Mi lista de blogs

jueves, 19 de septiembre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 18

CAPITULO 18: HUMILLACIÓN

Oigo abrirse la puerta con un chirrido, y escucho los siseos y susurros de los visitantes.

Un chico ríe.

-Shh, ¡calláte, tío, jo!-Oigo decir a una chica al joven de la risa.- Y échate para delante que no veo nada.

-Está ahí, ¿Le ves?-Dice el chico señalando al Emperador mientras siguen avanzando.

-Frente a la escalera.-Ordena el Emperador.

Yo permanezco a su lado, y empiezo a escuchar su discurso. Habla calmado, pausado, seguro de cada palabra que sale de su boca.

-Vosotros...Que habéis decidido entrar aquí, a la morada del miedo, perturbando la paz de los seres que en éste Caserón habitan...Agarraos fuerte. Pase lo que pase aquí dentro no os separéis u os podría costar muy pero que muy caro...Esto no es ningún juego, os lo aseguro.-Ríe.

Estoy quieta a su lado. Algo me impide moverme Intento hablar, pero no puedo. Una fuerza invisible me oprime la boca, impidiéndome casi respirar. Y entonces, oigo la voz de un chica.

-Yo...yo me voy de aquí...-

-¿Ya te vas?-Le pregunta el Emperador divertido.- ¡Pero si no hemos empezado!- En fin...Cierra la puerta cuando salgas...-Dice suspirando resignado viéndola marchar sin mirar atrás.

-¡Te he dicho que cierres la puerta cuando salgas!-Brama haciendo que la chica retroceda y cierre la puerta tras ella.

Acto seguido el Emperador recorre la biblioteca con la vista.

-Bueno...Pues ya estamos todos...-Sonríe y me mira.- ¿No os he presentado a mi pequeña hija Cris, verdad?-Ríe señalándome.

Todo el grupo de visitantes se queda quieto mirando, intrigado, esperando la actuación de ese gran actor que ellos creen que tienen ante sí.

-Bueno, no es mi hija, pero como si lo fuera. Llegó aquí como vosotros, y murió.-Ríe.- Bueno, la matamos...Le resultaba bastante dificil adaptarse a la vida de moradora y decidí castigarla hasta conseguir su transformación completa. Y aún le quedan unas cuantas pruebas que superar, ¿Verdad, pequeña?- Me sonríe.

Noto una lágrima correr por mi mejilla mientras él se acerca a mí.

-¿Quieres decirles algo, Cris?-Me dice sonriendo al ver que intento abrir la boca para hablar y no puedo.

Él chasquea los dedos y la opresión de mi boca desaparece, pudiendo decir en un susurro, rota de dolor:

-Por favor...Sacadme de aquí...Ayudadme...-

Todos se quedan mirando cómo el Emperador levanta su brazo y me hace salir volando hasta empotrarme contra la pared para luego caer al suelo.

No tengo fuerzas para levantarme. Me quejo de dolor mientras siento cómo me alzo y vuelo a través de la sala, dirigida por el brazo alzado del Emperador.

Los visitantes se quedan mirando, absortos. Oigo que dicen:

-¡Que bueno!¿Dónde estarán los hilos, que no se ven?-

El Emperador se carcajea y yo grito desesperada:

-¡No hay hilos!¡Me están matando!¡Ayudadme, por favor!-Lloro mientras siento que me estampo contra la pared de nuevo y vienen volando hacia mi varias dagas que se hunden en mi cuerpo.

Chillo con toda mi alma mientras una gran espada atraviesa mi estómago me clava a la pared. Echo una bocanada de sangre por la boca mientras los visitantes siguen mirando, anonadados.

-Parece de verdad...-Oigo que dice uno.- Y ese agujero en el pecho...-Dice señalando el boquete donde antes estaba mi corazón.- ¡Qué logrado está!-

Lloro de rabia e impotencia, agitándome con la esperanza de liberarme, pero sólo consigo aumentar mi dolor y que las espadas penetren más en mi.

De repente, paro de chillar y noto cómo involuntariamente mis labios se mueven y articulan con una sonrisa maliciosa y una atemorizante y gutural voz:

-¡Largaos de aquí si no queréis morir!- Me carcajeo sin quererlo, y oigo la voz del Emperador en mi mente.

-Control mental, querida. ¿A que se me da bien?.-Ríe.

Los visitantes aceleran el paso, pero con un movimiento de mano, el Emperador corre la cortina que da a la siguiente sala e impide salir de la biblioteca a los visitantes.

-¿Tan pronto os vais?-Ríe y niega con la cabeza.- No, no, no...Habéis pagado por entrar aquí. ¿Qué os pensábais?¿Qué sería una visita breve a la biblioteca?-Ríe.- Me parece que hoy no...Sobre todo si Cris nos honra con su presencia.- Me mira riendo.

Empiezo a tiritar y a sentir frío. Intento abrazarme, pero no puedo. Grito de impotencia. Goterones de sudor helado caen por mi rostro. El Emperador se acerca a mi y me susurra:

-¿Tienes frío? ¿Quieres calentarte?-Sonríe mientras alza la mano y hace que una llamarada aparezca delante de mi. El fuego ni siquiera me roza, pero su sola presencia es lo bastante para desatar mi histeria. Chillo, grito y me revuelvo, clavándome más las dagas y las espadas, pero apenas tengo fuerzas ya...

-¿Qué te pasa, pequeña?-Me pregunta.

Agacho la cabeza, suspirando hastiada.
Oigo la risita del Emperador mientras siento como el calor del fuego desaparece y noto que de nuevo vuelo con fuerza hasta rebotar en la pared, dirigida por la mano del Emperador, que me estampa contra la pared de enfrente y de nuevo con la otra. Una y otra vez, de pared en pared, hasta que se cansa y me hace caer a sus pies, incapaz de moverme.

Alzo la cabeza y le miro como puedo. Me sonríe burlón y les dice a los visitantes:

-¿Veis? A pesar de todo no se rinde, pero tarde o temprano lo hará, ya veréis...Y se unirá a nosotros...¿Y quién sabe si algún día volvéis y es ella la que os da vuestro merecido?-Le veo sonreir.

Los visitantes permanecen callados.

-Pero de momento ésto sólo son sueños, porque ésta pequeña aún tiene mucho que aprender, que sangrar, y que gritar...Hasta que al fin ceda...Y más te vale hacerlo rápido. Mi paciencia no es eterna.-Me dice dándome una patada.

Ahogo un gritito e intento abrazar mi estómago, pero el dolor no me lo permite.

Escucho decir a algunos visitantes:

-Venga, vamos, tira para delante, corre, que tengo miedo!¡Si empiezan así, imagínate dentro qué habrá!-

Deduzco que el Emperador ha corrido la cortina de la puerta y los visitantes van a la otra sala.

-¡Ah!-Oigo decir al Emperador.- No intentéis hacer esto en casa, chicos! ¡Recordad que somos actores profesionales!-Se ríe y me guiña el ojo.

Niego con la cabeza, muerta de dolor.

Vuelvo a estar a solas con el Emperador.

Y no puedo más: mi resistencia física es casi nula. Si no he muerto ya es porque el Emperador no quiere, porque quiere verme sufrir; mi aguante mental tampoco es brillante. A la desesperada, susurro:

-Me...me rindo.-

El Emperador se inclina hasta donde estoy y finge no oirme:

-¿Qué has dicho?-Me pregunta.

-Que me..que me rindo.-Digo casi sin fuerza expulsando una bocanada de sangre por la boca.

-Como lo sabía, Cris...-Dice riendo. Y luego suspira.

-Ay...Pero me temo que no puedes rendirte ahora. Si me lo hubieras dicho antes, tal vez...-Vuelve a suspirar.- ¿No querrás dejar a medias al inquisidor con tu castigo? ¿No? Y además, aún quedan moradores...los zombis, Regan, Sara, Jason. Y Selman....Ay Selmitan...¡Qué ganas te tiene, Cris! Se muere por volver a beber contigo...-Dice riendo.- Aún le queda ron...

Sigue sonriendo.

-Así que, no. No puedo dejar al resto de mis chicos sin el regalo que les prometí...Además, Tar debe acabar lo que ha empezado, te lo vuelvo a repetir.-

-Anda, sé buena y quédate ahí. Pronto alguien vendrá a buscarte y te llevará con Espiral para que vuelva a recomponerte, o por lo menos intentarlo.-

Lloro.


-¿Qué te pasa? ¿Te duele?-Dice con sorna.- Aguanta. Sólo te queda por pasar por las manos de...Siete moradores. ¡Y los Movie Maniacs, que se me olvidaban!¡Y Tar, por supuestísimo!-Ríe mientras abandona la biblioteca y yo me quedo esperando a que alguien venga a recoger los restos de mi endeble ser e intente recomponerlos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario