CAPITULO 2: DÍA 2 - TRANSFORMACIÓN -
Me levanto. La cripta se halla en
silencio. Los dos vampiros durmiendo en sus ataúdes cerrados e Irina
haciendo lo propio en una esquina de la habitación.
Sonrio y decido divertirme un poco
antes de ponerme con la búsqueda de mi cuerpo.
Atravieso las paredes del Caserón y
consigo salir fuera.
El sol me da de lleno y me molesta.
Normal si tenemos en cuenta que soy casi transparente. Decido
intentar acostumbrarme y emprendo el vuelo hacia la Tarántula.
Me quedo flotando y dudando si subir
tras ver la inmensa cola que hay. Pero reflexiono.
“Qué coño! Soy un fantasma,
¿no?¡Floto! No necesito subirme a ningún vagón para divertirme
aquí!”. Y floto hasta el principio de la primera cuesta, la subo y
me recreo en la cima, esperando para darle más emoción. El vagón,
cargado con cuatro personas baja y yo bajo tras él, trazando el
recorrido de la vía por mi misma, en el aire, flotando a la máxima
velocidad a la que puedo volar.
Mi etéreo cuerpo se desliza sobre los
raíles como si él fuera la vagoneta, y me divierto, grito y nadie
me oye, como es de suponer.
De la Tarántula voy al Abismo, y hago
lo mismo: me deslizo sobre los railes cual vagón y disfruto, y río,
y grito...
Emprendo mis pasos al Tornado, pero una
vocecilla me detiene. Es Irina, que me ha pillado.
-¡Cris!¿Se puede saber qué haces
aquí?-Dice visiblemente enfadada.
En muy poco tiempo tenemos a nuestro
alrededor (alrededor de Irina, mejor dicho, porque a mí no me ven)
un gran circulo de visitantes queriéndose hacer fotos con la
moradora, que accede a hacerse tres o cuatro fotos y por lo bajini me
insta a seguirla.
-Sólo pretendía divertirme un rato,
Iri...-Me explico yo.
Ponemos rumbo al Caserón y se detiene
ante una tumba situada junto a la verja de entrada. La lápida tiene
una curiosa inscripción:
Cristina Bermejo
1991 - 2013
Moradora rebelde
R.I.P
Edición de foto: José López (@Ghjoseamaral) |
Me quedo sin palabras. Era obvio que mi
cuerpo estaría en alguna tumba, me lo imaginaba. Pero ni de lejos mi
mente piensa que esa tumba tiene la inscripción que estoy viendo.
-Ahí tienes tu cuerpo, Cris.- Me dice
Irina, que se sobresalta cuando alguien toca su hombro: una chica y
un chico, cogidos de la mano, que la preguntan:
-Perdona, ¿A qué hora abrís?- Ambos
sonríen y se cogen fuerte de la mano. Ella, visiblemente asustada.
Él haciéndose el valiente por ella a pesar de que le tiemblan las
canillas.
-A las cinco de la tarde.- Dice Irina
muy metida en su papel de moradora, con toda seriedad y un tono que,
francamente, da miedo.
-Vale, gracias.-Dice el chico
intentando sonreír a pesar de estar cagado de miedo.
Sonrío y decido divertirme un poquito
mientras la pareja se aleja. Me acerco a ellos y soplo un pelín en
la nuca de la chica, provocándola escalofríos.
-Cari, tengo frío.-Dice.
-Qué dices, loca, si hace un calor que
te torras.- Dice él riendo.
-Te lo juro, acabo de sentir frío.-Se
defiende.
Yo sigo provocando airecillo a su
alrededor, y cuanto más le dice él que no hace frío a ella, más
la provoco la helada sensación. Decido ir a más y soplo alrededor
de ambos. Él dice:
-Hostia, pues vas a tener razón. Si
que hace frío si...-Se estremece y aprieta el paso sin soltar a su
chica mientras se alejan del Caserón.
Me doy la vuelta riendo y voy hacia
Irina, que me mira con cara de
“Qué-leches-acabas-de-hacer-Cris-déjalo-ya”.
Ella se limita a resoplar y vuelve a
señalar mi lápida.
-Tu cuerpo, Cris.-Dice.
Suspiro y asiento mientras comienzo a
cavar lo más rápido que puedo hasta que veo el ataúd y abro la
tapa. Irina me echa una mano. Pesa demasiado para levantarla yo sola.
Cuando la alzamos, efectivamente, ahí está mi pobre cuerpo
maltrecho. Aún con la ropa y las cuchillas, apenas putrefacto. El
lado derecho de mi cara, desfigurado, como solía estar...¡Eh, no!
¡Quita!. Un gusano vaga a sus anchas por mis cicatrices faciales y
yo me muero del asco. Grito y lo insto a apartarse.
-Venga, Cris, si vas a meterte de nuevo
en tu cuerpo, hazlo ya. Se deben estar preguntando dónde estoy, y
además, puede venir Sara, la taquillera y pillarnos. Tienes que
volver a esconderte a la cripta cuanto antes antes de que el Caserón
abra y se den cuenta de que has vuelto.-
Suspiro y me acerco poco a poco a mi
cuerpo.
-Te advierto que sufrirás dolor. Las
heridas no se curan así como así. Y te recuerdo que moriste
humana...-Me dice Irina.
-Humana, vampira, otra vez
humana....Vaya cachondeo....-Resoplo mientras me introduzco en mi
cuerpo poco a poco.
Abro los ojos y no puedo evitar
retorcerme de dolor mientras intento salir de la tumba como puedo.
Mis heridas aún están ahí y han vuelto a empezar a sangrar ahora
que la sangre vuelve a correr por mis venas.
Me pongo la mano en el estómago
intentando taponar la gran hemorragia y emprendo el camino hacia la
puerta del Caserón.
-Vamos.-Dice Irina tirando suavemente
de mí. - Con suerte todos duermen y nadie se enterará de que estás
aquí...-
-Venga. Óscar podrá convertirte en
vampira otra vez, te volverás a curar y podrás ser toda una
moradora. Pero hasta que no estés del todo convencida no le diremos
nada al resto. Tienen que verte bien preparada...-
¿Por qué narices Irina quiere que no
salga de aquí?
Suspiro y trato de ignorar el dolor que
me consume mientras, como puedo, intento llegar a la cripta.
Ya veo la puerta...Sólo unos pocos
pasos más...
Pero entonces...Irina se lanza sobre mi
y me muerde en el cuello.
Siento un dolor que me desgarra .
Mi cuerpo se desmadeja completamente,
caigo al suelo, me retuerzo, lloro, grito...Y entonces, una sombra se
cierne sobre mí y se sitúa junto a Irina.
-Muy bien, Irina.-Sonrie el Emperador.-
Ya eres toda una moradora.- Le da una palmadita en la espada.
Ella sonrie y se inclina.
-Gracias, mi señor. Ha sido demasiado
fácil.-
-¡No!¡Óscar!¡Selman!-Grito.
-Shhh...Déjalos. Están
durmiendo...-Dice el Emperador antes de echarse a reir.- ¿Sabes?
Creo que te vendrá bien juntarte con los zombis y no tanto
vampiro...-Dice divertido mientras observa como me retuerzo en el
suelo, como los espasmos me poseen, hasta que consiguen vencerme y me
desmayo....
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