Mi lista de blogs

lunes, 23 de septiembre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 20

CAPITULO 20: BARBACOA

La motosierra acalla mi grito mientras cierro los ojos y espero el dolor, pero contra todo pronóstico, el motor deja de rugir. ¿Por qué? Ni idea. Abro los ojos y veo al asesino blandir un cuchillo mientras se acerca a mi y coge mi brazo. Lo aparto y él gruñe.

-Cris, no me seas mala...-Me interrumpe la voz del inquisidor.- Déjale que se divierta.-

-Te gusta verme sufrir, ¿Eh, cabrón?-Pregunto yo para después gritar al sentir el cuchillo que ha cogido Jason y con el que ahora me está cortando un trozo de carne del brazo derecho.

-No te lo voy a negar.-Dice Tar riéndose.- Me encanta que sufras.-

Grito mientras siento el cuchillo de Jason recorrer ahora mi brazo izquierdo, arrancándome otro trozo de carne. Empiezo a llorar y en poco tiempo mi cara se empapa de lágrimas, mi voz se llena de gritos, mientras veo al inquisidor irse a la otra punta de la habitación y empujar lo que creo que es una barbacoa con ruedas.

-¿Hace cuanto tiempo que no hacemos carne a la parrilla, Jason?-Le pregunta riendo.

El de la máscara ríe y dice con voz demente:

-No lo sé, pero hace mucho...Y yo ya tengo ganas...-Sigue riendo.

Tar deja la barbacoa junto a la mesa, saca su Zippo y me sonríe.

-No olvides que me llevo muy bien con el fuego, Cris.-Enciende el mechero y me lo acerca mientras yo aúllo sintiendo cómo Jason sigue arrancándome trozos de diversas partes de mi brazo, para luego pasar a mis piernas, a mi estómago....

Grito y lloro mientras veo cómo Tar prende una antorcha con la que enciende la barbacoa, sobre la que pone una parrilla donde Jason deposita los trozos de carne que me ha arrancado, y puedo comenzar a oler el humo que empieza a salir, cocinando poco a poco mi piel.

El enmascarado acciona su motosierra y la va acercando a mí, poco a poco.

-¡No!-Chillo mientras ruedo de la mesa al suelo chocándome con la barbacoa y casi tirándola. No veo si llega a caerse o no, porque caigo de boca al suelo. Noto el sabor de mi sangre, y el dolor de mis heridas, y el del golpe en la cabeza.

Intento levantarme, pero Jason me pisa la mano. Chillo enrabietada mientras intento mover los dedos y zafarme del pie del enmascarado, pero sólo consigo hacerme más daño.

El olor es insoportable. Olor a carne humana quemada. Doy una arcada y vomito. Jason se aparta asqueado y consigo mover la mano, aunque dolorida.

Repto como puedo por el suelo, por encima de mi vómito incluso, hasta que una figura se detiene frente a mí.

Desde esa posición sólo acierto a ver sus zapatos oscuros y la parte baja de sus pantalones y su capa colgando detrás.

Alzo la cabeza y veo al Emperador, que me mira sonriendo.

-Creo que vamos a tener que hacer algo contigo ya. Si no, no nos vas a durar hasta el final.-Ríe.-No quiero tener que decir ésto, pero vamos a tener que curarte.-

Ilusa de mi, sonrío.

-¿En...en serio?-Digo esperanzada mirándole.

Baja su mano hasta mi boca sangrante, me la limpia y se lame la sangre de los dedos.

-Sí.- Me dice muy serio.- Te vamos a curar, pequeña.

Sonrío, y estoy segura de que si ahora mismo no estuviera tirada ya en el suelo, me arrodillaría ante el Emperador en señal de agradecimiento.

Le veo inclinarse y bajar hasta mi, poniendo su mano sobre mi frente,y dice:

-¡Corpus sanare! (“que el cuerpo cure!”)

Observo atónita como se vuelve a reconstruir mi piel, quedando libre de heridas: los trozos de carne que me ha arrancado Jason han vuelto a aparecer, sin embargo, creo que aún permanecen mis cicatrices en la cara y la cuchillada del ojo. Es raro, porque el dolor me sigue comiendo por dentro.

No lo entiendo.

-No pensarías que te íbamos a recomponer del todo, ¿Verdad?-Ríe el Emperador, junto al que han llegado Tar y Jason, que me levantan del suelo y me ponen de frente al Emperador, que chasquea los dedos, haciéndome vestir una túnica blanca que aparece sobre mí de repente.

-Uniforme oficial de hereje inquisitorial.-Dice el Emperador.

-Me gusta.-Sonríe Tar.-Pero aún falta algo. Así no se ve que sufra mucho...-

El Emperador lleva su mano a mi cuello, me lo aprieta suavemente, y siento el dolor de púas clavándose en él.

Cuando el Emperador aparta su mano, el dolor sigue ahí.

-¿Te gusta tu collar?-Me pregunta el Emperador sonriendo.

Por toda respuesta gimo dolorida.

-Un collar provisto de pinchos, como ves. Es comos los collares de heavy de ahora, pero al revés.-Ríe.- Típico de mis tiempos de inquisidor. Un artilugio muy básico. Los tengo peores, pero de momento bastará.-Dice.

-¿Bastará para qué?- Pregunto llorando.


-Ven, vamos a dar un paseíto.-Dice Tar llevándome casi a rastras del brazo fuera del Caserón....

No hay comentarios:

Publicar un comentario