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sábado, 24 de agosto de 2013

Relato: Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas. Capitulo 5

CAPITULO 5: LA BÓVEDA DE HELIOS


Camino a tientas por el oscuro pasillo, con miedo a tropezarme. No se ve nada. Y entonces...Escucho la voz de Selman.

-¡Cris!¡Avanza sin miedo!¡Al final verás la luz!¡Date prisa, tienes que salvarme!-

Es una voz desgarradora y envuelta en miedo. Terror, diría yo. Cada grito suyo me empuja a dar un paso más a través de la oscuridad. Hasta que diviso la luz al final del pasadizo....

Una puerta abierta, y la voz del vampiro cada vez más cerca suplicando ayuda.

Según me acerco, aumenta un asqueroso olor como a carne quemada. Hago una mueca de asco mientras corro como puedo, haciendo caso omiso del dolor que desgarra mis entrañas, y entro en la habitación, que no es la cripta, ni mucho menos. El panorama allí es dantesco, el olor, nauseabundo. Contengo una arcada mientras grito por lo que ven mis ojos: Óscar es ahora un cadáver calcinado solo reconocible por los restos del colgante que pende de su cuello. Aún humea y me doy cuenta de que poco a poco se está deshaciendo, convirtiéndose en polvo. Grito de rabia, y entonces vuelvo a oír a Selman, que con un hilo de voz, me dice:

-Cristina...Por favor....ayúdame....-

Me doy la vuelta y rompo a llorar.

Me acerco a él, que está tumbado en una larga mesa con dos grilletes que le aprisionan las manos y otros dos aprisionándole los pies.

Llego a él y me quedo a su lado, sin atreverme a tocarle. Está llorando, muerto de dolor, retorciéndose intentando desencadenarse de los grilletes de las manos y los pies, pero éstos no ceden. Le miro y grito con toda mi alma mientras alzo mi vista al cielo. Sólo una mirada ha bastado para darme cuenta de su deplorable estado: heridas que no parar de supurar un pus negro, mezclado con su sangre de color oscuro, ampollas por todos lados, como si se hubiera quemado, como si...

Me echo a llorar sobre él.

-¡Selman! ¿Quién te ha hecho ésto?- Sollozo.

Una risita suena detrás de mi mientras alguien posa su mano en mi hombro y veo aparecer una mano sosteniendo un mechero encendido.

-Yo.- Me dice la voz de Tar, el inquisidor.

Me giro, le miro. El mechero me roza peligrosamente. La voz de Selman es quejido puro, pidiéndome ayuda.

-¡Bueno, pero yo también ayudé!- Dice una voz. Y veo aparecer tras una esquina a Ghostface, uno de los Movie Maniacs mostrándome su cuchillo ensangrentado.- Éste cuchillo hace maravillas....-

-Sí. -Corrobora Tar.- Digamos que Ghostface se ha ocupado de la parte física, yo de la pirotécnica. Al vampirito le favorecen las quemaduras.-Ríe y acto seguido veo como le hace un gesto al psicópata, que se va junto a Selman y empieza a hurgar en sus heridas con la mano. Cierro los ojos y vuelvo a mirar arriba, impotente.

Tar me dice:

-¡Ah! No te he enseñado mi bóveda, ¿No? Cris, aquí tienes la bóveda de Helios, en honor al dios del sol griego. ¿Hace falta que te explique cómo funciona?-Rie.

Me doy cuenta de la bóveda que cubre el techo. Una cúpula de lo más normal, pero que no refleja el exterior porque es de metal.

-Tu amiguito Óscar ya la conoce...-Rie Tar.

Miro el cadáver de Óscar, o lo que queda de él ahora: una puñado de cenizas y me echo a llorar.

En esto, oigo un tremendo chirrido y noto cómo el sol va iluminando la habitación poco a poco. Salgo corriendo gritando de rabia mientras oigo como Selman grita incluso antes de que el sol toque su piel y corro hacia él, pero Tar me frena. Me aprisiona el cuello con el brazo y me gira la cabeza para que mire a Selman.

Lloro y grito mientras Sel se retuerce intentando usar toda su fuerza para liberarse, pero es en vano. Está demasiado débil. Las heridas y las quemaduras hacen imposible que pueda moverse mucho.

Intento librarme del inquisidor mientras la bóveda sigue avanzando, abriéndose poco a poco.

Recorro la habitación con la mirada y me doy cuenta de que al otro lado hay una mesa cubierta por un mantel o algo parecido.

Le pego un pisotón a Tar, que grita, y me suelta mientras yo aprovecho para salir corriendo hacia la mesa del mantel.

Los gritos de Sel retumban en mis oídos. El sol ha llegado hasta él, su gabardina de cuero se deshace hasta volverse líquida y ahora las ampollas empiezan a cubrir su cuerpo.

Saco fuerzas de flaqueza para llegar hasta la mesa y pegar un tirón del mantel y correr a cubrir al vampiro con él, poniéndome después delante de él, intentando defenderle.

Tar acciona una palanca y la cúpula vuelve a cerrarse lentamente mientras miro al inquisidor, horrorizada.

-¡¿Por qué, Tar?! ¡¿Por qué?!-Le grito furiosa.

-¿Quieres saber por qué, Cris?- Me responde.- Porque me lo puedo permitir, porque me gusta hacerlo, porque es mi deber, y porque hasta ahora has demostrado ser alguien débil que se deja llevar fácilmente por sus emociones intentando salvar a tus amigos e incluso intentando huir. Y porque te mereces una gran lección por no mostrar lealtad a quién se la debes. ¿Y qué mejor que hacer daño a la única persona en la que confías?-Sonríe.- Aunque quizás él sí quiera unirse a nosotros...-Mira a Selman.-Y entonces, tal vez tú sigas su camino.- Me mira a mí.-

Suena un terrible portazo y aparece el Emperador. ¿Cómo es posible que esté perfectamente? Hace un rato le he clavado mis cuchillas antes de huir y ahora...

Ríe.

-Hay muchas cosas que desconoces, Cristina. Y que si no te unes definitivamente a nosotros te quedarás sin conocer...Porque morirás irremediablemente. Yo que tenía la esperanza de que te unieras a nosotros...Te escogí por tener ese espíritu amante del miedo y miedoso a la misma vez. Esos nervios, esa tensión al entrar aquí. Recuerdo tu cabeza agachada cuando hablé contigo en la biblioteca, parecías estar dispuesta a obedecerme... Tenías unas ganas terribles de entrar, estás dentro, ¿Y ahora intentas irte? Sabes que no lo vas a conseguir....Mis siervos no te lo van a poner nada fácil. Puede que hayan sido tus amigos durante tu estancia aquí, pero con un simple chasquear de dedos puedo hacer que todo cambie....Y lo sabes.-

Callo y cuanto más habla el Emperador, más rabia se acumula en mi interior.

-No eres como Tar, por ejemplo. Él es fuerte, y está dispuesto a sacrificarlo todo por su señor, ¿A qué si, Tar?-Pregunta.

-Sí, mi señor.-Responde él mientras se acerca a Selman y le destapa frotándose las manos y sonríendo.

-¿Qué podemos hacer contigo?-Pregunta dirigiéndose a él.

Pego un salto y voy hacia Tar y le intento apartar.

-¡No le vas a hacer nada mientras yo pueda impedirlo!- Le chillo, pero él me aparta y me tira al suelo con suma facilidad.

En ese momento y por arte de magia dos grandes grilletes aparecen en mis manos: ya ni siquiera puedo usar las cuchillas.

Resoplo y cuando voy a levantarme, me aparecen sendos grilletes en los pies. No puedo moverme, y observo impotente cómo empiezan a entrar moradores a la sala, todos sonriendo mientras se acercan a Selman y se sitúan a su alrededor, blandiendo sus armas y relamiéndose.

-Todos ellos me sirven bien. Todos. Empezando por Tar, pasando por Espiral, Segismundo, Blood, Jason, Nosferatu, la poseída, los Movie Maniacs (Y eso que acaban de llegar, como quien dice)....Incluso el enterrador de fuera sabe a quién se debe. ¡Incluso Sara la taquillera sabe cuál es su cometido!¡Hasta Adri, Irina y Dani!...Todos son unos siervos de diez. No como tú, esclava de pacotilla..Pero eso va a cambiar en cuanto veas sufrir a éste.- Señala a Selman, que ha cerrado los ojos para evitar ver el panorama que hay ante él.

Tar interviene:

-Y tú vampirillo patético vete preparando, porque el jueguecito de la bóveda es lo mínimo que te vamos a hacer...-Le dice a Sel acercándose.

Intento levantarme, pero es inútil.

-Eres un...¡Cabrón!-Grito enrabietada al inquisidor.

Me tira un beso.


-Lo sé, gracias. Y ahora cállate, que empieza el espectáculo- Sonríe y se acerca más a Selman...

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