Mi lista de blogs

sábado, 10 de agosto de 2013

Relato "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" capitulo 3

CAPITULO 3: DÍA 3 -EXTRAÑO RITO-


En mi mente hay una niebla gris que poco a poco se va oscureciendo, transformándose en una masa de nubes completamente negras. Me agito en sueños. Sueños en los que todos los moradores del Viejo Caserón (todos menos Tar, el inquisidor que me asesinó) están a mi alrededor, guardando un solemne silencio mientras que el Emperador está arrodillado junto a mí que yazco tumbada, inconsciente. Le veo poner sus manos sobre mi cabeza mientras pronuncia en latín unas palabras en tono bastante serio.

-Profundis inferni Inferno, da mihi hanc potestatem animam et torquentur innocentia manente integra habitator Veterem Domum istam.....(“Demonios del averno más profundo, dadme poder para hacer de éste alma atormentada y con restos de inocencia una completa moradora de éste Viejo Caserón.”)-

Quiero moverme, pero no puedo. Ni siquiera puedo abrir los ojos. Los párpados me pesan, y sigo cayendo en el sueño, que parece cada vez más real. Parece que las palabras que pronuncia el Emperador las estoy oyendo junto a mí.

-Que la oscuridad y la ira se hagan en su corazón, que su alma se ennegrezca de una vez por todas, permitiéndola vengarse de aquel que acabó con su vida...-Dice, ésta vez en castellano.

-Ahora, cuando cuente tres, abrirás los ojos y buscarás a quien acabó contigo para darle lo que se merece... Uno, dos, tres.-

Abro los ojos y me levanto algo aturdida.

El dolor me sigue comiendo por dentro. Mis heridas no han curado y arrastro mis pies quemados como puedo por el suelo mientras avanzo mecánicamente en busca de mi asesino.

Al andar el dolor me hace soltar quejidos de dolor mientras camino casi arrastrándome. Entonces le veo.

Con un gesto demente en su cara, rodeado de pequeñas hogueritas apagadas y agrupando un montoncito de leña para hacer otra...

No lo entiendo. Supongo que en su locura sigue obsesionado con su antiguo oficio y por eso hace lo que hace.

Me da igual. Estoy aquí para vengarme. El Emperador lo ha ordenado, y mi deber es obedecer.

-Taaarr...-Le llamo con un gemido aterrador.

Tranquilamente, se da la vuelta y me sonríe.

-Ah, eres tú...- Dice mientras juguetea con un mechero Zippo plateado entre sus manos.

Lo enciende, lo apaga, sube y baja la tapa...Y yo no puedo evitar ponerme de los nervios.

-¿Qué te pasa, Cris?.- Dice acercándose a mí.- ¿Te da miedo una simple llamita atrapada en un mechero?-Se ríe mientras sigue jugando con el mechero.-¿Y si la libero?

Me acerco a él entre quejidos. El dolor me está matando. Mis pies abrasados se arrastran como pueden hasta Tar, que se aproxima con paso firme a mí, después de prender un tronco de leña y sostenerlo en su mano como si fuera una antorcha que blandiera amenazante.

Los nervios crecen por momentos, pero decido enfrentarme al inquisidor y sigo caminando renqueante y dolorida hasta él, que llega antes a mí y hace ademán de quemarme con la leña ardiendo. Lo esquivo como puedo y ataco por su flanco derecho, clavando mis cuchillas en su costado. Grita, pero enrabietado consigue atacarme con un movimiento de antorcha y hace que mi pelo se prenda y arda en llamas.

Empiezo a gritar y a llorar mientras instintivamente me llevo las manos al pelo, y no tardo en volver a sentir el dolor, ésta vez en mis manos que se abrasan. Grito y caigo al suelo. Mientras la voz del Emperador resuena en mi mente: “Cris, ríndete. No ha sido buena idea. Atacarás cuando esté más vulnerable”.

Instintivamente miro atrás, al Emperador, que está con todos los moradores presenciando el “combate”.

Niego con la cabeza.

-¡Y una mierda atacaré cuando esté vulnerable!- Digo entre lágrimas y aullidos de dolor mientras de nuevo con dificultad voy hasta Tar, que está de brazos cruzados al otro lado de la habitación esperando a que su lenta y dolorida rival llegue hasta él y consiga hacer algo si el dolor se lo permite.

Entonces, una fuerza invisible me arrastra al lado del Emperador mientras él me dice:

-Cuando esté vulnerable, Cris.-

Tar viene hacia mi pero al instante se para en seco.

-Sí, mi señor.-Dice.

Deduzco que ha sido cosa del Emperador, y no me da tiempo a pensar ni a deducir más porque de repente aparezco en la cripta, sin saber cómo ni por qué.

Aparezco tumbada en el que en mis tiempos de vampira era mi ataúd, que ahora está abierto.

El Emperador me mira con cierto gesto cariñoso, y yo espero sus órdenes.

-Sé que quieres vengarte, pequeña, pero tendrás que aprender que no todas las ocasiones son buenas para hacerlo. Hoy casi acaba contigo...-Sonrie.- Si quieres tener posibilidad alguna de ganar, tendrás que hacero cuando nuestro querido inquisidor esté vulnerable ¿Y cuándo lo estará? mientras duerme. Mientras esté dormido, tendrás posibilidad.- Me dice.

Le miro llena de ira. Me duele horrores la cabeza, he perdido pelo, mi melena está chamuscada, y mi cuerpo grita de dolor.

-Quiero vengarme.- Digo apretando los dientes enfadadísima, sin mostrárselo del todo al Emperador para no meterme en problemas.

Él se rie.


-Lo sé, ya te lo he dicho, pero ten un poco de paciencia...-La noche llegará antes de lo que imaginas, él se irá a dormir y tú tendrás tu ocasión, te lo aseguro. Ahora, mientras tanto, duerme, Cristina.- Me dice mientras pasa sus manos por mis ojos haciendo que se cierren y yo me suma en un sueño inquieto en el que sólo hay fuego y cientos de inquisidores con el rostro de Tar tras de mi...

No hay comentarios:

Publicar un comentario