CAPITULO 12: EJECUCIÓN [PROTAGONIZADO POR IRENE, GANADORA CONCURSO JUST 4 RIDES]
Veo a esa Cris
acercarse a mi, casi arrastrándose. A medio camino se inclina y coge
algo del suelo, lo alza y veo lo que es: parece medio brazo amputado
sobre el que hay colocadas unas cuchillas.
Miro a la chica
horrorizada. Su cara es una maraña de sangre y heridas que supuran y
sangran. Sus ojos no tienen expresión clara. Su mirada está perdida
mientras se acerca a mi blandiendo el brazo con las cuchillas.
-Muchas veces
es...mejor morir...Créeme, Irene. Déjate morir o acabarás como
yo.- Me bisbisea apenada, con voz afónica y dolorida acercándose a
mi.
Veo que de las
comisuras de la boca la gotea sangre, y echa una bocanada. Tuerzo la
cabeza asqueada y me revuelvo intentando liberarme, pero no puedo.
El inquisidor me
sujeta mientras dice:
-Vale, ahora sí,
estamos todos. Podemos empezar la fiesta, ¿No?-
El Emperador
asiente y el chico rubio de la gabardina de cuero se abalanza sobre
mí, mostrándome sus colmillos para clavármelos luego en el cuello.
Grito de dolor mientras siento manar sangre y oigo cómo él la
absorbe, hasta que se aparta y se aleja relamiéndose. Miro al
frente y suplico entre gritos a la chica herida, que sigue paralizada
frente a mí, que me ayude.
-¡Sangre,
sangre!-Oigo decir a la muchacha del peluche.
-¡Ayúdame, por
favor!- Pido a la joven que antes estaba en la mesa y sigue
blandiendo el brazo cortado con las cuchillas.
Pero ella sigue
quieta. Inmóvil, sin hacer nada.
El inquisidor me
muestra un mechero y lo pone muy cerca de mí. Intento echarme hacia
atrás, pero doy con el respaldo de la silla. Él lo acerca más y
más a mi hasta que siento el calor contra la piel de mi cara. Y
después el dolor, al comprobar que me está quemando el rostro.
Grito y toda la
habitación se vuelven carcajadas enfermizas, dementes, súplicas de
más tortura para la intrusa...
Entre llantos
imploro perdón por haberme colado, aunque de sobra sé que no son
actores, y que puede que mi visita a la casa acabe de un momento a
otro.
Nadie parece oirme.
Sus risas tapan mis gritos mientras me retuerzo de dolor notando cómo
mi cara se quema mientras el inquisidor tararea una canción
tranquilamente.
La chica del
peluche se me acerca empuñando el cuchillo mientras sonríe.
Dirige su arma a
mis brazos, aprisionados en los reposabrazos de la silla.
Me revuelvo
intentando zafarme, pero sólo consigo que el inquisidor me queme
más, y que la del peluche acabe haciéndome varios cortes en cada
brazo.
El del mechero se
aparta y me sonríe.
-Guapísima después
de mis retoques.-Dice burlándose.
Chillo y veo cómo
ahora es el payaso el que se acerca a mi, cuchillo en mano. Pero no
sólo él. Todos los monstruos vienen a mi sonriendo con sus armas.
En un momento,
siento un terrible dolor en mi estómago y soy incapaz de contar los
cuchillos que me han clavado y los mordiscos que me han dado los
zombis. Grito y lloro impotente mientras oigo lo que parece ser el
sonido de una motosierra, cada vez más cerca.
Veo frente a mí al
enmascarado que la sostiene, que cada vez está más cerca.
Clavo mis ojos en
la chica que aún sigue inmóvil, quiero suplicarla que me ayude,
pero no me da tiempo a decir nada, porque el enmascarado me arranca
un grito cuando me corta el brazo con la motosierra. Lloro e intento
patalear. Siento como la sangre mana de mí e incluso sale una
bocanada de mi boca.
Se me empieza a
nublar la vista, pero aún así la veo a ella. Intento volver a
pedirla ayuda.
-¡Cris! ¿Te...te
llamas Cris, no? ¡Ayúdame, por favor!-Imploro entre llantos.
Pero no veo
movimiento en ella. No la veo clara. Las lágrimas nublan mi vista
mientras lloro.
-¡Vamos Cris,
mátala!-Oigo que dice una voz que conozco pero que ni tengo fuerzas
para asociar con ningún monstruo.
Las lágrimas
resbalan por mi rostro y se mezclan con mi sangre.
Oigo la voz de Cris
decir:
-No. No puedo...-
¡Ella no quiere
matarme!¡La están obligando!
Me doy cuenta de
que puedo salvarme si la convenzo de que no me mate.
-¡Cris, no lo
hagas!¡Tú no quieres matarme!¡Por favor!-Se me quiebra la voz
cuando una jeringuilla se me clava en el cuello mientras oigo una
risa demente. Espero la llegada del sueño, pero no viene. Oigo una
voz masculina.
-Ups..Olvidé
llenarla de tranquilizante...-
Grito con toda mi
alma mientras creo distinguir entre la niebla que es mi visión que
la silueta de Cris viene hacia mi.
-No...por
favor...-Suplico.
-Créeme. Es lo
mejor...- Dice mientras me clava las cuchillas en el lado izquierdo
de mi pecho.
Su grito se mezcla
con el mío. El dolor me desgarra por dentro. La sangre mana a
borbotones mientras miro a los ojos a mi asesina. En sus ojos arde la
rabia y la pena. No...Definitivamente ella no quiere hacer lo que
está haciendo.
Me saca las
cuchillas y cae de rodillas a mis pies gritando, mientras el dolor
puede conmigo. Ladeo la cabeza a un lado y veo cómo el enterrador se
acerca a mi con lo que parece ser un metro en sus manos. Apenas me
sale la voz.
-¿Qué...Q..ué
vas...?-Intento articular mientras noto como extiende el metro lo
largo de mi cuerpo.
-No hay problema,
ya tengo tumba para ti.-Dice contento mientras noto como mis ataduras
desaparecen y él me coge un brazos y me alza como si fuera un saco
de patatas. No me quedan fuerzas ni para revolverme siquiera. Sólo
grito mientras miro al suelo, donde voy dejando un rastro de sangre,
y cuando el enterrador me mete en mi tumba, siento cierta paz.
Cierra la tapa, y
noto que me falta el aire.
-Por favor, que
alguien me ayude...-Acierto a susurrar tenuemente.
Me abandono a mi
dolor mientras siento que me voy...para siempre.
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