CAPITULO 5: LA BÓVEDA DE HELIOS
Camino a tientas por el oscuro pasillo,
con miedo a tropezarme. No se ve nada. Y entonces...Escucho la voz de
Selman.
-¡Cris!¡Avanza sin miedo!¡Al final
verás la luz!¡Date prisa, tienes que salvarme!-
Es una voz desgarradora y envuelta en
miedo. Terror, diría yo. Cada grito suyo me empuja a dar un paso más
a través de la oscuridad. Hasta que diviso la luz al final del
pasadizo....
Una puerta abierta, y la voz del
vampiro cada vez más cerca suplicando ayuda.
Según me acerco, aumenta un asqueroso
olor como a carne quemada. Hago una mueca de asco mientras corro como
puedo, haciendo caso omiso del dolor que desgarra mis entrañas, y
entro en la habitación, que no es la cripta, ni mucho menos. El
panorama allí es dantesco, el olor, nauseabundo. Contengo una arcada
mientras grito por lo que ven mis ojos: Óscar es ahora un cadáver
calcinado solo reconocible por los restos del colgante que pende de
su cuello. Aún humea y me doy cuenta de que poco a poco se está
deshaciendo, convirtiéndose en polvo. Grito de rabia, y entonces
vuelvo a oír a Selman, que con un hilo de voz, me dice:
-Cristina...Por favor....ayúdame....-
Me doy la vuelta y rompo a llorar.
Me acerco a él, que está tumbado en
una larga mesa con dos grilletes que le aprisionan las manos y otros
dos aprisionándole los pies.
Llego a él y me quedo a su lado, sin
atreverme a tocarle. Está llorando, muerto de dolor, retorciéndose
intentando desencadenarse de los grilletes de las manos y los pies,
pero éstos no ceden. Le miro y grito con toda mi alma mientras alzo
mi vista al cielo. Sólo una mirada ha bastado para darme cuenta de
su deplorable estado: heridas que no parar de supurar un pus negro,
mezclado con su sangre de color oscuro, ampollas por todos lados,
como si se hubiera quemado, como si...
Me echo a llorar sobre él.
-¡Selman! ¿Quién te ha hecho ésto?-
Sollozo.
Una risita suena detrás de mi mientras
alguien posa su mano en mi hombro y veo aparecer una mano sosteniendo
un mechero encendido.
-Yo.- Me dice la voz de Tar, el
inquisidor.
Me giro, le miro. El mechero me roza
peligrosamente. La voz de Selman es quejido puro, pidiéndome ayuda.
-¡Bueno, pero yo también ayudé!-
Dice una voz. Y veo aparecer tras una esquina a Ghostface, uno de los
Movie Maniacs mostrándome su cuchillo ensangrentado.- Éste cuchillo
hace maravillas....-
-Sí. -Corrobora Tar.- Digamos que
Ghostface se ha ocupado de la parte física, yo de la pirotécnica.
Al vampirito le favorecen las quemaduras.-Ríe y acto seguido veo
como le hace un gesto al psicópata, que se va junto a Selman y
empieza a hurgar en sus heridas con la mano. Cierro los ojos y
vuelvo a mirar arriba, impotente.
Tar me dice:
-¡Ah! No te he enseñado mi bóveda,
¿No? Cris, aquí tienes la bóveda de Helios, en honor al dios del
sol griego. ¿Hace falta que te explique cómo funciona?-Rie.
Me doy cuenta de la bóveda que cubre
el techo. Una cúpula de lo más normal, pero que no refleja el
exterior porque es de metal.
-Tu amiguito Óscar ya la conoce...-Rie
Tar.
Miro el cadáver de Óscar, o lo que
queda de él ahora: una puñado de cenizas y me echo a llorar.
En esto, oigo un tremendo chirrido y
noto cómo el sol va iluminando la habitación poco a poco. Salgo
corriendo gritando de rabia mientras oigo como Selman grita incluso
antes de que el sol toque su piel y corro hacia él, pero Tar me
frena. Me aprisiona el cuello con el brazo y me gira la cabeza para
que mire a Selman.
Lloro y grito mientras Sel se retuerce
intentando usar toda su fuerza para liberarse, pero es en vano. Está
demasiado débil. Las heridas y las quemaduras hacen imposible que
pueda moverse mucho.
Intento librarme del inquisidor
mientras la bóveda sigue avanzando, abriéndose poco a poco.
Recorro la habitación con la mirada y
me doy cuenta de que al otro lado hay una mesa cubierta por un mantel
o algo parecido.
Le pego un pisotón a Tar, que grita, y
me suelta mientras yo aprovecho para salir corriendo hacia la mesa
del mantel.
Los gritos de Sel retumban en mis
oídos. El sol ha llegado hasta él, su gabardina de cuero se deshace
hasta volverse líquida y ahora las ampollas empiezan a cubrir su
cuerpo.
Saco fuerzas de flaqueza para llegar
hasta la mesa y pegar un tirón del mantel y correr a cubrir al
vampiro con él, poniéndome después delante de él, intentando
defenderle.
Tar acciona una palanca y la cúpula
vuelve a cerrarse lentamente mientras miro al inquisidor,
horrorizada.
-¡¿Por qué, Tar?! ¡¿Por qué?!-Le
grito furiosa.
-¿Quieres saber por qué, Cris?- Me
responde.- Porque me lo puedo permitir, porque me gusta hacerlo,
porque es mi deber, y porque hasta ahora has demostrado ser alguien
débil que se deja llevar fácilmente por sus emociones intentando
salvar a tus amigos e incluso intentando huir. Y porque te mereces
una gran lección por no mostrar lealtad a quién se la debes. ¿Y
qué mejor que hacer daño a la única persona en la que
confías?-Sonríe.- Aunque quizás él sí quiera unirse a
nosotros...-Mira a Selman.-Y entonces, tal vez tú sigas su camino.-
Me mira a mí.-
Suena un terrible portazo y aparece el
Emperador. ¿Cómo es posible que esté perfectamente? Hace un rato
le he clavado mis cuchillas antes de huir y ahora...
Ríe.
-Hay muchas cosas que desconoces,
Cristina. Y que si no te unes definitivamente a nosotros te quedarás
sin conocer...Porque morirás irremediablemente. Yo que tenía la
esperanza de que te unieras a nosotros...Te escogí por tener ese
espíritu amante del miedo y miedoso a la misma vez. Esos nervios,
esa tensión al entrar aquí. Recuerdo tu cabeza agachada cuando
hablé contigo en la biblioteca, parecías estar dispuesta a
obedecerme... Tenías unas ganas terribles de entrar, estás dentro,
¿Y ahora intentas irte? Sabes que no lo vas a conseguir....Mis
siervos no te lo van a poner nada fácil. Puede que hayan sido tus
amigos durante tu estancia aquí, pero con un simple chasquear de
dedos puedo hacer que todo cambie....Y lo sabes.-
Callo y cuanto más habla el
Emperador, más rabia se acumula en mi interior.
-No eres como Tar, por ejemplo. Él es
fuerte, y está dispuesto a sacrificarlo todo por su señor, ¿A qué
si, Tar?-Pregunta.
-Sí, mi señor.-Responde él mientras
se acerca a Selman y le destapa frotándose las manos y sonríendo.
-¿Qué podemos hacer contigo?-Pregunta
dirigiéndose a él.
Pego un salto y voy hacia Tar y le
intento apartar.
-¡No le vas a hacer nada mientras yo
pueda impedirlo!- Le chillo, pero él me aparta y me tira al suelo
con suma facilidad.
En ese momento y por arte de magia dos
grandes grilletes aparecen en mis manos: ya ni siquiera puedo usar
las cuchillas.
Resoplo y cuando voy a levantarme, me
aparecen sendos grilletes en los pies. No puedo moverme, y observo
impotente cómo empiezan a entrar moradores a la sala, todos
sonriendo mientras se acercan a Selman y se sitúan a su alrededor,
blandiendo sus armas y relamiéndose.
-Todos ellos me sirven bien. Todos.
Empezando por Tar, pasando por Espiral, Segismundo, Blood, Jason,
Nosferatu, la poseída, los Movie Maniacs (Y eso que acaban de
llegar, como quien dice)....Incluso el enterrador de fuera sabe a
quién se debe. ¡Incluso Sara la taquillera sabe cuál es su
cometido!¡Hasta Adri, Irina y Dani!...Todos son unos siervos de
diez. No como tú, esclava de pacotilla..Pero eso va a cambiar en
cuanto veas sufrir a éste.- Señala a Selman, que ha cerrado los
ojos para evitar ver el panorama que hay ante él.
Tar interviene:
-Y tú vampirillo patético vete
preparando, porque el jueguecito de la bóveda es lo mínimo que te
vamos a hacer...-Le dice a Sel acercándose.
Intento levantarme, pero es inútil.
-Eres un...¡Cabrón!-Grito enrabietada
al inquisidor.
Me tira un beso.
-Lo sé, gracias. Y ahora cállate, que
empieza el espectáculo- Sonríe y se acerca más a Selman...
No hay comentarios:
Publicar un comentario