Mi lista de blogs

domingo, 15 de marzo de 2015

"Los Moradores" Capitulo 5

CAPITULO 5: REGAN, LA POSEÍDA 

Georgetown, agosto de 1973

Muchos dirán que saben lo que la pasó, que ya conocen su historia, que no es necesario que la cuente, que la gente sabe quién era Regan Mc Neill y lo que la sucedió.
Qué curioso. Lo saben, pero no saben lo más importante: no saben cómo llegó al Viejo Caserón.

 Pues bien, he aquí su historia al completo. La historia de Regan, la poseída del Caserón.

Su historia es muy simple: fue Satanás quien la poseyó, si.

Lo que la gente no sabe era que Satanás tenía un papel tan relevante para con el Caserón, como vosotros ahora sabéis: El mismísimo Satán era, ni más ni menos que el Emperador de las Tinieblas.

Y no fue el Amo del Caserón quien se presentó ante la joven como sí lo hizo con los demás moradores, no. Directamente fue el Emperador de las Tinieblas, el mismísimo Satán quien se personó ante la futura moradora.

¿Y por qué decidió Satanás poseerla? Por no poder hacerse con ella de otro modo, porque lo intentó todo: puso en ella todo su poder de persuasión para llevársela consigo pero ella era demasiado obstinada y no le hizo caso. Quería luchar. Por eso se adentró en su cuerpo y dejó que sufriera y que todos la vieran sufrir, y todos, desde su madre que en ningún momento se separaba de su cama, hasta esos dos sacerdotes que intentaron exorcizar a la muchacha, contemplaron cómo ésta se movía, convulsionaba y hablaba en una lengua extraña a través de la voz del Emperador de las Tinieblas, que gritaba haciendo que Regan hablara por él a través de su boca, haciendo que la joven se convulsionara creando posturas imposibles sobre su cama y esputando un líquido verdoso que muchos tildaban de bilis pero que ni mucho menos era tal.

Muchas veces, el Emperador de las Tinieblas se daba una tregua con Regan, dejaba de atacarla, y entonces todos se relajaban: los sacerdotes abandonaban la casa y su madre se recostaba en la silla que había junto a  la cama de la niña, dejándose vencer por el sueño, y era entonces cuando Satanás dejaba que sus palabras, en un inusual  tono sereno inundaran la mente de la joven.

-Regan, escúchame. ¿No entiendes que si no vienes vas a sufrir más? Y no sólo eso: estás haciendo sufrir a los que te rodean. Piénsalo. Te estoy ofreciendo la posibilidad de librarte de la muerte. Tarde o temprano ésto te acabará matando.-Dijo haciendo una pausa.

-Mírate.- Continuó, haciendo que ella le viera en su mente clavándola los ojos con una mueca de desprecio en su boca.

-Ya no puedes más, Regan. Te ahogas en tu vómito, estás prácticamente afónica, apenas puedes mover el cuello por ti misma, te mueres de dolor....Sólo me queda matarte...-Sonrió.- O eso, o que te unas a mí, tu verás.

La pequeña se echó a temblar. La idea de morir la aterraba.

-No, por favor...-Pensó.

-Entonces ven conmigo.- Dijo el Emperador de las Tinieblas.

-¡Eso nunca!-Sentenció abriendo los ojos y viéndose arrastrada por la fuerza del Maligno que de nuevo la obligaba a convulsionarse compulsivamente gritando sin control.

Los gritos despertaron a su madre, que no tardó en acudir junto a ella, no sin antes haber telefoneado a los sacerdotes Karras y Merrin que tampoco demoraron en acudir a la casa tan pronto como pudieron para continuar con el exorcismo, que parecía no estar dando sus frutos.

En la habitación imperaba el olor a vómito de la niña, los rezos de los sacerdotes que allí estaban,la voz gutural que salía de la garganta de Regan, y los llantos desconsolados de su madre.

Pero mucho más dentro, en un lugar más profundo, más recóndito, allá en la mente de Regan se escuchaba una potente voz instándola a sucumbir.

-No tienes elección, Regan. Y por si no lo sabes, ésto es lo mínimo que puedo hacerte.- Susurró la voz del Emperador dentro de su mente.

-¡No!¡No me rendiré!-Pensó ella, intentando resistirse. Pero lo que los que estaban en el cuarto oyeron no fue eso, sino una sarta de insultos e improperios como nunca se los habían oído a la joven.

-Está bien, te dejaré en paz...-Dijo la voz de Satán en la mente de Regan, que poco a poco se fue relajando y volviendo a su estado habitual.

 Lo que ella no sabía era que el invasor de su mente y de su cuerpo que parecía ser el Diablo tenía otros planes que se cumplirían dando un poco de tiempo.

 Poco a poco todo fue volviendo a la normalidad: Regan no volvió a sufrir esos extraños ataques, aun así, ella y su madre se mudaron lejos de la casa donde todo sucedió... Sin embargo y aunque pareciera lo contrario, el mal no había abandonado del todo a Regan, de eso se había encargado el Emperador de las Tinieblas, dejando en ella una semilla maligna que no tardaría en germinar y hacer que la niña acudiera a él cuando estuviera preparada.

Y en efecto así lo hizo: con las manos manchadas de sangre y blandiendo un hacha apareció en la misma puerta del Caserón al poco tiempo.

Era casi obvio que el mal reinaba en ella, pero para asegurarse, encargó al inquisidor que la torturara, porque necesitaba tener seguro que no se rebelaría, y, por si acaso, la joven Regan debía saber qué pasaría si decidía ir contra él.

 Pero en muy poco tiempo, Regan supo a qué atenerse y mostró ser una leal moradora cumpliendo su misión a la perfección y dejándose llevar por el mal que campaba a sus anchas dentro de ella sobre la cama del Caserón, asustando a todo visitante que pasara ante ella....

No hay comentarios:

Publicar un comentario