CAPITULO 8: CASTIGO
El inquisidor se acerca a mi y me
acecha lentamente, como reflexionando qué hará conmigo.
Su actitud es reflexiva: mano sobre la
barbilla mientras me mira de arriba abajo moviendo las cejas y
sonriendo.
-¿Que puedo hacerte?-Pregunta.-¡Ah!
¡Ya está!- Dice.
-Me gusta tu forma de pensar,
inquisidor. Cuando quieras.- Dice el Emperador leyendo el pensamiento
de Tar, pero sin desvelar nada.
Entonces, en ese momento, aúllo de
dolor mientras veo como vuelven a crecerme las piernas y los brazos,
a cuyo alrededor vuelven a forjarse cadenas que impiden moverme.
-¡¿Qué coño me vais a
hacer?!-Chillo llorando.- ¡¡Ahhhhh!!-Grito de impotencia y me doy
cuenta de que todo el dolor ha desaparecido. Mis heridas han sanado,
y como ya he comprobado antes, mis extremidades se han regenerado. No
entiendo nada.
Veo a Tar darse la vuelta, alzar los
brazos mientras mira a todos los moradores y proclama:
-Yo, Tar Sekelthor, inquisidor de éste
Caserón, me dispongo a ajusticiar a ésta díscola joven que tanto
daño ha hecho a ésta nuestra morada con sus aires de rebeldía. Así
pues, ha de ser castigada. En nombre del Emperador, procedo a leer el
castigo.-
-¿Cas...castigo?-Pregunto con un hilo
de voz.
-Castigo.- Confirma.- Te condeno a
volver a poseer la vida para torturarte, día tras día y noche tras
noche por todos los moradores de éste Caserón.-
Abro la boca, intentando entender lo
que me está diciendo. ¿Ha dicho “vida”?¿Qué?¿Torturas
diarias?
Me da igual lo que haya dicho. Tengo
que aprovechar. No hay dolor, ni heridas...Me retuerzo e intento
liberarme, pero es inutil.
El inquisidor sigue hablando.
-Deja de intentar escapar, Cris. No lo
conseguirás.-Ríe.- Y vas a tener toooda la vida por delante para
sufrir porque al Emperador le place que no mueras y tu sufrimiento
sea eterno. Imagínate...Solo dolor, solo sangre, tus gritos...Y todo
nuestro placer.-Sonríe mientras yo me retuerzo intentando escapar.
-¡Quieta!- Me ordena. Al oir el grito
paro de moverme y vuelvo a llorar inútilmente.
-Por favor...-Suplico.
Por toda respuesta, dice:
-Anochece,
niebla eterna. Se ha ocultado ya la luz. Frío que rompe, corta y
hiela. Lágrimas brotan del corazón. La vida sueña que se ha de
morir. En pedazos de miedo cuesta vivir. Pesadillas de muerte,
desvélate. Pobre condenada...Verás morir tu fe.*
El inquisidor ríe y hace un gesto a
Jason y a Ymir, que vienen hacia mi y después de clavarme sus armas,
machete y cuchillo respectivamente, uno en cada pierna, liberar mi
cuello oprimido por la cadena, me tumban en la mesa de torturas donde
antes estuvo Selman. Suelto un grito agónico mientras los grilletes
que aparecen de la nada me aprisionan manos y pies mientras me
retuerzo de dolor.
Mis agresores se alejan de mí mientras
yo miro a Selman, que permanece impasible sonriendo mientras
contempla la escena.
Su nombre no sale de mis labios. Sé
que es inútil llamarle, Que ha cambiado y ya no siente ni una pizca
de aprecio por mi.
Intento acallar mis lamentos y siento
cómo mi estómago se retuerce.
-Oh...¿Qué te pasa en la tripita,
Cris? ¿Tienes hambre?.-Me pregunta Tar. Le miro.- ¿Quieres que el
vampiro te dé de comer?-Me pregunta con una risita.
Vuelvo a mirar a Selman, que ahora
tiene un plato humeante en sus manos y viene hacia mi sonriendo.
-Me ha dicho un pajarito, Cris, que
adoras las patatas fritas. Bueno pues, aquí te van....-Rie el
inquisidor mientras Selman se acerca a mi con el plato. El humo que
sale de él huele que alimenta, y siento crujir mis tripas de nuevo.
Veo cómo Sel coge una patata, la unta en ketchup y la acerca a mi
boca. Me muero de hambre, pero no quiero dales el gusto de ceder.
Giro la cabeza y Selman me mira.
-¿No quieres comer, Cris? Vamos, lo
estás deseando...-
Siento crujir otra vez mis tripas ante
el delicioso olor, me giro y relamiéndome, dejo que el vampiro lleve
la patata a mi boca con cuidado. Antes de que la patata toque mi
boca, la aparta, yo protesto y finalmente, la mete en mi boca. Pero
no tiene el sabor que yo espero...Sabe...asquerosa...rancia...Ni
siquiera el ketchup está bueno. Doy una arcada y escupo la patata a
Selman, que gira la cara, furioso.
-Eso no ha estado bien, Cris.- Dice.-
Me vas a hacer morderte?.-
Resoplo y noto con de repente se me
seca la boca. Intento generar saliva. No puedo.
-Alguien tiene sed...-Canturrea el
inquisidor, que le da a Sel una botella de Coca-Cola, que me tienta
bebiendo de ella, aunque sé de sobra que no la disfruta al
alimentarse de sangre, como es obvio.
-Mmmm...Fresquita y rica, Cris.-Dice.-
¿Quieres?.- Me pregunta el vampiro mientras mueve la botella y se
acerca a mi.
-N...no.-Digo yo. Pero me derrito al
ver el vaivén de la Coca-Cola con sus burbujas...
Mi lengua se desliza por mis labios y
antes de darme cuenta, tengo la botella de manos de Selman junto a
mis labios. Bebo con avidez sin ni siquiera saborear, y cuando paro y
saboreo, toso.
Mi garganta arde, y la quemazón se
extiende hasta mi estómago. Intento retorcerme mientras veo como Sel
se burla:
-¿Qué te pasa, Cris? ¿No te gusta el
ron?-Pregunta.-¿O es que acaso eres abstemia?-Vuelve a reir.
-Éste ron es especial...-Dice Tar.-
Ahora verás por qué...-
Noto como todo me da vueltas, mi vista
se nubla y esas nubes se vuelven fuego. Fuego por todos lados. Mi
mayor miedo se hace realidad. Casi puedo sentir el calor.
Oigo la voz de Tar, que se me antoja
distante:
-Quédate con ella, Sel. Asegurate de
que su “copa” esté llena hasta mañana. Mañana empezará lo
bueno...-Le oigo reir y grito.
Mi estómago sigue ardiendo por el
licor, ahora el fuego se va disipando poco a poco, y veo a Selman,
que se ha quedado solo y viene hacia mí con la botella en la mano.
-N...no...-Suplico.
-Shhh...Tranquila, Cris. No voy a
hacerte daño...Al menos no mucho...-Dice mientras derrama ron en mis
heridas de las piernas.
Chillo y comienzo a llorar mientras él
se sienta tranquilamente a mi lado en una silla y me ignora por
completo.
Mientras intento calmarme, le oigo
murmurar:
-Anda, que ya le vale al
inquisidorzucho...Hacerme lo que me hizo...Y encima dejarme aquí con
ésta. Si no fuera por el Emperador...Pero me vengaré, lo juro.-
Se percata de que me he callado y
acerca la botella.
-¿Te has callado tan pronto?-Me sonríe
mientras acerca la botella a mi boca y yo me intento apartar. Me coge
de la cabeza, me inmoviliza y me d de beber mientras yo me quejo como
puedo. Y de nuevo la quemazón en garganta y estómago, y el fuego, y
la niebla ardiente en mi visión, y los llantos, y los gritos...Oigo
las risotadas de Selman hasta que todo se vuelve oscuro y me sumo en
la inconsciencia...
*Variación de un fragmento de la canción de Mago de Oz "La Cantata del Diablo". La original dice: "Cae la noche, niebla eterna. Ocultase ya la luz. Frío yermo. Rompe, hiela. Lágrimas del corazón. Sueña la vida que se ha de morir. En trozos de miedo es duro vivir. Sueños de muerte. Desvélate.Santa condena, Auto de Fe."
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