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sábado, 29 de marzo de 2014

Relato: "Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 17

CAPITULO 17: PLANES

La espera se me hizo eterna después de alimentarme y de que mis hermanos me dijeran que el Emperador les había permitido salir a hacer de las suyas por el Parque.

-Tu culpa, por haber querido ser vampiresa....-Me dijo el Emperador con malévola diversión.- Si no lo fueras, ahora mismo podrías salir un rato a divertirte...-Añadió con una risita.

Agaché la cabeza resignada y me senté sobre la tapa de mi ataúd mientras Segimundo me daba una palmadita en la espalda:

-Tranquila, Cris. Te lo contaremos todo cuando volvamos, ¿Verdad chicos?-Preguntó al resto.

-¡Siiii!-Contestaron todos.

-Seguro que allí fuera se mueren por vernos...-Dijo Adri.

-Si...Seguro que se mueren de ganas de ver a los “moradores” del Viejo Caserón...-Añadió Dani.

-¡Venga, chicos, vamos!-Apremió Espiral instando a los demás a salir de la cripta.

-¡Luego nos vemos, Cris!-Se despidió Jason.

Y me pareció una eternidad el tiempo transcurrido desde que los vi salir hasta que volvieron, pues desde que mis hermanos se fueron sólo oía gritos de dolor provenientes de la Bóveda de Helios: los gritos de la desdichada visitante que yo había entregado a Tar para que se divirtiera. Y por los aullidos que llegaban a mis oídos, el inquisidor debía de estar gozando de lo lindo mientras ella suplicaba piedad.

Mis sais, con las que en ese momento estaba practicando, cayeron al suelo por culpa del estremecimiento de placer que sentí al escuchar un nuevo aullido de la visitante a la que Tar torturaba.

Las piernas me flaquearon y sintiendo escalofríos me mordí el labio con tanta fuerza que hice brotar sangre oscura de él mientras intentaba incorporarme y andar hacia el foco proveniente de los gritos: la Bóveda de Helios.

Y ahí me quedé: en la puerta de la gran sala, sin atreverme a abrirla o a llamar siquiera, estremeciéndome de gozo con cada grito de la pobre visitante a la que el inquisidor torturaba.

En uno de esos espasmos me di contra la puerta, y acabé en el suelo, luchando por respirar, hasta que unos gritos histéricos me hicieron salir de mi particular estado:

-¡Cris!¡Cris!-Me dijeron Adri, Iri, Sara y Dani, los zombies.- Todos están esperándote en la cripta para contarte cómo ha ido todo!-

No me dio tiempo a reaccionar porque directamente me arrastraron del brazo hasta la cripta.

Me senté sobre mi ataúd cerrado dejando que Blood y Regan se sentaran junto a mi mientras el resto de mis hermanos se sentaban en el suelo, alrededor del ataúd.

-A ver, contadme.-Les pedí.
Segismundo estalló en risas:

-¡El doctor casi le clava una jeringuilla a una chica!-

-¡Si!-Interrumpió Ymir.- Y no sé por qué, pero cada vez que la gente me ve, se ríe mucho...Y ya sabes que no me gustan las risas...-Sonrió alzando su cuchillo.

-¡Ay, y qué risa!-Dijo Blood emocionada tirándome del mechón de pelo que me estaba trenzando en ese momento provocando que me quejara.

-Huy, Cris, lo siento...-Se disculpó ella.- ¡Pero es que ha sido buenisimo!-Añadió riendo y soltándome el pelo.- ¡Me he subido a la espalda de un visitante que no dejaba de temblar. ¡Estaba temblando de miedo, Cris!-Gritó emocionada.-Pobrecito...-Ironizó.

Yo me reí y pregunté al cura y los monaguillos:

-Y vosotros, ¿Qué habéis hecho?-

Antonio, el cura, suspiró y negó con la cabeza.

-Ay, Cris...No sabes la cantidad de ateos que hay ahí fuera.-Dijo con una risita.- Les he echado un buen avío de agua bendita. Lástima que sólo fuera agua...-Se lamentó suspirando.

-Si os hubierais llevado ácido habría sido mucho más divertido...-Comenté yo riendo.

-¡No podemos, Cris!-Interrumpió Moi de repente.-Ya sabes lo que opina nuestro señor al respecto...-

-Podemos dañar solo a los visitantes que entren al Caserón, pero no a los del exterior. Sólo podemos dañarlos al salir a cazar, con el Parque cerrado.- Recordó Álex.- Hay que mantener el secretismo y las apariencias del Viejo Caserón....-Añadió con voz tenebrosa intentando imitar la voz del Emperador.

Yo asentí recordando al instante la norma que se nos imponía al respecto.

-Es verdad.-Susurré.

Jason soltó un bufido.

-Pues yo ya estoy más que harto de no ver más allá del Parque, que queréis que os diga. Mi motosierra pide sangre nueva...-Dijo esbozando una sonrisa.- ¿Y si vamos fuera aunque sea un ratito?-

Todos pusimos cara de pocos amigos por lo que eso suponía.

-Vamos, nadie tiene por qué enterarse. Lo haremos al final del día, cuando el Emperador y el inquisidor se vayan. ¡Seguro que será divertido!- Añadió.- Veeengaaaa.- Suplicó.

Yo suspiré.

-Supongo que es buena idea. Yo también estoy harta de no salir del Parque...-Miré a mis hermanos buscando sus reacciones.- ¿Qué opináis?-Les pregunté.
-¡Sangre nueva!¡Sangre nueva!-Gritó Blood levantándose de golpe del ataúd.

-¡Sangre, sangre!-Jaleó Segismundo.

-Creo que aquí todos pensamos lo mismo...-Apuntó Dani.

-Si.- Corroboraron a coro los zombis Adri, Iri y Sara.-Vámos fuera, chicos, que por un día no va a pasar nada. Nos esperamos a que el Emperador y el inquisidor no estén y listo.-

-Por mi, vale.- Dije yo.- Pero para eso aún tenemos que acabar la jornada de hoy, y por lo que veo...- Agucé el oído y escuché grititos ante la puerta del Caserón, justo antes de oír los tres golpes en la aldaba.-...Ya están aquiii...-Canturreé agazapándome de un salto en el techo de la cripta y haciendo que todos mis hermanos se levantaran y se dirigieran a la puerta.


-Luego os veo.-Les dije guiñándoles un ojo y preparándome para asustar a todo visitante que osara entrar en la cripta...

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