CAPITULO 5: CAZA MÚLTIPLE. IGNORANCIA
Aquella noche estaba acompañada por
todos mis hermanos, que decidieron salir de caza conmigo, cosa para
nada habitual en ellos, pues siempre solía salir con quien mejor me
llevaba: Blood, Espiral, Ymir, Segis y Regan, o incluso, como la
última vez, solamente con Blood e Ymir. Según quien quisiera
acompañarme, si es que me querían acompañar.
Aquella noche, después de que Jason me
instara a salir, todos me estaban esperando en la puerta del Caserón,
y cuando salí de éste, no tardaron en seguirme.
No les puse impedimento alguno en que
lo hicieran, porque deduje que así lo había ordenado mi señor el
Emperador, así que les dejé que me siguieran.
Todos iban tras de mi, en silencio.
Todos excepto Segis y Blood, que de vez en cuando soltaban risitas
histéricas y los tenía que sisear para que se callaran.
Nos escondimos en el interior de La
Cueva de las Tarántulas aguardando a que el revisor le echara la
última ojeada a la atracción antes de marcharse a casa, como era
costumbre.
No sé qué les pasaría esa noche a
mis hermanos, pero no paraban quietos. Ni siquiera Antonio, Alex y
Moi, los nuevos: haciendo ruido, riendose por lo bajini en mitad del
silencio de la cueva...Y claro, mi presa se acabó dando cuenta.
-¿Hay alguien ahí?-Le oi preguntar.
Siseé pidiéndoles silencio mientras
permanecíamos escondidos tras la vagoneta de la antigua “1910 The
Old Mine” que en los tiempos de la atracción de la mina bajaba por
una vía para casi chocarse con los vagones que pasaban en ese
momento. Una suerte que el vagón permaneciera ahí. Era uno de los
pocos sitios de la cueva tras los que nos podíamos ocultar. Insté a
mis hermanos a echarse hacia atrás y a entrar en el túnel en el que
estaba la vagoneta para impedir ser vistos, pero ellos siguieron con
sus risitas, haciendo que el hombre viniera hacia donde estábamos.
-¿Quién anda ahí?-Preguntó.
Para más inri, Jason decidió poner en
marcha su motosierra un breve instante mientras soltaba una risotada
que retumbó en la cueva, seguida de la risa del resto de mis
hermanos. Enarqué una ceja y los miré:
-¿Qué coño estáis haciendo, se
puede saber?-Les grité enfadada.
-Hoy no te toca a tí, Cris...-Me dijo
Espiral con una risita mientras salía corriendo y saltaba sobre el
revisor de la atracción.
-¡Vamos!-Bramó el doctor, a cuya
llamada acudieron el resto de moradores.
Salí tras ellos algo confusa e
intenté hacerme hueco para disfrutar del festin, pero mis hermanos
me apartaron de la presa a empujones y sin decir palabra.
Intenté buscar sitio junto al trío de
novatos, pero me hicieron a un lado a empujones y no tardé en sentir
las tres frías miradas de los zombies clavarse en mis ojos.
Pude haber saltado sobre ellos, y lo
habría hecho de no ser porque sabía lo que podía pasarme y llevaba
los cadáveres de tres de mis hermanos de vuelta al Caserón, por muy
novatos y recién reclutados que éstos fueran.
Solté un bufido y huí de la cueva.
-Vaya, parece que no te hacen ni caso,
¿Eh?-Rió la voz de Selman en mi cabeza mientras yo escalaba hasta
lo alto de la Lanzadera en busca de algo de evasión...Y de
comprender qué estaba pasando.
-Cállate.-Dije con un gemido
lastimero.
Estaba muerta de hambre, y mis hermanos
me habían arrebatado la que parecía ser la única pieza de la
noche.
Selman volvió a la carga:
-Te están haciendo el vacío por el
simple hecho de que por tu culpa Nosfharatu cayera bajo la espada del
inquisidor...- Canturreó burlón.
Apreté puños y dientes, furiosa.
-¿Solo sabes hacer eso?-Rió el
vampiro.- Vamos, deja de quejarte en silencio y pasa a la acción de
una vez...Róbales. El anillo a Espiral, el cuchillo a Blood...- Hizo
una pausa.- ...El cubo a Tar...Róbales a todos, Cris. Merecen un
escarmiento.-
-Que, ¿Qué?-Pregunté casi riendo.-
Tú sabes la que se puede liar si les robo.-Le pregunté.
-Sí, sé la que se puede liar.-Dijo
justo antes de que me brotara un terrible dolor de cabeza.
Me llevé la mano a la frente y contuve
un grito. A punto estuve de perder el equilibrio y caer Lanzadera
abajo...
-Si no haces lo que te digo te voy a
seguir dando el coñazo por los siglos de los siglos amén, porque tú
me mataste, y hace tiempo juré que me vengaría...-Dijo riendo.- Así
que no tienes otra. ¡Roba!¡Roba!¡Roba!-Me azuzó mientras la
jaqueca remitía y yo soltaba un “Está bien” en mi cabeza para
hacerle callar.
Salté desde la Lanzadera y aterricé
en el suelo con suma facilidad poniendo rumbo al Caserón no sin
antes agudizar el olfato por si hubiera alguna otra presa, pero por
lo que mi nariz me decía no sería así. Esa noche me tendría que
ir al ataúd sin cenar...
Sentía la lengua seca y un terrible
vacío en el estómago.
Resoplé mientras entraba a la casa sin
dejar de escuchar las risas de satisfacción de Selman en mi cabeza.
Recorri la casa sin fijarme siquiera si
había moradores o no, y cuando llegué a la cripta, cerré de un
portazo y no fui precisamente suave al bajar la tapa de mi ataúd y
echarme a dormir esperando el día siguiente para volver a
asustar....
Hasta en sueños, Selman murmuraba dos
palabras en mi mente: “Robo y venganza”...
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