara de su abrazo.
-¡No!-Dijo él lleno de rabia levantándose e intentando socorrerla.
Pero no pudo hacer nada más que escuchar sus quejidos mientras ardía ante sus ojos para convertirse en ceniza.
Por primera vez en su vida, el olor a carne quemada le resultó desagradable, y gritó de asco, pero sobre todo de rabia, mientras la voz del Emperador invadía su mente:
-Os lo dije: Os dije que no os saldríais con la vuestra. El amor no cabe aquí. Y ve con cuidado, Tar, porque...Tú serás el siguiente...
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