CAPITULO 26: DESAFÍO
Ha sido terrible. Estoy agotada. No
puedo más. Mi cuerpo está lleno de heridas provocadas por los
pinchos de la Dama de Hierro, tras lo cual, Tar ha decidido jugar con
su mechero sobre mi cuerpo de nuevo. Ahora está en una esquina de la
sala, observándome sin decir palabra. Echo una bocanada de sangre
justo cuando se abre la puerta. Con dificultad, alzo la cabeza y me
echo a temblar cuando veo que es el vampiro quien hace su aparición.
Le veo inclinarse ligeramente ante
Tar.
-Me has hecho llamar, inquisidor.- Dice
con respeto pero sin poder ocultar el odio hacia Tar en su voz.-
¿Para qué me necesitas?-
Tar señala la mesa donde estoy, y el
vampiro lo capta.
-No te preocupes, yo me encargo de
ella.- Se gira, me mira, y me sonríe dándose la vuelta.
Las palabras de Tar le detienen.
-No recuerdo haberte ordenado que te
dirijas hacia ella, y mucho menos que me des la espalda.- Sentencia
serio.
-Pero...no entiendo...-Dice Selman sin
comprender nada. No le da tiempo a decir más porque Tar le pega un
puñetazo. Me agito asustada y veo cómo el vampiro escupe una
bocanada de sangre al suelo. Tar le desafía:
-Vuelve a tratarme con esa falta de
respeto, Colmillitos, y te romperé la columna como si fuera una
ramita.- Dice mientras le coge del cuello obligándole a levantarse,
mientras le dice:
-Tal vez en tu cripta seas el más
gallo, pero en mi bóveda y en mi presencia vales menos que nada. Tal
vez los demás moradores te permitan esos aires de superioridad, pero
te aseguro que yo no. Y como vuelvas a poner a prueba mi paciencia
puedes lamentarlo, Selmitan, así que ándate con ojo. ¿Te queda
claro?-Dice soltándole del cuello.
Veo cómo Sel cae al suelo de rodillas
y se lleva la mano al cuello, jadeando dolorido.
-Sí, inquisidor, me queda claro.-Le
veo alzar la mirada, y no hace falta estar muy cerca para ver que en
ella arde un odio salvaje.
-Excelente.- Dice Tar, satisfecho.-Te
he llamado porque ésta vez quiero que des de comer a Cristina, no
que la tortures.- Añade señalando un taburete junto a la mesa
donde estoy yo, sobre el que hay lo que parece ser Coca Cola, nachos
con salsa y gusanitos.
-¿Que la dé de comer?-Pregunta Selman
extrañado.- ¡Pero eso no es nada placentero ni divertido! Yo
quie...-
-¿Has acabado?-Le corta Tar
acercándose, casi pegando su rostro al de Sel.- Me da igual lo que
quieras, opines o pienses. Aquí mando yo, y mi mando está
respaldado por el Emperador, asi que más te vale obedecer, vampiro
de pacotilla, o te pasará lo de la última vez. ¿La recuerdas,
Selman? ¿Recuerdas cómo gritabas?¿Cómo me suplicabas que
parara?-Amenaza Tar riendo sacando su Zippo y encendiéndolo. Selman
retrocede asustado mientras el inquisidor pregunta:
-¿Quieres que se repita, Selman?-
-¡No!,¡No!-Chilla él.- Cumpliré tus
órdenes.-
Tar asiente sonriendo satisfecho
mientras Selman espera instrucciones. En sus ojos arde la rabia.
-Procede.-Dice el inquisidor con
orgullo.- Y si me encuentro a Cris distinta a como la dejo ahora, lo
lamentarás...-Advierte.-
El vampiro se acerca al taburete,
recoge la bandeja de la comida y se sienta en la silla, frente a mi.
Oímos el estruendo de la puerta al cerrarse: Tar ha abandonado la
sala.
Al instante, el gesto de la cara de Sel
se transforma en una mezcla de odio, ira y frustración. Tira la
bandeja al suelo y grita lleno de rabia:
-¡¡Arggg!!¡Maldito inquisidor!¡Cómo
le odio!-Baja el tono y dice.- Pronto acabaré con él y me
vengaré...Pronto.-Sonríe.
Así que Sel busca venganza...Decido
meter cizaña entre él y Tar
-¿Quieres vengarte de Tar?-Digo con
gran esfuerzo debido al dolor de las torturas y en cierto tono de
guasa para picar a Selman.- Pues no era eso lo que me ha parecido
hace unos minutos. Te has achantado...¡Cobarde!-Le digo. Y echo una
bocanada de sangre debido al esfuerzo.
Veo que Sel levanta la mano con
intención de golpearme, pero le digo con cierta sorna.
-Hey, quieto, vampirito...Ya has
escuchado a Tar...-Tomo aire e intento ignorar el dolor, mientras
sigo.- Una sola herida que él no haya visto y te sacudirá pero
bien.-Sonrío.
-Niñata...-Dice entre dientes bajando
la mano y conteniéndose con rabia.
-Además, ¿Te crees mejor que
él?-Pregunto con una risita.- En el fondo no hay nada que os
diferencia. Sois iguales. Ambos servís a un señor despiadado,
gozáis matando por placer y regodeándoos con el sufrimiento
ajeno.-Quiero ahondar en la herida y le digo:
-¡Y si aún sigues vivo es porque en
el último momento el Emperador pensó que podrías serle útil en el
lado oscuro!-Expulso sangre y toso.-Puede...que incluso...seas peor
que Tar.- Digo para acabar de hacerle daño.
Los ojos de Selman arden en rabia,
resopla furioso y me mira con desprecio.
-Te vales bien de la amenaza del
inquisidor, ¿eh?-Dice con desprecio.-Aprovecha esa ventaja,
aprovecha, porque dentro de muy poquito le mataré, arrojaré su
cadáver putrefacto a los pies del Emperador, consumaré mi venganza,
y ese inquisidorzucho se enterará de quién fue al que
torturó.-Ríe.- Bueno, no creo que se entere si le mato...-Se
carcajea.- ¡Y entonces yo seré la mano derecha del
Emperador!-Proclama.
Empiezo a atisbar las intenciones de
Selman.
-Así que...No sólo quieres vengarte,
¿Eh? Quieres ocupar su rango...-Digo.
Ríe histérico.
-Y cuando lo haga, vas a desear
haberte mordido esa lengua chulesca que tienes.- Me dice casi en un
susurro, con su rostro muy cerca del mío.
-¡Por Lucifer!-Chilla fuera de sí
apartándose de mí.- ¡Cómo odio a ese desgraciado!¡Si le tuviera
aquí ahora...Me encargaría de que se enterara de quién soy yo!¡Oh
si! ¡Le mataría sin piedad ninguna!- Selman ríe y por encima de su
risa suena una voz grave:
-Pues hazlo.- Dice.
Selman se gira para ver de dónde ha
venido la voz y retrocede hasta golpear la mesa en la que estoy.
Desde mi posición veo brillar unos
ojos amarillos ocultos en las sombras. Según se van acercando a la
luz vemos una silueta envuelta en una túnica oscura...Hasta que al
fin vemos de quien se trata...
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