CAPITULO 14: PUZZLE VIVIENTE
Soy un guiñapo. Soy un cuerpo casi sin vida. Mi cara está completamente cubierta de sangre. Apenas se distinguen las heridas, porque sólo se ve el color rojo de la sangre y el tono amarillento del pus.
Me retuerzo en la
silla. Me duele todo. Grito y ya no sé si lo hago por el dolor que
me consume o por la visión de mi propio reflejo. Miro a los dos
moradores que están conmigo, ambos sonríen.
Espiral me atusa el
pelo.
-Ay, Cris. Vamos a
tener que reimplantarte melena...¿Has pensado en cambiarle el color
alguna vez? Lo digo por si nos da el punto y te injertamos pelo
rubio, pelirrojo...-Dice riendo.- ¡Tenemos pelo de sobra!-Ríe.- Y
narices, y piel, y ojos, y cerebros. ¿No has pensado en cambiarte el
color de ojos, Cris?-Me pregunta con una risita.
Miro a Espiral
espantada y niego con la cabeza, intento levantarme pero desisto
cuando el dolor me vence.
-Ymir, destapa la
camilla, anda...-Dice el doctor mientras me sujeta. Veo a través del
espejo cómo el payaso quita la sábana que cubre una camilla situada
junto a la pared del fondo.
Espiral me coge en
brazos y me lleva a la camilla, donde me deja con suavidad. No tengo
fuerzas para resistirme. El dolor me consume. Gimoteo mientras veo
que los dos moradores me observan y Espiral dice:
-Ymir, vete a la
sala de la bóveda a por sus restos. Hay que recomponerla.-
¿Recomponerme?
¿Qué soy? ¿Un puñetero puzzle?
Niego con la cabeza
e intento levantarme, pero entre el dolor y que Espiral me lo impide,
no puedo.
-Tranquila, Cris.
En breve estarás como nueva.-Ríe.
Ymir ha abandonado
la sala y Espiral me mira con interés, pasándose la mano por la
barbilla, reflexivo.
Le veo dirigirse a
un armario del que saca lo que parecen ser varias matas de pelo (que
no pelucas), una camiseta, y unos vaqueros.
-Vamos a ponerte
bien guapa, ya verás.- Ríe histérico mientras veo que en la otra
mano mano trae lo que parece ser una grapadora y unas tijeras. Lo
deja todo en la mesa del espejo y viene hacia mi con las tijeras en
la mano.
-No...no...-Articulo
como puedo.
-Tranquila, Cris.
Colabora, anda, que si quieres que te arregle tendré que quitarte
éstos harapos...-Dice cortando con las tijeras mi chaqueta. Me quejo
al sentir el dolor de la sangre reseca pegada a la tela del interior
de mi chaqueta, que al rozar con mi piel, me araña mientras noto el
vagar de las tijeras, cortando inocentemente la tela, pero que de vez
en cuando me arrancan un quejido al arañarme deliberadamente.
De la chaqueta y la
camiseta, Espiral pasa a los vaqueros. Me los corta y me mira.
-Vaya monumento,
Cris. Y anda, que ya le vale al vampiro, hacerte ese agujero...-Dice
señalando el boquete donde antes estaba mi corazón.-No se
conformaba con cuellos, no...Goloso.-Suspira.-A ver cómo arreglo yo
ésto ahora...-
En ese momento
entra Ymir, sosteniendo un cubo metálico que da a Espiral.
-Ésto es todo lo
que había, doctor.-Le dice.
-Bueno, nos
apañaremos. Creo que será suficiente.-Contesta Espiral, que saca
algo del cubo con la mano llena de sangre, se dirige al mueble y coge
aguja e hilo.
-¿Que...me vais a
hacer?-Pregunto casi sin voz.
-Reconstruirte.-Dice
el médico tranquilamente.
Empiezo a gimotear
y a intentar levantarme, pero el payaso me sujeta mientras Espiral
dirige hacia mi lo que ha sacado del cubo, que no es otra cosa que un
trozo de carne. Distingo medio ombligo. Sí. Es un trozo de estómago.
Lo lleva hasta el lugar que le corresponde, y antes de comenzar a
coser dice riendo.
-Oh..Se me ha
olvidado la anestesia. ¡Qué cabeza tengo! Te va a doler un poco
Cris.-
Y sin darme tiempo
a quejarme siquiera, clava la aguja y comienza a coser. Siento el
dolor y aúllo.
-¡¡Joder!!-
-¡Chs! ¡Esa
lengua, Cris!-Me riñe Espiral.- A ver si te la voy a tener que
cortar...-
Lloro mientras él
me cose a lo vivo los injertos de piel. El suplicio es indescriptible
y de repente, siento una punzada que hace que me retuerza de dolor.
-¡No!¡Se me ha
quedado la aguja dentro, Cris!-
Empiezo a llorar a
voz en grito, impotente.
-Bah, mira, te lo
coso y punto. Seguro que ya no la encuentro.-Dice riendo.
-¡¿Pero qué
dices?!-Digo histérica llorando.
Él me ignora y
sigue a lo suyo, cosiendo y después grapando mechones de pelo de
vaya usted a saber de qué color y de quién, a mi maltrecha cabeza.
Grito, Cada grapa es un suplicio.
Después, me sienta
en la camilla y me pone una camiseta y unos vaqueros, que luego me
desgarra, aunque no del todo, para dejar a la vista mis cicatrices y
los remiendos chapuceros que me ha hecho.
El payaso Ymir me
ayuda a bajar y me pone frente al espejo.
-Ya estás.
Mírate.- Me dice sonriendo.
Resoplo y niego con
la cabeza.
Soy una especia de
puzzle mal hecho, con las piezas malísimamente encajadas. Trozos de
carne en lugares que no corresponden...Por no hablar del gran agujero
del corazón.
-No le he
encontrado. Selman habrá dado buena cuenta de él.-Me dice Ymir que
se ha percatado de que estoy mirando el boquete.
Miro mi pelo.
Mechones rubios, morenos y pelirrojos contrastan con los restos de mi
melena castaña. Me paso la mano por ella. Aún me duelen las
grapas.
El payaso pone una
mano sobre mi hombro.
-Vamos, Cris. Van a
empezar a llegar visitantes. Hoy debutarás en mi cuadro.-Me sonríe.-
No te preocupes, yo estaré contigo. ¿Te gusta el circo?-Me pregunta
mientras me lleva del brazo fuera del camerino.
Camino arrastrando
los pies. Me duele todo. Gimo quejumbrosa mientras el payaso sube las
escaleras conmigo, seguido de Espiral.
Cuando llegamos al
cuadro del circo, Ymir me sonríe.
-Bienvenida a mi
hogar.-...
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