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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Relato: "Visita al Viejo Caserón 2: Tinieblas" Capitulo 12

Aquí tenéis el segundo y último capitulo protagonizado por Irene, ganadora del concurso de Just4Rides. ¡Espero que os guste! Y recordad que el capítulo 13 volverá a estar protagonizado por Cris pero continuará a partir de los sucesos del 12, como es obvio :)

CAPITULO 12: EJECUCIÓN [PROTAGONIZADO POR IRENE, GANADORA CONCURSO JUST 4 RIDES]


Veo a esa Cris acercarse a mi, casi arrastrándose. A medio camino se inclina y coge algo del suelo, lo alza y veo lo que es: parece medio brazo amputado sobre el que hay colocadas unas cuchillas.

Miro a la chica horrorizada. Su cara es una maraña de sangre y heridas que supuran y sangran. Sus ojos no tienen expresión clara. Su mirada está perdida mientras se acerca a mi blandiendo el brazo con las cuchillas.

-Muchas veces es...mejor morir...Créeme, Irene. Déjate morir o acabarás como yo.- Me bisbisea apenada, con voz afónica y dolorida acercándose a mi.

Veo que de las comisuras de la boca la gotea sangre, y echa una bocanada. Tuerzo la cabeza asqueada y me revuelvo intentando liberarme, pero no puedo.

El inquisidor me sujeta mientras dice:

-Vale, ahora sí, estamos todos. Podemos empezar la fiesta, ¿No?-

El Emperador asiente y el chico rubio de la gabardina de cuero se abalanza sobre mí, mostrándome sus colmillos para clavármelos luego en el cuello. Grito de dolor mientras siento manar sangre y oigo cómo él la absorbe, hasta que se aparta y se aleja relamiéndose. Miro al frente y suplico entre gritos a la chica herida, que sigue paralizada frente a mí, que me ayude.

-¡Sangre, sangre!-Oigo decir a la muchacha del peluche.

-¡Ayúdame, por favor!- Pido a la joven que antes estaba en la mesa y sigue blandiendo el brazo cortado con las cuchillas.

Pero ella sigue quieta. Inmóvil, sin hacer nada.

El inquisidor me muestra un mechero y lo pone muy cerca de mí. Intento echarme hacia atrás, pero doy con el respaldo de la silla. Él lo acerca más y más a mi hasta que siento el calor contra la piel de mi cara. Y después el dolor, al comprobar que me está quemando el rostro.

Grito y toda la habitación se vuelven carcajadas enfermizas, dementes, súplicas de más tortura para la intrusa...

Entre llantos imploro perdón por haberme colado, aunque de sobra sé que no son actores, y que puede que mi visita a la casa acabe de un momento a otro.

Nadie parece oirme. Sus risas tapan mis gritos mientras me retuerzo de dolor notando cómo mi cara se quema mientras el inquisidor tararea una canción tranquilamente.

La chica del peluche se me acerca empuñando el cuchillo mientras sonríe.

Dirige su arma a mis brazos, aprisionados en los reposabrazos de la silla.

Me revuelvo intentando zafarme, pero sólo consigo que el inquisidor me queme más, y que la del peluche acabe haciéndome varios cortes en cada brazo.

El del mechero se aparta y me sonríe.
-Guapísima después de mis retoques.-Dice burlándose.

Chillo y veo cómo ahora es el payaso el que se acerca a mi, cuchillo en mano. Pero no sólo él. Todos los monstruos vienen a mi sonriendo con sus armas.

En un momento, siento un terrible dolor en mi estómago y soy incapaz de contar los cuchillos que me han clavado y los mordiscos que me han dado los zombis. Grito y lloro impotente mientras oigo lo que parece ser el sonido de una motosierra, cada vez más cerca.

Veo frente a mí al enmascarado que la sostiene, que cada vez está más cerca.

Clavo mis ojos en la chica que aún sigue inmóvil, quiero suplicarla que me ayude, pero no me da tiempo a decir nada, porque el enmascarado me arranca un grito cuando me corta el brazo con la motosierra. Lloro e intento patalear. Siento como la sangre mana de mí e incluso sale una bocanada de mi boca.

Se me empieza a nublar la vista, pero aún así la veo a ella. Intento volver a pedirla ayuda.

-¡Cris! ¿Te...te llamas Cris, no? ¡Ayúdame, por favor!-Imploro entre llantos.

Pero no veo movimiento en ella. No la veo clara. Las lágrimas nublan mi vista mientras lloro.

-¡Vamos Cris, mátala!-Oigo que dice una voz que conozco pero que ni tengo fuerzas para asociar con ningún monstruo.

Las lágrimas resbalan por mi rostro y se mezclan con mi sangre.

Oigo la voz de Cris decir:

-No. No puedo...-

¡Ella no quiere matarme!¡La están obligando!

Me doy cuenta de que puedo salvarme si la convenzo de que no me mate.

-¡Cris, no lo hagas!¡Tú no quieres matarme!¡Por favor!-Se me quiebra la voz cuando una jeringuilla se me clava en el cuello mientras oigo una risa demente. Espero la llegada del sueño, pero no viene. Oigo una voz masculina.

-Ups..Olvidé llenarla de tranquilizante...-

Grito con toda mi alma mientras creo distinguir entre la niebla que es mi visión que la silueta de Cris viene hacia mi.

-No...por favor...-Suplico.

-Créeme. Es lo mejor...- Dice mientras me clava las cuchillas en el lado izquierdo de mi pecho.

Su grito se mezcla con el mío. El dolor me desgarra por dentro. La sangre mana a borbotones mientras miro a los ojos a mi asesina. En sus ojos arde la rabia y la pena. No...Definitivamente ella no quiere hacer lo que está haciendo.

Me saca las cuchillas y cae de rodillas a mis pies gritando, mientras el dolor puede conmigo. Ladeo la cabeza a un lado y veo cómo el enterrador se acerca a mi con lo que parece ser un metro en sus manos. Apenas me sale la voz.

-¿Qué...Q..ué vas...?-Intento articular mientras noto como extiende el metro lo largo de mi cuerpo.

-No hay problema, ya tengo tumba para ti.-Dice contento mientras noto como mis ataduras desaparecen y él me coge un brazos y me alza como si fuera un saco de patatas. No me quedan fuerzas ni para revolverme siquiera. Sólo grito mientras miro al suelo, donde voy dejando un rastro de sangre, y cuando el enterrador me mete en mi tumba, siento cierta paz.

Cierra la tapa, y noto que me falta el aire.

-Por favor, que alguien me ayude...-Acierto a susurrar tenuemente.


Me abandono a mi dolor mientras siento que me voy...para siempre.

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