CAPITULO
16: VISITANTES
Los
tres aldabonazos en la puerta me despertaron de mi sueño.
Tras
la caza de la noche anterior me sentía de nuevo con fuerzas
renovadas, y de un saltó salí de mi ataúd y me agazapé en el
techo aguardando al grupo de visitantes que irremediablemente bajaría
a la cripta.
Y
efectivamente, al rato bajaron todos, visiblemente destrozados por
las armas de mis hermanos, haciendo que un delicioso olor a sangre
invadiera la sala.
Agazapada
en el techo, observé a mis hermanos que estaban tras los visitantes
tratando de contenerse para no rematarlos aún.
Escuché
los rezos falsamente sufrientes en voz baja de Antonio a modo de mofa
de la situación, mientras que los dos monaguillos a ambos lados del
cura sujetaban a Regan para que no se abalanzara sobre los
visitantes.
Sonreí
y de un salto bajé al suelo, pasándome la lengua por los labios
mientras miraba a los visitantes que apenas podían tenerse en el
suelo: un grupo de tres chicos y dos chicas; Los miré de arriba
abajo y me estremecí de puro placer. Más que alimento necesitaba
diversión, así que cogí una de las sais que colgaban de mi
cinturón y amenacé con ellas a los visitantes mientras los miraba
uno por uno, dejando que mis ojos se recrearan en cada una de sus
heridas.
Sin
embargo...Había una chica que todavía se revolvía intentando
zafarse de los brazos de Ymir: Una chica de pelo rojizo y ojos
oscuros que no presentaba ninguna herida e intentaba desasirse del
payaso que estaba tras ella.
-¡Pero
bueno!.-Dije sonriendo mientras la amenazaba con mi sai, que sin
tocarla la recorrió de arriba abajo mientras ella seguía aterrada
el vaivén de mi arma con la mirada.- ¿Qué tenemos aquí? ¿Cómo
es que a ti no te han tocado, preciosa?-La pregunté sonriendo.
-Es
para el inquisidor.- Oí la voz del Emperador en mi mente. -Así
que no te cebes.-Me ordenó.
Asentí
y le contesté mentalmente que no me pasaría con ella, pero eso no
impediría que me divirtiera un rato.
-Bueno....¿Cómo
te llamas, cielo?- La pregunté con voz melosa haciéndola creer que
sería amable con ella.
-Lu...Lucía.-Contestó
ella temblorosa y al borde del llanto mirando cómo uno de sus
compañeros de grupo acababa desplomándose y era apuñalado por
Blood sin piedad ninguna haciendo que la visitante rompiera a llorar.
-¡Le
habéis matado! Pero, ¿Qué coño hacéis aquí?-Preguntó entre
lágrimas.
Yo
me reí, la liberé de Ymir y la abracé.
-Venga,
Lu, que no es para tanto...Tranquila, ¿Vale? Si te portas, quizá tú
no corras esa suerte.-La susurré deshaciendo el abrazo para mirarla.
-Dime,
Lucía...¿Qué haces con tu vida?- La pregunté muy suavemente.
Mis
hermanos, que ya sabían que bajo mi aparente amabilidad se escondía
algo más, rieron.
-Pues...yo...soy...-Empezó
a contestar temblorosa Lucía a mi pregunta.
El
gesto de mi cara empezó a cambiar y mis ojos se volvieron fríos
mientras se clavaban en el rostro de la joven; Mi voz subió algo más
de tono y se volvió mucho más dura:
-Y
hoy has decidido venir a pasar un buen rato al Viejo Caserón, ¿No?-
Inquirí burlona antes de soltar una carcajada.- Pues no sabes lo que
has hecho...No. Definitivamente no lo sabes...-Reí mientras
levantaba mi sai derecha como si fuera a atacar a la joven,
amenazando.
-Por
favor...No me hagas daño...No...-
-¡Mátala,
Cris!-Me dijo Blood.- ¡Quiero sangre!-
Segismundo
rió histérico y cuando le miré clavó el cuchillo al visitante al
que sujetaba dejando que cayera al suelo sin vida.
Los
llantos y gritos de Lucía llenaron la cripta y entonces la cogí de
la mandíbula obligándola a callarse y mirarme.
-Ya
van dos muertos, Lu. Dos de un grupo de cinco...-Dije yo con una
risita mientras alzaba mi sai.
-¡No
por favor! ¡No me hagas daño!- Dijo.
Yo
me mantuve ahí, con la sai levantada, mirando fijamente las pálidas
mejillas de la chica por la que corrían lágrimas de rímel oscuro.
Acerqué
mi rostro al de ella, situando mi boca muy cerca de su pómulo, saqué
la lengua y lamí la mejilla suavemente, notando como Lucía temblaba
y se tensaba ante mi particular “caricia”.
-La
va a matar, la va a matar, ya veréis...-Oi que reía en un susurro
Jason.
-Lo
que daría yo ahora por estar en su lugar...-Oí que decía Irina.-
Me encantaría probarla...-
Continué
acariciando con la lengua la mejilla de Lucía y decidí pasar
suavemente mis dientes por ella, sin hacer mucho daño, haciendo que
ella se enervara más.
-No,
por favor...-Suplicaba entre llantos justo antes que que yo le
clavara mis colmillos en la mejilla, tirando de ella y arrancándola
el pómulo que escupí al suelo sin delicadeza.
-Soy
vampiresa, las mejillas no me gustan demasiado...-Me burlé.
Pero
nadie me oyó porque Lucía cayó al suelo retorciéndose de dolor.
Mis
hermanos se soliviantaron e hirieron a los visitantes que quedaban
vivos mientras yo ogía a Lucía del cuello y la sacaba de allí en
dirección a la Bóveda de Helios.
-¡Guardad
algún bocado para mi!-Les grité antes de abandonar la cripta.
Cuando
llegué a la Bóveda, a punto estuve de ser víctima de mi subidón
de adrenalina y abrir la puerta de la sala violentamente, sin pensar,
pero luego reflexioné sobre mi suerte si lo hacía y pegué un par
de patadas a la puerta mientras mantenía sujeta a Lucía, que
gritaba llorando.
-Cuando entres ahí desearás que te hubiera matado yo, créeme.- La dije.
-Cuando entres ahí desearás que te hubiera matado yo, créeme.- La dije.
Cuando
la puerta se abrió entré y arroje a Lucía a los pies del
inquisidor y sin decir palabra, abandoné la sala y cerré la puerta.
En
menos de cinco segundos los gritos de la visitante que acababa de
entregar a Tar invadieron mis oídos haciéndome estremecer de gozo.
Bajé
de nuevo a la cripta donde mis hermanos jugaban con los cadáveres de
los tres visitantes del grupo.
-¡Te
hemos dejado uno medio vivo, Cris!-Me dijeron Moi y Álex.
-He
tenido que hacer maravillas para reservártelo.-Dijo Antonio mirando
al resto de moradores que devoraban con avidez los cuerpos.
Hice
un asentimiento de cabeza y sonreí en señal de agradecimiento y me
fui a mi “plato de comida”, le clavé mis sais, me deleité con
cada uno de sus gritos y me lancé a su cuello....
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