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lunes, 16 de marzo de 2015

"Gratitud eterna" Parte II

A la mañana siguiente Lupus se levantó como pudo, decidido a no ser un huésped sin más y a ayudar al anfitrión que tanto hizo por él la noche anterior.

Le descubrió sentado en un escritorio junto a un gran ventanal que dejaba entrar la clara luz del día, pluma en mano contra una hoja de papel.

Carraspeó, temeroso de importunarle, pues se le veía concentrado.

-Buenos días, señor.-

-Buenos días, Lupus. ¿Os acompañó Morfeo anoche?- Dado su oficio de escritor, Poe solía usar mucha floritura al hablar, mostrando su talento.- ¿Descansásteis?-Preguntó volviendo su vista al invitado.

-Sí, aunque aún estoy algo dolorido.-Se quejó acercándose al escritorio y mirando por encima del hombro del escritor.

-¿Qué anotáis?- Quiso saber Lupus.

Poe rió.

-Qué escribo, mejor dicho.- Le rectificó.- Es un poemario. Soy escritor.-Le sonrió.

-Oh.- Dijo Lupus.- Por cierto...¿Cómo os llamáis?-Inquirió.

-Edgar Allan Poe- Contestó.

El joven se fijó en las hojas mojadas que había sobre la mesa, al lado de la hoja sobre la que escribía Poe.

-De eso tengo yo la culpa.- Las señaló con la cabeza.- Se os mojaron a causa mía.-

El escritor sonrió.

-No os preocupéis, solo llevo unos pocos poemas.-

-¿Permitiríais que os los transcribiera?-

El escritor le miró perplejo.

-Es lo menos que puedo hacer después de ocasionaros tanta molestia. Después de todo, si esos papeles están mojados es por mi culpa, y quiero arreglarlo.

-Está bien. Os dejaré copiar mi poemario.-

Lupus sonrió y vio fruncir el ceño a Poe.

-Pero antes, tendréis que desayunar. No es bueno escribir con el estómago vacio.- Rió levantándose y siguiendo a Poe hasta el salón en cuya mesa había dispuesto un gran desayuno que no tardó en devorar fascinado por todo lo que Poe le contaba.

Por lo visto había sido (y era) un escritor atormentado por el aliento de la muerte, que se había cebado con él llevandose a los seres que más quería, y él , por su parte escribía relatos y poemas donde ella siempre estaba presente, como una forma de redimirse, suponía Lupus.

“Pero nadie escapa del yugo de la parca” Pensó.

Poe interrumpió su pensamiento con tono severo.

-¿Has terminado ya? No me gusta entretenerme desayunando. Hay que aprovechar la mañana por si las musas deciden evaporarse. Vamos-

Le guió hasta el escritorio donde antes estuvo sentado Poe y Lupus se sentó en la silla, cogiendo la pluma con delicadeza.

-Me he dejado a medias un poema. Solo me quedan los dos últimos versos. Escribe:
"¿Hasta nuestro último empeño
es sólo un sueño dentro de un sueño?”....


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