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miércoles, 18 de marzo de 2015

"Gratitud Eterna" Epílogo: Los Horrores de Poe

Se oyen gritos, risas diabólicas, peticiones desesperadas de auxilio....

....Y antes de todo eso, una voz grave, casi gutural, de tono serio:

-Bienvenidos a mi biblioteca personal. La he guardado durante años, y lo seguiré haciendo eternamente....Por favor, no toquen nada ni a nadie, y recuerden que esto no es más que un sueño dentro de otro sueño....-

La risa  que se oye después resuena en los oidos de los presentes, que no se atreven a respirar siquiera.

¿Le ves? ¿Notas sus ojos blancos clavarse en ti?

Sí, la notas.

Notas esa mirada que ahora alberga la más pura locura y maldad, y poco imaginas que ese hombre que tienes delante de tí tuvo un pasado tan oscuro como el que ahora conoces.

Observas su cara pálida como un cadaver coronada por bocados  sanguinolentos aquí y allá. (supones que son los bocados del Mal al que el hombre vendió su alma por saldar su deuda y guardar la biblioteca de su señor), y no te equivocas.

Por tu mente pulula la fantasía de que sea solo un actor, de que estés a punto de atravesar un pasaje del terror sin más, de que de verdad no conozcas la historia de Lupus y te hayas metido en la boca del lobo (nunca mejor dicho: “Lupus” en latín significa “lobo”).

Pero ese olor metálico que reina en la estancia no parece olor a maquillaje ni nada por el estilo.

Sigues olfateando. Olor a podrido. Arrugas la nariz y te refugias en el olor del pelo de tu chica, que está delante de ti siguiendo con atención lo que está diciendo Lupus. Su cuerpo tiembla, como el tuyo. Pero lo disimulas, porque quieres hacerte el valiente ante ella.

Pero no puedes evitar pensar que en todo el día no habéis visto salir a ningún grupo del pasaje en el que estáis ahora.

Quieres echar a correr, salir de ahí, pero ya es tarde.

Después del discurso del bibliotecario el grupo empieza a moverse y reaccionas, siguiendo a tu chica.

Miras atrás. El bibliotecario te sonríe, y sientes el escalofrio que te produce el pensamiento de esos dientes casi negros y afilados sobre tu piel.

La sangre corriendo por tu cuello abajo....

Cierras los ojos y niegas con la cabeza mientras llegas a una sala que más bien parece un velatorio.

Y en efecto la habitación está presidida por un ataúd transparente dentro del que reposa un difunto.

Todos lo miráis.

Y de repente el cadáver comienza a golpear su féretro, pidiendo salir.

Asustados salís del cuarto y os apelotonais en el pasillo, no queriendo entrar en la siguiente estancia, con el corazón encogido y guardando silencio.

Se oyen lamentos y gemidos quejumbrosos, como si alguien se quejara.

Ahí estan. Las almas que Lupus fue capturando de un tiempo a esta parte se hacen presentes en su morada, y todo parece indicar que no os dejaran escapar.

Miras atrás, y la sonrisa de Lupus, que os ha seguido de cerca, te vuelve a helar la sangre en las venas. Sabes que no tienes escapatoria, que el señor de Poe hará suyas las diez almas que ahora ocupan la casa, esa que para el resto de los mortales no es más que un pasaje del terror llamado “Los Horrores de Poe”, pero que para el señor de ésta, Lupus, es y será la morada de su amo, Edgar Allan Poe, aquel que le salvó la vida y por el que día tras día captura almas a fin de saldar su deuda transportando a personas inocentes al macabro universo del escritor que en vida tanto hizo por él.

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