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viernes, 20 de septiembre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 19

CAPITULO 19: POSEÍDA


Acabo de salir del quirófano de Espiral, y no necesito un espejo para saber que cada vez va quedando menos de mí para recomponer, cada vez menos piel que injertar. Soy una masa sanguinolenta, prácticamente. Y me pregunto cómo aún querrán seguir con las torturas, me pregunto cómo van a hacerlo para que, por mucho que pase no se acabe de agotar mi piel y ya no quede más que reconstruir. Supongo que hasta que el último morador no me toque, seguiré “viva”.

Una vez reconstruida, me han permitido “descansar” hasta que se ha hecho el día y el enterrador ha recibido la orden de comenzar con los grupos de visitantes.

Ahora camino delante del inquisidor, que me conduce casi a patadas hasta el lecho de la poseída, donde me tira sin ninguna delicadeza.

-Regan, tu turno.- Ordena Tar a la chica, que me mira como pensando qué podría hacer conmigo.

Ni me molesto en bajar de la cama. Intento refugiarme entre las sábanas, que huelen a vómito y a sangre.

Noto que alguien quita la sábana y veo a la poseída blandiendo un crucifijo de madera a modo de arma.

-Hola, Cris.-Dice con voz cantarina mientras me atiza con la cruz en la cabeza. Una, dos, tres, cuatro y hasta cinco veces mientras ríe y yo grito, notando como la sangre corre por mi rostro. Me llevo la mano a la brecha que tengo en la cabeza mientras pienso de qué estará hecho el crucifijo. Es imposible que algo de madera, por muy dura que ésta sea duela tanto. Chillo y grito mientras Regan abre la boca, de la que empiezan a salir bichos que corretean por la cama y suben por mi cuerpo a toda velocidad. Intento moverme, pero una fuerza invisible me retiene. Sólo consigo que mi cuerpo se agite, pero no consigo bajar de la cama.

Acaban de llegar los visitantes y me contemplan estupefactos gritando, mientras Regan me dice:

-Muy mal, Cris. Aún te falta más para llegar a parecer poseída del todo...- La veo inclinarse sobre mi y besar mis labios, mientras noto como algo se mete en mi boca. La poseída se retira y veo brotar de mi boca varias cucarachas. Siento una arcada y vomito, poniendo perdida la cama y parte del suelo.

-¿Ves?-Me dice Regan.- Así está mejor.- Pero aún te sigue faltando para llegar a ser como yo...-Dice cogiéndome de la cabeza y obligándome a girarla hacia la derecha.

Aúllo mientras oigo fracturarse los huesos de mi cuello.

-¡Zorra!-Digo mirando a Regan, que me sonríe.

-¿Ves? Así mejor.

Con cada grito, una plaga de cucarachas sale de mi boca, y vomito cada vez más seguido. Los visitantes huyen y yo me levanto de la cama, intentando esquivar los bichos. Mis pies van como locos hacia los visitantes, y mis labios articulan si querer con voz gutural:

-¡Fuera de aquí!¡Largaos!-

Me agacho y gateo hacia ellos, que huyen despavoridos mientras yo les grito sin querer que huyan.

Cuando se han alejado, me desplomo en el suelo, sin saber a qué ha venido eso, aunque algo me barrunto.

En ese momento, veo a Regan acercarse a mi y quitar la parte de abajo del crucifijo, que resulta ser una especie de funda que guarda el filo de una daga, la cual no tarda en clavarme. Grito y me retuerzo mientras la veo sonreir y oigo los gritos de otro nuevo grupo de visitantes que pasa ante nosotras. Ella no me da tregua, la insulto, y sigo vomitando mientras siento las cucarachas ascender a mi boca, mientras ella me azuza más.

-¡Lo haces bien, Cris!¡Que se note que estás poseída, vamos!-

Grito mientras ella se ensaña apuñalándome. No puedo moverme, porque el cuello me duele horrores, lo que empeora mi situación: tirada en el suelo a merced de la poseída y pienso en lo que he dicho en la biblioteca: Dos sencillas palabras: “Me rindo”. Y pienso que el Emperador se ha burlado de mi al reconocer mi autoderrota. Sólo quería que me rindiera para hacerme más daño. Pues ahora le voy a demostrar lo testaruda que puedo llegar a ser. Aunque sufra y desee morir no volverá a oir de nuevo esas dos palabras de mi boca.

Decidida hago lo imposible por levantarme. , el cuello se me dobla y mi cabeza cae hacia mi derecha, entonces siento el cuchillo de Regan clavarse en mi ojo derecho, arrancándome un nuevo grito.

Hago acopio de la poca fuerza que tengo y zarandeo a la poseída intentado alejarla de mi mientras siento que la sangre baja de mi globo ocular a mi rostro y más abajo. Me llevo la mano al ojo y grito, mientras veo a Tar aproximarse y poner una mano en el hombro de Regan.

-Basta, los visitantes ya se han ido. Déjales algo a los demás hermanos.-Oigo que dice.

Ella asiente,se da la vuelta y vuelve a meterse en la cama llena de bichos, donde se arrebuja lanzándome una mirada llena de odio.

El inquisidor me coge en brazos.

-¿Dónde me lleváis ahora....? Pregunto yo casi sin fuerza.-

-Al lugar en el que mi fuego tuvo el honor de quemarte en su día...-Dice con una sonrisa.

A medida que Tar avanza conmigo en sus brazos, oigo el rugir de una motosierra.

-¡No!¡Al matadero de Jason no!-Chillo al recordarme colgada de un gancho, con sal en mis heridas y sintiendo un desgarrador dolor cuando el inquisidor me quemó.

Me deposita en la mesa llena de vísceras mientras veo a Jason junto a mí, ahora con la motosierra parada.

La pone en marcha, hace que el motor ruga un par de veces y la vuelve a parar. El inquisidor se aparta y le dice:

-Cuando quieras, Jason. Es tuya.-


Intento moverme, pero estoy demasiado dolorida. Cierro los ojos y lo último que veo es a Jason estudiarme con la mirada bajo su máscara de hockey mientras levanta la motosierra y hace rugir el motor...

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