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jueves, 14 de noviembre de 2013

"Visita al Viejo Caserón 3" Capitulo 3

CAPITULO 3: NUEVOS MORADORES

-Cris. Más que satisfacerme me decepcionas.-Dijo.

Bajé mi mirada al suelo, incapaz de sostenérsela.

-Mírame cuando te hablo.-Ordenó con voz fría haciendo que le mirara con miedo.- ¿Has visto lo que has hecho? Por tu culpa Nosfharatu ha muerto.Si no le hubieras seguido el juego... Verás cuando se enteren los demás hermanos...-Me reprendió.-No creo que se lo tomen nada bien.-

-Oh si, ya verás, Cristinita la que te espera...-Dijo Selman.-Me voy a divertir muchísimo...Y si después de todo ésto no acabas muerta...Poquito te va a faltar...-Rió.- Espera a que se enteren los demás moradores...-Sonrió.

Le lancé una mirada de ira al fantasma, pero por lo que se veía, para el Emperador sólo miraba a su lado, supongo que por no dirigir mi mirada enfadada a él.

-¡Mírame, Cris!-Me chilló furioso.

Volví mi vista a mi señor y el gesto de enfado de mi cara desapareció, dando paso a una expresión sumisa.

Sonrió, suspiró y cerró por un momento los ojos.

Escuché la risa del fantasma del vampiro y le oí decir con voz histérica:

-¡Los está avisando, Cris!¡Los moradores se van a enterar de lo que has hecho! ¡Jajajajaja!-Rió.

Resoplé pero seguí mirando al Emperador, que cuando abrió los ojos me sonrió.

-Tus actos van a sumirte en la más terrible soledad, y con ello pagarás tu culpa.- Me espetó.- ¡Y ahora vete!-Chilló.

En ese momento un dolor agudo sacudió mi cabeza.

-Bu.-Me dijo la voz de Sel, que había vuelto a introducirse en mi mente.

Me acaricié la frente intentando hacerle irse, pero no fue así, porque su risa seguía retumbando en mi cabeza, y se mezcló con la carcajada del Emperador mientras echaba a correr a través de la abadía al oir los tres aldabonazos que indicaban que entraba el primer grupo de visitantes del día.

Me agazapé en el techo y aguardé a que los incautos entraran.

Entraron sólo tres chicos:

Uno de ellos era alto, moreno, y llevaba gafas; el otro parecía ser el más alto de los tres, muy moreno de piel; el tercero parecía ser el de menos edad. También era alto, moreno y algo pálido, y por el parecido con el chico de las gafas, deduje que debían ser hermanos.

Los miré relamiéndome. Aún no había comido y sólo entonces fui consciente de que tenía hambre.

Salté del techo al suelo, delante de ellos.. Gritaron por lo sorprendente de mi aparición, y yo seguí parada ante ellos, relamiéndome.

Uno de ellos, el más alto, me miró desafiante y dijo:

-Pero mira a quién tenemos aquí, ¡A la condesa Drácula! ¡Jajajaja!-Rió.- Aunque con el monito ese de cuero te pareces más a la de “Underworld”...-Siguió riendo, y su comentario me hizo reir hasta a mi. Una sonrisa retorcida y un pensamiento: “Verás qué poquito te burlas dentro de un momento, chulo”

-Shh...Cállate, Moi...- Oí susurrar al chico de gafas. Él y su hermano parecían estar asustados de verdad. El tal Moi mantenía la expresión chulesca y seguía riendo.

El tercer chico intervino y tiró del brazo de su hermano, al que no soltó en ningún momento.

-Venga, Antonio, tira para delante, que tengo miedo...-Dijo asustado.

El chico de gafas dio dos pasos; yo di dos más hacia ellos, sonriéndoles con malicia. Su sangre golpeaba mis napias, y por el olor, prometía ser deliciosa. Los miré: el sudor perlaba la frente de los tres. Los dos hermanos casi temblaban mientras continuaba acercándome a ellos; Moi seguía impasible, desafiando con la mirada y la sonrisa chulesca.

-No me digáis que os asusta el Caserón...-Dije yo de guasa. Mi voz sonó ávida, deseosa, casi como un gemido de placer. Estaba empezando a perder el control y sabía que no tardaría mucho en abalanzarme sobre ellos y vaciarles las venas

Ellos tres retrocedieron mientras Moi se echaba a reir.

-¿A mi asustarme? Tú lo flipas...-Rió.

Resoplé, saqué mis colmillos y salté hacia ellos, pero antes de que pudiera tocarlos, noté cómo alguien me lo impedía y me empujaba haciendo que me empotrara contra la pared de la cripta. Caí al suelo y me levanté confusa mientras oía los gritos de los tres visitantes.

Los zombies Adri e Irina estaban dando buena cuenta de ellos, gruñéndose por los mejores trozos de carne. Vi aparecer frente a mi a Dani, el zombie que quedaba, que me dijo con voz fría:

-Hoy no te toca a ti, Cris. Estás castigada. Además, el Emperador tiene planes para ellos.- Dijo señalando a los visitantes que se revolvían bajo los zombies.

Dicho ésto, se alejó y se abalanzó sobre los visitantes, a los que devoró junto a sus hermanos los zombies, que una vez se hubieron saciado abandonaron la sala ignorando mi pregunta de a santo de qué venía todo ésto. Por toda respuesta, me dieron el estruendo de la cripta al cerrarse.

En ésto, vi cómo los tres visitantes que yacían en el suelo empezaban a convulsionarse, primero lentamente y luego más rápido. Sus gritos atronaron mis oidos cuando los espasmos aumentaron de intensidad y los chics se retorcían en el suelo, intentando aferrarse a él debido al desgarrador dolor. Estaban mutando. Pero ¿Por que? ¿No se suponía que teníamos que matarlos?
Era evidente que ésta vez no.

Al levantarse, los vi: llenos de heridas sangrantes y gimiendo quejumbrosos. Antonio, el chico de las gafas, estaba en medio, los otros dos le flanqueaban.

-Hola, hermana.- Me dijeron al unísono con un gemido lastimero.

En ese momento, la voz de mi señor retumbó en mi cabeza.

-Condúcelos a la bóveda de Helios. El inquisidor les entregará lo necesario para comenzar su jornada.-

Asentí.


-Seguidme.-Les dije saliendo de la cripta...

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