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viernes, 30 de agosto de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 9

CAPÍTULO 9: SIGUE EL SUPLICIO

No sé cuanto tiempo ha pasado desde que empezaron a torturarme. Cada día un morador tras otro. Ronda diaria de moradores torturándome. Tar se encarga de establecer los tiempos de duración por tortura y morador. Todo el día, toda la noche, hasta que me dan una pequeña tregua sólo para deleitarse en mi sufrimiento mientras me retuerzo de dolor. Mi cuerpo es un guiñapo, y creo que mi alma está al borde de la muerte...Si no fuera porque el privilegio que podría haber sido morir en esa situación me ha sido negado: No puedo morir, y el dolor que se me infringe con cada tormento permanece perenne en mi maltrecho cuerpo.

Mientras espero que comience un nuevo día de torturas, recuerdo las palabras del inquisidor:

-Te condeno a volver a poseer la vida para torturarte, día tras día y noche tras noche por todos los moradores de éste Caserón....-

Sus palabras rebotan en mi mente mientras me noto incapaz de moverme, paralizada por el dolor de las heridas de todos éstos días de suplicio: los moradores me han acuchillado, Tar me ha quemado parte del pelo, de los brazos, de las piernas...Y me han vuelto a obligar a beber ese puñetero ron que hace que todo lo que veo se vuelva fuego.

Lloriqueo, gimo y me quejo mientras miro impotente a todos los moradores, todos sonriendo ante mi patética imagen.

En ésto, Selman se acerca a mi y me echo a temblar.
A excepción de Tar, el vampiro ha sido quién más me ha torturado de todos los moradores. Ha volcado en mi toda su saña.

Sonríe mientras se sube a la mesa, colocándose a horcajadas sobre mi mientras dirige el cuchillo a mí y me acaricia el pelo con el filo, bajándolo luego a mi cuello y cortándome con él. Le miro. Esa sonrisa malévola sigue en sus labios y de nuevo su mirada completamente oscura no me dice nada mientras de las manos del vampiro crecen unas largas uñas que dirige al lado izquierdo de mi cara, arañándolo con suavidad para después aumentar de intensidad los zarpazos. Ahogo un grito mientras araña ahora con mas fuerza mi mejilla y se desvía a mis labios. Siento una vez más el sabor de mi sangre mientras Selman baja su boca a mi mejilla izquierda y me muerde con saña, arrancándome un trozo de pómulo. Grito, y mi voz suena rota. Mi garganta me duele mientras Selman se acomoda más sobre mi, dándome la espalda y sentándose sobre mi cuello. Me hace daño. No puedo respirar. Me oprime cerrando las piernas alrededor de mi cuello, poniendo toda su fuerza y peso sobre mi mientras le veo alzar el cuchillo y le escucho decir:

-Tranquila, Cris. Sólo quiero llegar hasta tu...corazón.-Rie con una carcajada maléfica mientras me clava el cuchillo en el corazón y lanzo un escalofriante grito.

Entonces, Sel me clava más profundamente el arma hasta lograr dar con el tope de mi corazón, que saca ensartado en el cuchillo.

El vampiro se baja de la mesa y se acerca otra vez a mí, baja su boca al agujero en el que estaba mi corazón y empieza a beber la sangre que brota.

Pero entonces, Tar le detiene.

-Basta, Selman.-Le dice.- Es mi turno.- dice sonriendo mientras ve cómo el vampiro se aleja con los demás moradores y el inquisidor llega junto a mí.

-¡No!¡Alejate!- Le digo mientras le veo venir sonriendo hasta mí.

No puedo mirarle. El amarillo de sus ojos me aterroriza. Giro la cara para evitar mirarle, pero él me coge la cara y me la vuelve a girar, obligándome a mirarle a los ojos.

-¿Qué te pasa? ¿Es que no te gustan mis ojos?-Me pregunta haciendo un puchero.-Los tengo así desde que llegué al Caserón, pero puedo tornarlos castaños cuando no quiero aparentar ser malvado...-Sonríe.

-Me...me gustaban más los castaños.-Digo yo intentando aplacarle, intentando retrasar lo que sea que me va a hacer.

-Supongo que hay gustos para todo...-Me dice con un deje de desprecio..

-¿¿¡¡Pero por qué no me matas ya!!??-Le chillo enrabietada.

-Hoy vas a tener suerte, sólo he venido a decirte que el Emperador quiere tener una charlita contigo...-


Se abre la puerta y aparece el Emperador, que hace un gesto al inquisidor para que salga de la estancia...

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