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miércoles, 5 de marzo de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" capitulo 16

CAPITULO 16: VISITANTES

Los tres aldabonazos en la puerta me despertaron de mi sueño.

Tras la caza de la noche anterior me sentía de nuevo con fuerzas renovadas, y de un saltó salí de mi ataúd y me agazapé en el techo aguardando al grupo de visitantes que irremediablemente bajaría a la cripta.

Y efectivamente, al rato bajaron todos, visiblemente destrozados por las armas de mis hermanos, haciendo que un delicioso olor a sangre invadiera la sala.

Agazapada en el techo, observé a mis hermanos que estaban tras los visitantes tratando de contenerse para no rematarlos aún.

Escuché los rezos falsamente sufrientes en voz baja de Antonio a modo de mofa de la situación, mientras que los dos monaguillos a ambos lados del cura sujetaban a Regan para que no se abalanzara sobre los visitantes.

Sonreí y de un salto bajé al suelo, pasándome la lengua por los labios mientras miraba a los visitantes que apenas podían tenerse en el suelo: un grupo de tres chicos y dos chicas; Los miré de arriba abajo y me estremecí de puro placer. Más que alimento necesitaba diversión, así que cogí una de las sais que colgaban de mi cinturón y amenacé con ellas a los visitantes mientras los miraba uno por uno, dejando que mis ojos se recrearan en cada una de sus heridas.

Sin embargo...Había una chica que todavía se revolvía intentando zafarse de los brazos de Ymir: Una chica de pelo rojizo y ojos oscuros que no presentaba ninguna herida e intentaba desasirse del payaso que estaba tras ella.

-¡Pero bueno!.-Dije sonriendo mientras la amenazaba con mi sai, que sin tocarla la recorrió de arriba abajo mientras ella seguía aterrada el vaivén de mi arma con la mirada.- ¿Qué tenemos aquí? ¿Cómo es que a ti no te han tocado, preciosa?-La pregunté sonriendo.

-Es para el inquisidor.- Oí la voz del Emperador en mi mente. -Así que no te cebes.-Me ordenó.

Asentí y le contesté mentalmente que no me pasaría con ella, pero eso no impediría que me divirtiera un rato.

-Bueno....¿Cómo te llamas, cielo?- La pregunté con voz melosa haciéndola creer que sería amable con ella.

-Lu...Lucía.-Contestó ella temblorosa y al borde del llanto mirando cómo uno de sus compañeros de grupo acababa desplomándose y era apuñalado por Blood sin piedad ninguna haciendo que la visitante rompiera a llorar.

-¡Le habéis matado! Pero, ¿Qué coño hacéis aquí?-Preguntó entre lágrimas.

Yo me reí, la liberé de Ymir y la abracé.

-Venga, Lu, que no es para tanto...Tranquila, ¿Vale? Si te portas, quizá tú no corras esa suerte.-La susurré deshaciendo el abrazo para mirarla.

-Dime, Lucía...¿Qué haces con tu vida?- La pregunté muy suavemente.
Mis hermanos, que ya sabían que bajo mi aparente amabilidad se escondía algo más, rieron.

-Pues...yo...soy...-Empezó a contestar temblorosa Lucía a mi pregunta.

El gesto de mi cara empezó a cambiar y mis ojos se volvieron fríos mientras se clavaban en el rostro de la joven; Mi voz subió algo más de tono y se volvió mucho más dura:

-Y hoy has decidido venir a pasar un buen rato al Viejo Caserón, ¿No?- Inquirí burlona antes de soltar una carcajada.- Pues no sabes lo que has hecho...No. Definitivamente no lo sabes...-Reí mientras levantaba mi sai derecha como si fuera a atacar a la joven, amenazando.

-Por favor...No me hagas daño...No...-

-¡Mátala, Cris!-Me dijo Blood.- ¡Quiero sangre!-

Segismundo rió histérico y cuando le miré clavó el cuchillo al visitante al que sujetaba dejando que cayera al suelo sin vida.

Los llantos y gritos de Lucía llenaron la cripta y entonces la cogí de la mandíbula obligándola a callarse y mirarme.

-Ya van dos muertos, Lu. Dos de un grupo de cinco...-Dije yo con una risita mientras alzaba mi sai.

-¡No por favor! ¡No me hagas daño!- Dijo.

Yo me mantuve ahí, con la sai levantada, mirando fijamente las pálidas mejillas de la chica por la que corrían lágrimas de rímel oscuro.

Acerqué mi rostro al de ella, situando mi boca muy cerca de su pómulo, saqué la lengua y lamí la mejilla suavemente, notando como Lucía temblaba y se tensaba ante mi particular “caricia”.

-La va a matar, la va a matar, ya veréis...-Oi que reía en un susurro Jason.

-Lo que daría yo ahora por estar en su lugar...-Oí que decía Irina.- Me encantaría probarla...-

Continué acariciando con la lengua la mejilla de Lucía y decidí pasar suavemente mis dientes por ella, sin hacer mucho daño, haciendo que ella se enervara más.

-No, por favor...-Suplicaba entre llantos justo antes que que yo le clavara mis colmillos en la mejilla, tirando de ella y arrancándola el pómulo que escupí al suelo sin delicadeza.

-Soy vampiresa, las mejillas no me gustan demasiado...-Me burlé.

Pero nadie me oyó porque Lucía cayó al suelo retorciéndose de dolor.

Mis hermanos se soliviantaron e hirieron a los visitantes que quedaban vivos mientras yo ogía a Lucía del cuello y la sacaba de allí en dirección a la Bóveda de Helios.

-¡Guardad algún bocado para mi!-Les grité antes de abandonar la cripta.

Cuando llegué a la Bóveda, a punto estuve de ser víctima de mi subidón de adrenalina y abrir la puerta de la sala violentamente, sin pensar, pero luego reflexioné sobre mi suerte si lo hacía y pegué un par de patadas a la puerta mientras mantenía sujeta a Lucía, que gritaba llorando.

-Cuando entres ahí desearás que te hubiera matado yo, créeme.- La dije.

Cuando la puerta se abrió entré y arroje a Lucía a los pies del inquisidor y sin decir palabra, abandoné la sala y cerré la puerta.

En menos de cinco segundos los gritos de la visitante que acababa de entregar a Tar invadieron mis oídos haciéndome estremecer de gozo.

Bajé de nuevo a la cripta donde mis hermanos jugaban con los cadáveres de los tres visitantes del grupo.

-¡Te hemos dejado uno medio vivo, Cris!-Me dijeron Moi y Álex.

-He tenido que hacer maravillas para reservártelo.-Dijo Antonio mirando al resto de moradores que devoraban con avidez los cuerpos.


Hice un asentimiento de cabeza y sonreí en señal de agradecimiento y me fui a mi “plato de comida”, le clavé mis sais, me deleité con cada uno de sus gritos y me lancé a su cuello....

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