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domingo, 8 de septiembre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 15

CAPITULO 15: EL CIRCO

Ymir y yo estamos al final del pasillo del cuadro del circo.

Me asomo y veo un pasillo iluminado. Avanzo por él. Ymir camina a mi lado, recorriendo la escena a la inversa de como debería ser. Miro al suelo. Es suelo transparente, cómo los laterales, cuyo cristal deja ver lo que parecen ser cabezas de peluches blancos. Avanzo un poco más y me asusto. Una vitrina de cristal se ilumina. Desde dentro me sonríe Espiral, cuchillo en mano, saludándome.

Ymir y yo nos damos la vuelta y volvemos a caminar por el cuadro.

-Y mira...Aquí guardo una sorpresita para los miedosos....- Dice señalándome la puerta de madera que hay escondida a un lado al final del pasillo, por la que de repente sale Espiral, dándome un susto.-

Ymir se ríe.

-¿Qué pasa, peque?¿Que no te gustan los payasos?-

En ese momento, oigo la voz del Emperador desde la biblioteca, e Ymir me coge del brazo y me lleva tras la puerta de madera por el pasillo hasta la vitrina.

-¡Venga, Cris!¡Que vienen!-Dice metiéndome en la vitrina y dirigiendo hacia mi un gran cuchillo.

-Venga, sonríe, Cris, que voy a terminar de “maquillarte”-

No tengo ni idea de qué significa lo que me acaba de decir. Noto que Espiral me sujeta de los hombros mientras el payaso se acerca cuchillo en mano.

-¡Quita!¡Que no!¡Socorro!-Grito.

-¡Que sí, Cris! Antes tú siempre sonreías y como ahora no lo haces, habrá que pintarte la sonrisa...-Dice acercando el cuchillo a mi boca mientras Espiral estira las comisuras de mis labios. La vitrina se ilumina mientras el payaso me raja la piel de las comisuras a modo de sonrisa. Grito, y mis gritos se mezclan con los de los visitantes, que nos contemplan asustados mientras Espiral los saluda y saca aguja e hilo.

-Y ahora, para que impactes más, te voy a coser la sonrisita...-Se ríe.

Miro a los visitantes que están ante la vitrina mirando, asustados. Y oigo comentarios.

-Mira, tio, ¡Qué pasada la muñeca!¡Parece de verdad!-Ríe un visitante mirándome.-Arg..qué asco, si parece sangre lo que le sale de la boca...¡Ay mira, que se la va a coser!-

Grito al sentir la punzada de la aguja y las veloces y chapuceras puntadas de Espiral, mientras que Ymir se ríe histérico y saluda a los visitantes desde la vitrina, a nuestro lado, con su cuchillo en la mano.

-¡Socorro!¡Por favor, ayudadme!-Grito yo.

Pero los visitantes ni se mueven. Están absortos mirando la masacre que Espiral me está haciendo. Grito mientras el doctor ríe histérico, y cuando acaba de dar la última puntada, el foco de la vitrina se apaga e Ymir me coge del pelo y me arrastra fuera de la vitrina por el pasillo, saliendo por la puerta de madera mientras le grita a los visitantes, que al apagarse la vitrina han reanudado su marcha:

-¡Hola!¡Así me divierto yo!¿A que mola?-Ríe arrastrándome por el suelo cogida del pelo.

Grito mientras los visitantes huyen despavoridos.

Me echo a llorar pegando puñetazos al suelo arrastrada por el payaso. Noto como se desprenden algunas grapas de mi pelo y chillo de dolor mientras que ahora Ymir me lleva de vuelta a la vitrina, donde Espiral se despide de nosotros.

-Bueno, chicos...Voy a mi hospital que me están esperando...-Dice con una macabra sonrisa.-Que te sea leve, Cris. Y suerte...la vas a necesitar...-Se ríe yéndose.

Ymir me empuja a la vitrina y me encierra mientras enciende la luz. Me sitúo en el centro de la cristalera y de repente noto como el cristal de delante se mueve hacia mí. Miro atrás y mientras veo a Ymir saludarme y meter el cuchillo por un agujero del cristal trasero, noto que éste se mueve hacia delante. Los cristales de la vitrina se están moviendo. Me pego al cristal de delante, pero es inútil. Se mueve hacia atrás y no tardo en sentir el cuchillo del payaso clavarse en mi espalda. Ahora sí. Estoy atrapada entre las dos cristaleras de la vitrina. Chillo mientras Ymir me clava el cuchillo una y otra vez.

Vienen visitantes, y unos gritan, otros ríen...Creen que soy una muñeca...Lloro y chillo pidiendo ayuda mientras Ymir vuelve a la puerta de madera a asustar a la gente. Y yo me quedo ahí, aplastada, sangrando y muerta de dolor.

Desde mi sitio veo pasar un grupo, y otro, y otro....Todos hacen lo mismo. Gritan al ver la muñeca que está expuesta en la cristalera del circo. Lo que no saben es que esa muñeca se ha cansado de pedir ayuda y ahora se lamenta de su triste situación entre susurros, mientras observa impotente cómo la miran y no hacen nada por ayudarla.

Al final del día, veo al enterrador pasar ante mi, lo que me hace ver que la jornada ha terminado. No tendré que soportar más miradas de visitantes que no me ayudan.

El enterrador me mira, indiferente, como diciendo “Ni puedo ni quiero hacer nada por ayudarte. Me das igual. Me limito a seguir órdenes y me han dicho que te ignore”.

Susurro un tenue “Por favor”, pero no sé si es que lo he dicho tan bajito y el enterrador no me ha oido o es que directamente me ha ignorado.

Suspiro y veo venir a todos los moradores, que se quedan ante la vitrina. Los miro. No se ve una pizca de compasión en sus caras.

Aparecen por último algo más tarde el Emperador y Tar el inquisidor, que me miran sonriendo.

-Bueno, Cris. Dí buenas noches. Mañana más y mejor.-Sonríe Tar.

-No tienes ni idea de lo que te espera, Cristina...-Me dice el Emperador mientras se apaga la luz de la vitrina y todos se van fuera del cuadro del circo.

-¡Hasta mañanita!-Oigo que me dice Selman con una risotada.
-Mañana tienes cita en mi hospital, Cris, que no se te olvide!- Oigo decir entre risas a Espiral ya a lo lejos.

-¡Siii!¡Tendremos visita!-Ríe Segismundo.

Oigo las risas cada vez más lejos, hasta que dejo de oirlas.

Intento sentarme, pero es inútil. Estoy atrapada entre las dos cristaleras de la vitrina, y las puñaladas de Ymir me duelen horrores. Me quedo como estoy y entre quejidos, cierro los ojos.

No sé ni siquiera cómo logro dormir, pero el caso es que la luz del foco de la cristalera del circo me despierta, y otra vez la risa de Ymir, que me abre la cristalera, indicándome que es hora de levantarse.

Caigo al suelo, sin fuerza. El payaso me coge y me levanta.


-Venga, perezosa, que tienes cita con el doctor.- Dice mientras casi arrastrándome me lleva a través del Caserón a una sala que no conozco donde me esperan el doctor Espiral, Segismundo y, como no, el inquisidor y el Emperador en una sala supervisándolo todo....

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