CAPITULO 15: EL CIRCO
Ymir y yo estamos
al final del pasillo del cuadro del circo.
Me asomo y veo un
pasillo iluminado. Avanzo por él. Ymir camina a mi lado, recorriendo
la escena a la inversa de como debería ser. Miro al suelo. Es suelo
transparente, cómo los laterales, cuyo cristal deja ver lo que
parecen ser cabezas de peluches blancos. Avanzo un poco más y me
asusto. Una vitrina de cristal se ilumina. Desde dentro me sonríe
Espiral, cuchillo en mano, saludándome.
Ymir y yo nos damos
la vuelta y volvemos a caminar por el cuadro.
-Y mira...Aquí
guardo una sorpresita para los miedosos....- Dice señalándome la
puerta de madera que hay escondida a un lado al final del pasillo,
por la que de repente sale Espiral, dándome un susto.-
Ymir se ríe.
-¿Qué pasa,
peque?¿Que no te gustan los payasos?-
En ese momento,
oigo la voz del Emperador desde la biblioteca, e Ymir me coge del
brazo y me lleva tras la puerta de madera por el pasillo hasta la
vitrina.
-¡Venga, Cris!¡Que
vienen!-Dice metiéndome en la vitrina y dirigiendo hacia mi un gran
cuchillo.
-Venga, sonríe,
Cris, que voy a terminar de “maquillarte”-
No tengo ni idea de
qué significa lo que me acaba de decir. Noto que Espiral me sujeta
de los hombros mientras el payaso se acerca cuchillo en mano.
-¡Quita!¡Que
no!¡Socorro!-Grito.
-¡Que sí, Cris!
Antes tú siempre sonreías y como ahora no lo haces, habrá que
pintarte la sonrisa...-Dice acercando el cuchillo a mi boca mientras
Espiral estira las comisuras de mis labios. La vitrina se ilumina
mientras el payaso me raja la piel de las comisuras a modo de
sonrisa. Grito, y mis gritos se mezclan con los de los visitantes,
que nos contemplan asustados mientras Espiral los saluda y saca aguja
e hilo.
-Y ahora, para que
impactes más, te voy a coser la sonrisita...-Se ríe.
Miro a los
visitantes que están ante la vitrina mirando, asustados. Y oigo
comentarios.
-Mira, tio, ¡Qué
pasada la muñeca!¡Parece de verdad!-Ríe un visitante
mirándome.-Arg..qué asco, si parece sangre lo que le sale de la
boca...¡Ay mira, que se la va a coser!-
Grito al sentir la
punzada de la aguja y las veloces y chapuceras puntadas de Espiral,
mientras que Ymir se ríe histérico y saluda a los visitantes desde
la vitrina, a nuestro lado, con su cuchillo en la mano.
-¡Socorro!¡Por
favor, ayudadme!-Grito yo.
Pero los
visitantes ni se mueven. Están absortos mirando la masacre que
Espiral me está haciendo. Grito mientras el doctor ríe histérico,
y cuando acaba de dar la última puntada, el foco de la vitrina se
apaga e Ymir me coge del pelo y me arrastra fuera de la vitrina por
el pasillo, saliendo por la puerta de madera mientras le grita a los
visitantes, que al apagarse la vitrina han reanudado su marcha:
-¡Hola!¡Así me
divierto yo!¿A que mola?-Ríe arrastrándome por el suelo cogida del
pelo.
Grito mientras los
visitantes huyen despavoridos.
Me echo a llorar
pegando puñetazos al suelo arrastrada por el payaso. Noto como se
desprenden algunas grapas de mi pelo y chillo de dolor mientras que
ahora Ymir me lleva de vuelta a la vitrina, donde Espiral se despide
de nosotros.
-Bueno,
chicos...Voy a mi hospital que me están esperando...-Dice con una
macabra sonrisa.-Que te sea leve, Cris. Y suerte...la vas a
necesitar...-Se ríe yéndose.
Ymir me empuja a la
vitrina y me encierra mientras enciende la luz. Me sitúo en el
centro de la cristalera y de repente noto como el cristal de delante
se mueve hacia mí. Miro atrás y mientras veo a Ymir saludarme y
meter el cuchillo por un agujero del cristal trasero, noto que éste
se mueve hacia delante. Los cristales de la vitrina se están
moviendo. Me pego al cristal de delante, pero es inútil. Se mueve
hacia atrás y no tardo en sentir el cuchillo del payaso clavarse en
mi espalda. Ahora sí. Estoy atrapada entre las dos cristaleras de la
vitrina. Chillo mientras Ymir me clava el cuchillo una y otra vez.
Vienen visitantes,
y unos gritan, otros ríen...Creen que soy una muñeca...Lloro y
chillo pidiendo ayuda mientras Ymir vuelve a la puerta de madera a
asustar a la gente. Y yo me quedo ahí, aplastada, sangrando y muerta
de dolor.
Desde mi sitio veo
pasar un grupo, y otro, y otro....Todos hacen lo mismo. Gritan al ver
la muñeca que está expuesta en la cristalera del circo. Lo que no
saben es que esa muñeca se ha cansado de pedir ayuda y ahora se
lamenta de su triste situación entre susurros, mientras observa
impotente cómo la miran y no hacen nada por ayudarla.
Al final del día,
veo al enterrador pasar ante mi, lo que me hace ver que la jornada ha
terminado. No tendré que soportar más miradas de visitantes que no
me ayudan.
El enterrador me
mira, indiferente, como diciendo “Ni puedo ni quiero hacer nada por
ayudarte. Me das igual. Me limito a seguir órdenes y me han dicho
que te ignore”.
Susurro un tenue
“Por favor”, pero no sé si es que lo he dicho tan bajito y el
enterrador no me ha oido o es que directamente me ha ignorado.
Suspiro y veo venir
a todos los moradores, que se quedan ante la vitrina. Los miro. No se
ve una pizca de compasión en sus caras.
Aparecen por último
algo más tarde el Emperador y Tar el inquisidor, que me miran
sonriendo.
-Bueno, Cris. Dí
buenas noches. Mañana más y mejor.-Sonríe Tar.
-No tienes ni idea
de lo que te espera, Cristina...-Me dice el Emperador mientras se
apaga la luz de la vitrina y todos se van fuera del cuadro del circo.
-¡Hasta
mañanita!-Oigo que me dice Selman con una risotada.
-Mañana tienes
cita en mi hospital, Cris, que no se te olvide!- Oigo decir entre
risas a Espiral ya a lo lejos.
-¡Siii!¡Tendremos
visita!-Ríe Segismundo.
Oigo las risas cada
vez más lejos, hasta que dejo de oirlas.
Intento sentarme,
pero es inútil. Estoy atrapada entre las dos cristaleras de la
vitrina, y las puñaladas de Ymir me duelen horrores. Me quedo como
estoy y entre quejidos, cierro los ojos.
No sé ni siquiera
cómo logro dormir, pero el caso es que la luz del foco de la
cristalera del circo me despierta, y otra vez la risa de Ymir, que me
abre la cristalera, indicándome que es hora de levantarse.
Caigo al suelo, sin
fuerza. El payaso me coge y me levanta.
-Venga, perezosa,
que tienes cita con el doctor.- Dice mientras casi arrastrándome me
lleva a través del Caserón a una sala que no conozco donde me
esperan el doctor Espiral, Segismundo y, como no, el inquisidor y el
Emperador en una sala supervisándolo todo....
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